¿Conocéis esa sensación en la que nada os preocupa más allá de un vaso de té helado con un poco de hierbabuena debajo de un árbol y quizá unos pájaros cantando de fondo? Ahora pensad en qué disco estaríais escuchando mientras: ¿Pet Sounds? ¿Revolver? ¿Tomb of the mutilated, tal vez? Mencionaríais cualquiera de ellos porque no habéis escuchado aún este Warm Chris, de Aldous Harding.
Warm Chris es el cuarto álbum de la artista neozelandesa después de su homónimo primer trabajo, Aldous Harding (2014), el magistral Party (2016) y del absolutamente sublime Designer, de 2019. Con este nuevo largo, Harding (o Hannah Sian Topp, su verdadero nombre) se desvía de la senda marcada por su anterior trabajo, en un álbum que recuerda a los primeros pasos de la gran Angel Olsen, con un sonido intimista, cuidado, aterciopelado y elegante. Warm Chris es tan delicado que podría romperse si os enfadáis con él. No descartamos que el CD (que aún no hemos conseguido) esté tallado a mano sobre una lámina de mármol casi transparente.
Eso sí, no esperéis sobresaltos ni nada emocionante de Warm Chris. Todo es belleza pura y cristalina. No es la música que escucharíais para invadir, no sé, Portugal, sino más bien para, bueno, tomarse un té helado con un poco de hierbabuena debajo de un árbol. Quedó bien el símil al principio, por qué no repetir.
Pero no por ello podemos disfrutar de unas píldoras de lo que fue la esencia de Designer (2019) en temas como Lawn, Fever o Tick Tock, donde quizá, abandonaremos el té helado con hierbabuena para jugar con un cachorro de Samoyedo por una pradera plagada de dientes de león. Warm Chris es la primavera. De hecho resulta un ejercicio interesante que recomendamos fervientemente, el escucharse este disco durante vuestra jornada laboral. Es la mejor definición de anacronismo que pueda haber. Es totalmente incompatible con el color gris.
Aldous Harding vuelve a demostrar la facilidad y el talento que tiene para componer canciones pop, como Staring at the Henry Moore o Leathery Whip, con una cuidadísima producción y una atención al detalle casi insultante. Sin embargo, y duele un poco, porque esperábamos bastante más, no tiene ese gancho de Designer, uno de los mejores álbumes de su año. Se echa en falta algo más de sangre, algo más de emoción, algo como Zoo Eyes o The Barrel.
En Warm Chris no vemos estos momentos absolutamente sublimes y da la impresión de que Aldous Harding se vuelva quizá demasiado contemplativa. Pero cuidado, con esto no decimos que no sea un álbum disfrutable, o que nos deje indiferentes. En absoluto. Warm Chris es un trabajo cuidadísimo, con unos arreglos de viento preciosos, pianos delicados que vertebran todo el trabajo, baterías casi acariciadas, sutil, perfecto, quizá demasiado. Así que probablemente peque de excesivamente frágil e intimista, pero, realmente, arregla una tarde de un mal día. Hace que mires a los problemas de la vida de otra manera. Vamos a seguir siendo un pequeño, minúsculo engranaje prescindible del sistema, pero al menos, durante un ratito, solo importará un buen té helado con hierbabuena, un cachorro de Samoyedo y una pradera con dientes de león. Un momento nada más. Luego podéis seguir aparentando ser duros, curtidos por la rutina y las decepciones de la vida. Pero hasta entonces, disfrutad de Warm Chris.