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Beluga: «Somos unos heavies en cuerpos de los Fresones Rebeldes»

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Supongo que hay dos tipos de historias que mola contar. Una es esa que todos conocemos en la que un artista o banda desconocida tiene muchísimo éxito por un golpe de suerte: alguien trascendental escucha su voz y le lleva al estrellato donde comienza la carrera musical de sus sueños. La otra es la que no siempre se muestra, la del trabajo duro, las noches sin dormir, las tardes sin descansar y las mañanas preguntándose si merece la pena todo lo anterior. Con el dramatismo añadido, A Star Is Born y las primeras han recaudado casi 400 millones de dólares en taquilla en 2018. A las segundas quizás les hagamos menos caso porque son menos románticas, pero seguramente haya más bandas dejándose la piel a diario que casualidades milagrosas de la industria discográfica.

Antes de que acabara el año entrevisté a Beluga en un bar de Lavapiés. Han sacado su segundo álbum llamado Tiempo de leones bajo el paraguas del crowdfunding y están preparando su gira para 2019. Cada pequeña cosa que hacen no es magia, es fruto del esfuerzo y dedicación de Carlos Ortega en los vocales, Lucas Triguero y José Ramírez en las guitarras, Luis Paúl al bajo y Serch Geval en la batería.

De izquierda a derecha: Carlos Ortega, Lucas Triguero y José Ramírez.

Lo del mecenazgo tampoco es la gran salvación. Esta era la primera vez que sometían un proyecto a la sentencia del crowdfunding, y reconocen que tuvieron «un poco de miedo al principio. Fue darte una hostia de realidad porque estás pidiéndole dinero directo a la gente que te sigue. Y son los que realmente te siguen los que van a poner dinero por adelantado, así que estábamos algo preocupados sobre si lo conseguiríamos o no, porque la salida del disco estaba basada en que lo lográsemos. Era doble tensión, pero ha sido bastante satisfactorio. El crowdfunding es una medida muy buena que se debería hacer más». Les faltaron poco más de mil euros para alcanzar la meta, me cuentan, pero la gente estuvo aportando hasta el cierre del plazo en Beloud. Gracias a las 114 personas que contribuyeron durante los tres meses que el proyecto estuvo abierto pudieron convertir Tiempo de leones en algo tangible. ¿Y si no funcionaba?, les pregunto. «Si no funcionaba, el bolsillo y poco más».

El disco había estado en su fase de composición durante casi dos años, en los que han tenido tiempo para encontrar qué necesitaban narrar en sus letras y el mensaje que querían compartir, porque «estaba más claro. Había algo en común que queríamos sacar». Su debut Búmeran trataba la dualidad entre cabeza y corazón, contextualizada dentro de una relación sentimental. Para este disco han buscado mayor introspección, «como un estudio de nuestras entrañas. Habla de aceptar las emociones, sean buenas o malas. Tomar lo que hay hoy y ver si mañana cambia o no». Ese sentido visceral queda muy bien plasmado en la portada pintada al óleo por Elisa Forcano. El título del álbum nace cuando parte de la banda viaja a África y se encuentran con el concepto «tiempo de leones». Carlos Ortega, que además de cantante es el principal compositor de la parte lírica, aclara que no escribieron el disco para darle sentido al nombre –que ya tenían decidido incluso antes de terminarlo–, sino que fue un trabajo «construido sobre la marcha y los momentos que vivíamos, como una fotografía». 

Fotografías de Álex García Cantarero.

Dentro del desarrollo de Beluga sí es cierto que han querido hacer del mensaje y las letras la cabeza más visible de la banda, pero el instrumental también ha vivido una evolución. Respecto al disco anterior han querido potenciar los elementos más característicos de su sonido para terminar de hacerlos suyos como seña de identidad. Luis Triguero señala, además de unos vocales más rasgados, «al sintetizador, que ha cogido su hueco. Han sido muy importantes también el trato de las guitarras, que están más contenidas y más certeras, y el bajo ha tenido el mismo proceso. La batería ahora tiene patrones rítmicos y dinámicas más originales». Todo ello, me cuenta José Ramírez, «son detalles que sentíamos que los teníamos tocando en directo, pero que en el disco no los supimos plasmar y no se quedaron ahí. Por eso nos apetecía darle un punto más desgarrador, y contar la sensación que tenemos en vivo dentro del disco. Era algo que nos faltaba, dejarlo grabado». Tienen claro que donde mejor se expresan es en vivo, pero que después de Tiempo de leones el directo ya no es su carta más alta, sino sólo una de ellas.

El disco bebe de influencias como la densidad de Queens Of The Stone Age, el lado más sobrio de Kings Of Leon o la solidez de Havalina Manuel Cabezalí y Daniel Richter han sido sus productores también en este segundo álbum–, que se mezclan con referencias que van desde los cantautores latinoamericanos hasta el flamenco o la música africana. Y aunque todas estas menciones sean bastante densas, Tiempo de leones entra con bastante soltura por el oído para quedarse después a remover tu interior emocional. Se definen entre risas como «unos heavies en cuerpo de los Fresones Rebeldes». Es bueno ponerle cara y nombre a la experimentación, más aun cuando ellos mismos sienten que «en el rock nacional hay algunas puertas cerradas y mucho miedo a otros sonidos. No nos queremos encasillarnos, pero la base de nuestra música es rock y nos gustaría que este mundo estuviera más abierto».

Durante la entrevista también me confesaron que en el último concierto que habían hecho habían ganado veinte euros, y que el éxito para ellos es que su música llegue y guste a la mayor gente posible sin abandonar su condición de independencia y autogestión desde la que ahora mueven Beluga. Sus próximos conciertos serán el 8 de febrero en la Sala Caracol de Madrid y el 15 de febrero en La Ley Seca de Zaragoza.

Fotografías: @alex.resfeber

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