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PUP – MORBID STUFF

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PUP nos recuerda con su disco Morbid Stuff el triunfo que estamos viviendo. Los medios huyen de ese sonido hegemónico que reinó a principios de la década. Gracias al eclecticismo del gusto actual ya no convertimos en un compartimento estanco cada género. Por eso estamos pudiendo ver bandas como PUP, Car Seat Headrest, Slaves o Idles triunfar más allá de los adeptos a estos sonidos más duros.

En el caso de la banda canadiense consiguen en su tercer disco optimizar todas las virtudes que ya vimos anteriormente. Baterías enormes y riff juguetones a los que ponen la guinda melodías vocales perfectas. Todo ello con un marcado carácter nihilista y mucho sentido del humor que podemos ver ya en la portada.

El disco comienza con Morbid Stuff en el que vemos el sonido habitual en la banda con una gran declaración de intenciones. Un disco que empieza con la letra “I was bored as fuck“ no puede decepcionar.

Después han colocado Kids, que fue elegida como adelanto del disco y que probablemente sea la más destacada de este trabajo desde las primeras notas. Una canción redonda de principio a fin. Free at last continúa un poco la línea del garaje de los 90’s que está muy presente a lo largo de todo el disco, estribillos de power pop y solos con carácter.

See you at your funeral es otra declaración de intenciones con un mensaje muy claro. Parece que las rupturas inspiran a los chicos de PUP y gracias a ello han hecho un estribillo coreable que es de lo mejor del disco. Además se han permitido el lujo de terminarlo con un pasaje instrumental muy lejos de su sonoridad habitual, con sintetizador y algún instrumento acústico.

Aquí se hace más importante que nunca señalar una de las fortalezas de la banda: su control de las dinámicas. Son capaces de jugar con la intensidad de las partes de la canción con maestría, lo que resulta en auténticos subidones y canciones que siempre tienen elementos novedosos. Mención especial a las maravillosas baterías, calidad y precisión siempre al servicio de la canción.

Scorpion Hill comienza la línea del final de la canción anterior, con una introducción tranquila y suave. Pero no caemos en la trampa, porque PUP no es esa clase de banda, no hay sitio para medios tiempos. Acto seguido esta canción despega con sus guitarras habituales y un ritmo acelerado con unas baterías marca de la casa.

Closure es otro himno que parece diseñado para ser cantado a capella por un estadio entero. La banda canadiense parece empeñada en que cada uno de los estribillos que forman el disco sean únicos y coreables y en muchas ocasiones lo consigue.

Bloody Mary, Kate and Ashley tiene otra letra llena de sentido del humor, como es habitual. “This must be some kinda mistake. A trick of the eyes, or the drugs that I’m taking. Do you prefer Ashley or Mary Kate?”.  En otras como Sibling Rivalry vemos un punto de ira hasta cierto punto liberadora y en parte cómica, cortesía de Stefan Babcock.

A pesar de que el final del álbum se va acercando, no nos dan ni un pequeño respiro, con la prescindible Full Blown Meltdown, que no consigue acercarse al (notable) nivel del disco. Con Bare Hands volvemos a encontrarnos una gran canción, en este caso con uno de los mejores estribillos del álbum y un final grandioso que enseña un registro diferente al que nos acostumbran.

City es quizá la canción más arriesgada y la elegida para cerrar este disco. Aquí encontramos esos cambios de dinámicas de forma más extrema que nunca. Los primeros minutos son tranquilos, sorprendentes por su escasa potencia. ¿Y después? La catarsis, acoples de guitarra estruendosos, una batería desatada y todo lo necesario para componer un final en la línea de PUP, acabando en alto.

Un disco con el que querrás hacer pogos, corear y abrazar a Stefan Babcock, todo a la vez. Una inyección de energía que les consolida como una banda referente en el punk rock actual.

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