La vuelta de un grupo después de un largo silencio siempre es motivo de celebración, y más si el grupo en cuestión es Teenage Fanclub. La trayectoria de los escoceses es impecable y muy consistente, por lo que la publicación de Endless Arcade, su undécimo álbum de estudio, era un regalo. Sin embargo, este lanzamiento presenta una peculiaridad que no encontrábamos en los anteriores largos de la formación, y que es el primero que lanzan sin la participación de Gerard Love, uno de los co-fundadores de la banda junto con Raymond McGinley y Norman Blake. Love es autor de algunos de los temas más míticos de la banda como, por ejemplo, Sparky’s Dream.
A pesar de este hecho, sus ex-compañeros de grupo se las han apañado para lanzar un largo que es digno del legado de la formación escocesa, aunque parece haber perdido algo de brillo con respecto a lanzamientos anteriores. Teenage Fanclub siempre se han caracterizado por sus melodías alegres y llenas de color y mensajes inspiradores, pero en Endless Arcade no los encontramos tan decididamente alegres, y se alternan canciones de mensaje menos optimista y armonías más disonantes con los Teenage Fanclub más clásicos.
Ejemplos de estas disonancias se puede encontrar en la canción que le da nombre al disco, Endless Arcade. Se trata de un ejercicio magnífico de contraposición en el que las armonías generan incomodidad al oyente, sin embargo, la letra y las geniales armonías vocales de McGinley y Blake buscan reconfortarnos y recordarnos que la vida merece la pena: «Don’t be afraid of the truth you dismayed, of the dreams you delayed, of the price that you paid, of the love you displayed, of this endless arcade that is life». Otro aspecto destacable de este tema es el singular solo de sintetizador que encaja perfectamente con la atmósfera del mismo.
Otro tema que juega un poco a la misma dinámica es Everything Is Falling Apart, melodías turbias e inquietantes que junto con el título de la canción juegan al contraste con el mensaje que realmente transmite la canción. En contraposición al estribillo encontramos: «Relax, find love, hold on to the hand of a friend, but hey, have fun, ‘cause everything is going to end«
Por otra parte, en el lado más brillante del disco más similar a los trabajos anteriores de los escoceses encontramos las composiciones de Norman Blake. Aquí podemos encontrar cortes como Warm Embrace o I’m More Inclined.
Sin embargo, encontramos varias excepciones a esta regla. La primera de ellas es el tema inaugural del disco, Home, un tema sobre el fin de una relación «I sometimes wonder if I’ll ever be home again, I just don’t know when I’ll open that door again«. Si bien a nivel musical puede parecer un tema bastante clásico de la formación, nos sorprende cuando las voces desaparecen para dejar el tema completamente instrumental para su coda sobre el tercer minuto de la canción.
La segunda de las canciones que rompen el esquema del disco por parte es Back in the Day, ya que abandona el juego del mensaje positivo con un canto a que cualquier tiempo pasado fue mejor y a que antaño era más fácil encontrar paz mental: «I’m downbeat in a daze, a sad malaise has taken hold in my heart, and I can’t seem to find the peace of mind, that I knew back in the day«.
La última, y quizás la más destacable sea The Sun Won’t Shine On Me, la que posiblemente sea la mejor canción del disco. Una preciosa balada en tempo de vals con un precioso riff de guitarra y con toques de clavicémbalo. Un tema que de forma similar a los de McGinley juega a la contraposición pero de forma contraria, aquí es la melodía la que te atrapa y te reconforta, y el mensaje el que se presenta más pesimista: «With a troubled mind, I am in decline, and the sun won’t shine on me«.
Es cierto que nos encontramos en una situación mundial muy complicada y es posible que haya afectado a los miembros de Teenage Fanclub, sin embargo, es muy de agradecer que sigan ofreciéndonos esas cálidas melodías (si bien ligeramente menos en esta ocasión) y esperamos que sigan haciéndolo durante mucho más tiempo.