Strange Creatures resulta un nombre adecuado para el tercer álbum de estudio de Drenge debido a la extrañeza que genera su simple escucha. Los ingleses regresan cuatro años después del notable y aclamado Undertow con un trabajo muy poco inspirado en el que desenfundan los sintetizadores y dejan atrás la etiqueta de garage rock.
Los hermanos Loveless, el letrista, cantante y guitarrista Eoin y el batería Rory, siguen comandando el proyecto con la aportación del bajista Rob Grayham. En 2018 regalaron un EP a sus seguidores para apaciguar la espera (su single Autonomy se incluye en el nuevo esfuerzo) y lo cierto es que dice mucho que aquel pequeño trabajo sea más remarcable que su reciente novedad.
Hay poco que se pueda destacar de este intento fallido de evolución. La inclusión de los sintetizadores no les sienta nada bien y dejan momentos ridículos y chirriantes en los pequeños detalles que salpican temas como This Dance o la mencionada Autonomy. Teenage Love parece sacada de la banda sonora de una space opera de bajo presupuesto y rebajado gusto.
Asimismo, las melodías rock esbozadas sobre todo por los arreglos de guitarra suenan sobadas, agotadas y repetitivas. Sin gancho, el disco pasa sin pena ni gloria y se olvida todo recuerdo al terminar la escucha. Se suman además momentos incomprensibles y desubicados como el instante “crooner” de Prom Night o ese noise industrial que abre el trabajo y que resulta finalmente de lo más destacado.
El “rapeo” de Eoin y un ritmo constante abren Bonfire of the City Boys, cuyos instrumentales sobresalen con facilidad. Aquí ya encontramos una de las señas de identidad de Drenge y que, afortunadamente, no se pierde en la deriva de este tercer LP. Eoin continúa siendo un letrista único capaz de contar historias misteriosas, bizarras y que incorporan gente solitaria, diferente y pintoresca.
“Soy el dado y me estoy quedando sin suerte”, canta en Never See The Signs, un resultón synth rock que junto a la noctámbula Avalanches son los dos momentos en los que mejor plasman sus nuevos elementos sintéticos. No están tan afortunados al salpicar de sonidos cibernéticos la canción que da nombre al disco ni al incluir esos coros desagradables y artificiales en el inicio de When I Look Into Your Eyes. ¿Se puede cerrar peor un álbum?
En definitiva, Drenge han arriesgado para Strange Creatures, pero no han acertado en la ejecución. Poco se puede salvar de la quema en un trabajo muy inferior a sus dos primeros larga duraciones y que me hace preguntarme, ¿quién les ha regalado los sintetizadores a los Loveless? Extrañas criaturas, seguro.