Cala Vento son casa. Han tocado 22 veces en Madrid desde 2014. El otro día vendieron 2023 entradas. Un buen año, como nos cantan Aleix y Joan.
Dentro del marco del Inverfest, uno de los festivales más aclamados en los meses más gélidos por su interesante propuesta y activación de las salas durante la estación más desangelada, daba el pistoletazo con esta cita.
Aunque el frío del pasado viernes 1 de diciembre ya era importante, la música lo mueve todo. Así que, con el abrigo cerrado hasta el cuello, cruzamos la ribera del Manzanares para dejarnos abrazar por el calor de La Riviera a rebosar. Y es que se esperaba una buena noche, una trinidad interesante: Repion, Biela y finalmente, Cala Vento.
A las primeras no pudimos verlas porque la información de los horarios nos llegó tarde pero sí disfrutamos de los segundos. Sonido fresco, actitud y, cómo no, la mejor versión de El Encuentro de Alizzz y Amaia que sirvió de warm up para una sala ya incendiada, metafóricamente hablando.
Sin faltar al resto de artistas, nuestro máximo interés se centraba en Cala Vento. Y así desarrollaremos lo vivido.
La Casa Linda de Cala Vento, en Madrid
No hace falta que sacaran un nuevo disco para dejar claro que son de lo mejor y más auténtico del circuito nacional. No lo digo solo yo, que soy poco objetiva, pero es que por cada poro de su piel tanto Joan como Aleix transmiten humildad. En un sector donde reina la parafernalia, las líneas simples por las que se mueven el dúo catalán son para quedarse a vivir.
Y es que Casa Linda (Cooperativa Montgrí, 2023, producido y publicado en su propio sello discográfico) es el disco que a muchos y muchas ha venido a rescatarnos en este año errante. Un disco que denota acidez, sentimiento y destila inteligencia. Movido por la rutina cotidiana y el amor concebido en el siglo XXI, unido a la carga social de sus letras. Todo esto a ritmo de punk rock, sin excesos pero explosivo, contundente.
Creo que lo que más me gusta de Cala Vento es esa digna sensación de sencillez. «Albañiles del rock» leí el otro día. Demuestra que para tocar en directo no se necesitan ornamentos distractores más allá de unas luces que acompasen. La crudeza bien gestionada, para mí, es la única música que entiendo. Y es que Aleix y Joan, con esta forma de entender sus conciertos, nos arriman a su música, tal y como sonaría en su estudio, estando casi en un ambiente único dónde se palpa el disfrute mutuo, su sinergia.
Los dos salieron con toda la artillería pesada. Joan, que además era su cumpleaños, a la batería y Aleix, a la guitarra, explotan al primer acorde. Empezaron con Más que satisfechos, la encargada también de abrir su último disco, Casa Linda, y que entra muy bien para un arranque. La conexión con el público es inmediata. Aunque habían pasado por Madrid en la última edición del Tomavistas, las salas son las salas y aunque ya habían toreado en La Riviera, estaban como niños estrenando zapatos.
Parece mentira que sólo dos personas puedan formar semejante estruendo. Passar pantalla, esta vez sin Gorka de Berri Txarrak, nos lleva a un rincón más oscuro que pronto se ilumina con un tándem infalible: Gente como tú y Un buen año, dónde quizás una toma más consciencia de lo que estamos viviendo, al menos yo, con una altísima carga emocional. Porque «Hace falta gente como tú en cada plaza» es la frase que más me puede gustar.
Y en ese momento se me cruzan tantos pensamientos sobre Cala Vento: ¿Saltarán a recintos más grandes? ¿Por qué no son mucho más populares? En realidad estos pensamientos intrusivos me dan la razón: ellos se lo guisan y se lo comen. Nadie les ha apadrinado ni les ha puesto miles de euros por delante. Y lo que tengo claro es que los valores firmes que me transmiten es lo que me hace estar ahí. En realidad, siempre abogo por el crecimiento exponencial y me parece admirable.
Fin de fiesta en La Riviera
Tocando todas las canciones de Casa Linda, la banda encaminaba hacia la segunda parte, donde sin bises ni adornos, ejecutaban tema tras tema. En los intentos de hablar, se les veía emocionados, perplejos. Qué bonito generar y sentir esas emociones. Estoy enamorado de ti, No hay manera hasta llegar a Ferrari, la canción más brutal de este último trabajo. Se vino arriba La Riviera, ya os lo digo. Aunque lejos de los pogos, se veían las masas humanas bandear de un lado a otro de la sala.
La recta final fue de locos: Equilibrio, Isla desierta, Abril y Teletecho, a cada cual más hit. Cerrando con Contigo interpretada fuera de su código habitual, lanzándose al público (¿A quién no le gustaría tocar la palmera de La Riviera?) y dando las gracias por doquier, nos fuimos con el corazón lleno de amor. Al menos yo, que me fui emocionada y exultante, sabiendo porque Cala Vento no son como el resto. Con total humildad bajaron a su puesto del merch a charlar con fans y firmar cosas. La naturalidad, esta cualidad tan poco trabajada en este siglo de la frivolidad.
Un concierto de 10, el alma llena. Gracias por la artesanía, la calidad y el amor por la música. Nos unió a todas y todos los que estábamos allí.
Sois Casa Linda y mucho más. Larga vida a Cala Vento.