El productor, multiinstrumentalista y DJ originario de Brighton Simon Green al que todos conocemos bajo el seudónimo de Bonobo saca nuevo álbum después de casi 5 años. Encara así la cuesta de enero con sentido común y aires reparadores y nosotros lo hemos recibido con todas las ganas del mundo, es su séptimo álbum de estudio, Fragments.
Una verdadera clase magistral en la producción de los sonidos y colaboraciones que lo caracterizan en una docena de canciones, que resultan el trabajo más signig¡ficativo de su proyecto en el ha puesto a convivir en el estudio y en sus shows en vivo sonidos generados de manera orgánica y de manera digital en un equilbrio muy pocas veces escuchado.
Fragments es una continuación de ello, en una medida más homogénea que sus antecesores, como unidad que recaba todo lo hecho por Green a través de veintiún años de carrera.
Durante casi ya dos años, es el confinamiento lo que da origen a un bloqueo personal y profesional que lo mantuvo alejado de la música durante un largo período de tiempo. Encontrándose con un sentimiento de lucha y aislamiento que lo inspiraron en los desiertos más insólitos, bosques petrificados y rodeado de cráteres, así contaba.
De ese cóctel molotov en el que por primera vez usa sintetizadores y modulares con grabaciones que había hecho de la arpista Lara Somogyi, su trabajo con el arreglista y músico de cuerda Miguel Atwood-Ferguson o su propia interpretación en el Fender Rhodes el clásico piano entre otros hitos del proyecto.
Una escucha placentera, con un grupo de colaboradores que ayudan a romper la corriente lánguida del álbum de interludios de violín y acordes de sintetizador sedantes. El tramo de apertura se hace más fuerte es con la canción: Shadows construyendo su ritmo de deep house central en un remolino de sintetizadores de alta definición y cuerdas bostezantes, mientras que el compañero de Ninja Tune, Jordan Rakei, proporciona las voces genéricas e inocentes de R&B de club. Ha sido un gran acierto esta colaboración, entre los dos la esta magnífica track muestra un sonido más “elevado y alegre” que surge de la lucha y el aislamiento, de las sensaciones de cambio y la clarividencia para llegar a comprender la impermanencia. La Sabiduría Budista que afirma que todo es “impermanente». Proyectado a partir de una mezcla de R&B electrónico, dance, downtempo y combinaciones de la música club. Una de las joyas del disco sin duda.
Más digno gemido ecléctico es con la pista Rosewood, que merma una canción realmente romántica a un refrito de casa de garaje repetitivo. A lo largo del disco, Green marca una línea entre lo probado y verdadero y lo cursi, aunque encuentra un éxito moderado en el himno del coro búlgaro que despliega en Otomo. Es más que un pequeño cliché, pero cuando el bajo cae, prácticamente puedes ver las cabezas moviéndose en la multitud del festival de verano.
En todo el disco se ven los experimentos de electro-R&B como en el track de Tides con Jamila Woods que interrumpen temporalmente el ritmo, pero por lo demás, el golpe aletargado del club del álbum continúa sin cambios, tomando prestadas ideas de décadas pasadas de música electrónica y presentándolas en sus iteraciones más narcóticas.
Las pistas Counterpart y Sapien aluden a la versión en tecnicolor del garaje de Jamie XX lleno de capas con cuerdas punteadas y frotadas que nos recuerdan a los Classic Hits de la electrónica de los 90 y 2000s. Para ir cerrando capítulo mención al tema de Closer uno de los más bailables que se incluyen en el disco, una suerte de minimal house con algunos destellos de jazz.
Y con esta reflexión sobre el álbum en última instancia, la música es tan inocua y versátil al mismo tiempo que puedes escucharlo tanto en un spa caro como en un club. Fragments ciertamente se siente actualizado estilísticamente, con una mezcla de sonidos de alta y baja fidelidad que evocan el brilli-brilli plateado de un episodio de la serie de éxito Euphoria.
Para dar paso al final del álbum el tema Day by Day, en colaboración con Kadhja Bonet en el cual la combina trip hop, soul y aquella orquesta que recibe al inicio de Fragments, sin duda dejan con un sabor de boca que valió la pena esperar desde el 2017. El tour de gira de Bonobo promete y mucho solamente hay que dejarse abrazar por el universo y toda la parte la parte instrumental que desborda.