InicioConciertosCrónica de Julia Jacklin en Barcelona (La 2 de Apolo, 2022)

Crónica de Julia Jacklin en Barcelona (La 2 de Apolo, 2022)

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De los amigos y simpatizantes de las chicas tristes, el pasado 29 de noviembre en la 2 de Apolo, no faltaba ni el apuntador. ¿El motivo? Un concierto de Julia Jacklin que casi se cancela. Pero no adelantemos acontecimientos. Empecemos por el principio: My Heart Will Go On, un vestido de flores vintage de la época Tumblr, y algo así como una misa a los sentimientos que nos guardamos.

Lograr que la gente de Barcelona se mueva del sofá, el primer martes de frío de la temporada, es una proeza digna de los libros de historia. Y a Jacklin resultó más que fácil. Con su llegada al escenario al son de la banda sonora de Titanic entró el asombro, la expectación y alguna que otra risilla porque, al final, ¿qué nos gusta más que la post ironía de la propia Celine Dion?

Después de una extensa ovación, el público enmudeció mientras que ella se colocaba la guitarra. Íbamos a vivir las canciones de su tercer álbum como si nos las cantara a cada uno de manera particular. Se sentía un silencio latente, de aquellos en los que sabes que va a pasar algo que marcará un antes y un después en tu persona. Empezó con uno de sus mayores clásicos, Don’t Let The Kids Win, porque todos sabíamos, que veníamos a transformar todo aquello que habíamos perdido, nos había herido, en algo bello. Desde ese momento fue una danza entre sus mejores canciones. Entonó a la perfección Be Careful With Yourself y To Perth, before the border closes, para dar paso a la potente Love, Try Not to Let Go. La sala parecía estar sumergida en una tempestad, seguramente una tempestad emocional para muchos. Retumbábamos como un solo ser, y su voz se convirtió en un pilar al que agarrarnos. Al acabar, la sala se deshizo en aplausos, vítores, casi más fuerte que la propia percusión de la canción, como si hubiéramos logrado salir de alguna muy jodida. Y sin movernos del sitio, el silenció volvió a tomar la sala mientras entonó Pool Party. Exacto, la canción de las piscinas y la depresión, como los malos veranos, que puede ser cualquier verano. Cada uno de los asistentes parecía bailar con sus propios recuerdos. Es hermoso cuando una sala llena de desconocidos puede compartir el hecho de viajar por su propio mundo gracias a una misma canción. Y como si no estuviéramos suficientemente mal, la reposada Good Guy nos empezó a abrazar. Es fuerte pensar que algo que puede sentar tan mal, puede sonar tan bien.

Cuando nos tuvo a todos hipnotizados, confesó que le habían recomendado cancelar esa fecha. Suponemos que por si no llenaba. Pero poco sabían sus asesores lo rotos que podemos llegar a estar en esta ciudad, y la necesidad que tenemos de que alguien nos intente sanar. Y justo en ese momento, abrió por completo el PRE PLEASURE y tocó sin reparo Moviegoer, Lydia Wears a Cross -una de las mejores canciones del año-, e Ignore Tenderness. El cambio de ritmo sucedió cuando, después de la punzante-a-ver-si-puedo-tener-un-nudo-mayor-en-el-estomago, aka Don’t Know How to Keep Loving You, sacó su lado más eléctrico con I Was Neon y dejó que todos nos perdiéramos en ese bucle final que resulta una liberación de la locura. Head Alone y llegó el momento. La joya de la corona. Tú también sabes que, dadas las circunstancias, mejor embriagarse con Pressure To Party y dejarte los pulmones a cada rebote de batería, antes que forzarte a fingir que está todo bien. Pero no pasa nada, volveremos a querer, estaremos bien. Si la australiana puede hacer una canción tan soleada para nosotros, no nos queda otra que salir de esta también.

Julia Jacklin es una cantautora y guitarrista excelente, pero aun es mejor persona. Mirar al público y decir mira no hagamos lo del encore, vosotros aplaudid y acabamos esto, es de absoluta estrella. Así que, sin bajarse, cerró el concierto como cierra el disco, con End of a Friendship.

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