Si algo puede caracterizar a los últimos tiempos en los que vivimos es que, en general, estamos todos cansados. Hartos. Enfadados. Parece que hemos llegado al límite de lo que podemos guardar dentro y que necesitamos soltar ira por todos lados. Y tal vez sea por eso que, frente a su anterior trabajo, VI (2018), de corte mucho más ochentero, los británicos You Me At Six han decicido tirar a por un sonido mucho más directo sin perder agresividad, tal vez ganarla.
Desde antes de escuchar el álbum ya se puede intuir esa necesidad de soltar lastre emocional: al fin y al cabo, si 2020 ya ha sido un año difícil, imagina llegar por fin a 2021, estrenar disco casi a la vez que año y encontrarte que días antes de que tu último trabajo aterrice en tiendas, tu país entra en modo confinamiento estricto. Lo único que debe de apetecer es coger una rabieta y gritar, como ya ocurre con el título SUCKAPUNCH, estilizado en mayúsculas como si fuera una exclamación, y que viene a significar algo así como «meterte un puñetazo».
Si algo caracteriza a la banda británica es, como diría el propio Chris Miller (guitarrista), que «nunca tenemos miedo de hacer nada». Y eso es algo que se nota tanto a gran escala (por ejemplo, cómo cortan MAKEMEFEELALIVE casi sin anestesia antes de que se convierta en la canción más cansada del álbum) como en pequeños detalles. En general, en el sonido se nota tanto este enfado generalizado como el hecho de que este álbum se grabó en Tailandia, algo que les permitió detenerse a reflexionar sobre el camino que seguir. Intentan sonar espontáneos, que las canciones te golpeen y ni las veas venir, pero hay varios cortes en los que se percible una parte instrumental mucho más elaborada, menos inmediata.
El álbum abre con Nice To Me, que ya adelanta el estilo más directo que van a tener las once canciones. Goza de cierto toque electrónico que, si bien dota de profundidad a la instrumentación, no será consistente en todo el disco. Habrá canciones donde este componente electrónico alcance su máximo potencial, como SUCKAPUNCH, que a la vez es muy pegadiza y parece algo metida con calzador, y otras donde recurran a sonidos más habituales en la banda, como Kill The Mood y Glasgow. Ambas recuerdan a sus primeros trabajos, pero con la madurez de ser un grupo con 15 años ya a sus espaldas.
De todas formas, el álbum tal vez se quede cojo al final. La primera mitad es bastante superior, mucho más consistente con lo que quieren hacer y transmitir, mientras que la segunda parece perderse un poco en intentar ser algo más tradicional (aquí se encuentra Adrenaline, una de mis favoritas del disco pero también una de las que podría pertenecer a cualquiera de los siete discos de la banda) y no perder lo que hace que este álbum destaque entre su discografía. El más claro ejemplo es What’s It Like que, sin ser necesariamente mala, se tira a la electrónica ruidosa mucho más que cualquier otro tema del álbum, un experimento que les sale regular y que deja un sabor agridulce siendo la encargada de cerrar SUCKAPUNCH.
Decía Josh Franceschi, cantante y líder de la banda, en el documental que les grabó Amazon Music, que entraba en el estudio para grabar este álbum que sentía como si fuera el último. Tal vez sea por eso que, en general, todo suena a una demostración de su madurez y a que han tirado toda la carne en el asador. Sea esto para resarcirse del más bien frio recibimiento de su proyecto anterior o porque de verdad este sea el final de You Me At Six, lo cierto y verdad es que se han marcado uno de sus mejores álbumes, tan pegadizo como agresivo. Y de hecho el público británico les apoya, habiendo colocado SUCKAPUNCH en lo más alto de las listas de ventas en su debut, algo que solo habían conseguido antes con Cavalier Youth (2014).
Si este es definitivamente el final, se pueden ir con un muy buen sabor de boca. Pero si no lo es, y más les vale que no lo sea, realmente se han puesto el listón muy alto. Aunque les debe dar igual, al fin y al cabo, «no le tienen miedo a nada».