Mar 10 diciembre 2024

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Pixies – The Night the Zombies Came

«Todos tenemos pensamientos fugaces del tipo nunca más quiero volver a hacer lo que hago todo el tiempo. La mente es menos debatida que la existencia del alma. La mente parece ser finita, con un principio, un medio y un fin, y luego deja fantasmas y residuos»

BLACK FRANCIS, THE PIXIES (2022)

Puede que la edad cambie las mentes, que las haga menos intensas o parcas de ideas, pero a estas alturas de experiencia, las bandas musicales deberían hacer trabajos interesantes, así como generar discos que rompiesen esquemas y oídos en lugar de acumular sombras o diferencias poco sustanciales.

Al principio tenía miedo de oír el nuevo lanzamiento de Pixies; había leído reviews muy dispares sobre el mismo, así que estaba sumido en un mar de interrogantes. Digo esto porque estamos ante un disco que genera polaridades. Es decir, podía haber sido un clásico lleno de brío y con buenos caballos de potencia, en cambio aparece como un dilatado océano de dudas, sobre todo entre los feligreses más acérrimos de la parroquia duende.

LA NOCHE QUE LLEGARON LOS ZOMBIES…

Cuando lees esto puedes esperarte de todo. Desde un psico thriller sónico de raíz poderosa hasta una broma gore de mal gusto, entre otras peculiaridades. Pues bien, ni una cosa ni la otra. En lugar de sacar un disco fiel al estilo que los lanzó al espacio del reconocimiento, Pixies han optado por una línea disímil a otros trabajos anteriores, tejiendo un plástico espinoso de asimilar si te conformas tan solo con una primeriza escucha. Cuesta decirlo, pero no me ha sido fácil cocinar este guiso.

Probablemente la banda ha querido demostrarse a sí misma que puede trascender cualquier plato de su propio pasado y aventurarse por terrenos inhóspitos. Esta aventura puede ser válida cundo convences a todo el mundo, bueno… a casi todo el mundo. Pero no es el caso. Habrá gente que le gustará The Night the Zombies Came pero a otros les va a fruncir el ceño. Cuestión de gustos y expectativas. Personalmente me sitúo entre medio de ambos polos ¿Por qué?

Vayamos por partes. Antes de proceder a una audición completa de un disco, siempre picoteo las pistas para así formarme una pequeña idea general de cómo suena la criatura. Si el disco pasa este primer filtro, doy paso a la escucha total. Esta gimnasia funciona cuando llevas años escuchando todo tipo de música ya que pronto percibes si un disco te va a encandilar o no. Es lo que la gente suele llamar tener ‘tablas’ u ‘olfato’.

Con el primer picoteo, The Night the Zombies Came apunta a que va a ser un álbum posiblemente curioso. Sin embargo, cuando lo escuchas al completo te asaltan las dudas, salvo algunas claras excepciones. Finalmente, concluyes que los zombis han transformado a los duendecillos de Boston y te quedas sin aliento.

Ahora bien, por razones casi inexplicables, en lugar de abandonar el plástico y pasar a otros lares, decidí darle una tercera oportunidad a los zombis, quizás movido por eso que dicen que a la tercera va la vencida. Tras oír de nuevo el disco, empiezas a sentir esas vibraciones positivas que en la segunda escucha se habían escapado y acabas marcando como buenas o regulares varias pistas del álbum.

CANCIÓN POR CANCIÓN…

El disco se compone de trece canciones cortas, siendo muchas destacables, pocas excelentes y una realmente penosa. Me refiero a Jane (The Night  The Zombies Came) que encuentro disonante, desafinada, inconexa e irrelevante para este álbum. El resto de pistas sorprenden, lógicamente unas más que otras, dependiendo de las preferencias personales.

El esférico rompe su silencio con Primrose, cuya traducción se refiere a un sinónimo inglés de primavera. La canción arranca como una extraña melodía de guitarra con acordes arpegiados y una especie de banjo electrónico que taladra los oídos con su agudeza disonante. La letra de la canción es dispersa pero de ella destaco dos frases curiosas aptas para descifrar: «¿Hay una oveja que se ha ido al pozo? Ahora el balido aumenta» o «Mejor quemado que congelado»).

Seguidamente llega You’re So Impatient, un corte con buenos estribillos y cuerdas de fondo que chirrían como una polilla chamuscada. La letra no es nada, cosa habitual en la banda, pero contiene algunas frases inquietantes: «Solo chupé una bola de masa amarga cuando dijiste (…) ¿Quién va a vivir? ¿Quién va a morir? ¿Hay algún amor verdadero?». ¡Bwaaaa!

De repente, aparece Jane (The Night The Zombies Came), un auténtico estropicio que todavía sigo entender a qué viene. Rompe toda posible regla de coherencia y armonía del álbum, si es que la tiene. Es pura deconstrucción desafinada y la letra un aluvión de frases sin sentido. Para mi, la peor del álbum.

Chicken ya es otra cosa. Menos mal. El pollo logra descabezar el anterior tema y cacarea con destreza y correspondencia uno de los temas más sobresalientes del álbum. Excelente voz al unísono con juegos de acordes y punteos de guitarra slide, un efecto del que se abusa en todo el album. La letra posee algunas sentencias demoledoras: «A veces me siento como un pollo picoteando a través de los árboles (…) Otras veces me siento como un actor de películas zombi, buscando de ciudad en ciudad un amante que no vaya a matarme».

Hypnotised es una pista de medio gas, con estribillo pegadizo y guitarras slide. Personalmente me recuerda a ese sonido surfero de los años 50/60. La letra trata de describir ese sentimiento de ceguera que no deja ver ni pensar con claridad: «Las nubes en mis ojos no se van (…) Los espejos se rompen, y no puedo ver mi cara. La cabeza da vueltas y no puedo ir a la cama (…) Sueño con los monstruos que me hicieron llorar». Son las únicas frases que mantienen cierta coherencia, el resto nada que destacar.

Johnny Good Men es gomosa, pegadiza, tiene buena cadencia pero a final se hace cansina. El efecto sintetizador al final no cuadra con el estilo. Se nota forzado. Los textos hablan de un pistolero: «Si mi linterna no es demasiado brillante. Si mi pistola no está pulida para la pelea (…) estaré aquí, para siempre, solo por esta noche». La letra hace referencia a una antigua canción popular inglesa/escocesa llamada John Barleycorn, la cual personifica la cebada y las bebidas alcohólicas que se elaboran a partir de ella (cerveza y whisky).

Motoroller aterriza con buenas intenciones aunque podía haberse desarrollado mejor. A pesar de sus flecos, es de las mejores del disco, pero toda la letra se basa en el mismo verso: «Primero te quedas sin tiempo. Luego te quedas sin espacio. Es como ver una línea borrada. Primero tu lengua está atada. Entonces tus palabras chocan. Justo cuando encontraste tu lugar». ¡Wowwww!

I Hear Your Mary, es otro de los temas ‘bluf’ del disco, sin mantequilla ni mermelada, simplemente una tostada seca y vacía. Los textos te dejan perplejo: «Te escucho, Mary, en lo alto de la colina. Oigo tu martillo golpeando la campana. Corre sobre el adoquín, hasta el cuello de la botella (…) La dulce carne está en los huesos».

Oyster Bads es para mí lo mejor del disco, sin duda. Energía y excelente voz que recuerda a esas bandas de barrio y de grafiteros. Me fascina el punteo vibrante de la guitarra y la reverberación que aparece de repente sobrepasando la rítmica de base. Ignoro la razón del titulo (Criaderos de Ostras) y su relación con la letra: «Pinté cabezas y muchos rojos, con charcos de negro en bancos de ostras (…) Una esposa fiel con blusa abierta y un pagano como una vaca sagrada». ¡Fascinante!

Mercy Me, es una buena canción de baja velocidad, lenta pero con una voz grave que impregna huella y personalidad. Eso sí, frases y versos desconectados que hacen mella. Parece ser que todo apunta a la pérdida de un perro: «Ten piedad de mí. Perdí a mi perro en Tennessee. Fuimos a dar un paseo por la avenida y escuchamos la tragedia. La escuchamos cantar toda la noche y la recuerdo bañada en la luz».

Tras ese ronquido lírico sobre el perro de Tennessee, surge Ernest Evans, un temazo que sacude el oído como un fiero látigo de cuero punk. Extrañas guitarras chirrían entre las cortinas sónicas, mientras el tímpano vibra como un diapasón a todo piño. Junto a Oyster Bands, es la mejor del plástico.

Según he podido averiguar, el título de la pista está dedicado al cantante estadounidense de rock and roll, Ernest Evans, conocido por popularizar el fenómeno del Twist en los años 60. La canción de Pixies así lo acredita: «Ernest Evans es el rey del maldito twist».

Abandonamos el intenso oleaje del rey del twist, y aparecen otros monarcas…. esta vez como reyes de la pradera (Kings of the Prairie). Bajo este título timbrea un tema de bajo su tono y media cabalgata que termina licuándose hasta llegar The Vegas Suite, el último casino del álbum que cierra el mismo. Los textos son vanos y la melodía medio suave. Se trata de una balada sincopada que endulza el pastel como final del guateque zombi. Sin duda, es un bello corte de marcada cadencia que sorprende con sus giros inesperados. Musicalmente una vez más el sonido explora las guitarras estridentes de los años 50.

CONCLUYENDO…

Lejos de generar estupefacción y pavor, The Night the Zombies Came (la noche en que llegaron los zombis) causa bastante desconcierto ya que la fiesta prometida para los muertos vivientes se convierte más en una barbacoa americana de bajas carnes y excesiva grasa.

Podía haber sido un gran álbum, pues los duendes de Boston tienen esa magia. Sin embargo, después de oírlo varias veces, resulta un trabajo aislado, poco original y escasamente inspirado. Sus letras, además, a diferencia de otras bandas, realmente brillan por ser absurdas. Bien sabido es que muchas de las letras de las canciones de los Pixies son solo palabras y frases sin significado.

A mi modo de ver, destaco Johnny Good Man, Motoroller, I Hear Your Mary, y alguna más, pero las dos guindas de la tarta son, sin duda, Ernest Evans y Oyster Bads. Sus tonos fuertes y atrevidos hacen retroceder a los viejos tiempos del punk, cuando los Sex Pistols se atrevían musicalmente a azotar a la reina (Go Save the Queen) o The Clash desataban su furioso London Calling.

The Night the Zombies Came parece más bien un disco hecho sin demasiadas ganas, poco inspirado, irregular, quizás motivado por la necesidad de ganarse unos dólares. Son 39 minutos y algo más, con muchas divagaciones, pocos aciertos y demasiadas erratas o medias tintas. Hasta la portada es fea. A pesar de ello, el disco muestra algún destello de originalidad, como ya he comentado. Esperemos que la próxima vez los duendes de Boston despierten de su limbo otoñal y nos sacudan la cabeza con un discazo de mayor cuna y crianza.

Escucha aquí el disco de Pixies, The Night the Zombies Came

Carlos Flaqué Monllonch
Carlos Flaqué Monllonch
Hablar de uno mismo no es tarea fácil, aunque muchas veces las circunstancias pidan hacerlo, como es el caso. Se pueden contar muchas cosas, pero quizás lo más importante es abrazar la vida con positividad. La música permite esto y mucho más. ¿Qué puedo contaros de mí? Simplemente deciros que me encanta la música y sobre todo mi profesión, periodismo y comunicación gráfica (diseño gráfico y fotografía), herramientas que me permiten abrir muchas puertas, conocer gente diversa para intercambiar, transmitir y generar proximidades. Las nuevas tecnologías permiten múltiples puentes e interacciones.. Así que nada de excusas y manos a la obra…
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