InicioConciertosCrónica McEnroe + Mow en Guipúzcoa (Sanagustin Kulturgunea, 2019)

Crónica McEnroe + Mow en Guipúzcoa (Sanagustin Kulturgunea, 2019)

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Tras volver del concierto del pasado sábado de Sanagustín Kulturgunea, tras saborear las delicias que nos dieron a probar los Getxotarras McEnroe, llegamos a una conclusión: ni la riqueza puede cuantificarse con dinero, ni la distancia puede medirse en metros.

Y es que allí fuimos ricos por poder disfrutar del lujo que es ver cómo la banda iba desgranando y ofreciéndonos los intensos sabores de las nuevas canciones, maridándolas perfectamente con temas anteriores.

Todo ello en un entorno inigualable, ante un no muy numeroso público, pero si muy respetuoso. Allí nos dimos cuenta de que la riqueza en las canciones de McEnroe se encuentran, entre otras cosas, en los maravillosos teclados y en el manejo de las intensidades.

Percibimos, también, que a pesar de que la distancia que guardaba el público con respecto al escenario era considerable, sentimos a la banda más cerca que nunca. Y es que la distancia, con McEnroe, claramente se mide en sentimiento.

La unión y el amor que tienes con alguien que vive lejos en ocasiones supera con creces al que se tiene por alguien que tienes a escasos metros. Y cuando te reencuentras con esa persona que está lejos y hace tiempo que no ves, es como si el tiempo no hubiese pasado porque todo fluye de forma natural.

Eso precisamente nos pasó con McEnroe, sentimos que el tiempo no había pasado en este reencuentro. Había muchas cosas nuevas que contar y cantar y disfrutar, pero siempre quedaba tiempo para el recuerdo. Y eso se traduce en un viaje a través del tiempo entre las nuevas y viejas canciones, siendo el resultado que sonaron todas y cada una de las canciones de ‘La Distancia’, a excepción de «El Buen Invierno».

«Seré Tú», abre ese reencuentro. Emocionante porque los acordes de los teclados, que hacen que todas las canciones adquieran otra dimensión, nos eriza el vello y nos invade una inexplicable amalgama de sentimientos.

Lo que hace ese viaje tan emocionante, aparte de la penetrante voz de Ricardo, es sin duda el manejo de las intensidades que los de Getxo controlan como pocas bandas. La percusión, los teclados y un cuidado juego de luces que ayudan a crear un clímax especial.

Y así lo sentimos desde el principio, con un tema antiguo («Cuando Suene This Night»), donde la intensidad va in crescendo, removiéndonos por dentro. Pero si hay una canción de este último álbum que nos deja absolutamente tocados es «La Distancia del Lobo», ese estribillo nos hace estremecer… y es que la melodía tiene un magnetismo en directo que invade cada poro de nuestra piel.

Hablando del manejo de las intensidades (y para que os hagáis una idea del manejo de las mismas) en «Tormentas» ésta fue tan brutal que se reventó el vaso que estaba a los pies de Jaime Guzmán.

Hubo más anécdotas, como el olvido de la letra en «Luciérnagas» hacia la parte central del concierto. Y es que confesaron, entre bromas, que era la segunda vez que tocaban las canciones de ‘La Distancia’ en directo. De hecho éste tema, en concreto, era la primera vez que lo tocaban. Tras pidieron perdón y avisaron que harían otro intento al final del concierto.

También nos presentan, bromeando, «Los Valientes» como su mayor hit y con el que se han forrado. Y verdaderamente es una pena que no sea así y que bandas tan grandes (porque para nosotros lo son) no puedan vivir sólo de esto.

Esto está llegando a su fin y las bromas siguen hasta el final del concierto, donde se ve a la banda realmente a gusto y en perfecta sintonía. Nos dicen que es completamente absurdo salir para los bises, así que siguen con el set list. Pablo Jaén (bajo) pone la nota divertida advirtiéndonos que lo que viene a continuación es un «temazo». Y tanto que lo es, puesto que «Asfalto (Libres los Animales)» sirvió para ir cerrando ese gran encuentro.

Como se quedaron «con la espinita» de no recordar bien «Luciérnagas», lo volvieron a intentar… y esa vez sí que sí. Esa vez Ricardo recordó la letra y todos aplaudimos y silbamos tras la actuación, qué buenos momentos para el recuerdo.

Y ya si que si. El final llegó de la mano de «Rugen las Flores», otra de esas canciones que nos estremece cada vez que la escuchamos. Broche de oro perfecto a un encuentro maravilloso, en el que el éxito no radicó en la cantidad de gente que acudimos a la cita, sino en lo maravilloso de lo sucedido allí. Sobre todo en una de las salas más bonitas y con mejor sonido de todo Guipúzcoa y las emociones que nos ha hecho sentir una vez más McEnroe. Y, por supuesto, en el absoluto respeto de la banda hacia el público y viceversa.

El descubrimiento: MOW

El concierto de McEnroe lo abrieron las jovencísimas MOW, proyecto de Gabriela Casero. A pesar de que en las giras suelen ser cuatro las componentes, en esta ocasión se presentaron en formato dúo con la propia Gabriela (voz y guitarra) y acompañamiento de bases en formato DJ.

Venía a presentar ‘Woman’, su primer trabajo, y su timidez/fragilidad contrastan con el impresionante «chorro de voz» de la madrileña, que entre canciones de pop electrónico consiguió tanto acercarnos al más lejano oriente como suspirar cundo deja las bases a un lado y se queda solo con su guitarra en medio del escenario.

Ahí es precisamente donde vemos el talento de esta chica y ahí entendemos el éxito que está cosechando a base de esfuerzo y de grandes canciones. A pesar de que a la hora en que comenzaron MOW había muy poquito público nos dejó a todos con la vista clavada en el escenario y completamente hipnotizados. Para nosotros fue un descubrimiento y sólo podemos decir: bendito descubrimiento.

Nunca os perdáis a los teloneros porque podéis hacer verdaderos hallazgos musicales. Y desde aquí, para terminar y tal y como lo hiciesen los propios McEnroe, queremos dar las gracias a Eusebio Beloki como a Sanagustín Kulturgunea por el excelente trato.


Fotografías: Richard Curiel

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