InicioConciertosCrónica de Kaiser Chiefs en Madrid (La Riviera, 2020)

Crónica de Kaiser Chiefs en Madrid (La Riviera, 2020)

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Kaiser Chiefs forman parte de una gran ola de bandas que conquistaron al mercado con un sonido que renovaba a los grandes dinosaurios del brit pop. El relevo generacional es necesario, está claro que alguien tiene que ejercer de embajador de las nuevas tendencias.

Con seis álbumes en el mercado más un EP, siempre han tenido la astucia de gastarse un sonido conservador, con referencias al rock clásico y punk setentero, aunque en Duck (2019) hemos visto pinceladas más pop y luminosas que podrían darnos pistas de a qué referencias se encaminan. No obstante, desgranaremos este aspecto más adelante.

Es cierto que la banda de Leeds está encorsetada en el circuito de festivales y es raro que salten a formatos más pequeños. De hecho, no será la única visita a España ya que en verano estarán en el Sonorama Ribera o el FIB. Por ello, el hecho de verles en directo cobraba todavía de más sentido, siempre es grato ver cómo una formación se desenvuelve en su propio entorno.

Kaiser Chiefs, primer contacto con La Riviera

La verdad que a veces la programación de conciertos debería pagar a todos los valientes que un gélido miércoles de febrero se acercan a vivir música en directo. Por ello, y aunque parecía que había sold out al final, La Riviera estaba algo más desangelada de lo habitual. Para mí no es un problema, más espacio para todos.

Los británicos saltaron al ruedo rodeados de una escenografía muy top, y eso lo remarco primero porque tengo debilidad por las luces y los neones y dos, porque en salas pequeñas sabemos que ciertos aspectos técnicos no son sencillos. Pero ellos decidieron llevar toda su parafernalia, dando lugar a un escenario muy coqueto e inusual.

Digamos que Kaiser Chiefs tienen dos set list tipo durante la presentación de éste último disco. No nos parece algo criticable, pero sí predecible. A modo de anécdota contaré que soy una fanática de coleccionar cualquier tipo de detalle (púas, baquetas) y al conseguir ese preciado folio con las canciones, el pie de hoja ponía que era el mismo que hicieron en París hace unos días.

Lo dicho, no nos parece mal ya que al final las obras de los artistas tienen que ser interpretadas con total ejercicio de libertad pero en este caso sí nos da una pista de cómo abrazan los directos ciertas bandas.

Abriendo con People Know How to Love One Another y perteneciente a su último largo, el cual vinieron a presentar dejando prueba de ello, hicieron que el público estuviera en alerta desde el minuto uno. Los movimientos de Ricky Wilson siempre son seguidos con atención por parte de la audiencia, aunque estuvo bastante más comedido que en ocasiones anteriores, como muchos asistentes comentaron respecto al DCODE.

Poco o nada tardaron en saltar a los grandes éxitos. Aunque este último largo merece una buena escucha detallada, está claro que un porcentaje alto de público desea corear hits como Nananana o el siguiente corte, uno de mis favoritos, Everything is average nowadays.

Si hay un detalle que está claro es que no tiran mucho de los discos intermedios. Digamos que viven mucho de sus éxitos del comienzo de la banda, y es que Employment es un discazo. La sala vibró con canciones como la coreable Ruby o más adelante como I predict a riot o cómo no, Never miss a beat.

Fin de fiesta

Presentaron un set list de 17 canciones con los bises incluidos que unidos a la velocidad con la que tocaban y la algo parca interacción con el público, fue una hora y media escasa de directo para Kaiser Chiefs. Teniendo en cuenta que es un miércoles laborable, casi que se agradece.

Cerrando con Record Collection y Oh my God, la banda se marchó dejando un buen sabor de boca pero quizás algo más light de lo que el público esperaba. Para mí fue una gran oportunidad de demostrar que saben funcionar fuera del marco habitual y que tienen toda la vida por delante para seguir manteniendo el listón, ya que su generación fue abundante pero competitiva y muchas formaciones perdieron fuelle en el camino.

Tienen nuestro beneplácito, sin duda.

Fotografía: Elisa Quevedo

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