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BLINK 182 – NINE

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El noveno lanzamiento de uno de los iconos del pop-punk se presenta cómicamente con un título que, según Mark Hoppus aclara la duda sobre si «Buddha» era o no canónico. El bajista y líder del trío confirmó pues con este nuevo álbum la continuidad de una discografía que ha pasado por la cima tanto tiempo como se hundió en la oscuridad.

Aun siendo pioneros y cabeza de género musical durante sus inicios, la premisa de su estilo ha sido un lastre para más de una banda que no ha sabido encajar su madurez. La agilidad y el dinamismo del pop-punk no ha acabado de soportar la madurez que sus representantes ganaban con el paso de los años pegó un par de patinazos, con «Neighborhoods» tras casi una década sin material nuevo y con «California» como un intento de fusionar épocas.

Con tales antecedentes el anuncio de un nuevo trabajo hacía temblar a los seguidores y a la crítica mas Blink-182 ha conseguido hablar de ansiedad, presión y depresión a base de ritmos acelerados bastante honradamente. El trío californiano presenta quince pistas memorables tras un puñado de escuchas que quedan lastradas por su poca complejidad en lo que letras se refiere. No es que se pida una retórica profunda, pero la madurez se paga y «NINE» es un proyecto con luces y sombras.

Aun así, han encajado muy bien el sonido que los hizo famosos con una producción apurada e innovación que algunos verán fuera de su estilo. La brecha que dividía los límites del pop-punk con otro género se ha traspasado en más de una ocasión gracias a sintetizadores, dramatismo, humor… No hay grandes moralejas en este disco, pero sí hay sinceridad y eso hace que la inmadurez del grupo se deje ver por momentos. «NINE» es la versión mejorada de sus predecesores y en el mismo año que sus contemporáneos Sum 41 publicaban un nuevo LP no podía ser menos.

Desde su inicio, con ‘The First Time’, el oyente encuentra lo que espera. “Han vuelto” y, para ellos «no hay nada como la primera vez». Un estribillo memorable en un tema de apenas dos minutos y medio que se pasa volando. ‘Happy Days’ es de esas canciones que buscan el lado positivo en la incertidumbre. Travis tenía el beat y todo fluyó hasta llegar a esos tres minutos “fáciles” que suenan tal y como debían hacerlo si fueran principios de siglo. Hoppus persigue sus miedos adolescentes y los intenta afrontar con la sensatez de la edad, aun con la simpleza de sus versos. ‘Darkside’ es más punk aunque evoluciona melódicamente en el puente.

‘Blame It On My Youth’ tiene la guitarra de Matt Skiba perfectamente encajada y con un firme apoyo en sus riffs pasados. Hay quien ve un lastre en los sencillos de este álbum y esta pista se compara con 5 Seconds of Summer como si hubiera algo más tras ella propio de Blink-182. Está claro que el fanático indagará en la quincena de pistas por la fascinación que supone ver el nombre del grupo en las portadas de actualidad. Si bien ‘Darkside’ dejaba el pop de lado, ‘Generational Divide’ es lo más agresivo del largo.

‘Pin The Grenade’, por ejemplo, da el protagonismo a un Travis Barker en su intro aún por explotar. Es pop contemporáneo puro con guitarra y batería. Juguetona frente a un ‘No Heart To Speak’ que roza el cajón desastre del rock alternativo. Y es en la duodécima pista donde hay ¿autotune? ‘Ransom’ parece ser balada hasta el coro armónico que, a base de doble bombo, caja y fills brutales destroza oídos en noventa segundos.‘On Some Emo Shit’ tiene esa modernización en la producción digna de admirar para un estilo anclado a principios de los 2000. Sintetizadores en ‘Hungover You’ denotan esas capas tras la simpleza aparente.

En conjunto «NINE» es más de lo mismo en la carrera de Blink-182, pero más de lo mismo bien hecho a primera escucha y pasa por encima a los intentos de complacer al público y entenderse a ellos mismos en lo que iba de década. Es prácticamente lo mejor que han traído desde 2003 y los vuelve a colocar enérgicos y encauzados en su carrera, aunque, por qué no decirlo, sí, se sabe que tiene momentos muy estereotipados, pero hacía falta algo fresco y nuevo de este grupo. Si bien la madurez de Sum 41 quedó reflejada en julio gracias a sonidos más heavys, este trío ha apostado por un vocalista que aún puede dar más de sí y tiene proyección de futuro, una guitarra y bajo memorables, un batería como ninguno a la cabeza de su estilo y, en definitiva, por una banda cohesionada que suena tras sus cenizas aún con matices por pulir.

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