Siempre ha sido habitual, o al menos lo parece, la aparición constante de estrellas fugaces en la historia de la música, o como nuestros amigos americanos dirían, siempre de la mano de Evan Minsker, one-hit-wonder. Probablemente me expongo a una quema pública en la plaza de algunos pueblos de España, y algún que otro lugar de la campiña inglesa, diciendo que Keane con su Somewhere Only We Know podrían unirse a ese maravilloso colectivo, porque… ¿alguien conoce alguna más? Sí, algunos puretas te dirán Everybody’s Changing. También está The Verve con Bitter Sweet Symphony y ya si eso Lucky Man, pero tampoco nos pasemos… Normal que Richard Ashcroft decidiera abandonar el barco. En este batiburrillo de grupejos encontramos una sintonía que, sobre todo a los nacidos en la última década del siglo XX, os resultará familiar: Hey, I just met you and this is crazy/but here’s my number, so call me maybe, de la artista que hoy nos concierne, Carly Rae Jepsen. La figura de la cantante es una figura interesante. La humildad y normalidad que la caracterizan hacen de ella un personaje agradable en la escena, al fin y al cabo, no es necesario ser un prepotente por ser músico, ¿no?
Y es que, pese a que todo el mundo la recuerde por su one-hit, Call Me Maybe, la artista canadiense tenía en su haber tres discos, ahora cuatro, con la salida reciente de Dedicated. En este nuevo LP, Jepsen pone de manifiesto que las relaciones de amor no siempre tienen que salir mal, que “fíjese señora, a veces el amor ocurre”. En contraposición a E·MO·TION, este disco lleva por bandera el optimismo relacional, y todo lo que ella acarrea, volviéndose incluso seductor. Estamos ante una mezcolanza agradable de escuchar, que a los fans de Rae Jepsen les hará especial ilusión, una vuelta al pop más ochentero mientras, en un abrir y cerrar de ojos se tiñe de toques synth e incluso EDM, para también tener en su receta algo de disco.
No obstante, como el ya mencionado Evan Minsker diría: “this is a meat-and-potatoes pop album” (es un álbum de pop de carne con patatas). Estamos ante una fórmula que funciona para la cantante, no hay nada innovador, es algo probablemente “básico” (básico como sinónimo de algo de un nivel normal) pero, como ya hemos dicho, con la capacidad de contentar al gentío y de funcionar de excelente forma. Además, es ya desde el principio donde podemos olfatear la res. Julien, la encargada de abrir la caja de Pandora, es, en sus propios ritmos, canción de cabecera de la sección juvenil del Pull And Bear (no estoy realmente seguro de que esto sea positivo), pero, sea como sea, triunfa.
Y como al césar lo que es del césar, encontramos en este nuevo LP una versión de la canadiense mucho más madura en cuanto a capacidades musicales, su voz queda más patente en las composiciones con una mejora, más que notoria, observable en todo el largo, desde el amor como una droga en No Drug Like Me hasta lo puramente carnal detrás de The Sound. De alabar, sin duda, la capacidad creativa de Carly Rae Jepsen, escribiendo, una vez más, más de un centenar de canciones, en las que tuvo que situarse una a una para cribar y traernos lo que ella considerara más acertado, una tarea, para nada fácil. Que, con sus más y sus menos, con sus mejores y peores temas, hacen del disco de la cantante un disco agradable y que seguro que moverá las entrañas de más de un fan.