La vuelta de los grandes eventos musicales está siendo tan caótica como cabía esperar tras dos años en el dique seco, una oferta y demanda por encima de la vieja normalidad y un dichoso virus que sigue, y seguirá, presente en nuestras vidas.
El experimento en forma de minifestival de una única jornada celebrado este domingo 3 de julio en el estadio San Mamés de Bilbao fue buena prueba de ello. Y es que, a tan solo unos días de la cita rockera, bautizada en un alarde de imaginación Bilbao Bizkaia Rock Day 2022, a dos de los cinco grupos que iban a calentar el ambiente les pilló un positivo muy negativo.
Metallica, los principales cabezas de cartel del evento, cancelaban su concierto en Suiza el 29 de junio por el positivo en Covid de un familiar de la banda. Tras horas de intríngulis, finalmente el jueves 30 se anunció la presencia del grupo el domingo. Por los mismos motivos, la banda californiana The Regrettes, que estaba programada para abrir la tarde-noche de rock, se vio obligada a cancelar las citas restantes de su gira europea, entre ellas Bilbao.
Así las cosas, y con el dúo donostiarra Niña Coyote eta Chico Tornado llamados a última hora para sustituir a las Regrettes, el Bilbao Bizkaia Rock Day arrancaba a las 16:00 horas del domingo con aparente normalidad.
Sin embargo, una hora después, otro giro de última hora trastocó los planes de más de una de las 45.000 personas que habían pagado, como mínimo, cerca de 100 euros por la entrada del macroevento.
Cuando sobrepasadas las 17:00 horas vimos que Nothing But Thieves, el segundo grupo que iba a aparecer en escena, ni se asomaban al escenario, nos dimos cuenta de que algo no iba como estaba planeado. Minutos después las pantallas del gran escenario situado en uno de los fondos del estadio nos lo confirmó: “Lamentamos comunicar que por problemas de última hora surgidos en su viaje Weezer no pueden llegar a Bilbao y no podrán actuar esta noche. Sentimos las molestias”.
Más de la mitad de las decenas de miles de asistentes aún estaban por la calle Licenciado Poza cuando se lanzó ese mensaje junto a los horarios actualizados. La organización lo confirmó poco después también a través de un mail. Y los seguidores de Rivers Cuomo y compañía pudieron solicitar la devolución del dinero de la entrada en el punto de incidencias hasta el inicio de Metallica a las 22:00 horas, aunque de esto no informó Live Nation públicamente y nos tuvimos que enterar a través de redes sociales de terceros. En estos mismos canales, a eso de las 20:30, media hora más tarde de cuando en un principio iban a actuar en Bilbao, también comprendimos mejor el motivo por el que no llegaron a tiempo desde París.
Llamas y pirotecnia
Con este ambiente algo caliente, aunque no de forma generalizada –buena parte de los presentes estaba ahí por, y solo por, Metallica- fueron los nórdicos The Hellacopters los encargados de ejercer de teloneros del plato fuerte de la velada.
En una hora larga, ejecutaron 17 temas algo acelerados y frenéticos. Mejor en los temas más melódicos como la pianística So Sorry I Could Die, Nick Royale y los suyos repasaron casi toda su discografía y presentaron su novedad Eyes Of Oblivion, su primer álbum desde su reactivación y el primero en casi 15 años.

Fue un buen concierto que tan solo sirvió para aliviar la espera de los numerosos seguidores de Metallica que ocupaban el corralito de los vips -el famoso golden ring que se ve ahora en los macroconciertos-. Esa «familia» a la que se refirió en más de una ocasión el guitarrista y vocalista James Hetfield durante las dos horas de actuación de la banda de metal en Bilbao.
Seguro que más de un miembro de esa familia aún guarda en su casa la entrada de su anterior concierto en la capital vizcaína, proyectada en el bis y que tuvo lugar hace 15 años en la segunda edición del Bilbao BBK Live -casualidad o no, dos de los grupos que encabezaron aquella edición han actuado el último mes en San Mamés-. Otros, como los muchos niños y niñas que se asomaban entre la multitud, aún ni habían nacido y esa era su primera actuación de Metallica.
Y es que, el grupo de Hetfield, el cofundador y batería Lars Ulrich, el guitarra solista Kirk Hammett y el bajista Robert Trujillo es uno de los pocos dinosaurios del rock que quedan con la solera suficiente como para llenar un estadio. Lo hicieron ante un público entregado que ya hacía air guitar en las gradas con el It’s A Long Way To The Top de AC/DC, que suena como antesala de los conciertos de esta gira de Metallica junto a la ya emblemática intro que referencia a Ennio Morricone y El bueno, el feo y el malo.

Arrancaron con ritmo demoledor, dando la espalda a los vips sobre la pasarela que se introducía entre el público, con la tripleta Whiplash, Creeping Death y una magnífica interpretación de uno de sus hits más reconocibles, Enter Sandman, que puso a saltar todo el campo de fútbol.
El resto del concierto se mantuvo con un ritmo algo menor; la edad pesa sobre los miembros e hicieron mutis en más de una ocasión mientras las pantallas ofrecían interludios como el operístico que abrió la canción No Leaf Clover, incluida en su disco en directo junto a la Orquesta Sinfónica de San Francisco en 1999.
Hetfield invocó después a su familia en Sad But True, otro de los temas de su histórico álbum negro, y bromeó con ella con el Dirty Window del vilipendiado St. Anger de 2003. «St. Anger, ¿sí o no?«, preguntó primero Hetfield y después les pidió que no le mintieran si les había gustado como un padre o una madre hace con sus hijos.

Se quedó solo sobre el escenario Kirk Hammett para introducir, valga la redundancia, con uno de sus lustrosos solos la balada más esperada de la noche. Nothing Else Matters es un tema que catapultó a Metallica a las radio formulas y que sus seguidores más fieles repudian. En Bilbao fue recibida con móviles en mano y linternas encendidas.
Encararon el tramo final del concierto con llamas y pirotecnia mientras interpretaban algunos clásicos como Seek & Destroy, One o Master of Puppets, la última y en la que se les fue por completo el sonido casi de tal forma que parecía parte del espectáculo; y algunos guiños a sus seguidores más thrasher como Welcome Home (Sanitarium) o una Metal Militia al que le faltó algo de fuelle ya en el bis.
Un gran show de estadio que contentó a sus seguidores, a los que estuvieron repartiendo púas casi 10 minutos antes de despedirse cada uno de los componentes de su «Metallica family», y que sirvió para apagar los fuegos de un gafado Bilbao Bizkaia Rock Day 2022.