Fotografía: @alexresfeber
Se acabó el Sonorama, un año más. Año tras año cuesta más desprenderse de Aranda, de los espacios, las plazas, los bares, la gente. El Sonorama es más que un festival, es un sentimiento. Es un nexo de unión de una ciudad con la música.
Por ello, queremos hacer nuestro pequeño balance: La reducción del 10% de abonos, positivo. Baños nuevos, maravillosos. ¿La zona de restauración fuera del festival? Bien, aunque nos gustaría escuchar la voz de los hosteleros y hosteleras, pero sí es cierto que ves las opciones de una vez y se forman menos colas.
Quizá le daría una vuelta a la programación de los escenarios, porque en los escenarios pequeños se han formado grandes acumulaciones, lo que hace que no disfrutes al 100% del concierto o no se pueda ni acceder. También se hace algo complicado disfrutar de todo por el tema de los horarios extensivos, pero también es cierto que cuentan con más de 100 nombres a repartir y esto es lógico que ocurra.
En general ha sido muy buena edición, con mucha emoción y sobre todo, mucha música. Queremos dar las gracias a la organización del Sonorama y a Emerge, por cuidarnos con tanto amor a los medios.
27 años, jornadas con una media de 35.000 asistentes diarios. Un impacto económico estratosférico para la ciudad. Creemos que el Sonorama goza de buen músculo.
Y ahora, sin más preámbulos, os contamos día a día lo que fue sucediendo en las tierras mágicas de Aranda.