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MONTEPERDIDO – MONTEPERDIDO

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«Queríamos gritar, pero nos salió esto». Mi cerebro recordaba haber leído esta frase en alguno de los posts que Monteperdido publicaban junto a su debut homónimo el pasado mes de diciembre. Tras media hora buscando en sus redes no encuentro nada que sustente mi recuerdo —¿quizás fue un story? ¿una entrevista que leí?— pero, por el bien de esta crítica, confiaré en mi truncada memoria y en esa frase que quedó clavada en mi mente: «Queríamos gritar, pero nos salió esto».

Aunque no hay nada como unos buenos cuantos gritos para desahogarse, muchas veces uno no puede controlar cómo expresa el dolor, la ira o el desgarro. Emociones que también pueden visceralizarse mediante letras crudas y transparentes, riffs eufóricos, melodías brillantes y una voz punzante y alargada, donde la procesión va por dentro pero acaba saliendo a borbotones. Pop y ruido. Pop y violencia. Ingredientes que se encuentran todos en el debut de Monteperdido, un disco que bebe de la experiencia en varios géneros —desde el folk al screamo o el punk pop— de sus integrantes: Bego (Ordesa), Tomás (Ordesa, Yawners), Willy, Daniel (ambos de Descubriendo a Mr. Mime) y Diego (Poor Walter).

El disco, que dura 23 minutos, fue grabado en diciembre de 2019 en Cal Pau, por Borja de Ultramarinos Costa Brava. «Fue un proceso muy lento porque somos personas muy distintas aunque tengamos puntos en común», nos explicó la banda en una entrevista.

Al vivir los cinco miembros en distintas ciudades de las dos Castillas, el proceso previo estuvo muy vertebrado por la distancia: «Nos juntábamos en Madrid. Bego venía desde Toledo los findes y Diego desde Salamanca una vez al mes. Poco a poco íbamos juntando en el local lo que nos inventábamos en casa. A veces nos pasábamos audios o videos para enseñarnos partes, arreglos y voces, y así poder trabajar encima de ello por separado y aprovechar mejor el tiempo juntxs.» El lanzamiento de este debut estaba preparado para mayo de 2020, pero con la pandemia se trastocaron los planes. Al final, lo sacaron cerca de Navidad porque «ya no podían más.»

A través de sus siete temas, Monteperdido nos introduce en historias de vida, sobre un sonido que bebe de influencias que van desde el indie hasta el punk rock o el screamo. «Más que grupos, podría decirse que nos basamos en discos. Algunos de ellos son: Hungry Ghost de Violent Soho, Hills End de DMA’s, el mitiquísimo homónimo de Masshysteri y el Nada, Corre, Vuela de Allfits, pero hay algunos más y son todos muy nostálgicos», nos comentaron.

El disco abre con La Distancia, elegía a una amistad algo explosiva. Como un perfecto entrante, el tema se construye y nos presenta los elementos que irán y vendrán en los seis temas siguientes: la voz de Bego, primero sola, luego acompañada; motivos de poso emo, guitarrazos y un ritmo incesante marcado por la percusión. Un puzzle al que se irán añadiendo otras influencias y pegadas, más luminosas o más ruidosas, hasta cerrar con la euforia punk pop de Otra Fiesta.

Las experiencias personales, sin tapujos, constituyen gran parte de la esencia del disco. El Balcón —segundo single— es un «¡púdrete!» hacia un ex novio, violador y maltratador: Sé que te acuerdas de / todo lo que pasó / me cuesta creer que hoy / seas alguien mejor / me da pena tu mujer / ojalá te tire por el balcón / me parecería bien / me gustaría que no existieras.

Letras muy directas y transparentes que se alejan del lenguaje metafórico que caracterizaba a Ordesa, para reflejar situaciones amargas y fantasear numerosas veces con la violencia. Ojalá hubiese quemado cada rincón de tu casa / quemado cada rincón de tu cama / es poco para lo que mereces, canta Bego en Odio la Música. «Para las letras, Bego ha escrito acerca de sus vivencias y sentimientos sobre el amor, el sexo, lo festivo y hacerse mayor,» nos comentaba la banda en entrevista.

Edad de Oro mira con añoranza a la época universitaria. La Distancia habla sobre una amistad casi extinta. Y hay hueco para temas más distendidos, como Tarot, de ritmo más liviano y melodía angulosa, que habla acerca de la astrología como arma de ligue.

Un recurso arrollador que brota en el disco es el encuentro entre el silencio y el ruido, entre las líneas melódicas que serpentean las canciones y el colchón sonoro que las soporta. O entre la línea vocal de Bego y los coros de toda la banda, como ocurre en La Distancia o Me Tumbas, Me Matas, generando momentos de auténtica camaradería, de arropamiento ante los males que las letras empujan al exterior. Un espíritu que, de hecho, también transmite el videoclip de El Balcón.

La voz de Bego dirige la narrativa, alzándose entre las cortinas de enérgicos e hipnotizantes riffs (a veces más pop, a veces más punk, coqueteando con el emo). Es un timbre peculiar y de poso lírico, familiar para los que conocíamos Ordesa, que contrasta con el ruido. Predomina una actitud combativa, determinada, pero también hay hueco para un tono más nostálgico y sosegado –en Tarot, algunos momentos de Edad de Oro—.

El debut de Monteperdido es un disco sensible, de melodías cálidas pero oscuras, de motivos sonoros que suenan familiares pero encuentran un nuevo punto a cada giro. Un trabajo orgánico y matizado, construido como un encuentro de influencias y una sugerente muestra de todo lo que estos cinco músicos tienen para ofrecer, abriendo las puertas hacia lo que está por venir en el (esperemos) más luminoso mundo post pandemia.

Escucha aquí el disco al completo

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