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Recordamos «Donuts», de J Dilla, en su 15º aniversario

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A principios de siglo XXI, James Yancey conocido por todos como J Dilla, el genio de Detroit, había ya destacado con Slum Village, A Tribe Called Quest, The Pharcyde, Busta Rhymes o Common. Heredero natural de referentes de la producción como su ídolo Pete Rock, Dj Premier o Q-Tip, su estilo único terminó de forjarse cuando en su camino se cruzó Madlib, el genio de Los Ángeles, su “mellizo” musical.

La legendaria conexión Detroit-Los Ángeles dio lugar a Jaylib y el álbum Champion Sound (2003) y desde entonces nada fue igual. La mutua influencia entre los dos fue lo que el rap necesitaba y cambio la forma de producir para siempre. El enfoque humano y orgánico de la música de J Dilla fue definida por el propio Madlib como: «Siempre es crudo y conmovedor y nunca suena demasiado computarizado… es el John Coltrane del hip-hop”. Lo que Coltrane era al saxofón, Davis a la trompeta o Hendrix a la guitarra eléctrica, Dilla lo era a la MPC-3000.

Pero como muchos de los grandes mitos, este no es una excepción y nace de la tragedia. En 2005 la salud de J Dilla empeoró sustancialmente y una rara enfermedad de la sangre (Púrpura Trombocitopénica Trombótica) y lupus mantenían su cuerpo en vilo. Todo ello no impidió que hiciera una última gira por Europa en silla de ruedas y grabara su testamento musical, su despedida: Donuts (2006). J Dilla terminó de editar el álbum completamente debilitado en su cama del hospital Cedars-Sinai en Los Ángeles. Donuts, fue publicado hace 15 años, el 7 de Febrero de 2006, día en el que cumplió 32 años y tan sólo 3 días antes de su fallecimiento, el 10 de Febrero de 2006. Simplemente, desgarrador.

Donuts son 31 canciones, o lo que es lo mismo, 31 emociones puras encapsuladas en cortas fracciones de tiempo entre 60 y 90 segundos. En la primera escucha el oyente puede sentirse desorientado y desconcertado, los temas surgen sin previo aviso y desaparecen justo cuando el oído estaba más a gusto. En la siguiente escucha comienzan a conectarse en nuestro cerebro cada una de las piezas de este endiablado puzle. A partir de la tercera, solo queda el placer y la piel de gallina; la emoción y las lágrimas, tanto de alegría como de tristeza.

Para tratar de explicar esta compleja sensación, a continuación seleccionaré 3 momentos puntuales determinantes del álbum que escenifican el conseguido contraste de emociones y la enorme versatilidad técnica en la producción de J Dilla.

En la parte inicial del álbum dos canciones: Stop y Time: The Donut of the Heart destacan por encima del resto con unas increíbles y conmovedoras melodías vocales. Stop es belleza, amor y alma, y por lo tanto soul, en concreto el de Dionne Warwick en la canción You’re Gonna Need Me. J Dilla fragmenta y recompone brillantemente este clásico de los 70 e incluso juega con nosotros realizando una parada (Stop) inesperada de medio segundo en mitad de la composición. En Time: The Donut Of The Heart todo es sensualidad, frenesí y en definitiva, porno para nuestros oídos. El productor reinterpreta el tema de los Jackson 5 All I Do Is Think of You extrayendo un pegadizo bucle acelerado y añadiendo porciones vocales irreconocibles. Es especialmente remarcable el momento en el que J Dilla ralentiza el tempo al máximo, consigue derretir la melodía, para a continuación recuperar la velocidad original de una forma absolutamente orgánica y natural.  

Sin embargo tras estos momentos de placer orgásmico, en la parte central de Donuts, J Dilla cambia completamente y nos golpea con oscuros y agresivos samples. Es el caso de las 3 canciones consecutivas: Lightworks, Stepson Of The Clapper y The Twister (Huh, What) con influencias del techno industrial de su ciudad de origen, Detroit. Aquí la percusión pasa al primer plano, los provocadores patrones de ritmo se encuentran voluntariamente descompasados y dominan la composición, mientras oscilan ruidos incomprensibles como sintetizadores futuristas o sirenas de emergencia. En definitiva, forman un grupo de sensaciones más violentas, intensas y por momentos incómodas, pero al fin y al cabo, necesarios para generar un fuerte contraste y variedad a la mezcla final.

Avanzando en Donuts, se concentran inolvidables momentos como los juegos vocales de One For The Ghost o Walkinonit o los pegadizos loops luminosos en Don´t Cry o Gobstopper, sin embargo es al final del álbum cuando se alcanza el cénit con una emotiva despedida en las 3 últimas canciones: Bye., Last Donuts Of The Night y Welcome To The Show. J Dilla consigue encadenar de forma sensacional 3 emociones tan distintas como: nostalgia, tristeza y éxtasis para una despedida redonda en todos los sentidos. En la canción final Welcome To The Show samplea el tema When I Die de Motherlode y los 10 segundos finales del álbum son idénticos a la introducción del álbum, consiguiendo así una escucha circular perfecta. Un Donut, un hermoso bucle eterno.

El propio J Dilla quiso rebajarle el misticismo al proyecto: «Es sólo una recopilación de las cosas que me parecieron demasiado para los raperos”. Pero lo cierto es que es posiblemente el proyecto instrumental más brillante y personal de la historia del rap. Un réquiem dedicado a su amor por la música en el que artesanalmente, gracias a un puñado de vinilos clásicos y su herramienta de sampleo preferida, la MPC-3000, consigue modificar el tiempo, expresar amor, pasión, intensidad, nostalgia, tristeza y finalmente aceptar su mortalidad y despedirse para siempre.

Escucha aquí Donuts, de J Dilla

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