Mes de abril y ya tenemos entre nosotros lo nuevo de una banda que siempre ha estado dando buenas notas musicales a lo largo de su trayectoria (ya llevan 17 años), y esa banda es la estupenda Still Corners. El dúo formado por Tessa Murray y Greg Hughes tiene una discografía donde la principal seña de identidad es el dream pop; ya en su álbum debut en 2011 (Creatures of an Hour) empezaban a demostrar que tenían una base interesante.
Más adelante, concretamente 2 años después, la banda lanzó Strange Pleasures. Este disco sin duda es el más conocido y aclamado de la banda, y gran parte de culpa la tiene la estupenda canción The Trip. Aquí ya se sentía todo musicalmente más sólido y con tintes de sintetizadores…Unos sintetizadores que fueron los protagonistas en 2016 con Dead Blue. Este tercer disco es el más distinto de la banda británica, ya que el synthpop es el principal centro de atención.
Los dos siguientes eslabones musicales de Still Corners sí que tienen pura esencia dream pop: Slow Air (2018) nos traslada al aroma tropical y las olas veraniegas, mientras que The Last Exit (2021) nos lleva por una ruta en los desiertos norteamericanos al más puro estilo de esa obra maestra cinematográfica de Wim Wenders que es Paris, Texas (1984).
Tras todas estas muestras de que la banda ha sabido asentar su estilo, tenemos este año Dream Talk. ¿Será otra demostración de la calidad musical que poseen Tessa y Greg? Entremos…
Para empezar a hablar del nuevo disco de Still Corners, hay que destacar algo que ha comentado Tessa Murray y que se ve reflejado en las 10 canciones que componen este álbum: los sueños…Aquellos sueños que la vocalista recordaba y escribía por las noches…De ahí surgió la semilla de esta obra musical.
En primer lugar, Dream Talk arranca con Today is the Day: ya el primer sonido del álbum deslumbra el característico dream pop con una guitarra de Greg Hughes muy en la línea de lo previamente compuesto en The Last Exit. Es el comienzo del disco y entramos en una fase sensorial que se une de forma elegante con el segundo tema (The Dream). La segunda pista musical es la que más recuerda de todo el disco a la «trilogía de la carretera Still Corners» formada por The Trip, The Message y The Last Exit.
Luego, en el tercer punto del álbum está una joyita oculta (Faded Love) que podría encajar a la perfección como «bonus track» de Strange Pleasures debido a la brillantez de mezclar dream pop con pizcas de sintetizadores. En el cuarto paso por el disco nos topamos con What is Real, que sirve a modo casi de interludio para introducirnos de lleno en esos sueños nocturnos.
Por otra parte, las quintas y sextas canciones brindan aspectos que pueden ser los más divisorios y experimentales: a Lore More Slowly le rodea una producción con sonidos puntuales algo extraños en la banda, en cambio Secret World sí que es algo más tradicional en Still Corners, pero es más el aura que nos hace sentir el tema…Se nota como una fase donde los sueños de Tessa han llegado a una nueva profundidad.
Tras dos paradas tan particulares como las de la canciones cinco y seis, en la séptima y octava nos encaminamos en la faceta más aventurera: Let’s Make Up y Crystal Blue desprenden un sonido musical más ligado al cuarto álbum de la banda Slow Air; ambas canciones tienen un aroma aventurero (algo que no pilla por sorpresa, ya que es algo habitual en la carrera de la banda).
Por último están The Ship y Turquoise Moon: en estos dos temas se percibe el fin del viaje por todos estos sueños llenos de emociones…Pero el comienzo de nuevos sueños dentro de estos sueños. Hay unos sonidos de pura madurez, melancolía y sentimiento en la voz de Tessa que desembocan en hacernos vivir como si estuviéramos a bordo de ese barco que se ve al fondo en la portada…Un viaje en alta mar con olas musicales.
En definitiva, el sexto trabajo de estudio de Still Corners deja muy claro lo que quiere transmitir y lo consigue con buena nota. La voz de Tessa Murray y las guitarras de Greg Hughes nos llevan a fases de desconexión de la realidad…Esta vez no vamos con ellos por carretera como en The Last Exit, sino que es un recorrido espiritual. Tal vez haya fragmentos del disco más irregulares, y no encontremos entre sus diez canciones la excelencia de The Trip o Black Lagoon, pero sí que se halla otra muestra del porqué esta banda mantiene un nivel compacto. A ver por dónde será el próximo viaje musical de Tessa y Greg…