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TENNIS – SWIMMER

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Si uno piensa en el mito doo wop y en cómo esas melodías algodonadas a varias voces acabaron cristalizando en la explosión de la Motown parece obvia la evolución temática del pop según los referentes. Del ligeramente frívolo canto a los sweet sixteen hasta el torbellino pasional de las voces negras de finales de los sesenta. Si lo estiramos un poco más, hasta ese pop más refinado y en ocasiones autocompasivo de figuras como Dusty Springfield.

En toda esa línea el amor es un tema central, es verdad, pero desde distintas perspectivas que se fueron allanando el camino unas a otras. La forma de los estadounidenses Tennis de entender y reinventar todo ese pop clásico ha pasado siempre por la supremacía de la melodía, la suavidad de los ritmos y la vanidad en las armonías, los arreglos y la producción. Pero aun con referentes tan claros, en el ámbito temático han conseguido sortear todos esos clichés clásicos y crear los suyos propios. Ello cimentando toda una discografía en los vaivenes del amor marital.

El hecho de que Alaina Moore y Patrick Riley sean pareja (matrimonio concretamente) siempre ha formado parte, para bien o para mal, de todo el escenario de Tennis. Lo interesante es la forma en la que su evolución como pareja ha servido para hacer evolucionar conceptualmente lo que su música simboliza. Las preocupaciones inherentes a la vida en matrimonio que surcan su nuevo álbum dice mucho de ello.

Swimmer (2020), su quinto álbum, repite fórmula pero la evolución es, como siempre, envidiable. Los ligeros matices lo-fi de discos anteriores parecen desaparecer en favor de un bedroom pop más brillante, aunque la producción es, obviamente ostentosa. Esta sin embargo no desentona, sino que es especialmente adecuada en esta ocasión. El pop de Tennis, está hecho para gustar y Swimmer cumple con su cupo de singles de una manera sobresaliente jugando con los contrastes para construir un disco homogéneo y variado.

Todo ello podría resumirse perfectamente en Need Your Love, un registro ligeramente diferente por su gusto por ese ritmo retorcido a través de la batería y el piano. No solo ello sino el dominio de registros de Moore y una instrumentación sencilla pero efectiva la hacen una de las mejores de toda la discografía del grupo. En esta línea sigue también Runner, single absoluto en el que el ritmo de bajo y batería juega un papel primordial en la evolución de la canción.

Sin embargo, es el juego que no deja de proponer la voz, la sincronía de los teclados y la suavidad con la que entran las guitarras los que acaban poniéndole la cima al álbum, tanto en este corte como en otros. En esa segunda mitad de Runner está resumida toda la magia que es capaz de crear el dúo, aunque rivaliza directamente con la progresiva sofisticación de Swimmer.

Es obvio que en un estilo en el que las melodías vocales y las armonías azucaradas están al frente las novedades tardan en cuajar. A pesar de ello, son pequeños beats electrónicos por aquí o nuevas sonoridades por allá lo que van añadiendo valor. Ocurre en How To Forgive o en I’ll Haunt You. Mientras tanto la voz de Moore se consolida en el mejor momento de su carrera, luciéndose como nunca desde los medios tiempos arquetípicos del grupo como Tender as a Tomb hasta las más “arriesgadas” como Need Your Love.

En Swimmer la música de Tennis ya no es esa llama pasional de sus principios, en los que la ilusión desmesurada y los mitos amorosos entroncaban con aquel pop clásico de armonías vocales. Aquí están todas las preocupaciones, todos los estímulos externos que agrietan todas las relaciones personales a pesar de lo que haya dentro. Lejos de ser una guía sobre como sobrevivir a ellos, se presenta como un observador paciente que se alimenta de todo ello.

En ese punto lo más brillante es que lo hace con un envoltorio luminoso, recargado y sincero a partes iguales. Una forma de hacer gala de ese mantra de canciones felices sobre temas tristes que supuso la auténtica revolución del pop de los cincuenta y sesenta. En Echoes está la mejor forma de entenderlo, con un ligero matiz surf a través del que guitarra y voz envuelven la historia de la hospitalización de Moore durante la última gira de la banda.

Es la forma de jugar con las armonías y los sentimientos que generan las mismas lo que hace diferente a Tennis, llevando su viejo pop de progresiones de acordes obvias a algo incluso sofisticado en su imperfección. Un simple sentimiento nostálgico que hace que todo lo presente se convierta en tan insignificante como el pasado y una simple retorsión de melodía te ponga los pelos de punta.

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