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Cala Vento – Casa Linda

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Una vez hallada la fórmula del éxito y de un sonido propio, es un signo de inteligencia levantar el pie del acelerador y recrearse en el proceso tanto de creación, como de crecimiento.

Joan Delgado (voz y batería) y Aleix Turon (voz y guitarra) lanzaron su primer trabajo en 2016, homónimo a su agrupación: Cala Vento. Sonidos poderosos a pura voz, percusión y guitarra eléctrica, sin mucha necesidad de bajos u otros instrumentos que adornaran. Esa misma receta se siguió con Fruto Panorama (2017) y Balanceo (2019), consolidando a un ritmo vertiginoso su presencia en la escena underground e indie de la música española, y metiéndose en el bolsillo a la crítica y al público mientras demostraban el estado de gracia en el que se encontraban. 

Pero ya ha pasado tiempo desde aquel joven dúo que bebía directamente de la influencia post-hardcore e imitaba el esquema de grupos como los canadienses Japandroids, pues se han tomado la elaboración de su nuevo trabajo Casa Linda (2023) como un ejercicio de evolución personal y musical. Ese equilibrio lo han conseguido sin abandonar (ni mucho menos) ese sello enérgico y espontáneo que les caracteriza, y que sigue recordando a la música que muchos de nosotros escuchábamos en nuestra adolescencia (Green Day, Blink-182, Weezer), pero enriquecido con sonidos más actuales (atreviéndose con sonidos electrónicos) y letras de más profundidad que las precedentes. 

Para empezar, no hay que despreciar la metáfora tan fina que supone el título Casa Linda, y que Aleix y Joan han explicado en algunas entrevistas para otros medios: el disco se erige como una casa con once habitaciones diferentes entre sí, pero que todas albergan la necesidad humana de resguardarse del peligro o la inclemencia del exterior. A su vez, también es su propio estudio de grabación, que montaron mano a mano a raíz de la pandemia y que se constituye como el templo y refugio donde hay lugar tanto para la queja como para la superación, siempre cargada de un espíritu jovial y diligente. 

Nada más abrir la puerta de Casa Linda, encontramos Más que satisfechos en la que contribuyen Gospelians de Girona y donde dejan claro que siguen siendo ellos, haciendo alarde de que por su sangre aún corre ritmo post-hardcore y emocore. 

En Equilibrio pegan un bocado y no escatiman en crítica social directa y contundente (“Todos sabemos que hay algo que no funciona, lo hemos visto tanto en Chile como en Barcelona / Hacemos leyes para proteger a las personas y realmente favorecen solo a unas pocas”). Pero como no todo iba a ser ácido (y esto lo saben manejar muy bien los de Montgrí), el mensaje rebaja su tono reivindicando y agradeciendo la presencia amable del amor para amortiguar la contrariedad que supone vivir en una sociedad injusta (“Porque con la que está cayendo tú me das el equilibrio”). Hasta tal punto es dual el mensaje, que al contrario de como empieza -con energía sobrada-  termina desvaneciéndose en un sonido cada vez más tenue.

Y para volver a levantarnos con una sacudida pegadiza, llega Ferrari en la que, entre coros enérgicos llenos de ruido, se explora el mensaje más viejo del mundo: es difícil huir de las tentaciones pues somos de carne, y ésta es débil. Hábilmente, lo ponen en escena en su videoclip, donde se representan los siete pecados capitales. 
En la onda de las bases rítmicas con pegada, continúa la que empieza como balada No hay manera, con una dicción lenta, al hilo de una letra que relata el enganche de endorfinas provocado por el contacto con otro cuerpo, y que es medio arrastrada por un punteo y una batería lentas que cobran vida y nervio en el resto de la canción.

Por su parte, Tu lugar es una proclama muy acalorada contra el uso desmedido de las redes sociales, donde Cala Vento toman las riendas de su estatus como grupo millenial y que tiene calado en el público joven (“Deja de mirarte en el espejo y compararte con los seres de las redes”).
Es de aplaudir el contenido del mensaje: la sencillez de la letra hace que se entienda y llegue fácil. Y es que, en los últimos tiempos son alarmantes los datos que revelan problemas de autoestima entre los más jóvenes provocados por el uso excesivo de las apps. Por eso, que desde la música se haga una llamada de atención, es un camino bien escogido. 

Subiendo hasta la entreplanta (o ecuador del disco), nos topamos con 23 Semanas, de nuevo recuperando entre acordes dinámicos, la dupla entre compañía cálida, y una sutil señal -o crítica- hacia la España profunda y vacía (“Quiero 23 semanas en el pueblo más pequeño de Aragón / hay tantos sitios en España donde estaríamos tú y yo, bien alejados de la araña (…) que los vació”). 

A continuación se despliega la auténtica guinda del pastel: Teletecho, la colaboración con Amaral, publicada hace algo más de dos años. En ella exhiben un juego que maneja perfectamente los riffs de guitarra y las estrofas con garra, que invitan a cantarse hasta desgañitarse. Al escucharla no puede negarse la presencia de Amaral (ese toque pop que pide coros), pero es mágico cómo se funde con el carácter más desbocado de los catalanes sin que resulte una conjunción extraña. En ¿Qué hay del placer? se juega la misma baza de canción pegadiza, muy noventera y pop-punk con una batería que predomina y ametralla con un ritmo casi marcial hasta el último segundo de la canción.

El salto de riesgo lo dicta la última colaboración, Passar pantalla a cargo de Gorka Urbizu de Berri Txarrak quien marca el inicio en euskera y que desemboca en una entonación en catalán. Una canción que aumenta el punto de distorsión de la guitarra hasta un sonido metálico y que para terminar, vira repentinamente hacia el extremo contrario del acústico.

Ese mood del final es la antesala del contrapunto más marcado del trabajo: Casa Linda, la décima pieza (tocaya del título del LP), trabajada únicamente con el sonido acústico de una guitarra y una voz que no escatima en juegos de afinación, dulcificados con respecto a las demás. Probablemente es uno de los puntos del álbum donde más se adivina la evolución de Cala Vento.

Como hemos venido a tocar y a jugar con sonidos nuevos, el paseo de 37 minutos y 21 segundos termina con la festivalera y plenamente electrónica Conmigo. Es curioso cómo aquí no aparecen ni la guitarra ni la batería, y se dejan llevar por una melodía eurodance tomada por los sintetizadores y las voces distorsionadas, que resulta un experimento de lo más sorprendente y atractivo, y que casi pide un cara a cara con La Casa Azul. Y aunque esto último sea sólo una licencia poética, está claro que será una de esas que harán estallar en puro baile al público de los escenarios donde se suban este verano.

En definitiva, el joven duplo catalán ha maniobrado con maestría para aunar en un mismo techo la firma que les caracteriza y la valentía por atreverse a innovar (aunque sea discretamente) con fórmulas musicales dispares. Por eso, la Casa Linda que han construido Joan y Aleix, asienta cimientos lo bastante sólidos para seguir construyendo alturas que les acerquen a las mejores vistas de la ciudad…y de paso del panorama musical, que no es poco. 

Hazle una visita a la Casa Linda de Cala Vento

AUTOR

Eva A. Gómez-Calcerrada
Eva A. Gómez-Calcerrada
Bebo notas musicales desde la cuna y no hay un día que me dejen de acompañar. Soy fisioterapeuta enamorada de la ciencia y a veces escribo sobre mi otra pasión: la música.

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