Dice el refrán que «en casa de herrero, cuchara de palo», y seguramente acierte casi todas las veces. Casi todas. Y digo casi todas porque esta vez, no acertó. ¿Quizá porque era sábado? Bueno, acompañaba. Lo que no acompañó fue la temperatura en la calle (una noche muy fría), aunque dentro de la Repvblicca había mucho calor. Y no de temperatura. Calor del de verdad, el que nos damos las personas. Y en este caso, el que dan los Santero y Los Muchachos en la ciudad que les vio nacer. Valencia, «la millor terreta del món».
El sábado 21 de Enero del 2023 hacía mucho frio aquí en Valencia, cuando se escondió el sol todavía más. Y los valencianos no estamos muy acostumbrados al frio, pero eso no paró los pies a nadie de los que quisieron ir a ver a su grupo preferido y encima de su tierra. Un aforo de 1.500 personas rozando el lleno. Lo petaron, vaya que si lo petaron. Como que «en casa de herrero, cuchara de metal».
Y encima, mereció la pena estar allí. Porque dieron un conciertazo. También miré al cielo. Y lloré, os lo cuento…
Como no podía ser de otra forma, abrieron la contienda con Volver a Casa de su segundo álbum Rioflorido (Actúa Music/Gran Sol, 2019). Porque con tanto concierto, para ellos debía ser como Navidad. Aunque realmente, han empezado el año en casa. Pero entre tanta cara conocida, besos, abrazos de bienvenida y brindis con vasos llenos de cerveza, dimos razón al «habré vencido si me abrazas/al volver a casa«… los abrazamos. Y también le negamos la razón al «no hay héroe ni leyenda/si nadie nos espera«. Les hubiera sentado mejor el «soy grande, porque hay multitudes que me esperan afuera«.
Porque en su segundo título de la noche He de Olvidarte, nadie nos quisimos meter. Solo saltábamos, o solo pensábamos en esa ex-pareja que se nos ha atragantado. O en ese amor imposible, el que dice «Aunque no lo quiera debo olvidarte/Porque por tu amor yo puedo perderme«. Pero lo dejamos mejor en «Sé que no quiero quererte/pero sí volver a verte«, y así seguimos el concierto hasta tener Ojos Pardos delante de la cara. El tercer título de la noche es el primero de su último trabajo, sí, ese gran disco doble que se han marcado en 2022; Royal Cantina (Actúa Music, 2022).
Pues eso, haciendo caso a Ojos Pardos y su «Ruedan, ruedan juntos nuestros pies/Sobre el mundo que hasta aquí nos trajo» llegamos a las fuerzas del orden. O, como se diría en América, Sheriff; también de su último álbum. Porque al final, esto es americana, ¿no?
Bueno, sea lo que sea, la gente estaba entregada a la tangana, con la euforia desatada; como cada concierto al que he acudido de Santero y Los Muchachos. Ellos también, se les notaba contentos por la respuesta de su público. En su ciudad. ¿Qué más se puede pedir?
Pues hubo sorpresas. En primer lugar, junto a Miguel Ángel Escrivá (voz y contrabajo), Joseman Escrivá (guitarra), Javi Escrivá (teclados), Soni Artal (guitarra) y Pau García Serra (batería) se les unieron unos estupendos instrumentos de viento. La trompeta de Diego Martínez, el trombón Eloy Suárez y el saxo de Escocés fueron un plus, un traje de gala para el concierto.

Seguíamos brindando con cerveza y entraron los acordes de Esté Dónde Esté, una legión de gratos y dolorosos recuerdos me invadió los ojos, convirtiéndose en una vaga lluvia salada y, al instante, en una sonrisa mirando al cielo. Si me quitan la vida/No borrarán mi sonrisa.
Y nos dimos un Homenaje en su honor, tres chupitos en la barra fueron los testigos y las palabras de Miguel Ángel –Arda la hoguera, todo lo sentido y querido, muera– las damas de honor. El frio de la calle había desaparecido dando paso a una cálida y apacible noche, seguíamos escuchando temas del primer disco de los valencianos, Ventura (Actúa Music Entertainment / Gran Sol, 2017). Además de los dos ya mencionados, sonaba Amigo Infiel que dio paso al juego cariñoso de Abrácese Quién Pueda. Yo no soy muy de abrazos, pero como decía el siguiente tema que nos brindaron, Qué Voy a Hacer.
Transcurría el concierto -y las canciones-, breves charlas con los amigos, también con algún artista que acudió al concierto. Empezó a sonar Carretera de El Saler, la visita de la benemérita creó expectación y no fue para menos. Subió un agente al escenario, se acercó al cantante y Otro trago que se me llevan. Nos quedamos sin cantante. Pero fue generoso y nos lo devolvió para terminar el concierto.

Después de casi dos horas de batalla ininterrumpida llegamos al final de El Tipo del Espejo, y entre un castillo de confeti nos preguntábamos dónde seguíamos la fiesta, o la post-fiesta.
Lo debatimos entre las cuatro canciones extra que nos brindaron, Rio Bravo, Dani Boy, Mañana Asesina y Sálvame De Mí. Y a Remez, el músico ucraniano convertido a militar con el que tienen a dúo A Mallow Flowery Rain, nos lo llevamos en el corazón.
De forma general: fue un concierto de 2 horas y pico, espectacular, con un sonido impecable, con una implicación máxima por parte del público pero también por parte de la banda Santero y Los Muchachos y de la sala Replvbicca.