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STUCK IN THE SOUND – BILLY BELIEVE

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Con el paso del tiempo, la rebeldía original con la que nos presentamos en este, nuestro mundo, se va difuminando (es precisamente en contadas ocasiones cuando no lo hace). Es por ello por lo que las bandas más guitarreras y más duras, en algún momento, acaban por prestarse a esas piezas más pesadas, más sofisticadas, y a veces (las menos) de mejor calidad que lo anterior. Stuck In The Sound es un claro caso de esta evolución, que no suele agradecer mucho ese público general que los grupos se ganan con el paso del tiempo.

La banda de José Reís Fontão se unía en un compendio de absolutos enamorados de lo grunge, y, sobre todo, de aquel rubio que dejara lo terrenal a los 27 años (Kurt Cobain), allá por el año 2002 en París. Poco tiempo después se atrevieron con su primer disco, homónimo y autoeditado, al que después le seguiría la estela Nevermind the Living Dead (2006). Si bien la historia de los parisinos no es la de triunfar en ventas, algunas de sus canciones han dado la vuelta al mundo, Toy Boy o Let’s Go, son simplemente algunos ejemplos.

Ahora, en 2019, con tres discos más desde 2006, presentan el sexto de la colección, Billy Believe. En este nuevo LP queda demostrada esa evolución por parte de los franceses, el grunge se quedó en otra época, en la que se quedó también gran parte de esa fuerza alternativa parisina. Actualmente son otros los derroteros, ese alt rock se ha visto convertido en indie pop, no de dudosa calidad, pero bastante mejorable.

El track encargado de iniciar este Billy Believe es Forever Days, una mezcla de un bajo funk con una melodía típica del pop, y con sus altibajos, lo que sería un “abc” de este estilo. Sin embargo, otro tema que tampoco se sale de este estilo es Serious¸ pero aborda con cierta excentricidad y ritmos cambiantes esta estética.

Los nuevos parisinos se aúnan en sonidos mucho más setenteros y ochenteros, siendo comunes las referencias musicales y las escalas empleadas a bandas como The Jam, que se puede encontrar en See You Again o Action pese a sus altibajos. Fontão no es un novato en esto de hacer discos y mucho menos en el marketing, lo que hace que no sorprende en absoluto el hecho de que algunas de las mejores canciones del álbum estén en el ecuador del mismo, como Alright o The Rules. Siendo además la primera, junto a Vegan Porn Food, parte de esos típicos adelantos que realizan las bandas.

La ya mencionada The Rules es probable el mejor tema “tranquilo” que han hecho los franceses desde hace mucho tiempo, por no decir desde siempre. Una epopeya fantástica en todo su esplendor, pero con una metodología minimalista, presencia de violines y un tratamiento vocal más que interesante, trascendental y un final a la altura: “abide by the rules.”

Emociona, como últimas canciones a destacar la presencia de Petit chat, que perfectamente podrían firmado os coetáneos de bandas como Devo, The Network o Human League en gozoso batiburrillo, que recupera la potencia de esos tipos encerrados en el sonido, creadores del himno I Shot My Friend. Radioactive God Explosion, por otro lado, tiene todo lo necesario para ser un absoluto hit, en el que sin duda alguna se convertirá, al menos, para los ya mencionados amantes de sus primeros discos.

De esta forma los parisinos firman un disco más que aceptable, en el que se combinan esos momentos nostálgicos de rabia y furia con la nueva ola poppie, y lo más importante, dejan un LP compacto y a la altura de lo que siempre cabía esperar de Fontão y compañía.

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