Este pasado 26 de julio, con motivo de la gira de presentación de su octavo trabajo titulado ‘Simulation Theory’, Muse aterrizaba en Madrid para poner fin —acompañados por Mini Mansions y Nic Cester— a la segunda etapa de un recorrido por todo el mundo que se inició en febrero y que durará hasta octubre.
El lugar elegido para presentar el nuevo disco, que vio la luz en noviembre —unos días más tarde del paso del trío británico por Bilbao gracias a los MTV EMAs—, fue el estadio de fútbol del Atlético de Madrid: el Wanda Metropolitano. Un hecho que, de cara al futuro, deja entrever que será complicado volver a ver a Matt Bellamy y compañía en otros recintos con menor capacidad. Sobre todo considerando el montaje que han desplegado durante este tour y la poca probabilidad de que éste disminuya en los próximos años.
Sin embargo, a diferencia de las visitas anteriores, en este caso sobre Muse sobrevolaba un pensamiento bastante generalizado y crítico. Si con los lanzamientos de ‘The 2nd Law’ y ‘Drones’ ya comenzaron los primeros rumores críticos, ha sido con ‘Simulation Theory’ cuando éstos han emergido de forma sustancial. Algo que, consecuentemente, ha favorecido la polarización de opiniones.
Comprensible si se considera el distanciamiento respecto a trabajos anteriores, especialmente con ‘Absolution’ o ‘Black Holes And Revelations’. Y lo cierto es que la última propuesta, un acercamiento casi total a la estética de los 80s respaldado por el auge de series como Stanger Things —con quienes comparten diseñador, Kyle Lambert—, dista de todo lo publicado hasta la fecha. De hecho, por primera vez, los tres integrantes de la banda son los protagonistas de la portada del trabajo. Concepto que se asemeja más con los pósters del universo cinematográfico de superhéroes —MARVEL en especial— que con lo lanzado anteriormente.
Con todo ello, el trío organizó una jornada bastante completa —desde las 19h hasta las 24h— en un estadio en el que ya desde primera hora parecía que se regalasen camisetas del grupo en los aledaños e inclusive antes de tomar la línea 7 del Metro. Algo que ya demostraba la atención que despertaba una banda que logró reunir a 55.000 asistentes —según Live Nation— el último viernes de julio de 2018 con la compañía previa de Mini Mansions y Nic Cester.
Mini Mansions
El primer concierto de la tarde-noche, con un cuarto de hora de retraso respecto a los horarios oficiales, eran Mini Mansions. Un proyecto compuesto por Michael Shuman (Queens Of The Stone Age), Zach Dawes (The Last Shadow Puppets), Tyler Parkford (teclista en la última gira de los Arctic Monkeys) y con Jon Theodore (Queens Of The Stone Age y The Mars Volta) para este periplo por Europa. Visita a Barcelona inclusive.
Una de las cosas que suele ocurrir en estos casos, que realmente es lo que estas bandas buscan, es dejar esa sensación de interés por sus futuras visitas. Y Mini Mansions, en apenas 30 minutos, lo consiguieron. Todo ello apostando por su segundo (‘The Great Pretenders’) y tercer (‘Guy Walks Into A Bar…») trabajo, formando un setlist bastante equitativo. Del tercer disco, que salía al mercado ese mismo día, incorporaron «I’m In Love», «Works Every Time» y «Bad Things (That Make You Feel Good)».
Concierto breve, elegante, potente —ya se comenzó a comprobar que la acústica del estadio no iba a ser la mejor— y que puso fin a la colaboración entre los americanos y Muse este mes de julio por Europa. De hecho Michael Shuman, además de agradecer al público el haber ido pronto y pedir que escuchasen su tercer disco, tuvo unas pocas palabras dando las gracias a Muse y a todo su personal por el trato recibido.
Nic Cester
Cada vez faltaba menos para que los tres británicos saltasen al escenario y el segundo concierto del día comenzó a las 20:30 horas, manteniendo esos 15 minutos de retraso respecto al plan oficial. Y el proyecto en solitario de Nic Cester, miembro también de Jet, notó cómo el público iba ascendiendo conforme avanzaba su actuación.
Prácticamente 40 minutos en los que, a excepción del guiño a Jet con «Are You Gonna Be My Girl» en la recta final, tocó hasta nueve temas de su disco debut publicado en 2017 y titulado ‘Sugar Rush’: «Not Fooling Anyone», «Strange Dreams», «Eyes On The Horizon»… terminando con «God Knows», probablemente el mejor tema para cerrar la actuación y dejar paso a una espera que terminaría —tras una cierta espera— con la aparición de Muse sobre el escenario.
Sin embargo, al contrario que Mini Mansions, su propuesta sí que estaba más cercana a las condiciones de su concierto. En este caso hubo sensación de haber visto todo lo que había que ver. En sala el sonido habría sido mejor, pero el cambio no sería tan significativo respecto a lo visto en el Wanda Metropolitano.
MUSE
Durante el parón que hubo entre que finalizó el concierto de Nic Cester y el inicio de Muse hubo varios guiños sonoros. Desde escuchar canciones de bandas que han o van a acompañar a los británicos durante el Simulation Theory World Tour, como Imagine Dragons, hasta los claros guiños con la banda sonora de Stranger Things sonando justamente antes del inicio del concierto.
Todavía bajo los últimos rayos de sol cesó la música. Los primeros acordes de ‘Algorithm (Alternate Reality Version)’ comenzaron y la pantalla se iluminó advirtiendo que estamos encerrados en simulaciones. Un hecho que, como se pudo comprobar posteriormente, demostró la total apuesta de la banda por su octavo trabajo. Es más, de las primeras diez canciones que sonaron hasta cinco pertenecían a ‘Simulation Theory’.
Una propuesta acompañada, clara y totalmente, por un espectáculo total. Desde un inicio en el que los tres miembros emergieron en tres lugares distintos del escenario —que en este caso disponía de rampa hasta el centro de la pista— hasta un acompañamiento coreografiado totalmente adaptado al contenido nuevo: zombies, robots, pistolas de humo… e incluso acróbatas.
No afirmar que lo que generan Muse en directo, a día de hoy, es uno de los shows más potentes que existen actualmente —más allá de la cuestión musical— sería falacia. Aunque no deja de ser curioso que los momentos más álgidos, en lo que respecta a puesta en escena, sean principalmente complemento específico de los temas nuevos, como «Break It To Me», «The Dark Side» o ‘Thought Contagion».
Ello en contraposición con todo lo publicado con anterioridad, como «Uprising», «Plug In Baby», «Supermassive Black Hole», «Hysteria», «Mercy» o «Time Is Running Out». Canciones que también sonaron en el Wanda Metropolitano y que —a pesar del constante rebote de la batería resonando por los altavoces— funcionaron a la perfección demostrando toda la potencia que han ido acumulando Muse durante el paso de los años. Aunque, en algunos casos, quedaron reducidas a meros nexos entre los temas del nuevo trabajo. Una breve pausa ante de volver a la simulación.
En otros casos, como «Hysteria» (con Christopher en medio de la pista), «Mercy» (en el que Matt Bellamy bajó para saludar al público y hubo tiempo para el confeti), «Madness» (reflejando en las gafas las letras de la canción) o incluso «Starlight» (con un chaleco iluminado), esa pretensión hacia el espectáculo quedó más natural. Natural para lo que es Muse, claro.
Hubo tiempo también para dos pausas. En la primera se volvió a tocar «Algorithm», con Matt en el centro de la pista con el piano y con la aparición de nuevo de robots, y en la segunda se produjo esa combinación que han venido tocando durante la gira y que incluye «Stockholm Syndrome», «Assasin», «Reapers», «The Handler» y «New Born».
Una síntesis, por llamarlo de alguna forma, que sirvió para la aparición del monstruo que sale en el videoclip de «The Dark Side». Y quitando esa escenografía —que no sé hasta qué punto les hará gracia a Iron Maiden—, poco más. Un intento de evocar al pasado, un guiño a otros tiempos, pero que termina siendo comido por el show y dejando una sensación de coitus interruptus.
Un preludio a un cierre que, esta vez sí, llegaría con «Knights Of Cydonia». Una elección acorde a un setlist en el que ‘Black Holes And Revelations’ fue el disco que con cuatro canciones contó con la segunda mayor presencia. Al contrario de ‘Drones’, ‘The Resistance’ e incluso ‘Origin Of Symmetry’, cuyas aportaciones no superaron una canción —con permiso de la combinación final previa a «Knights Of Cydonia».
Al igual que ocurre con todas las bandas, en mayor o menor grado, Muse evolucionan. La cuestión que deriva de verlos en directo es si es un desplazamiento hacia el espectáculo o hacia el contenido. Y es que, ahora mismo, siguen jugando a lo seguro —gracias a mantener en el repertorio varios temas de ‘Black Holes And Revelations’ y ‘Absolution’— pero el acercamiento hacia el discurso de masas es donde tienen colocado el otro pie.
De hecho tiene una relación con Juego de Tronos, a la que se incluye en el concierto de forma directa gracias “Pray (High Valyrian)”: ¿épica íntima o grandilocuencia visual? Con ‘Drones’ alcanzaron un equilibrio, pero con ‘Simulation Theory’ se ha sembrado la duda. Y ya no es la propia épica de la canción, que en el caso de Muse prácticamente todas lo son, la cuestión es todo lo que las rodea. Véase cómo se plantearon “Starlight” o “Knights Of Cydonia” en directo: directas y al corazón.
En definitiva, lo que hicieron Muse en el Wanda Metropolitano fue uno de los mayores espectáculos que se pueden encontrar actualmente en el panorama musical. Algo que, a la gran mayoría de asistentes, dejó satisfechos y con la sensación de haber hecho bien comprando la entrada. Eso es así. Al igual que, a quienes han seguido la evolución del grupo, también les resultaría atractivo pero les dejaría algunas dudas.
No cabe duda de que la propuesta, que en algunas ocasiones recuerda a galas de los Juegos Olímpicos e incluso a otros conciertos —Iron Maiden o U2— es sobresaliente, pero puede que la misma inercia que les está llevando a llenar estadios también les está orientando a perder un poco el contenido. Veremos, cuando acabe el Simulation Theory World Tour, si estamos nosotros equivocados o realmente el Sol sí está muriendo. Algo que algunos llevan defendiendo desde 2012.
Fotografías: Alex García-Cantarero