InicioDiscosRöyksopp - Profound Mysteries III

Röyksopp – Profound Mysteries III

-

En palabras de ellos, Profound Mysteries es un universo creativo expandido. Un deseo conceptual prodigioso en lugar de un proyecto tradicional llamado álbum. Siguiendo sus dos anteriores fragmentos, su amanecer y mediodía, el disco vuelve a mimetizarse con 10 temas musicales (cada uno encarnado por un artefacto construido por Zawanda), y otros 10 cortometrajes producidos por Bacon. Esta tercera parte se basa, una vez, más en un downtempo glacial que se mueve entre la luz y la oscuridad. Posiblemente algo más íntimo y reflexivo, pero reconociendo en todo momento su espectro sonoro. Asistiendo a esta nueva ofrenda, no podríamos considerar este tercer gesto como un disco con todas sus palabras, sino que esta pieza pertenece a un sistema solar mayor, en el que deberíamos alejarnos para contemplar la obra completa.

Con un punteo de guitarra y una base solemne, la temblorosa voz de Jamie Irrepresible se abre camino en este tercer misterio, So Ambiguous inaugura un viaje indeterminado y oscuro, mucho más introspectivo que sus predecesores. Con una articulación dolorida y pesada, su halo se arrastra sobre una manta de cuerdas majestuosas, haciendo tiritar el color de una cortinilla metálica. Un latido suena en su interior, cálido y hogareño, donde al fondo brilla un ingenioso piano al compás de unas delicadas flautas, con esos coros muy a la sombra de I Just Don’t Understand You, de lo que fue aquel inevitable final.

Tras una apertura tan cautivadora, lamentablemente le sigue una fórmula extrañamente reconocida, Me&Youphoria es otra mueca eurodance con beats que suenan realmente contundentes, pero con un estribillo nada sorpresivo, y quizá algo manido. Un cachivache dance que no nos provocará ningún riesgo examinarlo de cerca. Cabe decir que a la larga funciona, eficaz en nuestros tarareos futuros, pero al poco nos asaltará una pequeña curiosidad. La invisibilidad que se le ha dado a este featuring, ¿por qué se ha ocultado esta colaboración junto a la artista Gunhild Ramsay Kovacs? Así como con todos los otros invitados aparecen abiertamente en los créditos, aquí no se resuelve de la misma manera. Pero más allá de este traspié, nos encontraremos que metódicamente la pieza se tambalea con un corte sencillo y bailable. Es posible que entre toda la bruma electrónica encontremos algún teclado que rimaría perfectamente con un algún verso italo-disco, pero observaremos que no contiene esa luz que intentaríamos buscar al final de una resolución como esta.

Tanto Svein Berge como Tobjørn Brundtland, fueron inteligentes con la manera de aterrizar este misterio en nuestro planeta. Sabían que si directamente lanzaban un disco con 30 temas, se desperdiciarían más de sus dos terceras partes. Por esa razón, el procedimiento con el que se ha ido desvelando el interrogante a lo largo del año, progresivamente, desenredando el ovillo, nos ha ido descubriendo tres intervalos que podríamos considerarlos como disco, y a su vez, contemplarlos sobre una misma era. Y que en realidad, la calidad ha ido aumentando a medida que nos aproximábamos hacia el final. Así como la primera parte desenterrábamos un recuerdo abrupto e insustancial, salpimentado por algunas raíces memorables. Y una segunda parte mucho más rápida y enérgica, donde orbitaba alrededor del pop y el dance. Este fragmento suena más espiritual y cohesivo, donde hallamos abstracciones mucho más largas y densas, con una atmósfera algo más cuidada. Quizá porque veamos el final cerca, y le demos un sentido mayor, pero es cierto que aquí habitan recuerdos mucho más apacibles y melancólicos; desvelando esa cara oculta de la luna de Röyksopp.

Dentro de esta angulada estructura, Svein Berge (mitad Röyksopp) se abre paso de una manera placentera y melancólica, construyendo un poliedro electropop llamado Stay Awhile. Una amistad que nos recibirá con un bucólico enamoramiento. Susanne Sundfør nos compensará en el instante más acertado con su familiaridad, para luego unirse a la voz de Svein. Una armonía que será recordada de los mejores momentos de este largo misterio.

Más adelante, entre beats mucho más cuadrados y pulsaciones más pesadas, hermana de Control, encontramos una gran maquinaria de una oscuridad oceánica, ese segundo tema de Alison Goldfrapp que se nos ocultaba. The Night es una remodelación astral de The Telephone Call de Kraftwerk, donde la suave voz de la inglesa suaviza esas aristas techno, con joyería lunar. Röyksopp se expande en el frío y alejado espacio, adentrándonos en la soledad del universo. Aunque podremos agarrarnos en algún saliente de Sayit, el tema se convierte en una traslación cósmica y mecánica, entre depresiones ambient y sonidos puramente sintéticos. Una combinación única, alineando una serie de astros para saciar el sueño de la electrónica actual.

Los temas se crearon simultáneamente, sin ningún orden específico. La escritura se difuminaba pero siempre tenían claro a qué rincón pertenecía. Querían que el primero fuera una lenta introducción, una presentación del proyecto y fuera algo disperso. Que el segundo fuera más directo y conciso, y que al tercero se le acompañara ese sentimiento de final y ocaso. Eso sí, cada tema se producía con el pensamiento de qué cantante iba a estar en el tema. Se adaptaba, se moldeaba, y se escribía conjuntamente, preocupándose de darle la importancia adecuada al invitado. El grupo noruego ha ido invitando a diferentes colaboradores a lo largo de su discografía, han ido evolucionando, cambiando de artistas, y para este proyecto quisieron reunirse con todos aquellos que pudieran entender este misterio. Es lejos a lo que fue Senior, donde íntegramente fue instrumental, y entendemos que es el camino atemporal por el que Röyksopp ahora quiere avanzar.

Tal y como la luz puede cambiar la apariencia de un objeto que está siendo iluminado, Röyksopp apaga las luces de su nave para que podamos sentirlos desde un ángulo muy diferente a lo que ellos nos han mostrado este año. La ceremoniosa y anémica Lights Out disminuye nuestra respiración con un pulso bien marcado. Como si la nave se perdiera en la inmensidad del universo, se manifiesta una nebulosa que ya no recordábamos que podíamos saborear en la oscuridad, siendo la calma y nuestros delirios poéticos a media luz. Los susurros de Pixx recordarían a ese fantasma del pasado llamado Anneli Drecker, como un frío matinal que nos guiaría en esta espesura cósmica. Algo febril, nos dedica una balada quieta y evocadora que se desarrollaría como eco en nuestra mente sobre los mejores cortes de Melody AM.

Así pues, Röyksopp’s Night Out fue un delirio que se regocijaba en la gloria de ese primer álbum (intentemos obviar ese enigmático Jesudas), que se alargaba y ennoblecía el disco de la manera más extraña y astuta que se recuerda. Aquí Speed King sigue ese rastro, como cénit y origen de esta nueva entrega. Un objeto brillante y volador se alzaría en la noche, en la cúspide de nuestra mirada. Una sirena que tronaría hacia dentro, implosionando en un techno carnoso. Acelerando, trasponiéndose y colapsando el tiempo, revoloteando hasta caer al suelo a toda velocidad. Una ecuación extraña que sucedería ante nuestros oídos con un objeto irrompible, como la capacidad que atesora Röyksopp cuando quieren invadir nuestros cuerpos. Ensimismados ante esta curvatura de casi diez minutos, vemos como se expandiría un horizonte electrónico y progresivo. Con la sutil belleza de ese onmipresente vocoder, resonando entre las nubes, y prediciendo todo un hito en la discografía de los noruegos.

A este extraño accidente le seguirían dos momentos realmente conmovedores. Con The Next Day, Jamie regresa con su relajante voz, suspirándonos cerca de esa puerta celestial que nos estaría seduciendo. Con pasos espaciados, nos canta una bella balada entre secos beats. Nos narra una noche sin remordimientos, hacia unos coros ensoñadores que nos suspirarían, con un pensamiento hastiado y minimalista. Para que luego Astrid S responda (también reapareciendo para este nuevo desvelo) y así entregarnos una de las despedidas más hermosas. Just Wanted To Know es un bonito downtempo de funk acuoso, donde la elegancia se hace presente entre beats elásticos y amortiguados. Con esa delicada voz dreampop y esos pájaros revoloteando al amanecer, estaríamos ante una de las mejores canciones compuestas por Röyksopp. Tan melancólica y efectiva.

El camino seguiría con Feel It, un nuevo desmayo eurodance, que siendo una continuación de aquella Unity con Karen Harding, ahora Maurissa Rose recogería el testigo, alargando esos versos con un sentimiento festivo. Una remezcla extendida, que tampoco añadiría nada nuevo a la magia existente. Y dando el siguiente paso, sería cuando contemplaríamos esa gravedad, y la verdadera identidad de este misterio. Like An Old Dog, sería un epitafio de corte monótono, con un sonido poco moldeable. Con una voz amarga, Pixx cantaría un sombrío pensamiento acerca de que todos moriremos como un perro viejo, pero no con una atmósfera de desvanecimiento, sino con una respiración de miedo a una compilación de temas. Y he aquí el problema, sin orden concreto y con cierta aleatoriedad, hemos traspasado por varias etapas. Terminada esta trilogía parece no existir final para este viaje. Un compendio de tres volúmenes con temas fortuitos, pero sin una historia tras ella, siendo al final una experiencia hueca de cierta hipocresía.

Las portadas de Zawanda nos lo predijeron, una IA que intenta reconstruir un recuerdo no siempre logra su propósito y que lo revivamos tal y como fue. Esa obstinación suele venir acompañada por una desilusión. Lástima que el misterio fuera tan previsible desde una primera mirada. Que resolviéramos el acertijo incluso sin quererlo. Desde prácticamente los inicios, nos dimos cuenta de que Profound Mysteries se comprimía en el espacio, siendo un año en un único día. El momento fue cuando descubrimos que apenas habíamos atisbado una nueva trayectoria sobre el cielo, sino que perseguían el mismo sonido ya escuchado, sin riesgos. Esa nave siempre permaneció quieta desde The Inevitable End (2014), en el mismo lugar, y desde entonces sigue allí abandonada en el tiempo. Y lo que sucedió este año, es que sencillamente hemos estado rememorando y revisitando ese complejo desde nuestras casas mientras dormíamos. Y lamentablemente, ya conocíamos el dicho. Los sueños, sueños son.

AUTOR

Alicia Escribano
Alicia Escribano
Paisajista sonora y emocional, que colecciona sonidos de este mundo. Ladrona que atesora diamantes electrónicos y experimentales, para sacar su brillo más iridiscente.

¿Te gusta CrazyMinds? ¡Síguenos!

BUSCADOR

Y MUCHO MÁS...

spot_img
spot_img
En palabras de ellos, Profound Mysteries es un universo creativo expandido. Un deseo conceptual prodigioso en lugar de un proyecto tradicional llamado álbum. Siguiendo sus dos anteriores fragmentos, su amanecer y mediodía, el disco vuelve a mimetizarse con 10 temas musicales (cada uno encarnado...Röyksopp - Profound Mysteries III