Mié 4 diciembre 2024

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JULIANA HATFIELD – WEIRD

Hay un disco que pasó inadvertido y más, teniendo en cuenta su autor,
Walter Schreifels. El ex (ojo a la lista) Gorilla Biscuits, Youth of Today, Quicksand y Rival Schools firmó en 2010 con A Letter Open to the Scene el mejor disco pequeño de power pop que personalmente haya escuchado nunca. En serio, si no lo habéis escuchado, no sabéis lo que digo. Pues bien, Juliana Hatfield mira con este Weird a los ojos a aquella joya oculta absolutamente maravillosa. Ambos son discos de pop, con acústicas en el caso de Walter dropeadas y con Sg a medio romper en manos de Juliana. Redondos hasta la obsesión, luminosos como un amanecer a pie playa o en la montaña. Espectaculares en la sencillez. Llenos de hits armados con sus voces y estribillos al dente. Hay que haber pateado mucho este mundo para lograr dos gemas similares. De hecho, como veis, les separan 9 años.

Stayin in es un resumen perfecto de lo que nos vamos encontrando en el nuevo trabajo de Juliana. una canción redonda con su voz doblada sin reparo. Pese a ser un temazo, hay mucho más en este Weird de 2019. Its so weird en cambio es reposada, a medio tiempo. Un cruce entre la inocencia de Ze Malibu Kids y sus cajas de ritmos y la Courtney Love de Malibú, Hollywood y playas soleadas, pero claro, en manos de Juliana, alguien mucho más, introvertida por ejemplo. Pop noventas. Sugar es quizá algo más psicodélica y dulce, sí, por qué no. Dulce psicodelia. Todo un curso de cómo montar una canción con tres partes: estrofas, estribillos y puentes. Puentes enormes. Todos resueltos para que la canción camine.

Everythings for sale es poprock si eso significa algo. Coros en los estribillos y baquetas aceleradas creando contrastes en los tiempos. Ese modelo de canción que nos hace cabecear desde hace treinta años sin perder la luminosidad del tono general del disco. Ligera en su base rítmica funciona de maravilla para que Juliana y su voz nos aporten algo de optimismo. All Right, Yeah es justo eso. Rock. Fuzz de germanio, voz arrastrada, fraseos vacilones, pandereta, «all right, yeah». Un caramelo dulce y ácido a la vez. Broken Doll parte de una progresión de acordes country, casi desnuda hasta que se viste para que el disco no decaiga. Un temazo que sólo se puede explicar tras treinta años de carrera en solitario, que no en soledad.

Si bien el disco es un buen trabajo Receiver es especial, será porque tiene una intro muy Pavement, será porque hay una melodía que me ha puesto los pelos como escarpias por recordarme al Weiland de Tiny Songs. Por su imaginativa capacidad a la hora de añadir baterías y percusiones fraseando a contra. Por arriesgarse en las notas. Por la forma en que entra esa distorsión. Una maravilla regada con teclados, sintes y ondas que van y vienen. Diversión en estado puro con guitarras grabadas y reproducidas al revés en mitad del desarrollo hasta que todo cruje. Otro hit a la mochila del 2019.

Lost ship después de algo así surca el álbum con una caja de ritmos muy marcada, sin disimulo en un lenguaje que Pj Harvey empleó en su Is This Desire?. Mss Hatfield emplea estos recursos para expresarse no de modo tan introspectivo pero sí cruda. Un trabajo de micrófonos bien colocados más que de aparatos millonarios. Sobresaliendo en esa balsa un arreglo de fuzz reventada muy mágico. Una fabulosa incorrección llena de libertad y de nuevo Weiland sobrevolando. Quizá él se inspirara en las melodías de ella.
Paid to Lie es su canción íntima. Fragilidad que se quiebra con la distorsión. Así es Weird, frágil pero luminoso. Frágil con distorsión. Frágil con cajas de ritmos. Frágil que cuando se arranca como banda funciona como un todo sin estridencias y algunas licencias de libertad. Una compositora mayúscula desde la sencillez y la honestidad.

No Meaning y Do It Music cierran el disco. Sonido grunge en su faceta pop. Sí, más allá del power pop hay un poso en este disco de una superviviente de los noventa y la Mtv que todo fagocitaba. Otro tema memorable con acústicas rasgadas y eléctricas en diversos planos. Un acierto mayúsculo en el que nada sobra con esa fórmula entre los dos minutos y medio y los tres minutos y medio. Como broche Do It Music, ella, sus auriculares y la guitarra. Ella y sus cuerdas vocales. Eso que le salva cuando alrededor nada funciona y es difícilmente comprensible. Ella, luchadora e inconformista. Toda una vida de composiciones, escenarios, noches, viajes y sonrisas.