Generalmente hablamos de trincheras de manera despectiva o, al menos, siempre se utiliza el término como algo negativo. Atrincherarse es guarecerse, permanecer a cobijo, escondido seguramente, pero no siempre con la intención de enfrentarse a algo como si de una guerra se tratase. Cuando Iván Ferreiro publicó Trinchera Pop (2023), su último y fantástico álbum, el concepto adquirió un halo de refugio, de seguridad. Él y su hermano Amaro nos presentaron diez canciones que eran como un hogar, una manera de protegerse de las inclemencias vitales o existenciales, sin desconectarnos, pero sintiéndonos seguros en esa situación. El proceso creativo del disco invitaba a ello, tal y como nos contaron en su día.
El sábado pasado, en el marco de Inverfest, el WiZink Center de Madrid fue ese refugio, esa trinchera en la que miles de fieles seguidores del músico gallego nos reunimos para celebrar que Iván está en un momento de forma envidiable a nivel creativo, personal y musical. Estamos solo arrancando el año, pero seguro que el concierto de hace unos días será difícil de olvidar para muchos de los que estuvimos allí. Todo se alineó: un repertorio infalible, una banda y un sonido que rayaron la perfección y la emoción de su protagonista a lo largo de todo el concierto, en comunión total con su público. La frase que más se repitió al finalizar el show fue «qué bonito ha sido». Quizás suene banal, pero pocas veces se hace justicia con la palabra «bonito» como en esta ocasión.
Un disco redondo como esqueleto fundamental
El propio Iván Ferreiro lo avisó al arrancar el concierto, que esa noche no habría bises y que todo iba a ser «un viaje emocional a través de las canciones», siendo Trinchera Pop el esqueleto de todo. Y como tal, nueve de los diez temas que componen el disco vertebraron el repertorio, repartiéndose de manera equilibrada y dando sentido al orden global de las canciones (setlist que, por cierto, no varió demasiado con respecto a lo que vienen tocando en esta gira). Así, el show arrancó como lo hace el propio disco, encadenando la fabulosa Canciones para no escapar, con La humanidad y la tierra y Dejar Madrid, una de las joyas más delicadas del álbum y canción que originó el primer abrazo sentido entre Iván y Amaro, algo lógico sabiendo que la letra habla de algo muy personal para ellos. Un abrazo emocionante, sobrecogedor y extremadamente íntimo el que se dieron, haciéndonos partícipes del momento, pero que no sería el único, porque fue una noche de abrazos y de compartir sentimientos, admiración y cariño.
Y claro, si esto iba a ser un viaje emocional, las canciones de Piratas no podían faltar, como Inerte o la hermosísima M, quizás una de las mejores canciones que hizo la banda de Vigo en toda su carrera y que, al menos al que escribe le pilló con la guardia baja y le fue imposible permanecer impasible ante tal belleza y emoción. No fueron las únicas que sonaron del mítico grupo, igual que se mezclaron canciones del resto de discos en solitario de Iván, consiguiendo, como decíamos, un repertorio absolutamente infalible, de esos a los que no se les puede poner casi ningún pero y que satisfizo a las 8.000 personas que llenaron el formato medio del pabellón madrileño.
Cariño y admiración de compañeros y amigos
En noches tan especiales como esta, es ya casi una obligación que haya invitados sobre el escenario. En esta ocasión el propio Iván los anunció previamente en sus redes sociales, lo cual hizo que se perdiera el factor sorpresa, pero también propició que se disparara la expectación con alguna de esas colaboraciones. El primero en salir fue Juancho Marqués, artista al que Iván conoció y con el que colaboró durante la pandemia. Juntos interpretaron El faro, tema que ya grabaron en esa época y la única canción de toda la noche que no era del músico gallego. Esto hizo que quizás el público la recibiera con algo de frialdad y cierta distancia. Seguramente se esperaba otra cosa, pero el caso es que no pareció que la canción llegara a la gente como debería.
La segunda de las colaboraciones fue la de _juno, el proyecto que tienen en común Zahara y Martí Perarnau. Ambos se presentaron con su indumentaria habitual en esta aventura (mono y cascos) y acometieron una exquisita versión de El pensamiento circular, posiblemente una de las canciones más perfectas que haya compuesto Iván Ferreiro en toda su carrera. No era la primera vez que Zahara cantaba esta canción junto al vigués, pero en esta ocasión el resultado, gracias también a los teclados de Martí y su aportación al final de la canción, fue mágico y difícilmente superable.
Lo que todos esperábamos, con lo que todos nos emocionamos
Quizá el momento cumbre de todo el concierto sucedió cuando apareció Santi Balmes y se sentó junto a Iván, detrás de sus teclados, para interpretar juntos y por primera vez en directo El equilibrio es imposible. No por esperado el momento fue menos emocionante. El cariño y admiración que ambos artistas se tienen contagió a las miles de almas allí presentes y el recinto colapsó entre lágrimas, abrazos y agradecimiento por haber podido presenciar una interpretación tan sublime.
Igual que ocurrió con esa canción, pasa con otras muchas en un concierto de Iván Ferreiro. Sabemos (o esperamos) que las va a tocar, pero aun así es inevitable emocionarse cuando acomete himnos como El dormilón, Turnedo, Años 80 o SPNB, cuya versión desnuda con los dos hermanos solos en el escenario propició un momento casi místico. Son instantes impagables, por los que mucha gente paga una entrada y que, aunque haya algunos algo cansados de ciertas canciones, no dejan de ser una celebración de una carrera intachable y, casi por extensión, una celebración de la música como motor de muchas vidas. También hay composiciones que prácticamente acaban de llegar pero que ya son imprescindibles, como En el alambre, cuya interpretación en directo es realmente excitante.
Fieles escuderos
Hablar de la noche del sábado sin mencionar a los músicos que acompañaron a Iván, sería un sacrilegio y una auténtica frivolidad. Gran parte de lo que consigue el mayor de los Ferreiro en sus shows es gracias a una banda que funciona como una maquinaria perfecta y en la que confluyen las dos características que todos buscamos al asistir a conciertos. Los músicos son absolutos maestros con sus instrumentos y, a la vez, tienen la energía y el carisma necesarios para transmitir al público esos intangibles que solo se pueden percibir viviéndolo en primera persona.
Es imposible hablar de Iván Ferreiro sin mencionar a su hermano, coautor y fiel escudero Amaro. Sin él nada de lo que el cantante ha ido consiguiendo a lo largo de los últimos años sería posible. Junto a él, la sobriedad y elegancia de Ricky Falkner con el bajo, la eficacia de Xavi Molero con la batería, la energía y efusividad de Emilio Saiz con la guitarra, la concisión de Pablo Novoa con el teclado y el empaque de Sergio Martínez con los teclados y guitarras, forman una banda envidiable, los perfectos compañeros de viaje que cualquiera querría tener en una gira. Estas siete personas consiguieron que nuestra trinchera fuera cálida, segura y rebosante de amor. Será difícil que olvidemos lo que ocurrió en Madrid ese día. Como el gran protagonista de la noche dijo: «Este ha sido uno de los conciertos más emocionantes de mi vida». Y más bonitos, añadimos nosotros de nuevo.
Setlist Iván Ferreiro:
- Canciones para no escapar
- La humanidad y la tierra
- Dejar Madrid
- Inerte
- M
- El faro (con Juancho Marqués)
- Gran columpio
- Pinball
- La gran belleza y la juventud
- Santadrenalina
- El dormilón
- Una inquietud persigue mi alma
- Años 80
- El pensamiento circular (con _juno)
- Miss Saigon
- En el alambre
- SPNB
- El equilibrio es imposible (con Santi Balmes)
- Extrema pobreza
- El viaje de Chihiro
- Cómo conocí a vuestra madre
- Turnedo
- En las trincheras de la cultura pop