InicioConciertosCrónica de Franz Ferdinand en Madrid (WiZink Center, 2022)

Crónica de Franz Ferdinand en Madrid (WiZink Center, 2022)

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Fotografías: Alejandro García Cantarero (@alexresfeber)

Aunque siempre es un buen momento para disfrutar de tus bandas favoritas, en ocasiones puede llegar a ser extraño, incluso sutilmente triste, ver la evolución de las mismas. Por momentos, tuve esa sensación mientras veía a Franz Ferdinand en el escenario del Wizink Center, por razones que nada o poco tuvieron que ver con su desempeño musical. Antes de echaros las manos a la cabeza, dejad que me explique.

Los escoceses siguen siendo una gran banda, sí, suenan fantásticamente bien, pero hay que admitir que, si comparas su directo al que tenían en la cúspide de su fama, han perdido bastante fuerza, aunque su oficio y canciones logren que todo siga funcionando. Y es evidente que ya no arrastran el mismo público que a finales de la década de los 2000, principios de los 2010. Quizá sea el paso del tiempo, a lo mejor el simple hecho de que solamente quedan Alex Kapranos y Bob Hardy de la formación original, o que se han dado cuenta de que sus nuevos trabajos no han funcionado especialmente bien, pero reconozcamos que ahora mismo parecen una banda de versiones de ellos mismos, agarrándose a la merecida e inmortal fama de sus mejores canciones para seguir en funcionamiento.

Ojo, que esto no tiene por qué ser necesariamente algo malo, y seguramente sigan dando grandes noches, protagonizando buenas giras y haciendo bailar al público, pero el paso de tiempo se hace evidente en ellos. Alex Kapranos, por ejemplo, sigue siendo un frontman maravilloso, derrochando carisma en cada canción y movimiento. El miércoles sobre el escenario, con sus palabras, movimiento y aspecto, parecía la mezcla perfecta y definitiva entre Brett Anderson de Suede y nuestro eterno Raphael. Sí, hoy tengo el día para comparaciones arriesgadas, lo reconozco. Sus nuevos compañeros le acompañan a la perfección, desde luego no se puede poner ninguna pega a su actitud y actuación, pero al otro lado tienes al bueno de Hardy al bajo, y si te fijas en él, cumple con su cometido, pero tiene toda la actitud de una persona que preferiría estar en cualquier otro sitio que tocando delante de miles de personas. O quizá solo sean percepciones mías, quién sabe.

Tras tantas divagaciones (ya habrá seguro quien haya decidido desconectar a estas alturas), reconozcamos que la noche empezó fuerte, con uno de sus temas estrella para inaugurar su concierto, con unos primeros y bien reconocibles acordes sonando mientras caía la gigantesca tela que les ocultaba: The Dark of the Matinée, primer canción que conocí de esta banda por aquel (ya lejano) año 2004, y No You Girls. Querían hacernos bailar con sus clásicos desde el arranque y no iban a dejar espacio para la duda. Por algo vienen presentando su Grandes Éxitos Hits To The Head, ¿no os parece?

Sí, también sonaron temas más recientes, como los dos singles inéditos de este último lanzamiento, Curious y Billy Goodbye, pero casi desapercibidas frente al resto. Y es que en sus primeros discos, esta banda era una auténtica fábrica de hits. De la primera mitad del concierto, me encantó escuchar la delicadeza de Walk Away o la fiesta y buen rollo que desprenden Right Action y Do You Want To.

Pero lo que resultó abrumador fue el conjuntos de hits que se guardaron para la recta final, que fueron cayendo uno detrás de otro y llevando al máximo el éxtasis colectivo del público. Encadenaron nada menos que Love Illumination, The Fallen (no sé por qué, pero no me esperaba escucharla y me encantó) y ese monumento al lo-lo-lo colectivo que es Take Me Out. Saben que todo el mundo lo estaba esperando, y no defraudaron, colocándose sobre unas pequeñas plataformas estratégicamente situadas cual batallón a punto de atacar con sus instrumentos como armas.

Por si fuera poco, continuaron con la fantástica Ulysses y con otro tema con costuras de himno como es Outsiders, tras lo que se hizo un breve silencio que rompió la percusión de Audrey Tait, a quien poco a poco se unieron sus cuatro compañeros en otro gran momento de la noche. La trilogía elegida para cerrar su concierto, Lucid Dreams, Michael y This Fire, nos hizo acabar la noche por todo lo alto, aunque por poner alguna pequeña pega, quizá Kapranos alargó ligeramente más de la cuenta el diálogo con el público en el final de This Fire, que acabó resultando un poco forzado.

Si habéis llegado hasta aquí, veréis que, aunque por los primeros párrafos podía parecer que no iba a ser así, fue una noche disfrutable y un concierto más que destacado. Pero eso no quita que el mejor momento de Franz Ferdinand ya haya pasado. ¿Conseguirán mantenerse relevantes o seguirán su transformación a una banda más de «Grandes Éxitos»? Posiblemente, su próximo disco tenga la respuesta definitiva a esta pregunta.

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