InicioConciertosCrónica de Nacho Vegas (Noches del Botánico, 2022)

Crónica de Nacho Vegas (Noches del Botánico, 2022)

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Fotografías: Jorge Herráez (@jherraezb)

Los planetas orbitaron en el cielo de las Noches del Botánico. Mundos inmóviles que en ningún momento llegaron a derrumbarse. Mundos en los que el tiempo corrió a un ritmo distinto, donde cualquier temblor se podía convertir en terremoto. Y acabaron por moverse: apaciguados, densos, intensos, al borde del estallido. Nacho Vegas pareció estar funcionando a cámara lenta, marcando el compás de su obra, sin permitir que ninguno de sus músicos se acelerara, consiguiendo que las letras penetraran hasta el fondo y que los desbordamientos de la banda oprimieran aún más cuando tocó subir.

Belart abrió la noche al igual que abre el último disco de Vegas. Entre la suavidad de las cuerdas y los coros irrumpió un torrente de música como un estallido. Cuatro integrantes del Coro Antifascista, dos guitarras, un teclado, un bajo y una batería al servicio del cantautor de Gijón. Haciendo de la contención un arte, intentaron detener el tiempo tras cada temblor en forma de estribillo o colofón en canciones como Ciudad Vampira, Lo que comen las brujas o Cómo hacer crac, sobre una base de órgano que bien podría haber llegado directo desde Norteamérica. Ser árbol, El don de la ternura o Esta noche nunca acaba bajaron las pulsaciones hasta el punto de hacer creer eso de Ahora sé que el tiempo se puede detener, que culmina la canción Detener el tiempo.

A pesar de las irrelevantes proyecciones, alguna que otra desafinación del cantautor y su ya famosa timidez, el concierto de más de hora y media de Nacho Vegas reunió al público con las letras en las que más de uno se habrá refugiado cuando solo apetece hundirse en la pena. Sin embargo, la sorpresa fue que el encuentro desató entusiasmo en lugar de dolor. Lleva razón El don de la ternura: la comunión puede llevar a la salvación. Canciones como Ramón In, en la que hasta la guitarra eléctrica acabó llorando en el solo final, entraron como puñales. Cómo Hacer Crac o El Ángel Simón sonaron grandiosas y levantaron el ánimo de todo el respetable.

La larga carrera de Nacho Vegas ha dejado temas tan icónicos que los primeros acordes bastan para levantar a toda una multitud. A La gran broma final o la eterna El Hombre Que Casi Conoció a Michi Panero, que enloquecieron al Botánico, se han sumado canciones de un último gran disco, Mundos inmóviles derrumbándose (2022), que no solo salvaron a su autor de caer en la más profunda tristeza, también consiguieron que prevalecieran la ternura y la emoción sobre la pena. Y al final, todo salió bien; “y cuando digo bien, es bien”.

AUTOR

Jorge Ocaña
Jorge Ocaña
Estudiante de ingeniería, pero sobre todo un loco de la música.

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