Lun 20 enero 2025

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Neuman – Waterhole

Reposado, íntimo y maduro podrían ser los tres adjetivos que mejor definen Waterhole (2023), el último trabajo de Neuman
Y es que, desde el anterior disco Crashpad (2017) han pasado nada menos que 5 años, en los que el proyecto musical encabezado por el cantante, productor y multinstrumentista Paco Román, ha invertido su esfuerzo por conseguir una obra redonda -más-.

Si por algo se caracteriza la trayectoria de Neuman es por el exquisito cuidado en los detalles de los que dotan a sus trabajos, grabados con mimo, en casa, en formato analógico, y por supuesto por la capacidad de conceder a sus piezas una emotividad y desgarro íntimo de los que es imposible no contagiarse. Precisamente por hacerlo de manera «artesanal» (como el propio Paco detalla en la charla que tuvimos con él hace unos días) es por lo que la elaboración de este trabajo ha sido distendida, a fuego lento.

En este disco, las pistas son llamativamente extensas: ninguna es inferior a los cuatro minutos y hay dos de ellas que superan los siete. Pero a pesar de lo peligroso que puede parecer hablar de largas duraciones, en los que sería muy fácil caer en virtuosismos excusables, aquí sucede la magia y no sobra absolutamente nada. De hecho, cuando llegas al final de la grabación, sientes que has hecho un viaje plácido cuyo fin no esperabas tan pronto. 

Waterhole abre con Recovered Files, canción «dividida» en dos partes: está estructurada en base a dos sonidos diferenciados. En la primera podríamos acotarla en torno a los 4 primeros minutos, con un sonido minimalista, reposado, que guarda la esencia de su carácter. Desde ese momento, la canción va in crescendo hasta explotar en una apoteosis de guitarra eléctrica como principal protagonista que inunda prácticamente los últimos 2 minutos de la canción, que como signo de originalidad, acaba abruptamente. Como curiosidad, pueden encontrarse similitudes a modo de continuidad (sobre todo en la melodía de fondo de la primera parte) con la canción Deleted Files del disco anterior Crashpad (2017), y cuyo título mismo sirve como guiño. 

A continuación comienza The City of Love, canción que los de Granada nos regalaron en plena época de confinamiento en 2020 a modo de canto a la esperanza, con un ritmo alegre y una esencia muy brit-pop a lo The Beatles que se queda pegada en la cabeza y que hace una pausa en el sonido predominantemente intimista de las demás canciones. 

Sin duda Three Of Us, la tercera pista, es la más extensa con 8:27 minutos de duración. Es también la guinda del pastel, convirtiéndose en una de esas canciones que a cada escucha se hacen más grandes en la conciencia, en la cabeza y también en el pecho. Comienza con un ritmo lento al son de un piano que envuelve y que deriva en una comunión de batería y guitarra desgarradoras que pone los pelos de punta a modo de las grandes piezas de rock. 

Por su parte George sigue una estructura bastante regular con unos acordes de guitarra que se repiten a lo largo de toda la pista, alternándose con una batería y un bajo que marcan de nuevo un ritmo que retoma los aires brit-pop, siendo una canción de transición fácil de escuchar. En esa misma dirección camina Baby the Sunrise cuyo estribillo invita a acompañarse en un tarareo muy pegadizo y repetido. 

Hacia el final del disco, sorprende la ceremoniosa Untitled que a ratos dibuja en la mente un sonido sixties que nos hace recordar a The Righteous Brothers, y a ratos la melodía propia de una BSO, exquisitamente cuidada y compleja, introduciendo orquestación.

En una sintonía parecida, New Year comienza con piano y una voz que acuna, especialmente melancólica, hasta que en el segundo minuto se incorpora la guitarra y unos coros que de nuevo sugieren un sonido sixties que va guiando la canción hacia el final en un baile lento. 

Para finalizar y despedir la travesía, la canción que presta su nombre al disco, Waterhole, es un abrazo entre voz y piano en el que no se echa en falta el uso de otros instrumentos, ni siquiera la guitarra que ha protagonizado gran parte de su sonido. Es una conclusión elegante, delicada y al tiempo intensa, que deja un nudo en la garganta.

Por descontado, el esmero que los de Neuman han dedicado a confeccionar este último trabajo hace entender la calma y la espera que han acompañado. De otra manera, hubiera sido mucho más difícil hallar la fórmula exacta entre intimidad madura y electricidad que han conseguido en Waterhole (2023), sin renunciar a su sonido característico que todos tenemos grabado en la mente forjado con su temprana e icónica Turn It (de su primer álbum If, 2014)Lo que no puede negarse es que este trabajo es el más personal de todos los que han hecho, puesto de relieve tanto en la composición, como en sonido y letras.

Por eso, una buena manera de disfrutar e interiorizar este álbum es a solas, en la penumbra de la tarde y con un café entre las manos. En calma y sin prisa por entenderlo a la primera. Debemos estar con los sentidos abiertos para dejar que nos inunde poco a poco, y sentir este viaje de 43 minutos y 5 segundos que a pesar de ser musicalmente distinto y más complejo, no deja para nada indiferente.

Escucha Waterhole (2023) de Neuman

Eva A. Gómez-Calcerrada
Eva A. Gómez-Calcerrada
Vivo rodeada de canciones y de melodías desde que tengo uso de razón. Perpetua enamorada de la música y sus palabras.
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