Cuando al terminar un concierto uno de los sentimientos más repetidos es el de agradecimiento, te das cuenta de que haber estado ahí es sentirse afortunado. Cada actuación de Egon Soda evoca eso, la certeza de ser unos privilegiados por poder ver a una banda como esta sobre las tablas. Ya sabemos que no son un grupo que se prodigue mucho en directo, que la dificultad de compatibilizar esto con el resto de proyectos que tienen cada uno de sus miembros resulta una tarea titánica, igual que ocurre con la grabación de sus discos, aunque en los últimos años hayamos tenido la suerte de disfrutar de ellos varias veces y en diferentes formatos.
El concierto de hace unos días en Madrid (en el marco de Inverfest) prometía ser emotivo y muy especial. En él Egon Soda iban a despedir la etapa de Bellaurora (2022), haciendo un alto en el camino hasta nuevo aviso. Hasta que las bandas paralelas de sus componentes, las diferentes responsabilidades personales y la inspiración y necesidad de decir otras cosas, vuelvan a confluir en forma de nuevas canciones. Y como la ocasión lo merecía, el sexteto preparó un show algo más largo de lo habitual, con un repaso a toda su carrera pero teniendo su último álbum como columna vertebral del mismo.

Volver a casa
Reencontrarse con Egon Soda es ver de nuevo a un viejo amigo con el que hacía tiempo que no coincidías, es volver al calor del hogar, a ese lugar seguro en el que uno siempre se siente acompañado y comprendido. Estar con ellos es sentirse siempre en casa, bien sea hablando con ellos, escuchando sus discos o asistiendo a sus conciertos, la sensación es siempre la misma, de cobijo y emoción a flor de piel. Hacerlo tiene algo de terapéutico, reconforta, te sientes a salvo, te cura las heridas (o las deja cicatrizar). Su música te abraza y te arropa, y verlos sobre el escenario nos recuerda que disponemos de sus composiciones siempre que nos sintamos perdidos, son brújula y mapa, son razones para seguir creyendo en el poder de las canciones para salvarnos la vida.
Ricky Falkner, Ferran Pontón, Xavi Molero, Pablo Garrido y Ricky Lavado (junto a Dani Ferrer, que en esta ocasión estuvo sustituyendo al gran Charlie Bautista) demostraron una vez más que, por muchos proyectos paralelos que puedan tener y por muchos kilómetros que les separen, Egon Soda es su banda, el sitio al que regresar para volver a ser felices, un espacio de amistad y amor donde la música adquiere otra dimensión humana y se convierte en forma de expresión total. Es emocionante sentirte parte de eso, formar parte de esa comunidad, aunque sea únicamente siendo seguidor suyo desde hace tantos años, cantando junto a ellos cada estrofa, vibrando con cada riff, sobrecogiéndonos con cada melodía…




Un repertorio deslumbrante
Fueron 19 las canciones con las que Egon Soda nos volvieron a deleitar y con las que nos emocionamos sin guardarnos nada de lo que sentíamos. Resulta imposible permanecer impasible ante la emotividad de Ortigas en tu nombre, letra que Ferran dedica a su madre desde las entrañas, la desgarradora Te pierdo (como señaló el propio autor, «esta canción es de las que duelen») o la sublime belleza de Escápula, una de las más bellas canciones de amor que se hayan escrito en nuestro país en los últimos años. Pero también es difícil contener las ganas de moverse al ritmo de Milongas, de dejarse seducir por El corazón de un mundo sin corazón, o de cantar a voz en grito Todo lo que sangre o Nueva Internacional, piezas más efusivas, con rabia contenida y un enorme poder de atracción.
El deslumbrante repertorio del concierto, además de las canciones imprescindibles del grupo, contó con algunas sorpresas, como Bueno, averno que tocaron gracias a la petición de Amanda, una seguidora de 11 años, la más joven de la sala, que desde las primeras filas se emocionó al escuchar su nombre. También acometieron Cosas que no son como deberían ser, canción que, según Ricky, era la primera vez que tocaban en directo y que sirvió para recordar de nuevo a Charlie pues «fue la primera canción con la que nos deslumbró». Otra grata sorpresa fue Diluvio universal, el tema que cerraba el excelente Dadnos precipicios, su disco de 2017, y que el propio Ferran confesó haber escrito en solo siete minutos.

Una máquina de precisión sonora
Egon Soda tienen todo lo que debe tener una banda sobre el escenario, todo lo que cualquier amante de la música busca: son poderosos en directo, sus letras son sugerentes y profundas, de esas que plantean preguntas y contienen respuestas, y cada uno de sus miembros es excepcional con su instrumento. Los seis funcionan como una perfecta máquina de precisión sonora, con un empaque envidiable y con la certeza de que todos tienen su lugar, su importancia en este grupo, sin necesidad de destacar ninguno por encima de los demás. Hay mucha verdad y honestidad en ellos, y su amor a este oficio dota a todo lo que hacen de una credibilidad incuestionable.
La ausencia de Charlie Bautista es destacable, desde luego, pero Dani Ferrer cumplió a la perfección tras el teclado, aportando su solvencia y aparentando ser uno más de la banda desde siempre. Ricky Falkner toca el bajo como si fuera una extensión de sí mismo y su capacidad vocal es cada día mayor, su voz llega muy dentro, penetra, cala, araña…; Ferran ya sabemos que es el autor de las magníficas letras del grupo, pero su manejo de la guitarra es también el pegamento de esta banda, igual que Pablo Garrido al otro lado del escenario; Ricky Lavado, con su energía y su eterna sonrisa es hipnótico acompañando cada tema con su percusión; y el rigor y el manejo de los tempos que tiene Xavi Molero hacen que el conjunto goce de una base rítmica que raya la perfección.


Esperando con los brazos abiertos
Desde que se despidieron con la canción que da título a su último álbum, ya empezamos a echar de menos a Egon Soda. Es verdad que parte de la magia que tienen es precisamente que no están sobreexpuestos, que no aparecen en cada cartel de festival, que verlos actuar en directo es casi un acontecimiento único, pero en esta ocasión ya nos avisaron que la espera puede ser más larga de lo que ha sido en los últimos años. Ellos son familia y la banda es su hogar, así que, cuando las diferentes situaciones personales y profesionales se lo permitan, el reencuentro será emocionante, estamos seguros. Y nosotros les recibiremos con los brazos abiertos.
No es Egon Soda un grupo de hits, pero tienen un puñado de canciones que han cambiado la vida de mucha gente o al menos la ha mejorado. Ese es seguramente el gran éxito de estos seis barbudos, tener unos seguidores fieles que no solo les admiran sino que les quieren de verdad, con el corazón palpitante y el alma dispuesta a dejarse mecer por su música. Egon Soda nos hacen felices, sus canciones nos mantienen vivos y sus conciertos nos conectan con nosotros mismos. Gran parte de nuestra vida está ya irremediablemente ligada a su música. Por eso les esperaremos lo que haga falta, pero ojalá no pase demasiado tiempo hasta que volvamos a tener noticias suyas. Una vez más, gracias por tanto.

Setlist Egon Soda:
- La canción de todas las canciones
- Como si los pianos se afinaran solos
- Bueno, averno
- Todo lo que sangre
- La recuperación
- El cielo es una costra
- Calibán & Co.
- Aves de presa
- Diluvio universal
- Te pierdo
- Milongas
- Ortigas en tu nombre
- El corazón de un mundo sin corazón
- El sol en la botella
- Nueva Internacional
- Cosas que no son como deberían ser
- Vals de pequeña mecánica
- Escápula
- El Bellaurora