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Egon Soda: «El hecho de que ninguno vivamos de este grupo, puede que lo convierta en un grupo eterno» (2022)

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Fotografías: John Coogan

Hablar de Egon Soda es hablar de una carrera forjada a base de amistad y amor por la música, sin más pretensiones que hacer las mejores canciones posibles y disfrutar con todo lo que ello conlleva. La dificultad de que los seis componentes de la banda se junten (viven en ciudades diferentes y todos forman parte de otros proyectos musicales) hace que verles en directo cada cierto tiempo sea un verdadero acontecimiento, haciendo que adquieran casi la categoría de grupo de culto.

La discografía de Egon Soda es de las más consistentes del panorama musical de nuestro país. Sin altibajos, manteniendo siempre un nivel elevadísimo y demostrando, disco a disco, que es una de las bandas más fiables y de mayor calidad de la actualidad. Ricky Falkner (voz y bajo), Ferran Pontón (guitarra), Charlie Bautista (teclado), Xavi Molero (batería), Pablo Garrido (guitarra) y Ricky Lavado (percusión) son los seis miembros de Egon Soda y vuelven a la actualidad con un nuevo álbum bajo el brazo: Bellaurora.

Con motivo de la publicación de este fantástico trabajo, conectamos con Barcelona y Madrid para hablar con Ferran y Ricky respectivamente. En una conversación que podría haberse alargado durante horas, ambos músicos nos contaron mucho de lo que hay dentro de Bellaurora: el concepto global del álbum, lo que esconden algunas de sus letras, la manera de afrontar el proceso de composición y grabación del disco, y muchas cosas más. Bellaurora es un disco en el que perderse e ir descubriendo rincones diferentes en cada escucha. Es una obra de largo recorrido, alejada de la inmediatez y propicia para regar la vida de muchos de los seguidores de Egon Soda.

Han pasado casi cuatro años desde la publicación de El rojo y el negro (2018), contadme de dónde surge Bellaurora y qué objetivos creativos os habéis marcado con este nuevo trabajo.

Ferran: Yo me puse a grabar maquetas en casa, como siempre hago, más o menos cuando empezó la pandemia. La idea, sencillamente, era hacer canciones para otro disco de Egon Soda, sin un pre-concepto o una idea tan clara como había pasado con El rojo y el negro. Sí que habíamos hablado con Ricky, y a él le apetecía mucho poder trabajar bien las maquetas. Yo me puse a hacer muchas, de hecho grabé casi 22 demos, y luego hicimos una selección. Creo que, ya desde el principio, nos dimos cuenta de que tenían que ser las canciones las que mandaran, que cada canción iba a ser un mundo y que eso iba a ser como un viaje.

Luego ya, a nivel lírico, sí que planteé el tema de Bellaurora y lo fui metiendo en distintos lugares, porque me apetecía que hubiese un hilo en ese viaje, donde pasara un poco de todo. Pero, a nivel estilístico y musical, creo que fueron las canciones las que mandaron. Elegimos las que más nos gustaron, y la idea era no cortarnos a la hora de intentar caminos nuevos o repetir antiguos si nos apetecía.

Me gusta algo que dice el texto que acompaña al disco acerca de que Bellaurora es música que se explica sola. También dice que este disco es «un grito de necesidad». ¿A qué os referís exactamente con esto?

Ferran: Nos referimos, en parte, a la necesidad habitual de Egon que, cuando llevamos tiempo sin vernos, nos apetece encontrarnos, hacer música y poder salir a tocar. Egon Soda, para los miembros de esta banda, es un poco «casa», y la excusa para vernos y mantener nuestra amistad, ahora que estamos un poco más lejos los unos de los otros. 

Luego había otra necesidad añadida, y era el hecho de procesar un poco todo eso que estaba haciendo con las maquetas durante el encierro. Creo que, de alguna manera, lo vimos más cuando nos metimos a grabar: todo ese peso de estar encerrados, de no tener muy claro qué iba a pasar, del desastre que significaba eso para tantos compañeros de la música… Todas esas sensaciones van empañando el disco y salieron a la hora de grabar, con momentos de mucha emoción. En cierto modo creo que había un grito callado con el que decir que «nos ha pasado por encima todo este alud,  pero seguimos aquí y queremos seguir haciendo canciones. No sabemos qué va a pasar ni cómo será el mundo después, pero al menos Egon Soda va a seguir haciendo canciones».

‘Bellaurora’ es un concepto que permite soñar con un lugar cálido y agradable. Eso es Egon Soda para nosotros

Ya que hablas de que este disco en parte bebe de la situación que vivimos hace dos años y que os emocionasteis cuando os juntasteis a grabar, contadme cómo ha sido vuestra manera de trabajar. Supongo que, como muchas bandas, empezasteis desde la distancia, algo que, por otro lado, ya veníais haciendo casi desde siempre.

Ricky: Como bien has dicho, nosotros funcionamos como casi ninguna banda. Parece que la pandemia nos ha obligado a hacer las cosas de determinada manera pero, en realidad, es la forma en la que venimos haciendo las cosas desde siempre. Eso pasa por vernos muy poco, al menos tocando, por hablar muy poco de las cosas, y hacernos un poco los listos y pensar que todo nos saldrá bien, aunque no lo hablemos demasiado. Otras veces quizás ha sido por otras razones, porque todos estábamos muy liados con los trabajos de cada uno. Al final Egon Soda, como bien decía Ferran, es un sitio que es un poco «casa» así que, con tal de intentar que «casa» no sea algo estresante, a veces lo vamos tomando con una calma que, de repente, nos obliga a hacer un disco sin habernos visto mucho antes o sin haberlo hablado demasiado.

Esta vez, curiosamente yo he notado, con respecto a los trabajos anteriores, que teníamos como una energía reservada para hacer este disco más potente, que no nos lo íbamos a tomar como un pequeño recreo. Todos teníamos muchas ganas de vernos y todos estábamos pensando en las maquetas de Ferran e imaginándonos lo bonito que podía ser todo. Sí que he notado que todo ha sido un poco más emotivo y, sin duda, tiene que ver con estos años raros que nos ha tocado vivir. Eso hace que todavía demos más valor a una amistad que tenemos casi ancestral. Creo que todo eso se nota en el disco.

En el texto de presentación del disco desarrolláis diferentes acepciones para la palabra Bellaurora: Un navío, un travesti madrileño, un caballo percherón, un letrero, un cocktail… ¿Qué es para vosotros Bellaurora en realidad?, ¿Qué tienen que ver estas canciones con los conceptos de los que habla esa presentación?

Ferran: Bellaurora es lo que cada uno quiera que sea, y la voluntad era crear un concepto polisémico con el que cada uno se pudiera poner en algún lugar. Pero creo que, si algo comparten todos los personajes o los objetos a los que me refiero en la nota, es la dignidad de intentar ser uno mismo. Es decir, la búsqueda de la propia esencia de cada uno, a pesar de que no encajes o de que te intenten convertir en lo que no eres.

Creo que eso se explica muy bien con el origen real de Bellaurora que es el cartel que está en la calle Balmes de una marca de cosméticos. Es un edificio pequeñito, con un letrero Art Decó muy bonito, que está en medio de dos edificios gigantes y modernos. Es como el último grito de una manera de entender Barcelona que ya no existe. Una manera más romántica. Es como una cosa fuera de sitio. En ese tipo de concepto, personalmente, yo me encuentro muy cómodo y me identifico mucho, pero además creo que también identifica mucho a Egon Soda. En ese sentido, nosotros hacemos las cosas como buenamente podemos y sabemos pero creo que, si hay una marca de la casa, es que siempre hemos hecho lo que nos apetecía y, a nivel musical, hemos intentado ir creciendo cada vez más, aumentando la personalidad de Egon Soda, nunca diluyéndola.

Creo que, en el fondo, Bellaurora habla un poco también de Egon Soda. Habla de qué significa ser una banda peculiar como somos nosotros y que lucha por que la gente tenga una idea de quién somos y se pueda acercar a nosotros desde muchas perspectivas. En ese sentido, Bellaurora es un concepto que permite soñar con un lugar cálido y agradable. Eso es Egon Soda para nosotros. Esa idea de una aurora preciosa, que te da calidez y que, aunque pueda parecer que las cosas están mal, de repente tienes ese «Stendhalazo», ese momento estético con el que te sientes a gusto, que es gratis y que pasa todos los días. Pero vamos, que creo que la gracia de Bellaurora es que para cada miembro de la banda significa una cosa distinta.

Es muy bonito y sugerente todo lo que dices pero, a medida que lo ibas contando, estaba visualizando la portada del disco y lo que me genera es casi lo contrario.

[Risas de los tres]

Ricky: Es que, contado por él y sin tener todos los referentes previos, parece una contradicción total. A mí es que me parece flipante que una idea de un disco sea tan difícil de sujetar. Me parece precioso y me parece que nos representa muchísimo. Es muy Egon que esto pueda ser tantas cosas.

Me acuerdo cuando hablamos las primeras veces del disco y de la idea, Ferran decía «A ver cómo te lo cuento… Bellaurora es un barco de marineros que se ha estrellado en un bar y los marineros vivirán eternamente en ese bar y el bar también se llama a Bellaurora». Era todo una cosa que no se podía ni explicar pero que, en el fondo, era una idea para mí clarísima, porque habla de todo eso que ha contado antes, de un sitio de confort, de la amistad, de la eternidad, de la lucha… Realmente es una imagen absurda que habla de todas estas cosas, así que para mí, desde aquel momento, ya era muy fácil describir este concepto. Ahí cabía todo: desde una prostituta de Madrid, hasta un cocktail…

Creo que, por mucho que lo intentemos explicar, todo es muy poliédrico, por eso me parece muy bonito que esa hoja de promo sea así. Al final, podría ser infinita y cada uno ir añadiendo su idea de Bellaurora.

nuestros discos navegan por muchos sitios

Ese concepto poliédrico también está en las letras de las canciones de Bellaurora. En comparación con trabajos anteriores, percibo unas letras menos directas y mucho más abiertas a interpretaciones. No sé si esto ha sido intencionado.

Ferran: Es cierto todo lo que dices. Pero curiosamente, comparándolas con las letras de El rojo y el negro, aquellas me costó un huevo escribirlas, hubo muchísimo trabajo detrás. En cambio, las letras de Bellaurora me salieron más rápido porque tienen más que ver con cómo yo escribo normalmente. Yo creo que son más Ferran, en cuanto a su manera de entender el mundo. Es que, en El rojo y el negro había una voluntad detrás que me obligó a salir de la zona de confort e irme a un lugar de más trabajo a nivel de escritura.

Yo creo que estas letras se parecen más a las del primer disco, que son un poco como mi manera un tanto oscura de entender las cosas, con muchos referentes, pero que es como yo vivo la literatura que me gusta leer y como suelo escribir. Simplemente, yo soy así y es como me sale. Yo creo que en este disco hay un poco de todo. Hay letras con una línea más clara o incluso alguna más política, como Sendero luminoso, y hay algunas en las que hay incluso una necesidad de tirar del diccionario [risas], como El lecho de Procusto. Pero creo que todas comparten lo que te comentaba antes, que cada uno encuentra su significado o la frase que le hace feliz en cada canción.

Al hilo de esto, me gustaría preguntar a Ricky cómo trabaja él las letras. ¿Cómo es tu proceso para interiorizarlas, hacerlas tuyas, interpretarlas…?

Ricky: En realidad, Ferran ya da todas las pistas. Para mí no se trata de reinterpretar nada, se trata más de coger lo que él hace y conseguir una manera de cantar con la que pueda dignificarla. Muchas veces no puedo cantarla como él se lo había imaginado porque no me sale o porque no me pega, o a veces intento cambiar algún detalle para acomodarla más a mi manera de hacer, pero es una cuestión casi de técnica que, con canciones así, es muy agradecido de hacer.

Por otro lado, a nivel casi emotivo, te diría que, como llevamos toda la vida haciéndolo así, yo no tengo que hacer un esfuerzo emocional muy fuerte para meterme en el papel de esas letras. Para mí es tan natural coger una letra de Ferran y cantarla que está casi en mi ADN. Solo intento que no le moleste a él mucho lo que hago y, a la vez, intentar que me emocione a mí. Es todo muy natural, la verdad.

Parece que en este disco encontramos nuevos registros en tu voz. Me da la impresión de que también hay una búsqueda de evolución en tu manera de cantar.

Ricky: Ah, ¿sí? Pues qué bien, la verdad. Yo no lo identifico mucho porque ha sido todo muy natural. Si esto ocurre no ha sido por una voluntad de que pasase. Pero me alegro mucho de que lo digas porque yo, realmente, canto muy poco en mi vida, solo lo hago con Egon. Por eso, yo no me considero un cantante de esos que van creciendo con el paso de los años.

Pero sí que es cierto que, a medida que nos hacemos mayores, todos vamos cambiando levemente nuestros tics, igual que nos pasa como banda o que, por ejemplo, Mole toca cada vez de una manera diferente. Eso sí, todo va como a más flipante siempre. Es como que nos vamos volviendo cada vez más gruñones o con más personalidad. No sé muy bien cómo decirlo. Si tú lo has detectado, yo lo agradezco porque, si hubiera sido ir hacia atrás, sería una putada.

En este disco hay bastante variedad en cuanto a la sonoridad del álbum, con canciones moviéndose entre diferentes estilos pero manteniendo intacta vuestra esencia. Quizás sea un disco que tiene un poco de cada uno de vuestros álbumes anteriores y, al final, puede que esto sea realmente Egon Soda.

Ricky: Hay algo de eso que para mí siempre ha sido muy Egon Soda. Es verdad que, al final, los discos suenan muy uniformes porque los grupos son como son y puede que dentro del grupo se vean diferencias brutales entre las canciones pero, en el fondo, otro lo ve y no lo aprecia tanto. Yo te diría que el disco anterior quizá sea el único que está fuera de esa línea, en el sentido de que había una línea estilística más clara, igual que con los textos. Pero el resto de discos nuestros navegan por muchos sitios. 

Hemos hablado mucho del primer disco de Egon Soda porque de alguna manera nos recordaba algo, aunque no sabemos explicar muy bien qué. A lo mejor tiene que ver con que la gravedad de cada una de las canciones las acaba acercando y acaba pareciendo todo una sopa estupenda. Pero realmente yo no sé separar estilos dentro del disco.

Es importante saber que las cosas cuestan, no suceden solas, necesitan del esfuerzo

El álbum arranca con La canción de todas las canciones. Los arreglos de este tema invitan a pensar que el disco puede ir por un camino, aunque luego resulta que no es así.

Ricky: El disco sinfónico de Egon Soda… [risas].

Ese tema me parece una bonita introducción al disco. Hacer una canción que hable de hacer canciones.

Ferran: De hecho, fue la primera que compuse, con toda la voluntad de que fuese la primera del futuro disco. Te voy a confesar que soy la persona que hace las peores maquetas de la historia de la humanidad y eso que he escuchado muchas terribles [risas]. El caso es que yo hacía unas maquetas horrorosas y no entendía cómo el resto de la banda podía acabar entendiendo lo que yo quería decir, con el caos sonoro que yo provocaba [risas]. Pero esta vez, quizás por tener más tiempo, me puse a mirar cómo iba eso de los compresores y demás y, de repente, las maquetas empezaron a crecer. Sin duda, a nivel técnico, son las que mejor me han quedado y además se entendía mejor lo que yo quería decir. 

En mi cabeza, desde el principio, también existía la voluntad de que en este disco se explicasen muchas cosas. Me apetecía mucho que hubiese mucho material para escoger, porque luego la gracia es que esto es una banda y lo que sale tiene muy poco que ver con lo que yo hago al principio. Y, en concreto, esta canción era lo que tú comentabas, que habla del miedo y el pánico que te entra cuando te pones a hacer una canción que ya no es tu primera canción, ni la canción especial, sino que es otra canción más. Habla un poco de ese peso que te pones en la cabeza tú mismo, de que todas las canciones tienen que ser increíbles.

Pero a la vez, esta canción habla de las pequeñas magias que te encuentras en la vida y de la suerte que tienes cuando eso te pasa. A mí eso me pasa en muchas facetas de mi vida pero, desde luego, donde me pasa de una manera abrumadora es en Egon Soda. Es que, tener la suerte de hacer música con mis hermanos, que además son todos músicos extraordinarios, y conseguir que eso llegue a buen puerto, a mí siempre me ha parecido un milagro.

No te negaré que, si hubiésemos tenido un presupuesto del copón, no fuésemos unos ratillas y fuésemos un grupo gigante, a lo mejor sí que hubiésemos metido cuerdas y orquestas en todos los sitios. Pero al final hemos hecho lo que podíamos y, así como en algunas canciones es un arreglo innecesario, en esta en concreto creo que es la estructura de la canción. No es una cosa que vaya encima sino que se monta sobre esa espina dorsal que es el arreglo instrumental.

En Todo lo que sangre decís que «de tanto tragar, se nos quebró la esperanza«, para luego añadir: «tragaré un poco más para conservar la esperanza». Estamos en una época en la que parece que efectivamente nos hemos resignado a tragar. No sé si es por conservar la esperanza o por conservarnos a nosotros mismos.

Ferran: Desde luego, y solo tienes que mirar un poco los periódicos de hoy para ver qué ruedas de molino nos hacen tragar cada día. Y, con todo lo que está pasando en Europa, está esa sensación de que hay que seguir luchando. Puedes tirar la toalla pero, al final, creo que hay que seguir tragando, aunque vomitando cuando toca también. No se trata solo de tragar sino de adaptarte a la realidad complicada que puedas tener e intentar luchar para que se acerque lo más posible a lo que tú consideras que es una vida digna. Eso a veces pasa por tragar cosas que no te apetecen para convertirlas después en algo que es mucho mejor.

En Como si los pianos se afinaran solos el mensaje parece claro, instando a actuar, a no quedarse impasible si se quieren cambiar las cosas. Va un poco en la línea de lo que estás comentando.

Ferran: Esta tiene una explicación un pelín más complicada. Esa frase no es mía, está sacada de una película que se llama Ardara, de la que Ricky Falkner hizo la banda sonora, y que la hicieron dos buenos amigos, que son Xavi Puig y Raimon Fransoy. Yo estaba viendo la película con Martí Perarnau, en un cine en Barcelona, dijeron esa frase y yo me tiré encima de Martí, «¡Dame un papel!». Me apunté la frase y dije: «Esto es una canción, seguro«.

Me encantó esa idea de que las cosas cuestan, no suceden solas, necesitan del esfuerzo. Vivimos en una sociedad en la que parece que todo viene dado y que todo es gratis, pero siempre es mentira porque nunca hay nada gratis. Hay que saber qué precio estás pagando y hay que luchar por cómo quieres tú vivir y cómo quieres ser. Eso no siempre es fácil y a veces es molesto para con los demás pero al final de tu vida, de tu carrera y de tu trayecto estás tú contigo mismo, por eso me parece importante luchar por lo que crees.

Nuestro secreto es que solo nos une el amor por la música y el de los unos por los otros

Antes has mencionado El lecho de Procusto. Esta canción hace referencia a la mitología griega y, reflexionando sobre esto, en cierto modo puede que todos tengamos algo de este síndrome. En el fondo, todos queremos que los demás se adapten a nosotros.

Ferran: Desde luego. Yo creo que el síndrome va por los dos lados. Por un lado, de ser Procusto y querer cortar todo lo que sobra para que se amolde a las cajitas mentales que tenemos todos. Y, por otro lado, también la cierta voluntad de querer encajar y cortar piezas de ti mismo para poder hacerlo.

La canción, en el fondo, habla de alguien que no encaja, alguien que es molesto. Es una de las pocas letras en la que hay dos voces narrativas, creo que no lo he hecho en ninguna otra. Se ve desde fuera la imagen de una persona que desencaja. En cambio, en el estribillo, «Acuéstate a mi lado, mañana serás como todas las demás«, es el propio Procusto el que te quiere encajar en un sitio distinto.

Yo creo que oímos cada día qué es lo que decides ser con tu cuerpo, lo que decides ser con tu política, lo que decides ser con tu familia… Parece que todo el mundo tiene un manual para explicarte mejor que tú mismo cómo lo tienes que hacer. En realidad no es así, y la única opción que hay es intentar ser tú mismo. A veces te pegarás una buena hostia siendo tú mismo, pero yo creo que de eso se aprende. Al final, intentando ser como los demás quieren que seas, no aprenderás y solo fracasarás, a no ser que, por pura casualidad, eso coincida con quién eres tú. Si no, siempre estarás intentando adaptarte.

Antes habéis dicho que para hacer este disco habéis indagado un poco en lo que sois vosotros como banda y vuestra manera de entender todo esto. A nivel instrumental, ¿ha cambiado en algo vuestra manera de tocar o de interpretar estas canciones?

Ricky: Creo que esencialmente no. Pero hablando concretamente de este disco sí que es verdad que, con respecto al anterior, hicimos una cosa que para nosotros es heroica pero que es el día a día de cualquier grupo: ensayar. Para nosotros era como sentirnos de verdad unos auténticos trabajadores del rock. Recogiendo todo lo que ha contado Ferran de su proceso creativo, como todos sentíamos ya especial este disco antes de empezar a hacerlo, yo al menos me propuse trabajar de esta manera. En el disco anterior tuve un poco de angustia porque sentí que nos estábamos pasando de dar por hecho que todo nos salía bien, aunque nos presentásemos en el estudio directamente, sin haber tocado nunca una canción.

Para no retarnos más y, por respeto al propio disco y a las canciones, decidimos ensayar una semana. En ese sentido lo cambió todo, porque fuimos al estudio mucho más confiados, mucho más felices y mucho más tranquilos. A nivel instrumental no ha cambiado nada, pero sí que ocurría una cosa: como el disco anterior se definía por sus textos y por su negritud, para mí había algo fundamental y era que habíamos tomado la decisión de hacer un disco vacío, jugando con los mínimos elementos posibles para hacer funcionar una canción.

El planteamiento con este disco no te diré que era el contrario, pero sí que era un disco que ya hablábamos desde el principio, por todo eso que contaba Ferran de las maquetas. Y sabíamos que era un disco en el que no nos íbamos a privar de nada si nos apetecía llevar la canción a cualquier sitio. Esto convierte el disco para mí en un sitio de recreo real, donde yo soy feliz, intentando que pase de todo, todo el rato.

Justo tenía anotado algo así, que escuchando el disco se percibe que lo habéis pasado bien, que habéis disfrutado mucho del proceso, tocándolo, etc.

Ricky: Me alegra mucho que digas esto. Yo creo que a veces desde fuera es difícil de saber, pero creo que sí que se percibe. Tenemos la buena costumbre de grabar los discos en La Casamurada, que es un sitio que tiene una energía que invita a estar bien, a ser creativo y a ser feliz. Creo que esta vez lo hemos aprovechado muy bien porque, efectivamente, puedo atestiguar que hemos sido muy felices y lo hemos pasado muy bien. Y además creo que nos hemos esforzado para que fuese muy bello. Y es que claro, instrumentalmente, son seis personajes que hay que dejarlos correr a cada uno. Al final, siempre es un partido muy divertido.

¿Cuál es el secreto de Egon Soda para mantener la llama encendida? 

Ricky: Lo mismo que mantiene viva la llama de los candiles: el alcohol [risas de los tres].

Ferran: Total. Yo iba a decir que el secreto es JB. 

Pero hay muchas bandas que utilizan el JB y el resultado no es el mismo…

Ricky: En otras bandas es para que se puedan soportar. En nuestro caso, el hecho de que es un grupo del que ninguno vivimos, creo que lo convertirá en un grupo eterno. Ya llevamos tanto camino así hecho que, incluso si un día en la vida nos fuese bien, sería muy difícil de cambiarlo. El secreto es que solo nos une el amor por la música y el de los unos por los otros.

AUTOR

Javier Decimavilla
Javier Decimavilla
La música nos puede salvar la vida o al menos mejorarla. Bob Dylan, Neil Young, David Bowie, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, nos llevan enseñando el camino a la felicidad desde hace décadas.

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