InicioConciertosCrónica Vampire Weekend en Madrid (La Riviera, 2019)

Crónica Vampire Weekend en Madrid (La Riviera, 2019)

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Se mire como se mire, nueve años es demasiado tiempo. Desde la última visita de Vampire Weekend en sala a Madrid, el mundo de la música ha cambiado mucho, y la propia banda también. Para empezar, perdieron por el camino, aunque siguen colaborando puntualmente, a uno de los miembros fundadores, Rostam Batmanglij, y se tiraron nada menos que 6 años sin lanzar un nuevo disco. Sin embargo, con el lanzamiento de Father of the Bride a principios de año, ya supimos que nos visitarían como uno de los principales atractivos del Mad Cool Festival, tras lo que afortunadamente anunciaron esta fecha en un formato más cercano a sus fans.

No era un concierto barato, no vamos a engañarnos, pero también es cierto que no son muchas las oportunidades de disfrutar a bandas del calibre de Vampire Weekend, que juegan en la auténtica liga WiZink Center, en una sala como La Riviera, lo sobradamente grande para atraer a un público amplio pero lo suficientemente íntimo para poderles ver desde una distancia medianamente cercana. Desde el principio, supimos que iba a ser un concierto en el que el protagonismo iba a estar en lo verdaderamente importante, la música. Nada de decoraciones que distraigan más de la cuenta pero sí una gran variedad de instrumentos para nada menos que siete magníficos músicos sobre el escenario.

Arrancó la música y desde el primer momento nos conquistaron con la naturalidad de Ezra Koenig, que siempre me ha llamado la atención como frontman debido a su «normalidad». No necesita poses forzadas, ni declaraciones altisonantes, ni tratar de ser el más cool del planeta, y eso precisamente es lo que hace que lo sea de una forma mucho más genuina que otros que lo intentan y/o fabrican su propia imagen. En mi caso, no pude asistir a su concierto en Mad Cool, así que era mi primera oportunidad de verles en su formación actual, ya que con anterioridad ya lo había hecho en, por ejemplo, el DCode de 2013, una fecha bien lejana ya.

Destacaron varios factores. Primer, reconocer que su nuevo guitarrista, Brian Robert Jones, suple la baja de Rostam con una maravillosa espontaneidad. Además de interpretar canciones nuevas y antiguas como si fuesen suyas desde el principio, sus bailes, poses, y simpatía encandilaron al público cercano mientras en el otro lado del escenario Chris Baio no podía parar de hacer sus curiosos bailes al ritmo del bajo. Además, sonoramente hablando, la doble batería de Garrett Ray, quien en directo se une al habitual Chris Thomson, aportaba potencia en el directo la banda, junto al virtuosismo en teclados, coros y apoyos varios de Will Canzoneri y Greta Morgan,

Como la noche anterior habían actuado en Barcelona y teníamos referencias, ya íbamos preparados para un recital largo, de unas 2 horas y media, y en Madrid no nos fallaron. Nada menos que 29 canciones, con dos versiones incluidas (se atrevieron hasta con Bob Dylan), en las que repasaron canciones de toda su discografía. Bien es cierto que, hilando muy fino, podríamos echar de menos algún tema, pero eso muchas veces son más gustos personales que otra cosa, y hay que reconocer que el setlist fue potente y muy completo, por muchos momentos para el baile y la euforia pero también para la relajación y la introspección.
Porque si algo es que hay que reconocer que, en este mundo del difuso género llamado indie, tan difícil de definir, pocas bandas han logrado dominar con maestría la variedad de estilos que entremezclan en su música como estos neoyorquinos, que dominan los ritmos afro caribeños, latinos, reggae, percusiones, violines, y guitarras, todo tiene cabida en la música de Vampire Weekend. Quizá lo mejor de todo, en definitiva, es cómo logran que nada suene artificial o ajeno, lo cual es muy difícil, especialmente al trasladarlo al directo y salir de la comodidad del estudio de grabación.

Si tengo que quedarme con momentos del concierto, mis favoritas fueron temas clásicos como Cape Cod Kwassa Kwassa, Cousins, Oxford Comma, Holidays o Dianne Young, así como recientes como Harmony Hall. También me gustó la actitud de la banda en los bises, dejando que fuesen los propios fans quienes eligiesen algunos de los temas que iban a sonar en esta ocasión, dando un punto de personalización y conexión a la banda con su público que no siempre ocurre.

Tanto por la actitud de la banda como por diversos comentarios de Koenig a lo largo del concierto, todo indica que no tendremos que esperar tanto tiempo para ver a los neoyorquinos de vuelta en la capital, aunque muchos que no se fíen optarán por ir a verles el verano que viene al FIB. Sea en uno o en diez años, cuando vuelvan a Madrid, allí estaremos para verles .

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