InicioConciertosCrónica de Morgan en Madrid (Teatro Circo Price, 2022)

Crónica de Morgan en Madrid (Teatro Circo Price, 2022)

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Fotografías: Adrián Martínez (@adrimartinez143)

Qué caprichoso es el destino. No hace más de ocho años, Carolina de Juan, una joven veinteañera, compró un billete de ida a Ámsterdam, sin fecha de retorno. ¿Su objetivo? Probar suerte en la llamada ciudad del pecado, perfeccionar su inglés, e intentar encontrar algún trabajo que le proporcionase un futuro estable.

Pero aquella joven jamás llegó a coger ese avión. Dos amigos músicos le convencieron para que no tomase el vuelo rumbo a Ámsterdam, ya que su sitio estaba en Madrid. Estos dos artistas, otros aliados que se unieron posteriormente, y la propia Carolina, mejor conocida como Nina, responden al nombre artístico de Morgan, y llenaron, durante dos noches consecutivas, el Teatro Circo Price.

El año 2016 vio nacer el primer LP de Morgan, North, que hizo saltar todas las alarmas con su original mezcla de estilos folk-rock y con alguna que otra pincelada de góspel y de soul. Posteriormente, en el año 2018, Morgan terminó por conquistar todos los corazones, estrenando su segundo trabajo, Air, que dejó constancia de la pureza y la energía especial que envuelve el álbum. Pero en 2021, lo volvió a hacer. Sí, una vez más, esta banda cuyo estilo navega entre el indie y el rock, se posiciona como uno de los mejores estrenos del año con el lanzamiento de The River and the Stone. Y, por supuesto, con actuaciones en directo a su altura.

Que comience el espectáculo

Algo de nervios al principio. La sala, todavía en oscuridad, comienza a escuchar los primeros solos de guitarra, y el primer sonido de teclado. Incluso entre los ligeros aromas musicales se perciben pinceladas de lo que podrían ser ritmos de batería. De repente, el ambiente se llena de luces rojas y los, ahora seis, miembros el grupo aparecen encima del escenario. Cada uno en sus respectivos sitios, frente a sus instrumentos, para regalar a su público una de las mejores noches de sus vidas.

Nina arranca la velada entonando lo que sería su primer tema inédito, Hopeless Prayer, expandiendo una intimidad única y llena de luces, entre coros y sonidos instrumentales, que atrapan al público poco a poco.

Después suena River, probablemente una de las piezas triunfadoras de esta tercera entrega. Según avanza la canción, la tímida voz de Nina comienza a crecer y con ello recrea en la mente de los espectadores un gran río, lleno de fuerza, imparable, que nada ni nadie puede detener. Lo que también es imposible de detener es la voz de la madrileña, que, con los instrumentos, se funde en una orgía musical colectiva. Con regusto a Danubio, acompañado por un vaivén de palmas que le inyectan ciertos toques de góspel, muy característicos del grupo.

Durante las actuaciones, Morgan transporta al oyente en un viaje por su último disco, cogiendo cada vez más y más confianza a medida que sus creaciones son acogidas, y muy aplaudidas, por un público exigente, aunque anonadado por el innegable talento musical de la vocalista.

De esta manera, los artistas presentan muchas de sus nuevas canciones, entre ellas WDYTYA?. Nina demuestra que sus cuerdas vocales no tienen límite y, como siempre, se acompaña de una guitarra que ríe y llora, a la vez, de felicidad.

La gran voz de la música indie

Los minutos van pasando, nunca solos, siempre acompañados de la mejor selección musical de Morgan. Nina también aprovecha para parar, beber agua, y hablar con su público, que tan deseoso estaba de acudir esa noche al encuentro. «Gracias» es, sin duda, la palabra que la artista más repitió durante la noche. Además, con su voz tan característica, encandiló a los asistentes desde el primer momento. Es cierto que choca bastante escuchar su voz al terminar de interpretar y agradecer los temas y, posteriormente, al oírla cantar de nuevo. Se nota mucho que la música es su zona de confort y que todavía se siente algo incómoda cuando habla en público.

Pero además de agradecida, vimos a una Nina preocupada por su audiencia, que preguntaba por cómo se encontraba y dejaba tiempo «por si alguien quería aportar algo». En la sala hubo muchas risas, aunque no aportaciones. Y, ante este resultado, Nina se volvió a sentar junto al piano y siguió con su repertorio. Aunque, tras esta primera parada, algo cambia. Por primera vez en toda la noche, Nina, que hasta ahora siempre había estado sentada frente al piano, se levanta y se pone delante del escenario. Sin duda, tuvo que resultarle un esfuerzo. De hecho, ella misma lo reconoció: «No soy muy dada a estos esparcimientos, pero poco a poco…».

Acto seguido, y para tranquilizar a todos los golosos de temas en castellano, grupo en el cual me incluyo, Nina comenzó a recitar los siguientes versos: Sé que ya no importan / Las preguntas que fallé / Y cuando intente corregirme / No estarás. Se trata de Volver, último sencillo de su primer LP, aquel que lanzó en febrero del año 2016. A partir de este momento Morgan comienza a llenar la sala de algunos de sus anteriores éxitos, como Attempting, Oh Oh, Goodbye, o Blue eyes.

Los seguidores de la banda nos dimos cuenta que en la formación faltaba alguien, Alejandro Ovejero, que desde el año 2012 y hasta el 2021 había tocado el bajo en el grupo. Pero, aunque algunos finales sean tristes, la historia del bajista de Morgan es una excepción. A pesar de no estar encima del escenario del Price tocando junto a sus compañeros, se encontraba entre el público, apoyando a un grupo con el que tanto había crecido. Por supuesto Nina no dudó ni un solo segundo en hacer referencia a este gran músico, parando el concierto para agradecerle, públicamente, su presencia y su apoyo.

Dicho esto, Nina se vuelve a sentar al piano y continúa con su repertorio. Entre las canciones suena A Kind of Love, en la cua, la batería toma el mando y consigue mover a toda la banda. No hay duda de que en el disco suena increíble, pero escucharla en directo es otro nivel.

Morgan deja lo mejor para el final

Para los bises reservaron cuatro temas con los que ponían el broche de oro a una noche única y emotiva, en la que Morgan defendía sus canciones, demostrando que todas son buenas, sin importar su lengua, su temática o su antigüedad. Los sencillos de Morgan nunca mueren. Es algo que yo siempre he tenido claro y creo que aquella noche quedó constancia de ello.

La primera, Alone. Esta canción es especial ya simplemente por el hecho de haber sido el primer adelanto de The River and The Stone. Continúan con el himno de la banda, Sargento de hierro. Una balada íntima y melancólica, compuesta por lo mejor del panorama independiente español. Unas notas tristes de piano dan paso a la voz de Nina, esta vez bastante mostrando dolor, como si de una vivencia personal se tratase. Poco a poco, los coros, los bajos, la guitarra y la percusión crean una canción con una fuerza emocional inmensa. El tercer éxito vino de la mano de Another Road, cuyo ritmo Funky nos hizo a todos bailar. Además, el toque roto de Nina en los agudos ofrece un resultado insuperable.

¿Y el postre? La muy solicitada e inigualable Marry You, que ponía la guinda del pastel a un menú de estrella Michelín. Vemos, de nuevo, a una Nina de pie, segura de sí misma, delante del escenario, frente a un público que no deja de piropear a la gran protagonista. Sin embargo, en esta ocasión, la artista no tiene micrófono. Es más, la guitarra acústica de Paco López está desenchufada. A mitad de la canción, Nina sube un peldaño, y su voz es acompañada por la banda, que descarga la artillería pesada de la que dispone. Un final de concierto en el que los agradecimientos acapararon las palabras del grupo.

Todos los adjetivos positivos para describir este bolo de Morgan se quedan cortos. Me atrevo a decir que Nina de Juan es probablemente una de las mejores voces femeninas del pop-rock español. De hecho, consiguió que absolutamente todas las personas del recinto nos levantáramos ante ella, aplaudiéndola. En cuanto a los demás componentes de la banda, son muy talentosos, y siempre fieles a su estilo y a su público.

No me quiero ni imaginar lo que el mundo se hubiese perdido si aquella Carolina de Juan, de veinte y pico años, hubiese tomado ese vuelo a Ámsterdam. Menos mal que el destino, además de caprichoso, es muy sabio.

AUTOR

Miriam Méndez
Miriam Méndez
Soy graduada en Periodismo y Relaciones Internacionales por la Universidad Francisco de Vitoria. Apasionada de la música, del Periodismo y de la comunicación. De hecho, desde que tenía diez años, dedicarme al Periodismo Musical ha sido mi sueño. Adoro ir a conciertos, escribir crónicas sobre discos, playlists y eventos musicales, realizar entrevistas y mucho más.

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