InicioEntrevistasIván Ferreiro: "A veces, la rendición es algo necesario" (2023)

Iván Ferreiro: «A veces, la rendición es algo necesario» (2023)

-

Fotografías: Alejandro García-Cantarero

De Iván Ferreiro siempre podemos esperar que nos sorprenda con cada disco que presenta. Siempre hay evolución, riesgo, emoción y, sobre todo, canciones redondas destinadas a ser inmortales. Todo confluye en un universo tan propio e identificable que es imposible de etiquetar o encasillar. Puede parecer un oxímoron, pero lo cierto es que el lenguaje de Iván radica precisamente en no repetir fórmula, en no tratar de autocopiarse o referenciarse a sí mismo, en buscar la mejor de las canciones posibles sin transitar los mismos senderos que ya ha pisado anteriormente.

Han pasado casi siete años desde que publicó el aclamado Casa (2016) y le hemos echado de menos, tanto que su nuevo trabajo, Trinchera Pop, ha sido recibido con un entusiasmo que ya casi ni recordábamos. En tiempos de inmediatez, de éxitos instantáneos y singles destinados a sonar en redes sociales, pero con escasa capacidad de trascendencia, Iván Ferreiro y su hermano Amaro (bien podríamos estar hablando de un dúo artístico, pues desde hace años comparten el trabajo de los discos casi al 50%) han cocinado a fuego lento un disco con vocación de perpetuidad. Como verdaderos artesanos de la música, ambos han experimentado con nuevos sonidos, con nuevas texturas, con nuevas formas de componer y construir las canciones, trabajándolas casi como collages sonoros. Y así nos han regalado uno de los grandes discos de los últimos años en nuestro país.

Trinchera Pop es ese lugar en el que guarecerse y descubrir un rincón diferente en cada escucha, es ese amigo que nos acompañará durante mucho, mucho tiempo y al que cada vez nos sintamos más ligados. Tras dedicar una buena cantidad de días a adentrarnos en esta Trinchera Pop para entender y asumir todo lo que los Ferreiro han querido transmitir, nos juntamos con ellos para dialogar de todo lo que nos evocan estas diez nuevas canciones. Hablar con ellos es reflexionar con cada frase, conectar emocional y dialécticamente con dos creadores de una envergadura gigantesca. Hablar con Iván y Amaro es sentirse cobijado, abrazado por unas ideas con las que es difícil no empatizar y, sobre todo, comprobar que nada de lo que hay en su música busca otra cosa que no sea la emoción del que la escucha.

Para preparar esta entrevista, llevo una semana muy metido en el disco. Ha sido una semana intensa de intentar profundizar en los sonidos, las letras, etc. Creo que el disco en sí ya es intenso, pero también creo que es de esos que va a acompañar a la gente durante mucho tiempo.

Iván: De eso se trata. Hemos tardado más, pero también queríamos hacer algo más contundente, que tuviera más duración, que merezca la pena la espera.

Amaro: Y también tenemos ganas de saber qué pasa cuando el disco lo hayas oído hace un año, cuando te acompañe durante cinco o durante toda la vida.

Hablando de eso, Casa tuvo un largo recorrido y acompañó mucho también. De eso han pasado casi siete años y entre medias has hecho una banda sonora, un disco homenaje a Golpe Bajos, un recopilatorio… Hemos pasado una pandemia…

Iván: Un volcán…

Amaro: Yo he sido padre…

Entonces Amaro está claro que no es el mismo desde que publicasteis Casa. ¿Y tú, Iván?

Iván: Yo supongo que tampoco soy el mismo. Al final vamos cambiando todos. Y a nivel musical es que, cuando hago Casa, ya no quiero volver a hacer Casa, ya no soy ese. Durante la gira de Casa, el propio disco se va a reconstruyendo y va reconstruyendo mi cabeza. Eso hace que me apetezca hacer un disco de otra manera.

Amaro: Sólo pensar en cómo grabamos Casa… ya casi ni me acuerdo. Creo que lo que realmente nos marcó fue la gira de ese disco, que fue tan intensa y la disfrutamos tanto…

Iván: Fue maravillosa…

Amaro: Fuimos muy libres tocando, porque las canciones cada día eran una cosa.

Me da pena que el disco sea sólo un objeto promocional para salir en Instagram

Durante la pandemia, cuando todo el mundo hacía conciertos en streaming o se dedicaba a crear cosas nuevas y mostrarlas en redes sociales, tú decidiste alejarte un poco y tomarte esa época como una especie de «retiro».

Iván: Es que no me apetecía nada, además. Y, por otro lado, me daba un poco de rabia que nos lo exigieran. Era como «Iván, a ver cuando haces un directo», y yo pensaba: «Pues que tu empresa me regale jamones, si vendes jamones, o que El Corte Inglés me regale una tele más grande…» De hecho, veíamos a todo el mundo haciendo sus actuacioncillas y a mí… me daba un poco de mal rollo… Es que a mí la pandemia no me inspiró nada, todo lo contrario. De hecho, estaba empezando a trabajar en las canciones y lo dejé durante meses porque en el fondo pensaba…

Amaro: ¿Qué sentido tiene todo esto?

Iván: Me levantaba, estaba ahí grabando cosas, oía a los pajaritos, porque no se oían los coches ni nada, y pensaba: «¿Para qué voy a sacar un disco si a lo mejor el mundo se acaba?» Tenía esa pequeña sensación y creo que era real, en el sentido de que yo siento que la industria musical es totalmente distinta después de la pandemia. Yo sí entendía a esa gente joven que quería hacer cosas, de hecho hice cosas con Juancho Marqués y le veía con muchas ganas. Pero yo mismo me comparaba con esas ganas y no estaba ahí.

No te picaba ese gusanillo de crear o componer…

Iván: Cero. Y realmente estaba a gusto en casa. Por eso, en algunos casos, me daba un poco de rabia cuando hacían conciertos. Pensaba: «¿No tienes nada mejor que hacer que un concierto que suena como el culo?». Nos pasamos la vida intentando mejorar el sonido y, al final, ¿resulta que lo mejor que podemos hacer es estar delante de nuestro teléfono tocando la guitarra?

Es cierto que a los seguidores de esos artistas les ayudaba mucho este tipo de iniciativas. Pero también es verdad que el primero, vale, el segundo, también, pero hubo un momento en que había horarios, solapes… y fue un poco excesivo.

Iván: Y luego, yo también pensaba: «Tardamos tanto tiempo en grabar los discos y le ponemos tanto empeño… ¿no será el momento de escuchar discos? Ahora que estamos en casa, ¿no será el momento de poner el vinilo y descubrir por qué las pistas son así?» Me da pena que el disco sea sólo un objeto promocional para luego salir en Instagram.

Creo más en el oficio que en el arte y creo más en el trabajo que en la inspiración

Y ahora por fin estamos aquí, con esta Trinchera Pop en las manos. Al final, lo que has transmitido durante todo este tiempo es que te has vuelto aún más casero y, al final, eso es lo que se respira también en este disco. Yo siempre os he visto de una manera, que creo que en este disco se hace más patente aún, y es como artesanos de las canciones.

Iván: Es que a nosotros realmente nos gusta más esa cosa de nuestro trabajo: el oficio. Lo hemos hablado muchas veces. Yo creo más en el oficio que en el arte y creo más en el trabajo que en la inspiración. La inspiración está muy bien y tener una buena idea es maravilloso, pero al final lo que sabemos hacer es hacer canciones, ahí es donde realmente podemos ponernos finos y echar horas al trabajo. Nosotros tratamos de hacer canciones emocionantes y de no repetirnos a nosotros mismos.

Amaro: Sobre todo creo que antes éramos compositores y hacíamos buenas canciones, pero igual era mejor que los músicos nos ayudaran a terminarlas. Este trabajo casero y esta artesanía también vale para que mostremos lo que sabemos hacer en nuestra casa, que es convivir con esas pistas, tratarlas nosotros… Ahí también sale la personalidad de Iván, de manera diferente a la que muestra en sus textos, en su armonía o en su música, y es en cómo trata la pista, cómo trata su sonido, cómo ha trabajado todo eso durante tanto tiempo…

Iván: Yo siempre me jactaba de que no sé nada de sonido porque realmente el sonido me daba igual. Cuando tenía una canción acabada, como se puede tocar de mil maneras y la canción funciona, ya me valía. Y como intérprete, al tener la canción bien escrita y bien estructurada, venían los músicos, y me daba igual cómo sonara la guitarra.

Amaro: Claro. A Iván ya le daba igual que el piano lo tocara él o lo tocara otro. Casi prefería no tocar nada. Pero esta vez Iván está en muchas de las pistas.

Iván: Y en otros discos yo tenía esas pistas hechas, pero nunca las trabajaba. Sólo me servían para tener mi canción y enseñársela a la banda. Luego la banda siempre llegaba y hacía algo mejor que la pista que yo tenía. Pero esta vez yo estaba con mis máquinas y ya estaba construyendo a partir de eso. No era que hiciésemos la canción y luego buscásemos una base electrónica, por ejemplo, sino que realmente buscábamos un ambiente, veíamos qué pasaba…

Amaro: La canción está hecha desde ese punto. Ya no puedes quitar esa pista y decirle a alguien que lo haga mejor porque nadie lo puede hacer ya mejor que Iván.

Iván: Es que además, por fin, tengo un instrumento que es mío. Realmente, el piano no es mi instrumento, aunque sea de lo que me valgo. Mis sintes son mi instrumento y, además, suenan como mis sintes, no suenan a los de otros. Por eso me metí con los sintes modulares, que vas montando el tuyo para que al final haga lo que necesitas.

A mí me gusta del disco que yo he estudiado mucho estos años y, de pronto, me he encontrado con que yo, que no sé nada de sonido, al final sí que estoy definiendo el sonido del disco.

Amaro: Siempre nos dicen: «Trabajáis mucho las letras». Sí, las trabajamos mucho, pero también cada sonido que hay aquí está muy bien trabajado y es inseparable de la propia canción.

Yo os iba a preguntar si, después de ese «retiro» del que hemos hablado, recordáis el momento en el que decidís empezar a crear cosas nuevas, pero por lo que decís, probablemente no exista ese momento.

Iván: Exacto. No hubo ese momento. Realmente, ya en la gira de Casa estábamos jugando con ciertos «juguetes» y con las pistas. Como ya teníamos un disco y estábamos de gira disfrutando, no teníamos que hacer canciones, así que nos divertíamos con las texturas y decíamos: «Hay que hacer el próximo disco desde aquí».

Por otro lado, como estábamos tocando todos los fines de semana de una forma más normal o estándar, yo iba metiendo mis modulares poco a poco en la gira, pero de pronto el cuerpo ya nos decía que «si ya estamos en el mundo de la banda disfrutando los findes, durante la semana vamos a rayarnos un poco». Luego nos dimos cuenta muy rápido que había ciertas texturas que realmente no sonaban a nadie y que a nosotros nos emocionaban muchísimo, porque hacíamos ruidos desde la guitarra, pasándolos por no se dónde y, muchas veces, era el azar el que nos llevaba allí. De repente, nos encontramos que hacíamos una cosa y sonaba algo mágico que luego aprendimos a volver a hacer y a reproducir, pero en principio había veces que no queríamos tocar esa pista porque no sabíamos si íbamos a ser capaces de igualarla.

Ya no distinguimos mucho entre nuestra vida artística y personal

¿Cómo ha sido entonces ese proceso para hacer las canciones? Por lo que dices, todo ha empezado casi por azar, probando texturas, sonidos, etc.

Amaro: Tú preguntabas antes si sabíamos cuándo empezó todo. La realidad es que no existe un principio, sino que existe un final, que es terminar el disco. La premisa yo creo que era hacer un disco sin darnos cuenta.

Iván: Y, sobre todo, divertirnos. Para no darte cuenta, hay que divertirse. Yo creo que cuando uno no se da cuenta de las cosas es cuando se lo está pasando bien. «Hostia ya es la hora, no me había dado cuenta».

Nosotros ya no distinguimos mucho entre nuestra vida artística y personal porque realmente no hay ninguna diferencia, sólo es el lugar en el que nos encontremos, el trabajo que tengamos que hacer en ese momento. Pero, a nivel personal, somos los mismos todo el rato, disfrutamos de las mismas cosas…

Las máquinas tienen una cosa que a mí me sirve mucho. Yo no puedo hacer una canción todos los días, no puedo buscar todo el rato algo emocionante que me toque la patata, no puedo vivir en ese grado de intensidad. Pero, por otro lado, yo quiero relacionarme con la música todos los días, y la electrónica te permite encender una cosa, empezar a hacer ruidos… Tiene ese lado abstracto que puedes estar dos horas con lo mismo y, de repente, es la hora de cenar, te lo pasaste guay y a lo mejor eso ni lo grabamos.

Yo creo que el 99 % de las sesiones ni las grabamos, sólo tocábamos, hacíamos ruido y, en el fondo, yo no quería cantar, Amaro no quería tocar la guitarra… queríamos hacer cualquier otra cosa para pasar el día. De ahí vamos construyendo poco a poco, y luego aparecen las ideas. Por ejemplo, Amaro aparece un día con lo de Max Richter, pero tratamos eso como si fuera un sampler realmente, no como una orquesta.

Amaro: Y desde que tenemos ese sampler hasta que acaba la canción pasan años. Una cosa es decir un día «molaría juntar estas cosas», pero hasta que se juntan pasan muchas cosas. No te sabría decir qué día se hizo esa canción o qué día tuvimos la idea de usar esto.

Iván: Y luego hay una cosa que es que para mí no hay canción hasta que no hay algo de letra. Mientras, sólo son ambientes musicales, aunque tenga todas las partes. Así que realmente el disco empieza a construirse cuando empezamos a encontrar los textos que queremos que acompañen a esos ambientes que tenemos, a esas músicas. Es el texto el que lo convierte en canción y lo manda a una dirección, y es el texto el que hace que tenga que tener un principio y un final, que algo que eran 15 minutos de «cosas» musicales, en cuanto le metes una frase y ya tienes una estructura dices: «Esto tiene que acabarse aquí».

Amaro: ¿Fue la de Richter la primera que hicimos la letra?

Iván: Yo creo que estaba Richter… [duda] Yo estaba haciendo Miss Saigon, pero medio en la nada… Sí, yo creo que fue Richter el primero. Pero llevábamos hablando de eso dos o tres años y nunca nos poníamos a darle al play. De hecho, ni siquiera habíamos hecho la sesión. Mi hermano me decía: «Hay que cantar», y yo le decía: «Sí, ¿pero de qué hablamos?». Y un día Amaro llegó y me habló del podcast de Elisa McCausland

Amaro: Ella tiene un podcast muy sesudo que se llama En las trincheras de la cultura pop.

Iván: Entonces, bajamos de YouTube la canción de Richter y empezamos a escribir palabra por palabra, con cosas que yo tenía, con cosas que tenía Amaro… hicimos un Frankenstein… Y empezamos a sacar frase a frase. Hay una cosa que me gusta mucho ahora y es componer grabando.

Amaro: Empezábamos a tener cosas, como esta canción, Iván tenía Miss Saigon, pero un poco deslavazada…

Iván: Miss Saigon era una canción que yo enseñaba y todos me decían que la estructura que tenía estaba mal [risas]. Amaro, Jairo (de Depedro)… todos me decían que estaba mal.

Amaro: Es increíble pensar ahora en eso porque nosotros llegábamos y le decíamos a Ricky: «Tenemos dos canciones. Una es una orquesta e Iván canta encima, y la otra es una movida electrónica de Iván». Y claro, Ricky decía: «¿Yo qué voy a hacer aquí?» [Risas]

Iván: También venía mucho por casa [Abraham] Boba, de León Benavente. Y a Boba, que no te enseña nada hasta que lo tiene masterizado, le daba pudor que yo le enseñara lo que tenía [risas].

Amaro: Es como quien va en calzoncillos y calcetines a abrirte la puerta de casa [risas].

Iván: Claro. Y él, que va impecable siempre, se ponía a escuchar esas ideas sueltas que él jamás enseñaría a nadie. Pero curiosamente, Boba ha sido una de las grandes inspiraciones que hemos tenido, porque vimos cómo se iba abriendo a las canciones, por ejemplo, con La humanidad y la tierra, teníamos una maqueta que duraba ocho minutos y yo ya no sabía cómo organizar la canción. Así que se la di a él y le dije: «¿Me lo mezclas?», entonces él hizo una premezcla, se cargó cosas…

Luego otro día venía Jairo, oía Miss Saigon, grabábamos otra versión, y él metía ese bajo que se oye [en ese momento, Iván reproduce el sonido del bajo vocalmente]. La verdad es que fue muy bonito porque, aunque al final hacíamos lo que nos daba la gana, sí que estábamos abiertos a todo. Y como realmente no teníamos nada cerrado… Lo que sí teníamos claro era lo que no queríamos.

Hacía tiempo que tenía ganas de ponernos un poco más densos en el sonido

¿Y qué era lo que no queríais?

Iván: No queríamos repetirnos. Quiero sentir que la canción es nueva para mí. Pero experimentar no significa que avancemos en la música mundial, para mí experimentar es hacerlo nosotros.

Realmente en todos tus discos tenéis esa premisa.

Iván: Siempre tenemos esa premisa y yo ya hacía tiempo que tenía ganas de ponernos como en este disco, un poco más densos en el sonido.

Amaro: En este se acentúa más esa idea. Yo creo que este es el disco más libre, en el que nos permitimos jugar con unas texturas y unos sonidos que no habíamos usado antes.

Iván: Cuando yo me voy de Piratas, estamos en Relax, que es muy sofisticado y que, realmente, es algo que nadie ha vuelto a hacer. Ya estábamos con las máquinas, con la electrónica… estábamos ya en ese mundo abstracto. Y luego, cuando empezamos solos, lo que hicimos fue cargarnos todo eso para ir a la esencia de la canción. Curiosamente, siempre tiramos hacia el lo-fi porque, como yo no sé nada de sonido, prefería que sonara mal a tratar de buscar un buen sonido que nunca llega. Y cuando llega Casa, me doy cuenta de que el disco casi suena a hi-fi. Entonces es cuando digo que ahora hay que volver a ese mundo que manejaba antes, en el que escribo una canción a partir de otras cosas [hace ruidos para tratar de explicar esos sonidos] o de cortar algo. Creo que es un gran lugar para crear canciones.

Como os he dicho al principio, llevo una semana muy metido en el disco y, como de sonido entiendo menos he intentado entrar más en las letras…

Amaro: Bueno, el sonido sólo tiene que emocionarte.

Exacto. Pero como que con las letras puedo interpretar o intentar comprender más cosas.

Cuando presentaste el disco dijiste que ibas a hablar menos de amor y más de filosofía. ¿También has trabajado las letras de esa manera? Utilizando trozos, frases, referencias, ideas más o menos complejas, juntando cosas…

Iván: La idea de las letras era que, realmente, yo no quería sentarme delante de un texto sin tener una idea clara. Si te fijas, las letras están todas mezcladas. En el fondo, cada canción habla de lo suyo, pero todas hablan de todo. La idea era: «Vamos a pensar mucho, vamos a ser muy sesudos, vamos a debatir en caliente, desde cosas de política hasta si es mejor el pimiento habanero o el Carolina Reaper». Es una cosa muy nuestra, la de pensar y tener mucha dialéctica entre nosotros. Pero, a la hora de escribir, decidimos que había que tirar más de forma instintiva. Eso significa cantar de forma instintiva, sin preocuparme tanto por lo que estoy diciendo.

Pero al final nos hemos dado cuenta de que, si tú estás pensando sobre muchas cosas durante mucho tiempo, cuando escribes acaban saliendo, aunque no te lo propongas. A mí me encantaba eso, que todas las canciones hablan de todo a la vez y que no supiera muy bien de qué va el disco.

Las canciones sirven para evadirnos. no para huir de nuestra vida, sino para asumirla

Al final creo que eso es algo que habéis conseguido porque es muy difícil saber de qué va Trinchera Pop. Hay muchos discos que son más fáciles de interpretar por el que lo escucha.

Amaro: Yo creo que este es mucho más abstracto a nivel de textos.

Iván: Pero es más libre para el oyente. Me gustaría decirle a la gente: «No tienes por qué saber nada, sólo disfruta de las palabras».

Amaro: Es que, al final, las emociones también son muy abstractas. Uno no se siente 100% enamorado, 100% feliz o 100% triste, sino que es todo una mezcla. Puedes estar contento, pero con un porcentaje determinado de temor o de otras cosas.

Iván: Y luego está mi idea de siempre: que yo un disco creo que tiene que ser un traje a medida para el oyente. Nosotros somos unos sastres que hacemos trajes para el que lo oye, y todos los trajes deberían quedar bien a todo el mundo. Pero nosotros tenemos que conseguir que se sientan cómodos con él, tenemos que conseguir que al oír las canciones sientan que hablan de ellos.

Realmente no importa lo que nosotros digamos, de hecho, la única cosa que me importa de mí es lo que tengo en común contigo. Todas mis particularidades no me interesan nada. Me interesa la música porque la música me une a los demás, y con ella no pretendo ser único sino todo lo contrario. Joder, no hay nada más bonito en un concierto que ver a mucha gente cantando junta. Es para eso para lo que hacemos canciones, para que haya una cierta comunión.

Amaro: Pero para que esa comunión sea real, ese traje tiene que ser abstracto porque le tiene que sentar bien a todo el mundo.

Eso es difícil, ¿no? porque si concretas mucho…

Amaro: Si concretas mucho, unos ya se bajan.

Iván: Si explicas demasiado las canciones, pasa un poco eso. Porque igual, cosas que a mí me crean una emoción, no son especialmente interesantes para los demás. Si te fijas sólo hay algunas canciones en la historia que están relacionadas con su intérprete, pero funcionan porque el intérprete se convierte en todos.

Pongo por ejemplo a la Pantoja, cuando le hace el disco Perales. Ese disco va sobre una tonadillera, que su marido torero se ha muerto, que ha estado todo el tiempo en el ojo del huracán… Ese disco funciona porque Perales consigue que todas las mujeres sean Isabel Pantoja, no porque te cuente algo determinado. Y con Shakira funciona lo suyo porque todas las tías a las que un hombre les ha jodido la vida son Shakira. No importa tanto que sea Piqué, lo que importa es que Shakira puede contar la misma historia que cualquier mujer de cualquier parte del mundo.

El disco se abre con Canciones para no escapar, un tema en el que te hablas a ti mismo y pareces ponerte frente a un espejo. Poco a poco, la canción se va abriendo musicalmente y me gusta mucho que habláis de las canciones como principal razón para no salir corriendo, para no escapar. Supongo que es esa precisamente la trinchera en la que estamos.

Iván: Normalmente, las canciones son para escapar, y esta canción a mí me recuerda al Born to Run de Springsteen. A mí me gustaba la idea de que, aunque decimos que las canciones son para escapar, creo que son para evadirnos y precisamente evadirnos nos sirve para no escapar de nuestra vida, nos sirve para que podamos asumirla. No queremos oír una canción que haga que dejemos a nuestra novia, nuestro trabajo y nos vayamos a África a vivir, nosotros queremos una canción que nos ayude a llevar el día día, con nuestras mierdas. Por eso me gustaba la idea de las Canciones para no escapar.

Amaro: Qué bueno eso del Born to Run. No lo había pensado.

Iván: Ah, ¿no?

Amaro: Es verdad que Canciones para no escapar tiene una influencia muy clara del Born to Run, pero no había visto ese símil en la letra.

Iván: A mí me lo dijeron: «Es increíble que sean para no escapar, porque yo uso las canciones para huir todo el rato, y tú dices que no son para lo contrario». Es que irse es otra cosa, escapar es que te alejas de algo que no quieres tener cerca. Yo espero que las canciones nos ayuden a reconciliarnos con nuestra vida.

Al final, las canciones que te hacen pensar en todo lo que no tienes son horribles. No hay nada peor que cuando estás en una situación personal determinada, ves una peli y el protagonista hace lo contrario de lo que has hecho tú, y tú piensas: «Soy un cobarde de mierda» [risas]. A veces te da envidia y quisieras ser el personaje ese que es capaz de mandar a la mierda todo, pero en el fondo no queremos ser eso, nos gustaría más tener una canción o una película que nos ayude a decir «soy quien soy y puedo aguantar con todo esto».

El escenario da muchas cosas maravillosas, pero también hay que saber vivir abajo

En el alambre lanza una pregunta: «¿No te cansas de sentirte siempre fuera de lugar?». Cuando presentaste la canción comentaste que era una canción de rendición, de dejarse caer. ¿Vivir en el alambre es la única opción para vivir con pasión o que, al fin y al cabo, la vida sea más atractiva?

Iván: Yo me di cuenta de que todos estamos enganchados al subidón.

Amaro: El otro día alguien decía que ser un artista es ser un yonqui, porque te enganchas a ciertas cosas, te enganchas al escenario. Nosotros llevamos tantos años subiéndonos al escenario que nos parece que la vida real no es de verdad. El escenario da muchas cosas maravillosas, pero también hay que saber vivir abajo.

Iván: Sobre todo hay que saber cuándo parar. Ese alambre, por ejemplo, también son los likes y los comentarios cuando cuelgas algo… Te dan subidón, como la droga. Nosotros pensamos en Bob Fosse, en All That Jazz, que el tío tiene cáncer, sigue fumando, drogándose, follando todo el rato… Y él dice que la vida es el alambre y que el resto es una mierda.

Amaro: A él sólo le gusta crear. Cuando se estrena la obra le da igual.

Iván: A nosotros nos pasa un poco lo mismo. Hay veces que yo estoy enganchado al proceso creativo. De hecho, mientras hacía el disco, había una época en la que yo le decía: «A mí no me interesa ninguna conversación que no tenga que ver con mi proceso creativo». Todo lo demás me parecía aburrido. Así que yo quería hablar un poco de eso, pero también de lo que a veces supone estar en el escenario.

Yo ahora soy diabético, me lo han descubierto hace poco, y yo durante dos años estaba encontrándome fatal porque estaba mal del azúcar. Había un momento en que me parecía una condena el hecho de que, aunque me encontrara fatal, siempre podía hacer el concierto. Yo pensaba: «Esto nos va a matar» porque, en el fondo, subimos y lo podemos hacer… y lo hacemos bien… y nos encontramos mejor cuando lo hacemos… Pero justo antes de salir nos encontramos mal.

Por eso yo pensaba en esa esclavitud de hacer las cosas bien, y pensaba en la rendición como algo necesario a veces: «Sé que puedo hacerlo, pero necesito no hacerlo esta vez. Necesito sentirme bien decepcionándoos a vosotros». Es muy difícil y duro decir: «Ya sé que os hago felices a todos, pero quiero irme a mi puta casa, quiero caerme y abandonar». Pero la clave es también que abandono porque sé que puedo volver otro día, no es una hostia definitiva.

Es que además creo que no está bien cuando te caes porque ya no puedes más, porque luego rehacerse es mucho más difícil. De esta canción me gusta cuando dice «cientos no son una unidad» y dice que «puede que al final tengamos que dejarnos caer». Es algo desolador al principio, pero me encanta cuando al final dice que hay una fiesta. Me gustaba esa idea de que una frase que parece súper profunda y filosófica se puede utilizar para algo más superficial.

Amaro: Alguien me dijo sobre En el alambre que era muy bonito todo eso de hacer épico el fracaso y que al final lo que nos hace salir adelante es la gente que te rodea. Eso tiene mucho que ver con nosotros. Nuestra fiesta son nuestros amigos, nuestra banda, nuestra familia…

Iván: Y es a lo que aspiramos, al fin y al cabo. Cuando estamos de gira la gente nos pregunta: «¿Qué hacéis al terminar?». Pues juntarnos y darnos la chapa los unos a los otros. Es lo único que queremos, estar los amigos, no necesitamos nada especial. Al final son ellos los que nos salvan el culo todo el rato, los que nos cuidan cuando no estamos anímicamente bien. Por eso creo que rendirse también es rendirse a tus amigos y decirles: «Tío, no puedo más. Hoy cuidadme porque no estoy fuerte».

No tenemos que ser superhéroes todo el rato

Tú visibilizaste hace unos años los problemas de salud mental que tuviste. Como habéis comentado, en este disco todas las canciones hablan un poco de todo y esto también se deja entrever en algunas. Precisamente esto que estamos hablando de dejarse caer va un poco en esa línea.

Iván: Claro. El no ser un superhéroe todo el rato. No tenemos que ser siempre brillantes o fuertes.

El mundo en el que vivimos, la sociedad capitalista que nos rodea, las redes sociales… no parece que ayuden mucho a que los problemas de salud mental disminuyan.

Amaro: ¡No ayudan nada!

Iván: Mira, te voy a poner un ejemplo. Últimamente hablo de Rafa Nadal. A él le duele el pie y en todos los sitios dicen «qué héroe, que ha ido a jugar». En serio, ¿qué ejemplo de mierda le estás dando a mis hijos? Llevamos años luchando para que si estás deprimido o con gripe no vayas a trabajar y se considere una enfermedad y tú, millonario perdido, vas con los músculos llenos de dolor por pura vanidad. «Mira, estás enganchado al alambre». Realmente no quieres estar jugando…

Amaro: Sólo quieres ganar.

Iván: Curiosamente, el deporte, que debería ser el sitio donde ver los mejores ejemplos de lo que es el ser humano o sobre la superación, nos da un ejemplo de mierda.

Salvo Simone Biles, la gimnasta.

Iván: Fue la mejor de todas. Estaba allí y dijo: «No tengo la cabeza para esto». Y la gente la criticaba porque sonreía, e igual lo hacía precisamente por eso, porque no tenía que competir y porque se había quitado un peso de encima diciéndolo. Y luego me molesta mucho cuando llega un tenista hombre y dice: «Si está deprimida que no se dedique al tenis porque para esto hay que ser fuerte». ¿Qué le estamos queriendo decir a nuestros hijos?, ¿Que aunque les duela la espalda tienen que ir contra viento y marea? Es que es un mensaje horrible.

Es habitual que la ciencia y el cine adquieran mucho protagonismo en tus canciones. En este disco ocurre en cortes como Los puntos de Lagrange, Miss Saigon o La gran belleza y la juventud. Cuando utilizas estos títulos o temáticas, ¿son inspiración para componer un tema que trate sobre eso o el proceso es a la inversa y, cuando lo estás componiendo, buscas un título que sirva como metáfora de lo que estás contando?

Iván: Yo cuando veo películas, veo cosas simbólicas. Por ejemplo, en una película de guerra de repente se dice una frase que, si la sacas de contexto y la pones en una panadería, adquiere un significado distinto. Así que a mí, las películas o las cosas científicas, me cuentan cosas. A veces la ciencia lo que tiene es que le da nombre a algo, no se inventa conceptos, sólo les pone nombre. A mí me encanta cuando veo una cosa que no sé lo que significa, la apunto y luego veo que es algo muy bonito, como Los puntos de Lagrange, y se me queda ahí.

Además, yo leo en un Kindle, voy haciendo subrayados y a veces, cuando estoy viendo ideas para canciones, me voy a esos subrayados. A veces cojo una frase normal como «tengo que irme», que no sé ni por qué tengo subrayada [risas]. Realmente las combinaciones de palabras que hacen frases dicen muchas cosas desde muchos sitios. Lo bueno que tienen las pelis es que, como tienen poco tiempo, tienen que ser parcas en palabras. Además el cine crea situaciones imposibles donde ciertas frases son magníficas, pero pasadas a la vida real dicen otra cosa completamente diferente.

Por ejemplo La gran belleza y la juventud. Para mí, La gran belleza es una película que habla sobre el observador y La juventud habla sobre los creadores. Eso es lo que me sugiere a mí y, a partir de eso, me sirve para saber de qué quiero hacer la canción. En este caso del nadador y del buceador. Quién es quién no lo tengo muy claro, pero sé que uno es el que crea y otro es el que escucha. A veces el que crea, se convierte en el que escucha y al revés.

En las canciones también hay que ser el malo

No sé si viste el otro día la entrevista que hizo Jordi Évole a Maruja Torres, que dijo que Sorrentino estaba sobrevalorado, que era un falso Fellini. Yo creo que a Sorrentino le amas o le odias, no hay término medio.

Iván: La diferencia es que Sorrentino en sus películas no habla de lo mismo que Fellini. Es como creer que Calamaro es un falso Dylan. Pues mira, no, Calamaro cuenta otras cosas y utiliza el arte. Realmente, el arte está para que lo usemos todos, para que todos copiemos el plano de Lynch

Amaro: Y no hay nada mejor que disfrutar de Fellini y de Sorrentino.

Iván: Efectivamente. Y bueno, yo entiendo una cosa respecto a Sorrentino y es que es un tipo de mi edad, del año 70, que tiene unas obsesiones sexuales parecidas a las que tenemos los que somos de esa época… Últimamente tendemos mucho a comparar lo de ahora con lo de antes, y decimos: «¡Qué barbaridad lo de antes!», cuando antes ni nos enterábamos de eso. A mí Sorrentino me provoca cosas que no me provoca Fellini, tal vez porque es contemporáneo, porque tiene mi edad y porque Sorrentino ya ve el mundo moderno filtrado por la visión de Fellini.

Amaro: Yo entiendo a la gente que dice que detesta a Sorrentino, porque hace películas muy incómodas. Pero eso no significa que él sea ese tipo, sino que nos muestra cosas que a veces no queremos ver.

Iván: Yo entiendo que a muchas mujeres les ofenda. Y a veces digo: «Sé que es horrible, pero entiendo la obsesión que está tratando de contar ese tío». Y luego está el tema de que, muchas veces, tratamos de creer que un director apoya algo cuando lo pone en una película, y a lo mejor lo pone para cagarse en eso.

Eso pasa también con las canciones y con todo el arte en general.

Iván: En las canciones también hay que ser el malo. En La humanidad y la tierra me toca ser el malo… y es que, sin el malo no hay película.

Amaro: Cuando estábamos haciendo La humanidad y la tierra teníamos una idea, que era hacer un disco medio raro que se llamaba Colectivo Mugatu. Ahora lo piensas y es como que canta Mugatu [risas].

Iván: ¡Canta el mal! [Risas]

Estamos acabando y me doy cuenta de que en esta entrevista casi me ha sobrado el guión…

Iván: Al final, una buena entrevista es una buena conversación.

Para terminar quiero agradeceros de nuevo este disco. Es de agradecer que hayáis dedicado tanto tiempo a estas canciones, a estos sonidos…

Amaro: Es que todo va tan rápido ahora que el tiempo es el lujo más grande que te puedas dar.

Además, para mí que no escucho singles, más que una o dos veces cuando salen, y siempre espero al disco, esto es un regalo.

Iván: A mí me pasa igual. Cuando por ejemplo saca Love of Lesbian un single, veo de un poco de qué va y espero a que llegue el disco. Los singles a veces me despistan.

Amaro: Es que, como todo esto está cambiando, parece que todo el mundo es así, pero hay gente que le gusta escuchar la música de otra manera. Al final nosotros tenemos que hacer música para la gente que es como nosotros.

Iván: Cuando se retiró el otro día el baloncestista este que le grabaron en ese tiro…

Amaro: Ah, sí, LeBron James. Pero no se estaba retirando, estaba lanzando el tiro con el que conseguir el récord de anotación de la NBA.

Iván: Bueno, eso [risas]. El caso es que yo vi un reportaje donde un tío criticaba a la gente por estar grabándolo con el móvil. Y yo pienso: «Igual esa gente está disfrutando más que nadie. ¡Dejen ustedes de criticar!». Es que tenemos una manía de decidir cómo se tiene que hacer todo… Es como lo de «la gente joven ahora escucha…» Pues deja a la gente joven que escuche lo que quiera y como quiera. De hecho, la gente joven ya son los dueños de las listas, los que más venden. ¿Qué les vamos a enseñar nosotros? ¿Vamos a enseñar nosotros a C. Tangana a hacer las canciones o a Rosalía a hacer el show? ¡Ya lo que nos faltaba!

AUTOR

Javier Decimavilla
Javier Decimavilla
La música nos puede salvar la vida o al menos mejorarla. Bob Dylan, Neil Young, David Bowie, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, nos llevan enseñando el camino a la felicidad desde hace décadas.

¿Te gusta CrazyMinds? ¡Síguenos!

BUSCADOR

Y MUCHO MÁS...

spot_img
spot_img