InicioEntrevistasEl Último Vecino: «Encima del escenario me siento inmortal» (2022)

El Último Vecino: «Encima del escenario me siento inmortal» (2022)

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Fotografías: Eli Quevedo (@ellieatgigs)

En una terraza de La Latina, en Madrid, rodeada de mesas algo vacías, personas caminando con la mirada perdida, algunos de ellos con auriculares, escuchando canciones para animar esa tarde de martes, me encuentro con Gerard Alegre, la cara más visible de El Último Vecino.

Ha pasado poco menos de una década desde que el artista apostara por este proyecto que, si bien se inscribe en el panorama indie español, se podría catalogar como techno-pop, un estilo que el cantante asemeja al de otros artistas, concretamente, al de Lady Gaga.

Con dos álbumes publicados, El Último Vecino (2013) y Voces (2016), presenta ahora su nuevo trabajo bajo el título de Juro y Prometo (2022). Pero este disco tiene un fuerte rasgo que lo diferencia de los anteriores. Tras haber publicado varios sencillos independientes, y haber superado una dura etapa de depresión y crisis creativa, Gerard Alegre vuelve a la casilla de salida, y empieza de cero.

El barcelonés de 35 años, comienza una nueva etapa musical. ¿Su acompañante? Su «yo» más niño. Un Gerard Alegre de ocho años que ha vuelto para quedarse, para caminar de su mano y, sobre todo, componer música, mucha música.

El desastre, paradójicamente, es el tema más positivo de Juro y Prometo. Pero si algo me ha enseñado este artista, es que, hasta en su lado más positivo, hay gato encerrado. En este caso, hay un cantante encerrado en un estado de crisis, gritando a voces que quiere salir. Y vaya si ha salido, porque ahora, un Gerard renovado y más alegre que nunca está al pie del cañón. Ha aprendido a frustrarse, a no compararse con otros artistas, a crecer personalmente, y ha lanzado un nuevo álbum que supone un punto de inflexión en su peculiar forma de percibir el devenir de su música.

Tu último LP, Voces, sale en 2016. Sin embargo, hasta el 4 de febrero de 2022 no publicas Juro y Prometo. ¿Por qué has demorado tanto en sacar un nuevo disco?

Por falta de ideas, no había ninguna estrategia. Pasé por una crisis creativa muy profunda, y también estaba en depresión. Se juntó, además, con la pandemia y tenía pocas ideas para hacer canciones. Estaba más preocupado por otras cosas.

Cuando empecé con El Último Vecino estaba muy seguro de que lo que hacía me gustaba, tenía mucha autoconfianza y autoestima. Pero por nervios, todo esto lo fui perdiendo. Entonces, empecé a compararme con otros artistas y a tener envidia. Esto me hizo perder las ideas y la creatividad. Digamos que además fue una época no muy bonita, en la que me preocupaba más por estar bien posicionado dentro de la industria de la música. Estaba perdido. Tenía tan pocas ideas que, por eso, durante estos últimos años he ido lanzando canciones por separado que no están incluidas en el nuevo álbum.

¿Te comparabas con otros artistas a nivel musical?

Me comparaba en todo… Fui una víctima del mundo de la cultura visto como una competición. Sentirse así es terrible.

A día de hoy, ¿Consideras que has superado esta crisis creativa?

No del todo, pero sí en gran parte. He sacado un disco que me gusta mucho, en el cual no he tenido que pensar prácticamente. Las canciones que he ido lanzando sueltas estaban muy pensadas. Pero esta vez, tenía claras mis intenciones: cambiar el estilo, modernizar el sonido, los ritmos… Esto ha sido como abrir el grifo y que saliese todo. Me siento más feliz.

Los mejores momentos para escribir siempre han sido ni cuando estoy muy mal, ni cuando estoy muy bien. Cuando estoy mal, hay personas que me animan a aprovechar la tristeza y escribir nuevas letras, pero pienso que estando mal no se llega a nada.

En el proceso de mejora personal es cuando salen las cosas y cuando ves luz a final del túnel es cuando se genera la esperanza. Por ello, pienso que, de manera inevitable, Juro y Prometo recoge todos los momentos que he vivido a lo largo de estos cinco años, incluyendo la depresión. Es parte de mi aprendizaje. Son canciones más directas y, ya solo por eso, tiene que ver con lo que me ha pasado. Todas las canciones que he hecho en pandemia y que nunca han salido eran más lentas, con una experimentación más electrónica… De golpe, el ver que volvía a haber conciertos poco a poco, hizo que me volviesen a nacer las ganas de hacer canciones más rápidas y punk, como las que hacía al principio.

El haber vivido una crisis de creatividad, da lugar al aprendizaje y al crecimiento personal. También hay que aprender a frustrarse…

Desde luego. Me considero una persona sensible, y en ocasiones tengo problemas de ansiedad. Hace diez años aproximadamente, sufrí un ataque de pánico, el primero de mi vida. Era como «Mierda, ¿Por qué me ha pasado esto a mi?». Lo cierto es que te cambia la vida de un día para otro. Después, me di cuenta de que, desde este episodio, era más sensible a las cosas.

Concretamente, fue un ataque de agorafobia. Me encerré en un pueblo en el que estaba solo porque me había ido de retiro. De repente, me empecé a marear, sentí que me desmayaba, que no había nadie que podía venir a recogerme y a ayudarme, y entré en un bucle. No sabes lo que es hasta que te pasa.

Fui una víctima del mundo de la cultura visto como una competición

El primer sencillo que conocimos de este nuevo disco fue El Desastre. Me parece la canción más positiva del disco.

Es un canto al no pensar en el desastre. Sin embargo, dentro de este aura de positividad que envuelve el tema, también hay gato encerrado. Lo escribí en un momento en el que estaba saliendo de estar mal y quise autoconvencerme de que tenía que estar bien. Al final, me di cuenta de que tenía que ir con más calma. Representa la fragilidad de la persona que no acaba de asumir que de estar mal no se sale tan rápido.

¿Recibiste ayuda para poder salir de este estado tan crítico de depresión?

Simplemente, estaba harto de sentirme así. Durante cinco años perdí el tiempo, cada día me sentía más mayor… Me dije a mí mismo «Gerard, tienes que cambiar». También recibí ayuda del psicólogo, medicación, etc. Si hubiese seguido en esta línea de depresión, habría abierto los ojos con 50 años y me hubiese visto hecho una mierda. Siempre voy a ser una persona negativa, pero ya no estoy así.

Pero es Ábreme la puerta la que, paradójicamente, se encarga de abrir el disco. La percibo como un tema repleto analogías amargas con un estilo post-punkero

Sí, es la batería lo que le da este estilo más punk. También tiene más guitarras que las demás canciones. Me recuerda un poco a Barricada, y me gusta que me recuerde a este grupo.

Aunque esta línea más dramática también la recoge Mundo mágico, rompe por completo en Átame. Es un sencillo que tiene otra luz, con beats agitados. Además, a pesar de tener una letra poco extensa, es una canción que refleja un fuerte sentimiento de anhelo

Es la única canción que empecé a escribir durante la pandemia y, por lo tanto, es la más antigua del álbum. Habla de una relación que tuve con una chica durante bastantes años, pero hablo sobre ella de una manera tóxica, romántica pero tóxica, al fin y al cabo. Me veo a mí mismo como un romántico que sufre. Los dos queríamos dejarlo pero, a la vez, no queríamos que sucediera… Le estoy pidiendo que me ate, que forcemos la relación para estar siempre juntos. Esto, a nivel natural, no debe pasar.

Quería que ella me atara a mí porque yo me estaba yendo. Si me hubiese atado, me hubiese quedado… Pero es muy egoísta pensar así. Sentimentalmente estaba muy alejado de ella ya.

No me dejas me parece que muestra una de las caras más arrolladoras de El Último Vecino. Podemos ver a un Gerard que escupe frases desde el alma, como «¿Y cuánto va a costarme que dejes de joder el único planeta que tengo ante mí?»

Para mí es un tema muy rebuscado. Habla del planeta tierra y la gente que se lo carga, que para mí es muy importante. Me refiero a los gobiernos, el dinero… El planeta es nuestra casa y debemos cuidarla más. Esto debería ser lo primero, si no, nos vamos a ir a la mierda. No tiene ningún sentido preocuparse antes por cualquier otra cuestión que por el planeta y por el medioambiente.

Tengo el mismo sentimiento con la gente que come animales. Yo soy vegano y no entiendo a las personas que no lo son. No entiendo tampoco cómo los gobiernos lo permiten, no me entra en la cabeza. De la misma forma que no quiero que se coman a mi hijo, no quiero que nos comamos a los animales. Si te cargas el Amazonas, te vas a ir a la mierda tú también. Quizás un poco más tarde, pero te va a pasar, a ti y a tus hijos.

Niño discúlpame es probablemente la canción que más me marcó cuando escuché Juro y Prometo

Para mí es la canción más bonita. Refleja el motivo por el cual me he podido curar de toda esa crisis que sufrí hace unos cuantos años. Básicamente, habla de que todos tenemos un niño o una niña, una personita pequeña dentro. Lo que pasa es que, en ciertos momentos, tendemos a olvidarnos de que existe esta persona, y yo me había olvidado de mi niño interior.

Tengo la sensación de que un día vi venir una personita pequeña, le reconocí la cara, y me vi a mí de niño. Me cogió la mano y me preguntó «¿Dónde has estado todo este tiempo?» [risas]. Me emocioné, y me di cuenta de que lo que quería era pillarle la manita y caminar a su lado el resto de mi vida.

Cuando te miras de niño, ¿Cómo te ves a ti mismo?

Ahora mismo, soy yo de niño. He madurado, pero me gusta la ingenuidad. Me como las uñas como un niño [risas]. Hay que ser un niño, sobre todo para lo bueno. Actualmente, voy con mi niño de la mano y, a veces, le dejo que sea él quien de la cara. No lo hago porque me guste, lo hago porque me sale así, y de esta manera lo siento. Lo cierto es que soy un poco infantil y desordenado. Para ponerte un ejemplo, me puedo tirar un eructo en un museo [risas].

Tengo la sensación de que un día vi venir una personita pequeña, le reconocí la cara, y me vi a mi de niño

Juro y Prometo es el tema que da nombre al disco. ¿Qué tiene esta canción de especial para que bautice el álbum entero?

La respuesta es mucho más tonta de lo que te esperas [risas]. De golpe, era la canción más diferente, la que no tiene batería, el tema que es una balada… Entonces pensé «Joder, esta canción va a dar nombre al disco».

Tiene además algún que otro guiño aflamencado. Me recuerda a Mar antiguo, de El Último de la fila

Sí. El tema Mentirosa también es bastante aflamencado, pero es cierto que esta canción tiene una base flamenca muy marcada. Yo soy de Barcelona, mi familia es de Barcelona y Teruel, no tengo familiares en el Sur, y a ninguno les gusta el flamenco. Pero yo tengo un flamenco dentro, tengo una especie de niño flamenco en mi interior. Soy calmado, me gusta pasarme los domingos en la cama viendo documentales, pero tengo como un nervio flamenco dentro. Esto no quiere decir que yo sepa flamenco, me gusta este estilo y ya está. Lo que pasa es que hay veces que este niño flamenco que guardo dentro sale [risas].

[Te gustaría entonces bailar flamenco]

Me gustaría ser palmero [risas]. También me llaman la atención las castañuelas.  

¿Cómo ha sido el proceso de creación y composición de Juro y Prometo?

No ha habido proceso de creación, la verdad. Sí hubo proceso creativo con las otras canciones que he ido sacando, pero con el nuevo disco no ha habido. Salió como un vómito. Luego cogí la bolsa de vómito y me lo llevé a casa de mi productor, y allí lo arreglamos un poco [risas].

Además, estoy muy contento porque es la primera vez en toda mi vida en la que hago canciones y las termino rápido. Todas las canciones que había sacado hasta la fecha, incluidas las del primer disco, El Último Vecino, había tardado más de tres años. Todos los temas que se incluyen dentro de Juro y Prometo los escribí en ocho meses.

Lo mejor para mí es que, cada vez que escucho el nuevo disco, siento todo lo que viví al escribirlas.

Me parece que el álbum recoge la esencia de El Último Vecino: ritmos ochenteros, melodías recubiertas por sintetizadores, y una fuerte influencia del pop de los ochenta y noventa español. ¿Pero está teniendo Juro y Prometo la acogida que esperabas por parte del público?

Yo creo que sí, pero necesito hacer conciertos para notarlo. La gente me envía mensajes por Instagram, diciéndome que le ayuda mucho mi música en ciertos momentos. También he aumentado de seguidores. Pero hasta que no vea una sala llena, no lo sé. Mañana en el concierto de Radio 3, empezaré a sentir la acogida de Juro y Prometo por parte del público pero, sobre todo, lo notaré mucho cuando comience a hacer los conciertos de presentación del disco.

Hablando de conciertos, el 10 de marzo actúas en Valencia, el 18 en Granada, el 25 en Madrid, y el 7 de abril en Barcelona. ¿Tienes preparado algún tipo de show diferente a lo que has realizado ya?

Vamos a hacer algo muy guay, va a gustar mucho. El último video que hicimos, el de Ábreme la puerta, es como si fuese una especie de actuación en la tele. A mí me recuerda a un programa Top of the Pops, en el que salían muchos grupos y bandas de Inglaterra, como The Smiths. Era el típico programa con el presentador, luces, humo… Nuestro objetivo es que las fiestas de presentación de Juro y Prometo sean así.

En Granada todavía me queda contactar con gente, pero en Madrid, Valencia, y Barcelona, vamos a hacer un espectáculo en el que haya un presentador y una presentadora, cámaras entrevistando a la peña, entre concierto y concierto saldrán personas y representarán un set en el cual se simulará una entrevista… También, estará Adrià Giner DJ pinchando los referentes del disco. Habrá también una cascada de humo… Ya vendrás y lo veras [risas]. El concierto de Madrid empieza en torno a las 20:00h aproximadamente, y posteriormente, habrá afterparty en la sala Ochoymedio.

¿Y cuáles son estos referentes de Juro y Prometo?

Sin duda, la música de los años 80 y los años 90. Yo estaba huyendo un poco de estos estilos, pero he decidido dejar de huir… Si es lo que me gusta, pues es lo que me gusta.

Todos los temas que se incluyen dentro de Juro y Prometo, los escribí en ocho meses.

Una de las personas a la sombra de este disco es Innercut. ¿Cómo ha sido trabajar con él? ¿De dónde nace este nexo?

Trabajar con él ha sido la puta hostia, increíble, de verdad. Ha sido el productor más guay con el que he trabajado. Ya nos hemos propuesto matrimonio artístico y vamos a seguir trabajando juntos.

Empezó siendo un productor sin más, continuó siendo productor amigo, y terminó por ser productor amigo y médium, que es lo más importante. Le conocí porque le escribí y le dije directamente «Quiero que me produzcas el disco». Innercut me dijo «Vale, yo quiero que cantes una canción en mi disco», y se hizo el amor [risas]. Al parecer, él ya quería contactar conmigo para que cantase una canción en un trabajo que estaba haciendo él como productor, y yo también quería empezar a mantener relación con él. Básicamente, los dos queríamos tirarnos la caña mutuamente pero no lo estábamos haciendo, hasta que decidimos dar el paso.

Comparándolo con una situación amorosa, es como cuando un hombre y una mujer se gustan, y aunque tienes dudas, al final le entra, y la otra persona dice «Joder, pues yo pienso lo mismo. ¿Por qué no lo hemos hecho antes?» [risas].

[Un flechazo musical entonces]

Eso es, amor musical [risas]. Sobre todo, lo de médium. Además de ser un gran productor, por supuesto. Cuando llegué por primera vez a casa de Innercut, todavía no estaba muy seguro de qué quería hacer y cómo enfocar el disco. El Último Vecino sacó en 2013 su primer disco, posteriormente hicimos un segundo, luego empecé a hacer sencillos sueltos que, aunque me gustaba mucho el resultado, no me sentía cómodo. A partir de ahí, decidí tomar un camino diferente, artísticamente hablando, al camino que ya había cogido anteriormente.

Pero yo tenía el ligero presentimiento de que lo que debía hacer era volver a la casilla de salida y tomar, desde un principio, un camino diferente. He de admitir que me daba mucho miedo. Lo comparo con el miedo que sientes cuando piensas que vas a perder lo que tienes, aunque no tengas casi nada o aunque ni siquiera te guste. Es ese sentimiento de auténtico gilipollas [risas].

En esta conversación que estamos teniendo saco muchos símiles con parejas. Es como cuando tienes una pareja, y ya no estás a gusto, así que sabes que no va a ser para toda la vida. Sin embargo, no lo quieres dejar y sigues con la relación por miedo a estar solo.

[Suele pasarle a personas que tienen miedo de estar solas, consigo mismas]

¡Razón, razón, razón, y mucha razón! En este caso era lo mismo: me daba miedo perder la puta mierda que había conseguido. Los primeros discos sí me dieron éxito, pero todas las canciones que he ido lanzando de manera independiente a lo largo de los últimos años, no. A través de hablar, hablar y hablar, porque muchas de las sesiones de producción con Inner consistían en charlar, me dijo «Vuelve a la casilla de salida». Le hice caso, encontré a mi niño interior y tomé un nuevo camino en el que me encuentro actualmente.

[Y más feliz que una perdiz]

¡Eso es!

Dirigiendo la conversación hacia estos temas nuevos e independientes que finalmente no han acabado formando parte de tu nuevo álbum, ¿Qué te llevó a tomar esta decisión?

Son canciones que reviven mi época de crisis creativa y depresión, y no quiero volver a ello. Además, todos los temas que forman Juro y Prometo son muy nuevos y han sido compuestos con una metodología muy anárquica. Para mí no tenía sentido poner las otras canciones. Yo quiero escuchar el nuevo disco y sentir todo lo que estoy viviendo ahora. No quiero que, de golpe, haya una piedrecilla en el camino.

Son varias las veces que me han dicho que Juro y Prometo es bastante corto. Dura 28 minutos, a mí me parece la duración perfecta.

En 2020 lanzas uno de estos sencillos independientes, Nostalgia. Llama especialmente la atención el videoclip de este tema. ¿De dónde surgen tus ideas a la hora de crear los videoclips?

En el caso de Nostalgia, la idea la saqué de un libro de los años 90 que fotografiaba a adolescentes en sus cuartos. Molaba mucho porque, si te fijas, el cuarto de un adolescente refleja su mente. Me encantaba estéticamente el rollo de que, en un plano fijo, se pudieran ver un montón de referencias. La putada es que en mi videoclip no se ven estas referencias porque la cámara no era de buena calidad. Las paredes estaban llenas de posters de grupos de música, fotogramas de pelis… El hecho de tener un avión entre las manos es porque tengo un pánico brutal a volar. El vídeo de Nostalgia tiene muchas referencias personales, mi objetivo era mostrar cómo soy sin decir una palabra.

Eres cinéfilo entonces. Imagínate que la vida de Gerard Alegre fuese una película. ¿Qué título le pondrías?

El capullo [risas].

Ya que hablamos sobre el 2020, me gustaría hacerte la pregunta obligada. ¿Se puede ver influencia de la pandemia en este nuevo trabajo?

Al principio, la pandemia me pareció de puta madre. Tengo que admitir que pensé «Perfecto. Como estoy con depresión, y me comparo todo el rato con artistas, por ejemplo, C Tangana tiene más seguidores que yo, ya que estoy jodido y estoy parado, por lo menos así el mundo también se para». Es un pensamiento ultra egoísta, lo sé. Era un imbécil y no me da ningún tipo de vergüenza reconocerlo. De hecho, creo que tengo que reconocerlo para poder avanzar. Por lo tanto, durante la primera parte del confinamiento estuve bastante tranquilo.

Posteriormente, me di cuenta de que este pensamiento era una puta mierda. Me puso muy nervioso y lo empecé a pasar mal. Mal de muchos… ¡Consuelo de tontos! Empecé a subirme por las paredes… Lo pasé fatal. Afortunadamente, vivía con una chica por aquel entonces, aunque el confinamiento acabó con la pareja. Me genera mucha ansiedad que haya este eslabón perdido en el tiempo, de verdad. Lo pienso y entonces tenía 33 años. Actualmente tengo 35 años, y pienso que han volado dos años de mi vida, dos años de conciertos, dos años de música… Me convertí en una planta triste. Ahora soy un animal feliz [risas].

Pero todo, o casi todo al menos, tiene una parte buena. ¿Qué es lo más positivo que has sacado de estos años tan complicados?

Que sigo aquí, y no es poco. Estoy contigo tomándome una cerveza y me parece guay. Si me hubiese tirado por el balcón, lo de hoy no habría pasado, y tampoco hubiese lanzado un nuevo trabajo.

Antes de la pandemia iba cada quince días al psicólogo y, cuando el confinamiento estaba llegando a su fin, no me podían dar hora hasta dentro de dos meses, porque hubo muchísima gente que empezó a ir al psicólogo. Lo veo normal. Opino que, aunque no haya ninguna crisis, todo el mundo debería ir al psicólogo de vez en cuando, es un doctor más, y muy importante. La mente es un músculo fundamental.

Me daba miedo perder la puta mierda que había conseguido

Poco se sabía de este nuevo álbum antes de su lanzamiento. ¿Por qué tanto misterio?

Por una razón principal: había muchas veces que, desde mi sello, me decían «Gerard, dale caña a las redes sociales». Con el primer y segundo disco yo esto no lo hacía, y fueron de puta madre. Pero desde que comencé a realizar toda esta promoción en redes siguiendo los consejos del sello, la cosa no ha ido bien. Por lo tanto, para este tercer disco, he decidido no hacer caso.

Jamás sabré si me habría ido mejor haciendo mucha promo. Pero, ¿sabes qué pasa? Cuando un artista hace mucha promo de su trabajo, a mí me chirría algo. El artista que también es promotor de su música me da grima. No sé, no me mola nada. Yo no soy un promotor, ni un representante, yo solo hago canciones y canto. Me gusta hablar bien de la música que hago, y sentarme contigo y hablar de mis canciones, entre muchas otras cosas. Pero no voy a estar en Twitter haciendo promoción porque pienso que es una mierda. En Instagram igual, suelo subir cosas más personales.

Eres todo un artista y un gran admirador y amante del arte y del dibujo. También te gusta hacer maquetas. ¿De dónde viene esta vena artística?

Inevitablemente, he nacido con ello. Mi tío abuelo pintaba y me enseñó a mí, y mi abuelo hacía maquetas. A mí me llama la atención el mundo de lo pequeño: los perritos pequeños, las casitas pequeñas… Empecé un proyecto personal en el cual hacía maquetas de discotecas abandonadas. Gracias a eso, encontré trabajo en un estudio donde creábamos maquetas para publicidad y cine. Sin embargo, cuando me centré en la música, me di cuenta de que hacer maquetas me quitaba un montón de tiempo. Puedo llegar a ser muy obsesivo con lo que me gusta. Lo que más me atrae en esta vida son las maquetas, la música, y me gustaría estudiar arqueología. Siempre he querido ser arqueólogo, pero siento que ahora mismo debo estar centrado en la música. Si estudio arqueología, hasta que no acabe la carrera y encuentre una momia, no voy a volver a componer [risas].

Si tuvieses la oportunidad de dibujar la portada de algún disco, ¿De qué artista o banda sería?

Me fliparía poder hacer la portada de Lady Gaga. De hecho, siempre he querido hacer una colaboración con ella, me da igual que sea musical o pictórica, no importa. Nos veo además muy parecidos en estilos, ambos hacemos pop. La gente evoluciona a partir del pensamiento de «¿Por qué no?», así que eso mismo pienso yo: «¿Por qué no hacer un feat con Lady Gaga?»

Me gustaría poder vivir, algún día, un poco mejor de la música. Actualmente, estoy sobreviviendo de hacer música, más bien, malviviendo. Es muy duro… Hay meses que se vive muy bien, pero hay meses que se vive muy mal. Lo que pasa es que, ciertamente, no me veo haciendo otra cosa que no sea música. Yo sin música me muero. Te juro que encima del escenario me siento inmortal. Cada vez que piso uno, pienso «Me podría morir ahora mismo y no pasaría nada». Es un romanticismo muy bonito, una pasión que no puedo negar… Mi amor por la música empezó con siete años, y siento que es a lo que quiero y debo dedicarme… Es mi vocación.

Actualmente, estoy sobreviviendo de hacer música, más bien, malviviendo

Navegando un poco más por tu lado más artístico, Si te animases a dibujar un cómic a día de hoy, ¿Cómo te imaginas a tu protagonista?

Sinceramente, como una planta en una maceta. Me la imagino con ojos y cara. Durante el día no haría nada… Pero por la noche caminaría de manera sigilosa e iría devorando a la gente [risas].

¿Qué espera Gerard Alegre de este nuevo año? ¿Juras y prometes algo para el 2022?

Ni juro ni prometo nada, que pasé lo que tenga que pasar. En cuanto a qué espero, me gustaría que el mundo fuera vegano, que mi familia fuese inmortal, que no existiese el sufrimiento para los animales, ni para la gente. Evidentemente, deseo ganar un Premio Grammy. Pero, ¿sabes qué? Mi mayor deseo para este 2022 es que ni los animales ni las personas suframos, por favor.

AUTOR

Miriam Méndez
Miriam Méndez
Soy graduada en Periodismo y Relaciones Internacionales por la Universidad Francisco de Vitoria. Apasionada de la música, del Periodismo y de la comunicación. De hecho, desde que tenía diez años, dedicarme al Periodismo Musical ha sido mi sueño. Adoro ir a conciertos, escribir crónicas sobre discos, playlists y eventos musicales, realizar entrevistas y mucho más.

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