Viernes 11 de agosto
A nivel programación, nos enfrentábamos al día más agotador ya que había una gran densidad de conciertos en el recinto. Nuestra primera opción pintaba dramática ya que había un gran solape entre Ginebras y L.A. Aunque no nos gusta elegir entre mamá y papá, nos decantamos esta vez por los mallorquines en su regreso a escena tras un parón que ha durado años.

Interpretando los temas de su primer álbum Heavenly Hell, se nota la consistencia y soltura de la banda, que no ha perdido ni un ápice de frescura. Fue un reencuentro bonito y se ve que hay muchas ganas de seguir para adelante. Además, para gusto de los congregados, tocaron Stop the Clocks, canción que goza de gran aceptación popular.
Nuestra siguiente opción era Viva Suecia. Los murcianos han sido una de esas bandas que el Sonorama les ha venido muy bien a su despegue y consolidación, y con solo verles en escena nada más salir se notaba que jugaban en casa. Este concierto se encuentra en el marco del álbum El amor de la clase que sea y era la primera vez que lo interpretaban ahí, pero el concierto no estuvo exento de grandes éxitos cómo A dónde ir, Los Años o Bien por ti.

Una vez más consiguieron emocionarnos, y es que su entrega y su conexión con el público es algo que siempre sucede, una chispa maravillosa que arde entre ambos bandos. Producto de esto fue que, a la par que Ginebras salía a colaborar con ellos en El bien, subieron a dos personas del público que hacía unos segundos se encontraban mal (producto del calor y las masificaciones) y les permitieron estar ahí viviendo una experiencia única. Creo que fue una de las mejores noches que he vivido con ellos, supieron conectar desde el minuto uno, siendo un chute de energía.
Acto seguido comenzaban Second, una de las bandas cuya vinculación al Sonorama ha sido siempre muy férrea. Y decimos ha sido porque tristemente se separan, aunque esperemos que sea una decisión reversible a largo plazo.

Por ello, suponía una doble carga emocional sabiendo que al menos por mi parte, será la última vez. Su setlist fue un constante repaso por su discografía y fue bonito recordar canciones como Nada, que hacía muchos años que no escuchaba en vivo. Y cómo no, cerraron con Rincón exquisito, broche que no podía faltar. Se van pero nos dejan un grandísimo recuerdo.
Vetusta Morla fueron los que más personas congregaron en esta cálida noche de viernes, y es que su vuelta a Aranda de Duero tras el Sonorama de 2021, cuando nos tocó verles sentados y con distancia, era muy deseada.

Contaban con todos ingredientes para ser el concierto de la noche: banda consagrada hace años, unos visuales de escándalo, un puñado de maravillosas canciones que hicieron feliz a las más de 30.000 personas que vivieron en directo este show. Pero todo esto se vio algo deslucido por la falta de sonido, que según dónde estuvieras ubicado, se perdía y no te hacía meterte al 100% en el concierto. Es un mal menor, pero este tipo de problemas técnicos deslucen un poco todo el trabajo que lleva un directo.
Entre las canciones elegidas para una noche especial sonó Rey Sol, que no recordaba oírla hace mucho tiempo, o El Hombre del Saco, que rara vez ha sonado en los últimos tiempos. Siempre hay una brillante y emotiva Copenhague, Finisterre con Jorge Drexler (el Sonorama es así de mágico), así como su ya más clásico cierre con Cuarteles de Invierno y Los días raros.
Como siempre, Vetusta Morla estuvo a la altura de la responsabilidad de lo que son ya: unos auténticos cabezas de cartel. Les vi en su debut como banda y les he visto desarrollarse hasta ser ese grupo grande que son ahora. Pucho es posiblemente el mejor fontman que tiene España, su magia sobre las tablas es un fenómeno sobrenatural, una belleza contagiosa. Siempre es un placer verles.
Cambiando totalmente de tercio, entramos a ver a Sidonie. Su pop rock desenfadado siempre es acogido con amor y en una noche así pues todavía más. Marc, Axel y Jes son el trío más querido del Indie nacional y es que ya son años de fraternidad.

Su fórmula es sencilla pero efectiva: canciones pegadizas, estribillos coreables y un buen gancho con el público desde que se les conoce. Aprovecharon para presentar dos canciones nuevas, Cedé y No saldré más, una de ellas con el dúo Ladilla Rusa, que se quiso unir a la fiesta. No fallaron hits como El Incendio, Un día de mierda, Maravilloso o Estáis aquí. Somos un poco nostálgicos y nos gustaría que recuperaran alguna canción con más solera, pero somos conscientes que en el formato de festival se complica este hecho.
Nos remontamos a las 4 de la mañana y con kilos de paciencia aguantamos al concierto más deseado, al menos por nuestra parte: Carolina Durante. El horario previsto eran las 3:20 am pero se fueron acumulando retrasos y llegamos a esta hora tan intempestiva.
¿Y qué más da la hora cuando esperas a Carolina Durante? Estos cuatro chavales salieron a quemar Aranda. Me consta que para cierto sector del público es terrible lo que hacen, pero a mí además se sonarme encantadoramente bien, es que me gusta su sobrada de directo, su actitud y sobre todo, lo bien que llevan las críticas. Presentando Cuatro Chavales, su segundo largo, sonaron temas incluidos en él como Granja Escuela, Moreno de contrabando, Urbanitas o Famoso en tres calles. Pero será por canciones: La noche de los muertos vivientes, Joder no sé, o Las canciones de Juanita.


Es cierto que en sus conciertos no hay hueco para la sorpresa pero sin embargo, hay espacio de sobra para vibrar con una banda que, aunque podría pensarse que ya lo tienen todo hecho, les queda mucho por hacer. Para mí, el concierto de la noche, un pelotazo desde el primer segundo, un puñal en las costillas. Gracias por existir, Carolina Durante.
Y con Inmir, nos despedimos de la jornada más larga del festival, casi viendo amanecer.