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BAXTER DURY – THE NIGHT CHANCERS

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Antes de atacar el clásico tópico de «su álbum más maduro hasta la fecha», casi se podría decir que Baxter Dury nació maduro. Puedo imaginarlo como una especie de niño anciano, sabio al que los cabecillas de las mafias van a pedirle consejo. Quizá no fuese tan fantasioso, pero es obvio que ser hijo de una estrella del rock siempre a la deriva como Ian Dury al final se cobra parte de tu infancia.

Hablar del músico inglés es hablar de ese ambiente neo-noir de violencia pasiva. Despedido de forma meteórica de la sombra de su padre desde hace mucho, Dury presenta su sexto álbum, The Night Chancers (2020), con el que quizá refleje su mejor momento. En él acaba de construir esa iconografía única a caballo entre el deje crooner y el sinfonismo capcioso, presentado en pequeñas viñetas de personajes desolados. Y ello tiene su particular razón de ser en que si la música de Dury fuese un film de cine negro sería uno atípico, de final casi etéreo y tremendamente desapasionado.

Precisamente ese aparente desapego con el que canta Baxter Dury es la clave que resume toda la pasión y fuerza de su marcado acento. Una pasión contenida que en vez de en su esplendor se retrata en lo que queda de ella, en los restos de algo que podría haber sido si hubieses sido de otra forma. «Pómulos brillantes como cementerios al sol», describe en la genial Slumlord, y no se me ocurre una mejor forma de definir esa belleza en la perdición de sus personajes.

El tono general de The Night Chancers es de fin de fiesta, si bien una que siempre toma caminos secundarios y ocultos que, dependiendo de la luz bajo la que se muestre, entiende la honestidad en un sentido o en otro. I’m Not Your Dog, single incontestable, abre como una declaración casi cansada en ese final de noche que se ha repetido demasiadas veces. Ese cansancio contrasta con la imparable parte instrumental, el sonido perfecto para ese amanecer en Benidorm que acompaña su videoclip.

En ella se juega con una muestra de desdén veterano, que se mueve desde la inseguridad hasta el masoquismo. «Carla tiene novio, se parece a mí», canta en Carla’s Got A Boyfriend, con una especie de seguridad rencorosa que acaba reflejando una ruptura no superada. La interpretación del viejo perfil del canalla es una constante en The Night Chancers, pero un tipo de personaje que resulta valorado precisamente porque deja entrever sus carencias de todo tipo.

En el tema que da nombre al álbum una retahíla de recriminaciones se abre paso entre la sutil melodía y las armonías que van desarrollándose y evolucionando. Lo mismo ocurre en Hello, I’m Sorry de una forma más opresiva, con el contrapunto de las voces femeninas. A la vez, el oportunismo en diferentes fases de la autorrealización vaga desde Saliva Hog hasta Sleep People. Es como si todo el mundo se mereciese una oportunidad de ser quien no es pero siempre acabase bajo una caricatura sin sentido. Ahí juega su gran papel el revestimiento instrumental.

La presencia del bajo a lo largo de todo el álbum parece sostener toda esa armadura, de una forma que lo hace indispensable a estas alturas de la carrera del músico. Marca, por poner algunos ejemplos, el ambiente resacoso de Slumlord o ese hipnotismo lisérgico de Sleep People. Los aires orquestales, por otro lado, van entrando y saliendo en un juego de luces y sombras que remarca cada momento clave. A veces más sutiles y otras más protagonistas, tomando las riendas de la canción hasta su final, como en Samurai.

Este sonido del músico inglés se ha ido refinando a lo largo de los años, dejando cada vez más al descubierto sus habilidades compositivas. Unas habilidades muy clásicas pero quizá de la forma en la que hoy consideramos clásicos ciertos géneros de los sesentas. A su vez, esa forma de frasear que se ha ido haciendo cada vez más monocorde, grave y cruda a la vez que tremendamente melodiosa tiene su mejor legado en este The Night Chancers.

Un recitado que se vuelve ominoso al lado de las voces femeninas también sello de identidad del artista, sobre todo en sus últimos álbumes. La forma de desenvolverse de Dury en este registro es ya inimitable, la de un acabado galán inglés saboreando cada sílaba en Saliva Hog o soltándolo todo en cataratas en The Night Chancers.

La poética de Dury contiene la suficiente vividez como para tener que recurrir solo a tres o cuatro frases para pintar un panorama completo. A veces esa poética es lo último que hace aferrarse a sus personajes a la dejadez que les rodea, aunque a la vez los convierte en algo teatral. Resulta el ejemplo perfecto de esa decencia superior encontrada en la desidia de lo bohemio, pero de la misma forma que los grandes clásicos retratan las condiciones humanas más elementales a través de obras mastodónticas.

Baxter Dury es uno de los grandes músicos/poetas que tenemos actualmente, haciendo algo que es difícil interpretar con honestidad hoy en día y de una forma tremendamente atemporal y presente a la vez. Y sí, The Night Chancers es su disco más maduro desde que nació maduro.

Escucha ‘The Night Chancers’, el nuevo disco de Baxter Dury

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