InicioConciertosCrónica Azkena Rock 2019: La imposible brillantez de Wilco (sábado)

Crónica Azkena Rock 2019: La imposible brillantez de Wilco (sábado)

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Un año esperaron los y las seguidoras de Wilco para ver a la banda norteamericana encabezar el Azkena Rock Festival. Desde que su nombre apareciera en las pantallas de la edición de 2018 (este 2019 ocurrió lo mismo con Social Distortion y Fu Manchu en la primera jornada), ha habido tiempo de preparación para una de las actuaciones más esperadas del evento vitoriano. El proyecto liderado por Jeff Tweedy no falló y otorgó con gusto a su audiencia un brillante repertorio que sobrepasó la hora y media.

Mucho antes de que Wilco salieran a escena, el Azkena Rock arrancó con menos audiencia que el anterior día, aunque según datos oficiales finalmente hubo 2.000 personas más (17.000 el viernes y 19.000 el sábado). Así pues, los primeros compases del festival tuvieron como protagonistas a los jóvenes locales Outgravity, con un hardcore melódico con poca pegada y aún faltos de tablas, pero que gustaron a los curiosos que se acercaron a primera hora. Otros asistentes se decantaron por comenzar con el pop-rock castellano y manido de Garbayo o por el garajero dúo The Courettes en el Trashville. La cantante y guitarrista brasileña no paró de gritar “eskerrik asko” en su enérgico bolo condicionado por la sauna que era la carpa debido al intenso calor de la jornada.

Ingrid, cantante de Outgravity, se mostró feliz de tocar en el Azkena. Foto: Jordi Vidal.

Los citados fueron los aperitivos de un día liderado por Tweedy y compañía. Con la humildad que caracteriza al compositor y cantante de Wilco –el único que se mantiene en la formación de origen junto al bajista John Stirrat-, se subió de nuevo al escenario del Azkena Rock Festival trece años después de su anterior parada en Mendizabala. Esta vez llegaban en una minigira en la que están desplegando toda su discografía por rincones de Estados Unidos y Europa. El cancionero no se repite, haciendo de cada noche una actuación nueva de la banda americana. Sin embargo, hay ciertos temas que parecen inamovibles y que no faltaron en su cita con el Azkena.

Con un sonido perfecto articulado por unos músicos de altura -en especial el más ladeado a la derecha, Pat Sansone, que tocó de todo-, Wilco justificaron su estatus de cabezas de cartel haciendo lo que mejor saben hacer: emocionar y conectar con las personas incomprendidas, aletargadas y blandas de corazón a las que tan bien representa Tweedy. Desde “Handshake Drugs”, hasta “The Late Greats”, un total de 20 piezas en 95 fluidos minutos, sin pestañear, sin desvanecerse del escenario para bises, como antítesis de estrellas del rock que son los de Chicago.

Jeff Tweedy saluda al público del Azkena durante su actuación. Foto: Jordi Vidal.

El concierto dio para mucho. Pasaron de la experimentación del alt rock americano de aquel rascacielos denominado ‘Yankee Hotel Foxtrot’ que casi no llegó a publicarse (la coreada a pleno pulmón “I Am Trying To Break Your Heart” con esa sugerente percusión), a los sonidos más country y americanos sin perder la esencia ni la conexión casi mística con su parroquia (el delicado “I’ll Fight” o la noctambula “California Stars”, de uno de sus discos conjuntos con Billy Bragg).

Aunque fue en los crepusculares pasajes de post-rock donde realmente dejaron hipnotizada a la audiencia (“Misunderstood” o ese solo del guitarrista Nels Cline en “Impossible Germany” que es uno de los más épicos que se han escrito en los últimos 20 años). Cline fue sin duda otro de los grandes protagonistas del recital, siempre destacando en sus labores, ya fuera con la steel guitar en la lo-fi «Jesus, Etc.» o con la eléctrica.

Nels Cline mostró su impecable clase a las seis cuerdas. Foto: Jordi Vidal.

Se echaron de menos canciones, pero es lo que tiene tener un repertorio tan amplio como el de Wilco. Con una elección para el cierre algo sorprendente –las dos últimas fueron “Random Name Generator”, de su anteúltimo trabajo ‘Star Wars’; y la casi cara b “The Late Greats”- Tweedy y compañía se marcharon dejando atrás a unos seguidores entregados a su imposible brillantez.

Trío de ases

El resto de la segunda jornada del Azkena Rock tuvo de todo y para todos los gustos. Cabe sobresaltar un trío de ases que regalaron tres buenos conciertos sin llegar a la excelencia desplegada por Wilco. Eso sí, antes es necesario mencionar y criticar la falta de respeto por parte de buena parte del público en la actuación de Neko Case, cuya propuesta tirando a acústica estaba más acondicionada para un teatro, como venía haciendo las últimas fechas en Lisboa y en Ferrol.

Como auténticas leyendas primigenias del verdadero indie rock americano pisaron el escenario más cercano a la entrada los veteranos Meat Puppets. 40 años de trayectoria en los que han influido a una inmensa cantidad de formaciones (había miembros de Starcrawler y Surfbort entre el público). Liderados por los hermanos Kirkwood sonaron a una gran variedad de estilos, dejando claro su difícil etiquetaje, y se salieron en pasajes instrumentales progresivos y psicodélicos con los que extendieron algunos clásicos como «Lost» o «Lake Of Fire», con Curt luciéndose con el slide.

Los hermanos Cris y Curt Kirkwood dieron buena cuenta de su legado. Foto: Jordi Vidal.

Unas horas más tarde, pasando la madrugada, fue el turno del segundo nombre más importante del cartel. The Cult, que tan solo mantienen al cantante Ian Astbury y al guitarrista Billy Duffy desde sus orígenes, volvían dos años después al Azkena con motivo de la celebración del 30 aniversario de su cuarto álbum ‘Sonic Temple’. Este disco fue el protagonista de la primera parte del bolo, en la que Astbury parecía incomodo con su monitor y pedía continuamente que subieran el sonido, primero a su micro y luego al bajo.

En la segunda parte, orientada a éxitos del resto de trabajos de los heavys británicos como “The Phoenix” o “Wild Flower”, sonaron más fluidos y con mayor pegada. La audiencia, eso sí, la tenían ganada de antemano y se movía al unísono con Astbury (¿cuántas panderetas usó durante el bolo?): entrando fácil en la invitación a las palmas, levantando los puños al escuchar los primeros acordes de temas como “Edie (Ciao Baby)” o pegando botes en “She Sells Sanctuary”. Concierto correcto pero hasta ahí.

Ian Astbury no se quitó las gafas de sol en todo el bolo. Foto: Jordi Vidal.

La labor de cerrar el festival le tocó a la joven banda Starcrawler y a Phil Anselmo interpretando a Pantera, pero entre el original y el tributo, la elección es clara. La pujante formación ofreció una buena despedida al Azkena Rock 2019 con su glam punk ochentero. Presentaron temas inéditos, singles estrenados recientemente (“Hollywood Ending”), piezas de su debut homónimo de 2018 (“Train”, “I Love LA”) y versionaron a los Ramones para gozo de la audiencia presente.

Las provocativas posturas y suicidas escenas (ahorcamiento con el cable del micro, disparo a la boca con los dedos…) que simulaba su cantante Arrow de Wilde, a la que solo se la oía cuando chillaba y que terminó haciendo ‘crowdsurfing’, sumado a los tres prometedores músicos que conforman el resto de la banda (mucha atención al joven ‘guitar hero’ Henri Cash) fueron más que suficientes para arrollar y dejar uno de los mejores bolos de la edición.

Arrow de Wilde no dejó a nadie indiferente. Foto: Jordi Vidal.

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