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MELENAS – DÍAS RAROS

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De entre todas las propuestas nacionales de ese garage pop de guitarras crudas y cierta languidez rítmica de los últimos años Melenas es, sin dudas, la que más sincera me parece. Son la mezcla perfecta entre pura realidad cotidiana y ensoñación, sensaciones transmitidas con una suavidad y a la vez una dureza que se hace innegable, precisamente porque cuando te das cuenta ya ha pasado.

Aunque seguramente se lleven etiquetas como la de «nostálgicas», la verdad es que la nostalgia de las pamplonicas responde más a echar de menos algo que no está pasando —y debería estar pasando— en este momento que a lo que ya pasó. Eso coloca a su segundo álbum, este Días raros (2020), en manos de una especie de narrador omnisciente de esa nostalgia retroactiva de sentimientos encontrados.

Esto significa que el sonido de Melenas, a pesar de continuar con el de su debut homónimo, se encuentra en una tierra de nadie entre el pasado y el presente. Con unas referencias inabarcables que van desde la psicodelia de la costa oeste hasta el post-punk más introspectivo de principios de los ochenta. Sucio y romántico a la vez, antiguo y moderno, aún más en sintonía con los cercanos Kokoshca.

Días raros parece sonar con un filtro de foto analógica, con una producción de la que resulta un todo orgánico. Esto lo hace menos inmediato que su predecesor pero más consistente, con una sensación de algo difuso detrás de la que se esconde una nitidez y definición mucho más trabajada.

A ello ayuda también la evolución compositiva del grupo, que brilla en todas las canciones del álbum pero sobre todo en algunas como Primer tiempo, El tiempo ha pasado o En Madrid. Aunque las guitarras siguen siendo marca de la casa y remarcan los cortes más inmediatos (No puedo pensar, Tres segundos), los teclados adquieren aquí un mayor protagonismo, siempre mirando a un sonido gastado y nostálgico.

En esta línea, Primer tiempo suena como un burbujeo constante en el que los teclados se sobreponen al ritmo impulsando diferentes pasajes con un sentimiento concreto que acaba recordándome a Old world de The Modern Lovers. Este enfoque le da cierto sonido clásico al grupo que le sienta muy bien. En El tiempo ha pasado, el diálogo entre guitarra y teclado va haciendo evolucionar la canción entre esas imágenes con cierta sensación de trance en medio de una ruptura. La imagino con el contexto del verano en la ciudad, las fachadas recalentadas al sol y pasar la pena en una habitación con las persianas hasta abajo.

Los punteos ocasionales de guitarra y los intervalos también ayudan a esa evolución en las canciones, como en 29 grados o Despertar, con una fuerte influencia de psicodelia surf que coloca al grupo muy cerca de La Luz. La actitud contemplativa se alterna con cortes más directos, de ritmos y bajo muy protagonistas (Los alemanes, Ciencia ficción, Ya no es verano).

En esta relajación de la zona de confort es donde Dias raros brilla más, haciendo a Ciencia ficción por ejemplo una de las más destacadas del disco junto a Primer tiempo, No puedo pensar o En Madrid. Esta última requiere una mención especial por esos aires de clásico instantáneo y por reflejar a la perfección el sentimiento del álbum.

En un momento en el que los «días raros» están en boca de todo el mundo con un matiz un poco condescendiente, estos días raros de Melenas se retratan como días atemporales, con sensibilidad pero sin moralejas facilonas. Quizá por su portada o quizá por su sonido granuloso, muchas escenas de este álbum las visualizo bajo una luz de final de verano difusa y reconfortante. Por ello me da la sensación de que es un momento que, aun con lo bueno y lo malo, vale la pena no rechazarlo sino vivirlo e incluso recordar con cierta nostalgia.

Escucha el nuevo álbum de Melenas, ‘Días Raros’

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