Todos los amantes del rock and roll conocen a Imelda May como esa cantante dublinesa que a través de varios discos ha dado voz y estilo a un nuevo surgimiento del rock and roll, del blues y del rockabilly. Discos como No Turning Back (2003) o Mayhem (2010), entre otros, han permitido mover el esqueleto a miles de fans con el sonido de los 50. Pero Imelda May no es sólo eso, como artista ambiciosa ha necesitado evolucionar a fin de no caer en su propio estancamiento. La dama del tupé bicolor ha roto definitivamente el cascarón que la afamaba, y ha apostado hacia nuevos engranajes musicales. Su anterior disco, Life Love Flesh Blood (2017), ya marcó el inicio de esta transformación. Y es que a veces los cambios se tercian inevitables y más cuando el objetivo es librarse de etiquetas agotadas y se incrementa la necesidad de subir audiencias. El problema viene cuando no se consigue exitosamente.
11 Past The Hour es un álbum irregular que, pudiendo haber sido una maravilla, se ha quedado corto. Eso sí, refleja de forma diferente el sonido al que nos tenía acostumbrados May desde su anterior entrega. Cabe recordar que, cuando llevas mucho tiempo ofreciendo un estilo determinado, los cambios no suelen resultar demasiado receptivos, sobre todo para aquellas audiencias que valoran a un artista según sus propias expectativas y costumbres. Dar pasos en otra dirección requiere valentía y reconocimiento, y a veces no es comprensible, pues como solía decir Alphonse de Lamartine, «la crítica muchas veces es la fuerza del impotente». Pero vayamos al grano.
Después de tres años de ausencia discográfica, Imelda May ha regresado al mercado contra viento y marea, desafiando fans y retos y opiniones. Su nuevo álbum 11 Past The Hour es el sexto de estudio y ya está a la venta desde el 24 de abril del presente año. Imelda May cuenta esta vez con las valiosas colaboraciones de músicos de alto linaje, como Ronnie Wood (The Rolling Stones), Noel Gallagher1 (Oasis), Miles Kane (The Last Shadow Puppets), Gina Martin (activista y autora británica), Niall McNamee (actor, músico y novio de Imelda) y la Dra. Shola Mos-Shogbamimu (abogada y autora). Como muy bien dice la propia May, “11 past the hour es mi verdad. Siempre compongo con sentido y desde mi corazón ya que esa es la razón por la que escribo, para conectar con mi propia historia, en cada momento particular. Espero, por tanto, conectar con los demás durante la suya, aunque sea sólo por un rato”.
El nuevo album de Imelda está compuesto, en su mayor parte, por el co-productor Tim Bran (London Grammar, Primal Scream) y el arreglista de cuerdas Davide Rossi (Coldplay, U2, Goldfrapp). El disco ha sido editado a través de Decca Records y es un claro «retorno de la artista a su ser más honesto a partir del cual homenajea sus raíces irlandesas con sonido y letras que rebosan gran inteligencia emocional, espiritualidad e intuición femenina».
Sin duda, estamos ante un disco valiente, aunque no redondo, pero que muestra a una nueva Imelda sumergida en la búsqueda de su verdadero yo, indagando en sus raíces irlandesas y entregada a un apasionado amor. No obstante, el disco no acaba de transformarse en un trabajo de lujo, pero a pesar de ello, comparto, en cierto punto, la opinión de Steve Horowitz: “Muchos fanáticos del rockabilly genuino han acusado a Imelda May de traicionar sus afectos debido a sus viajes exploratorios en diferentes géneros. Esto es una crítica tonta y engañosa ya que se debe alentar a los músicos a que se arriesguen y prueben cosas nuevas”. En este sentido Horowitz tiene razón, pero musicalmente el nuevo disco de Imelda May no logra dar en la diana.
Analicemos a continuación el disco canción por canción.
11 Past the Hour
Excelente tema. Me recuerda al sonido suspendido y ecográfico de Still Corners, donde esos áridos desiertos recorren las carreteras solitarias de las dunas y del sol anaranjado. Es un tema que sónicamente describe una paisajística que se envuelve majestuosamente bajo la voz sensual de Imelda. La melodía de la canción va cambiando a medida que va avanzando hacia un final de tintes cinematográficos. La entrada de guitarra a partir del minuto 2:30, es una auténtica gozada, una distorsión eléctrica que cruza las emociones bajo el peso de los registros vocales de la solista y de los arreglos clásicos. La letra es otro de sus puntos fuertes: “Olvida el mundo / Te sostendré en mis brazos / Mientras giramos / Esconde tu inocencia en todos tus pecados / Todo el amor del mundo / No será suficiente para ayudarte a navegar / A través de la tormenta que creaste de ti mismo”.
Breathe
Temazo y además tiene cierto aire a lo James Bond. May da libertad a una voz in crescendo que va erizando la piel hasta un final casi épico. La letra vuelve a ser crucial. Esta vez cuestiona el amor: «¿Qué eres tú? / Y el amor responde: ¿No puedes sentirme? / Estoy aquí, soy el que sostiene tu mano / Y te recuerda que no me olvides / Soy el cálido sentimiento en tu vientre cuando no sabes por qué”. Es una de mis canciones predilectas.
Made to Love (feat. Ron Wood, Gina Martin & Dr Shola Mos-Shogbamimu)
Tema de rock cañero, comercial, de estructura fácil pero que pega fuerte. No es original pero se deja oir. Teniendo en cuanta la participación del rollinstoniano, el tema podía haber dado más de sí. La letra nos habla una vez más del amor: “No tengas miedo de amar / Porque estamos hechos para amar / La vida ya es lo suficientemente dura”. Según la propia Imelda:“Escribí esta canción desde la perspectiva del amor mismo como un ser vivo y cuánto ha sufrido por simplemente ser. Asusta a algunos con el poder de su sencillez, pureza, verdad y belleza impresionante. Nos pone un espejo y solo a través de él podemos ver nuestro verdadero yo. Yo creo en el amor. Creo en luchar por el amor. Creo que estamos hechos para amar».
Different Kinds of Love
Comienza el bajón. Musicalmente no es nada salvo por el registro vocal de May. La letra es lo mejor: “Oímos el zumbido del calor en nuestra cabeza / Pero la luz del sol nos cegará / Soñando con noches y estrellas azules / y arena fresca como cama / Ella me dijo que las hojas siempre cambian de color / Y así aprendemos de cada amante que cubrimos / Mientras vamos a la deriva como círculos en el mar”. El resto del tema te deja completamente indiferente.
Diamonds
Otra canción blanda, aburrida, sin chispa, aunque la letra da cierto aire. Contiene reflexiones profundas como “No atrapes la luna por mí / No domestiques el mar embravecido / No necesitas pedirle un deseo a las estrellas / No tenemos que llegar tan lejos / Todo está bien donde estamos / Pero a veces duele saber lo que vale / Así que tenemos que cavar profundo / Hasta los diamantes que hay bajo nuestros pies”.
Don’t Let Me Stand On My Own (con Niall McNamee)
Más de lo mismo. La letra es lo único que destaca, el resto, planura total: “¿Puedes oír lo que estoy gritando en silencio? / Estoy perdido a lo grande / No soy un demonio / No soy un psicópata / No creo que sea un ángel / Pero los problemas me empujaron a caer / Ni siquiera has podido salvarme de Dios”.
What We Did in the Dark (feat. Miles Kane)
Con este tema depertamos del adormilamiento. Junto a Miles Kane, desarrolla una estructura sonora y melódica que busca entrar como una bala. La letra se muestra interesante en ciertas frases: “El juego de la lujuria es peligroso / Solo la luz de la luna sabe / lo que hicimos en la oscuridad / Sangre en la cama / Mientras me arrodillo ante tu cabeza / Deslizando la piel hacia la divinidad pecaminosa”.
Can’t Say
Volvemos a cer en el tedio musical. Está claro que este tipo de canciones no encajan para May, a excepción de Breathe, que siendo un tema relajado tiene la fuerza lirica y emocional de un obús. La letra es su mejor as: “Tengo que escribir un final / Para detener mi corazón de las palabras que no puedo soportar escuchar / Encontramos un mundo entero en la esquina de una puerta / Pero tengo que dejarte ir”.
Just One Kiss (Imelda May & Noel Gallagher)
Buen tema antes de finalizar el disco. Sensualidad bajo un ritmo marcado que logra un mejor estado emotivo tras los anteriores temas lentos. Los textos dejan clara su potencia: “Arrodíllate en mi sien / Bebe de mi pozo / es el único camino hacia abajo / Si te diriges al infierno / Mantén la cabeza en alto / Y mira mi eclipse lunar”.
Solace
Volvemos a la languidez forzada, aburrida, sin salsa, ni personalidad, un tema que recuerda a cientos de canciones de otros intérpretes comerciales que van y vienen como el aire sin dejar ningún tipo de sensación o huella. Una vez más, la letra es lo más destacable: “¿Eres la luna a la que podría girar una marea / Cuando el tirón es abrumador / Sin miedo a ahogarse en la oscuridad? / Cuando la fuerza es abrumadora / Está mi soledad en el enjambre que me rodea”.
Never Look Back
Parece que despierta una vez más de la somnolence que, sin ser un tema dorado, al menos cierra el disco de forma más propia. Bajo un ritmo muy sincopado y con arreglos orquestales, la canción va directa como una flecha entre ascendencias y pausas determinadas. La letra me encanta:“Soy una diosa / Una tonta / Una farsante / Soy tu madre / Tu hermana / Una serpiente / Soy una soñadora / Mirando fijamente / Tú eres la polilla / Yo soy la llama / Tú eres el jugador / Yo soy el juego / Yo soy tu futuro / El presente, el pasado / Nunca me olvides / Nunca mires atrás”.
Para concluir, hay que decir que el nuevo álbum de Imelda May hubiera sido fantástico sin estas baladas tan sosas que suenan excesivamente planas y estandarizadas. Falta más garra y originalidad. Lamentablemente, el disco no logra una media calificativa estrella. A pesar de ello, los temas que tienen mejor valoración marcan el camino que Imelda debería seguir, eso sí, sin bajar la potencia que siempre ha definido sus mejores temas y carrera musical. Ella es capaz de lograr eso y más, porque talento le sobra. Simplemente, hay que lograr que la inspiración no se quede corta y alcance el equilibrio que requiere un álbum, aunque debemos tener en cuenta que no hay artista que redondee todos sus trabajos con la máxima excelencia. Uno de los puntos más fuertes del nuevo trabajo de May es, sin duda alguna, las letras de las canciones junto a los temas mejor valorados. Sobre lo restante, mejor pasar página.
Recordemos que Imelda May posee una gran habilidad como narradora de historias poéticas y, asimismo, toca diversos instrumentos como el bodhrán (tambor irlandés), el bajo, la guitarra y la pandereta. A menudo ha sido descrita como como un talento vocal único y comparada con cantantes femeninas de jazz como Billie Holiday. En 2009 Imelda ganó el premio a la Mejor Artista Femenina del Año de Irlanda, concedido en la ceremonia de los Meteor Awards.