Si seguís esta nuestra sagrada web de contenido musical sabréis de sobra el amor que profesamos por la banda de Sacha Got y Marlon Magnée. La Femme son una de las bandas más interesantes, ricas y desconcertantes de la última década. Han sido capaces de transitar por la electrónica dadá de Psycho Tropical Berlin (2013), por la psicodelia y el surrealismo de Mystére (2016) y la vanguardia de Paradigmes (2021).
Fue una banda a la que la pandemia terminó de encumbrar, y con la que salimos del confinamiento. Teatro Lúcido (2022) fue más allá de una consagración, fue la constatación de que son capaces de hacer bien cualquier cosa. De imprimir algo tremendamente emotivo a cualquier estilo. Una clase magistral de hacer música, y en un disco íntegramente en español. En un español mucho más que digno. Un monumento a la música hispanoamericana.
Quizá por eso aceptamos el experimento que fue París-Hawaï (2023), que tenemos que admitir, no lo entendimos muy bien. Y este 2024 llega Rock Machine, un paso más en la carrera de los franceses. Aunque esta vez no está muy claro si es un paso adelante o en falso.
Siguiendo con las metáforas espaciales, si Teatro Lúcido abría una puerta a un mundo nuevo, inmenso, probablemente desconocido e incluso denostado por muchos, este Rock Machine da la impresión de poner un filtro a ese vasto lugar que exploraron en 2023. Esta vez, los franceses transitan por el pop electrónico ochentero, el más comercial posible, una electrónica sandunguera de discoteca de tarde de la Costa del Sol.
Esta vez en inglés, han abrazado con más fuerza aún su faceta festiva, pero en este caso en esas fases de la noche en la que no pasa nada bueno. Atrás quedó la oscuridad de temas como Vagues o la lírica psicodélica de Psyzook y la elegancia de Nouvelle-Orleans. Han querido volver a los orígenes de Psycho Tropical Berlin con elementos de Teatro Lúcido, pero el resultado no termina de estar a la altura. El hedonismo resulta más cargante que reivindicativo. Y todo sin el exotismo del idioma francés o el español. Rock Machine es el primer disco en inglés íntegramente y, admitámoslo aunque nos duela, hace que La Femme suene convencional. O al menos todo lo convencional que La Femme puede sonar.
Tampoco debemos llevarnos las manos a la cabeza. Por separado, encontramos grandes temas. Clover Paradise es un tema pop electrónico muy interesante, posiblemente merecedor de las listas con lo mejor de la banda. Venus presagia una buena continuación que no termina de producirse, con recuerdos de otro de sus antiguos temas en inglés, Always the sun. Amazing es un precioso vals que cierra el disco con gaitas, novedad en el repertorio sonoro de la banda, y que da señas de lo que son capaces de llegar a hacer. Waiting in the dark tiene una especie de regusto infantil que resulta encantador y White Night es la sublimación del tecnopop. Pero curiosamente, queda la sensación de que el uso del inglés reviste con una cierta vulgaridad canciones de base sólida y potencial ilimitado, y de estar escuchando algo que hemos escuchado mil veces ya que no habíamos sentido jamás con La Femme.
Mención aparte merece I Gonna make a hit, una especie de broma musical que no termina de entenderse. No hace falta ser cruel, basta con decir que es un corte totalmente prescindible. Entendemos que la propia canción es una burla, a juzgar por la letra, de las composiciones de usar y tirar de la música comercial.
Por todo ello, resulta decepcionante que una banda que aspira siempre tan claramente al sobresaliente y a la perfección presente un trabajo merecedor de un simple “está bien”. Es la cara oscura de la excelencia, bajar el listón, voluntaria o involuntariamente. Rock Machine hará que muchos tuerzan el gesto. A pesar de todo, seguimos teniendo fe en La Femme. Con todo lo que nos han dado.