Fotografías: Alba Sanzo
Volver es una palabra que a mí me gusta mucho últimamente. Volver a casa por Navidad, volver al trabajo, volver a ver a un ser querido. Supongo que a muchos también os gustará. También nos gusta volver a los orígenes o buscarlos. Y creo que llegas a una edad en la que ya no quieres experimentar, prefieres ir a lo que ya conoces o mostrarte como te mostraste al mundo en un primer momento. Es como volver a los orígenes de uno mismo. Reconocer quién eres y por qué el mundo te compró o compró tu obra.
En la entrevista vía zoom con Javier Vielba de Arizona Baby, con motivo del lanzamiento de su último álbum titulado Salvation (2023), todo transcurrió de forma muy cercana y natural. Y fue una charla en la que palabras como confianza, fidelidad a uno mismo o a un ideal, o reencontrarse con los orígenes, cobraron mucho peso y mucho sentido.
La charla fue larga y sin pelos en la lengua. Nos reímos y debatimos como dos colegas sobre el nuevo disco, pero también sobre cosas que no tenían nada que ver con el disco. Y agradezco la sinceridad de sus palabras.
El nuevo disco de Arizona Baby lleva la marca de sus inicios como grupo, de sus orígenes, de sus primeros dos trabajos de larga duración, con una americana más folk, un sonido más country.
Sí que es cierto que cuando uno va avanzando en un proyecto quiere ir explorando los límites de ese proyecto, ver hasta dónde puede llegar. Y vas haciendo más experimentos… Yo creo que en todos nuestros discos se ha ido experimentando algo, pero llegas a un punto en el que dices: «¡Joder, ya son años con el grupo, ya son varios discos!» Y ya hemos hecho un buen muestreo de gran parte de las cosas que se pueden hacer y de lo que da de sí el proyecto.
Todavía en este disco hemos seguido estirando un poco más el chicle, pero es cierto que, o supongo que tiene que ver algo por cierta madurez, uno se va dando cuenta de la esencia que tiene uno mismo y qué es lo que te hace único o personal, lo que te identifica, lo que serían las señas de identidad. Cuando uno es más joven y más inseguro, a lo mejor se pone más máscaras, pero con el tiempo te vas quitando muchas de esas máscaras y te centras más en lo que te caracteriza y hasta te enorgullece. Entonces dices: «Pues sí, este el rollo ¿Qué pasa? Esta es nuestra movida, la verdad». Entonces sí, vuelves un poco a la casilla de salida pero no eres el mismo.
Bueno, se parece a los dos primeros discos, en el sentido que hemos seguido el mismo modus operandi: juntarnos todos en el local, darle una vuelta a las canciones, tomas de decisiones de cómo enfocarlas… Pero la grabación muy simple, todo muy bien ensayado, muy bien confeccionados los temas, y en el estudio poca experimentación.
Hemos utilizado el estudio para registrar las canciones compuestas, más que nada. Es decir, ir allí, juntarnos los tres un una habitación, poner micrófonos, ponernos a tocar y buscar la toma buena, la toma con magia de cada canción. Y de hecho así ha sido, en 5 días hemos grabado 10 canciones, y eso es el disco. Es cierto que ha habido mucha pre-producción, para llegar al estudio y ¡¡pum!! Mientras que los dos discos anteriores, Secret Fires y Sonora, son los que más hemos experimentado en el estudio, aunque ya llevábamos una base. Fueron discos más caros de hacer porque nos tirábamos más horas en el estudio. Ahí contábamos también con colaboraciones, muchos más instrumentos…
Para poder volver a los orígenes, primero tienes que correr un poco libremente, conocer o hacer otras cosas, eso se aprecia en los dos discos anteriores. Suenan más a rock americano que la americana en sí… Este huele a vosotros.
Sí, digamos que este disco reincide más en el sonido puro, en el folk. Si nosotros somos un grupo de rock-folk, pues digamos que este disco y los dos primeros son más folk, y los que hay en medio son más rock. Pero la esencia siempre ha estado ahí, lo que pasa es que aquí hemos querido reincidir más. Eso es básicamente el sonido actual, el sonido que sacamos con la experiencia que tenemos, pero también utilizando, en este caso, el saber hacer de Raúl Pérez, del estudio La Mina en Sevilla, y aprovechando los avances técnicos que tenemos hoy en día.
También es cierto que hemos grabado como se haría antiguamente, de forma analógica. Es verdad que está registrado en un soporte digital, pero hemos grabado de forma analógica, es decir, poner los micros y a la toma buena, y si hay que repetir algo, hay que repetir todo, no se puede andar con que cojo esto y esto, ni nada de arreglar cosillas luego con el ordenador, nada de meter trucaje de autotune ni de historias raras. No hemos tocado ni con claqueta, nada. Todo a tempo humano, todo muy humano y orgánico.
También te digo que no somos un grupo de ejercicio de estilo ni somos un grupo de revival, nunca lo hemos sido, siempre nos hemos considerado un grupo de nuestro tiempo. El disco suena a moderno, a nivel de sonido. Si tú pones un grupo de folk-rock actual, los parámetros son los mismos. Si pones un disco de Larkin Poe, o de Gary Clark Jr, suena a moderno, ¿no?. Y a lo mejor hay un banjo, pero suena como un cañón. A eso es a lo que me refiero.
Te iba a preguntar por el estudio. Sé que fue algo especial el grabar allí, pero ¿Cómo estuvo la cosa?
Sí, La Mina nos gusta mucho, es un estudio que a nosotros nos sienta muy bien. Y en eso tiene mucho que ver Raúl Pérez, que es un tío que nos encanta cómo trabaja. Nos parece muy, muy bueno en lo suyo. Nosotros siempre hemos utilizado su labor o su faceta como técnico de sonido, aunque si nos ha dado algún consejo de producción lo hemos tenido en cuenta, porque nos parece siempre muy interesante lo que tiene que aportar. Pero digamos que la producción artística la hemos llevado el grupo.
Y el ambiente del estudio es como una casa antigua de los años 70, como un chalet gigante ya un poco decadente, que en su momento era un chalet de lujo y ahora ya es un chalet antiguo. Pero tiene un encanto especial, es vintage, nunca mejor dicho. Rubén Marrón, de Arizona Baby, tiene mucha familia por USA, en Los Ángeles más que nada, así que él y yo hemos estado bastante por allí, hemos estado por los cañones, por Laurel Canyon y por todos estos sitios. Y son casas de este rollo, muy parecidas a La Mina.
Ahora ha salido un libro sobre la escena musical que había allí, en Laurel Canyon y toda esa zona, una escena muy bohemia, con derrames de artista de folk, de rock. A mí, todos esos artistas, toda esa música me gusta mucho y es algo evidente la influencia en la música de Arizona Baby.
Entonces nos sentaba muy bien ese ambiente. En el estudio La Mina, estabas ahí y en los descansos te salías al porche a sentarte tranquilo, tenías ahí un pequeño jardín, veías pasar un conejo perseguido por un gato, y se estaba muy bien. Todo como muy antiguo, muebles viejos con madera maciza, alfombras, lámparas grandes antiguas, espejos y todos esos elementos. Ese es el atractivo de este estudio, esa decoración que ha conseguido Raúl, que te acoge de otra forma. A diferencia de la mayoría de estudios, que parecen un poco como quirófanos, todo muy minimalista, puertas que parece un submarino… Y a mí eso… es que parece que te vayan a sacar una muela [risas], y te pones a tocar y estás como tenso.
En cambio, en La Mina es diferente. Estás como en una casa, que parece que estás de finde con los amigos en una casa rural, y entonces estás relajado. Estás relajado y, de repente, ahí hay unos micros, tienes al lado a tu colega que tiene una batería y al del otro lado una guitarra, y te pones a tocar de forma natural, con tu cervecilla o tu café al lado. Todo eso hace que toques mucho mejor, tocas mucho más suelto, menos tenso y más natural.
Todo más natural y eso se nota, se transmite y lo percibimos los que lo escuchamos.
Sí, porque la canción, aunque tú sepas cómo van los acordes, cómo va el ritmo y demás, luego hay que hacer la toma bonita. Puedes hacer muchas tomas y decir «sí, están bien», pero parece que está sosa, parece que le falta algo. Y es eso, ese duende o el flow, o como quieras llamarlo.

nos gusta el rock ya no solo como un sonido sino como una cultura
Yo, si no domino el idioma, entonces me guio por lo que me transmite la música, por la forma de cantarla o de tocar los instrumentos.
Yo escucho mucha música de muchos países. Por ejemplo, a mí me gusta mucho el rock turco y no tengo ni idea de turco, pero me llega, y eso es lo importante. Hay gente que hace unas letras fantásticas, sean en inglés o en español, pero a lo mejor su música no me dice nada, me resulta sosísima, entonces a mí, pues qué quieres que te diga… no me dice nada. Y son magníficos compositores y grandes escritores de letras, pero a mí su música no me dice nada, lo siento. No me llega. Y tienen mi máximo respeto, pero como oyente o como espectador no me hace tanto tilín como a otros amigos que les puede alucinar. Yo entiendo que les alucine, pero a cada uno le gusta o le llega una cosa diferente. Es como un chiste, te hace gracia o no te hace gracia.
Estábamos hablando antes de Estados Unidos y os veo muy rollo la fiebre del oro. ¿Os mola esa movida o qué?
A ver, a nosotros lo que nos gusta es el rock & roll, y nos gusta el rock ya no solo como un sonido sino como una cultura. Una cultura que se ha convertido en global a lo largo de las décadas y que para mí se remonta a principios del siglo XX, o incluso antes, si se asocia al jazz de Nueva Orleans. A esa fusión del jazz y el blues, donde ya había mimbres, y tocando ya también el rhythm and blues. Y por ahí ya llegamos al rock & roll.
Luego, para mí el primer artista pop sería Buddy Holly, con mayúsculas, y con su reverso femenino que sería Brenda Lee. Y digo que es pop o incluso protopunk, porque tú ves tocar a Buddy Holly y no ves que haya un solo de guitarra, todo es «chachachachachacha», es puro ataque, y para mí, saber todo esto es súper importante porque es una gran cultura (el rock & roll como cultura).
El otro día me decía un amigo músico que es de Alabama pero vive en Nueva York, quejándose un poco de los problemas del país y demás, que una de las únicas cosas de las que que estaba orgulloso de su país era de que habían inventado el rock & roll. Todo así como en coña, riéndonos, y le digo para picarlo: «Sí, pero con nuestras guitarras, con las guitarras españolas» [risas]. Y eso es verdad y además muy bonito, ¿no? Porque al final es un intercambio constante. Va algo de aquí y viene algo de allí, es un viaje en círculo. Es cultura global, en rock & roll cabe de todo; en el rock en un sentido amplio hay ritmos latinos, hay jazz, hay folk blanco, hay folk negro que es el blues, etc. Hay una mezcolanza.
Y lo trasladáis a Arizona Baby, tanto en música como en actitud.
Eso es lo que nos gusta. Nos gusta sentirnos parte de esa gran familia global y seguir aportando nuestro visión y nuestra forma de hacer las cosas. Nos parece un marco artístico en el cual nos podemos sentir muy libres. Podemos jugar con distintos idiomas, distintos sonidos, distintas influencias, etc. Si analizas todo lo que llevamos ya hecho Arizona Baby, se pueden adivinar sonidos muy, muy variados. Nos ha influenciado tanto José Feliciano o Peret, como Kurt Cobain o Los Salvajes, o Los Brincos. Todo eso está ahí. El rollo ye-ye, el «Porompompero».
La gente se cree que no nos influye la música española, ¿cómo no nos va a influir? Hasta el punto que si cantamos en inglés es precisamente por la influencia de grupos españoles como Dover, entre otros. Porque cuando empezábamos a tocar eran los grupos que estaban ahí y eran grupos de rock, españoles, que cantaban en inglés. Entonces eso nos inspiró y, para nosotros, en los 90 lo normal era cantar en inglés. Porque si eras indie o alternativo, cantabas en inglés. Si eras mainstream, cantabas en español. Y como nosotros no queríamos ser mainstream, íbamos de alternativos, de underground… pues cantábamos en inglés.
Después de todo lo que hemos vivido con la pandemia y todo lo posterior, ¿os ha influido algo a la hora de hacer el disco?
No, la pandemia no ha tenido nada que ver con el disco, en absoluto. De hecho, el disco se llama así, Salvation (Salvación), porque es cortar con todo, con todo el ruido mediático, con todo el ruido político, con todo ese ruido que a veces te impide oír la música. Entonces es cortar con todo eso y encontrar ese remanso de paz, ese vacío en el espacio exterior. Eso lo ves en el disco, que todo el arte es como muy cósmico, muy de espacio exterior. Es decir, me alejo. Me alejo de la Tierra, del mundanal ruido, y quiero estar en conexión con el Universo y en sintonía con la música. Quiero que el arte me ayude a salvarme de todo esto. Para mí, aunque suene un poco naïf, la música nos puede salvar, y ese es un poco el concepto del disco.
Uno de los fuertes de Arizona Baby es el directo, tenéis unos directos donde el público se fusiona muy bien con la actuación y disfrutan al máximo, ¿Habéis tenido en cuenta esa ventaja al hacer o montar este álbum?
Sí, Salvation es un disco muy pensado para el directo. Los dos anteriores sí que tenían más instrumentaciones, algún piano, algún contrabajo, coros… Pero esta vez es el formato tal cual: dos guitarras, la pequeña batería con percusión, y yo voz principal con Guille [el batería, Guillermo Aragón] a los coros. O sea, como en el primer y segundo disco, que no habían más arreglos extra, pues aquí lo mismo. Entonces eso está muy a huevo para el directo. El hecho de que esté todo más fijado, te da alas para jugar más a tu alrededor. Y además, como es un disco corto, de media hora, pues está muy bien porque nos gusta priorizar en los directos el disco más nuevo.
De esta gira hemos hecho ya unas 8 fechas o así desde que salió el disco. El disco salió el 10 de noviembre y ese mismo día ya tocamos en León. Y la semana anterior habíamos hecho dos fechas en Galicia, ya adelantando canciones del disco.
Eso es lo que nos gusta, esa experiencia humana, que no sea todo un guion perfectamente ensayado.
Claro, con media hora de duración del disco, te da para jugar en los shows.
Mola porque, si hemos tocado el disco entero y el concierto dura una hora y media, pues tocas el disco entero y luego tienes una hora de repaso de toda la discografía del grupo. Entonces queda un concierto muy equilibrado, muy rico, con mucha variedad y con plena actualidad de lo que es el grupo. A nosotros no nos gusta llevar mucho visual, como láseres y este tipo de cosas, tenemos una puesta en escena muy sobria porque lo que queremos es que se nos oiga tocar, que disfruten de la música y que se vea lo que estamos haciendo. Si se nos rompe una cuerda o una baqueta, o cosas de ese estilo, empezamos a improvisar. Eso es lo que nos gusta, esa experiencia humana, que no sea todo un guion perfectamente ensayado.
Todo muy artificial, eso es lo que no conecta. Y es muy importante esa conexión porque la música va de eso. Aunque no entiendas la letra de la canción, que te consiga atrapar su música, la forma de cantarla, la voz. Como ‘Ride On’, una de las canciones más significativas del disco.
Ride On es una canción bastante especial porque la hicimos de forma bastante coral, partiendo de unos riffs de guitarra muy guapos que tenía Rubén Marrón. A partir de ahí fui construyendo la canción y ya luego, entre todos, le dimos forma definitiva. Es una canción muy influida por el hip hop, si te fijas en el ritmo. Es una canción muy «sampleable» [risas] y animamos a los buenos raperos a que sampleen esta canción. También tiene esa épica arizónica que tanto nos gusta y creo que también a nuestro público. Es una canción muy cinematográfica, muy de final de película. Tiene mucho que ver también con Jackie Brown, quizá. Me la imagino en algún momento de esa película.
Y parece que se asocia con ‘Streets Of Babylon’, el focus track del disco.
Sí, justo es otra canción cosechada a partir de riffs de guitarra del señor Marrón, que luego yo he trabajado para darle forma de canción y, ya entre todos, le hemos dado esa producción artística necesaria para darle forma definitiva. Es una canción que, junto a Ride On, le ha dado una vuelta de tuerca al sonido de Arizona Baby y quizá son dos de las canciones más novedosas del álbum. Tampoco queríamos salirnos mucho del espíritu general de Arizona, de que fuera folk, country, blues, todas esas señas de identidad del grupo. Y estas dos canciones tienen todo eso, pero lo llevan un poco más allá.
Y así, señorxs, termina esta cálida charla con Javier Vielba, del grupo Arizona Baby. Le doy las gracias por prestarme su tiempo y su amabilidad.