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Izaro: «Con este disco me estoy perdonando a mí en todas mis versiones» (2022)

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Fotografías: @norarezola

En Limones de Oro, disco que se publicó el pasado 29 de abril, Izaro Andrés canta: «¿Cómo será? Ay, ¿cómo será la felicidad? Huele a tormenta de verano, seguro» en La Felicidad. Aún no es verano, pero dan pronóstico de lluvia la tarde que hablamos con ella. Descubrimos que está tan contenta por todo lo que le está pasando como en su canción.

En el nuevo álbum, Izaro recupera el trabajo de sus publicaciones anteriores y le da un nuevo significado al colaborar con artistas con los que pensaba que no cantaría «nunca jamás», confiesa. Lloró cuando fue consciente de que Zahara estaba sonando junto a ella en su tema Delirios, y en esa lista mental de deseos que solemos tener todos, ha tachado ni más ni menos que quince, que son el número de colaboraciones del disco. Agradece a cada artista su participación y, a la vez, se agradece a sí misma haberse embarcado en la música. Con ese último van dieciséis. El diecisiete podría ser su sold out en el Velódromo el próximo 7 de mayo, convirtiéndose en la primera solista vasca en agotar las entradas. El número dieciocho yo lo añadiría por abrirle la puerta a tantos músicos y crear un «microclima» en cada canción, nos explica.

Mi profesora de Historia decía que el español es para hablar con Dios, el francés es el idioma del amor y el alemán el idioma de la guerra, o algo así. Izaro, sobre Limones de Oro, nos deja una lección mucho mejor, «cuantos más idiomas sabes, mayor es tu experiencia vital». En euskera, en español y en brasileño, este disco nuevo nos demuestra que da igual de dónde seas y cuál sea tu lengua materna: la música es un idioma universal para todo el que sepa escuchar.

Limones de Oro tiene dieciséis canciones. Trece de ellas son de discos anteriores, pero esta vez llegan en forma de colaboración. Tienen un sonido nuevo con los artistas que ahora cantan contigo. ¿Guardan también un nuevo significado?

Significado para mí sí. Por el mero hecho de que yo nunca pensaba que las haría algún día con colabo. Yo siempre había pensado que las colaboraciones las hacen los artistas con mucha trayectoria, con no sé cuántos años de carrera pues ya te haces un disco de colabos. Pero como en la pandemia hubo un punto negro para mí, fue como «ostras, ¿y si ha acabado aquí mi carrera musical?,¿y si hasta aquí he llegado?», no me había planteado nunca que se pudiera acabar tan rápido. Pensé, «Izaro, si no se acaba, en vez de esperar a que pasen x años, haz ahora todo lo que puedas». Ha sido muy bonito elegir microclimas para cada canción, ver quién me podía abrir la puerta. Así que ahora las canciones son muy especiales, cada artista te abre la puerta a su propio público, pienso que es un ejercicio muy generoso. Así que sí, las canciones ahora están revalorizadas.

Primero publicas Limones en Invierno y ahora Limones de Oro. Mientras preparaba la entrevista, leí en un blog de jardinería que los limones maduran en invierno, entre noviembre y enero. ¿Significa esto que estás mostrando tu madurez como música en estos dos discos?

De alguna forma sí, porque realmente soy ahora mismo lo más madura que he sido nunca [risas]. Pero es verdad que me puse a buscar sobre los limones y me pareció muy curioso que maduraran en invierno, porque para mí son una fruta súper veraniega. Entonces, me puse a darle vueltas a todo aquello y me siento muy identificada con los limones. Sí que creo que es el trabajo más maduro porque yo estoy más tranquila, más serena, he podido disfrutar lo que con el segundo disco no disfruté tanto porque sentí mucha presión, con el tercero ya sí, mejor. Desde la calma, que supongo que eso es la madurez, me siento enteramente identificada con el disco y con el concepto de los limones.

Sobre esos tres discos y el momento en el que estás, en 2020 hablamos contigo por el lanzamiento de Limones en Invierno. Nos contaste que tu primer disco lo escribiste con el corazón muy, muy roto, que en el segundo andabas ahí, ahí, recuperándote, y que en Limones en Invierno ya eras mucho más feliz. En este nuevo álbum se mezclan canciones de los tres anteriores. ¿En qué momento estás ahora? ¿Es una manera de verlo todo desde arriba, desde fuera, desde lejos?

Siento que es un momento en el que estoy agradeciendo y perdonándome a mí en todas mis versiones. Me daba como palo escuchar mi primer disco por la voz, yo siento que mi voz ha cambiado un montón y no puedo escucharlo porque me da como cosa, como vergüenza. Pero me he dado cuenta con todo lo de la pandemia, porque estuve muy centrada en qué habíamos perdido: perdimos la gira internacional y un montón de conciertos, y en un momento dado me hizo clic y pensé en las cosas que sí tengo y que no estoy cuidando por estar todo el rato pendiente de lo que falta. Lo que se queda está aquí y está como «eooo, hazme caso a mí». Así que estoy agradeciendo a aquella Izaro que empezó a cantar, que se lanzó sola con la guitarra. Gracias a aquello y al primer disco estoy aquí. Para mí es coger todas las canciones y cantarlas hoy porque tienen sentido y decirme a mí misma «eskerrik asko, te atreviste». Tengo que poner en valor todo lo que he hecho.

Recuperas de tu álbum de 2018 la canción Delirios y del disco de 2016 Argia. Ahora, en Limones de Oro, la primera la cantas con Zahara y la segunda con Amaral. ¿Qué pensaría la Izaro de 23 años de la Izaro de ahora?

No se lo cree ni de palo. Ahora mismo, como ya hemos hecho el disco y llevamos dos años haciéndolo, me he acostumbrado a que esté cantando Eva en euskera y Zahara en Delirios. Me he acostumbrado, pero sí que es verdad que cuando me llegó el disco físico a casa y lo escuché, que me lo puse para ver si había alguna errata, entendí que Zahara estaba cantando realmente Delirios y empecé a llorar. Fue como «tú, tú, tú ¿qué ha pasado?» Parece que sí, que pasa, pero no es algo que suceda normalmente. Mi yo de 23 años no se lo puede creer.

Este disco es coger todas las canciones y decirme a mí misma «eskerrik asko, te atreviste»

El 7 de mayo presentas el disco en el Velódromo, y no sé si se han agotado ya las entradas, hace nada estaban a punto…

Está agotado ya, creo que van a sacar 150 entradas más, pero oficialmente está agotado.

Vas a ser la primera solista vasca en llenar un lugar donde han tocado David Bowie y Bob Dylan.  

Es muy fuerte [risas]. Realmente creo que no lo entiendo del todo, lo leo y dijo «ajam, vale», pero no he llegado a comprender que esa persona sea yo. Es algo que he leído muchas veces sobre mucha gente, el ser la primera mujer en hacer esto o lo otro, pero cuando se trata de ti, te preguntas «¿pero cómo es esto posible? Si no es hacible», y yo, de alguna manera, no sé ni cómo, lo estoy haciendo. Cuando entras en la vorágine es importante parar y darte cuenta de qué estás haciendo para poder disfrutarlo. Si entras en modo automático, que me ha pasado muchas veces, solo piensas en el siguiente paso natural. Pasamos porque hay que hacer el siguiente, y te olvidas de disfrutar el momento presente. Con el Velódromo quiero disfrutar, aunque salgan cosas mal dentro de nuestra perfección como artistas, dentro de nuestra autoexigencia. Tengo que trabajar para preferir eso: que falle algo antes que no disfrutarlo.

En este disco aparecen dos idiomas en todas sus formas posibles. Cantas en euskera con Belako, con Eñaut Elorrieta o Mikel Urdangarin y en español con artistas mejicanos y cubanos. ¿Es intencional esto de explorar el lenguaje a través de la música?

A mí me sale. No pensé en ponerle un fin, ahora sí que disfruto aprovechando todos los matices que me dan los idiomas: sonoros y lingüísticos, sea un piano, una guitarra, un idioma o una voz a capela. Más todavía si alguien se anima a investigarlo conmigo como Eva de Amaral, que cantando en euskera es increíble, además Argia es una canción difícil, la letra es muy jocosa, no se repite en ningún momento. He disfrutado mucho abriéndole la puerta a artistas en otros idiomas.

¿Hay sentimientos que se expresan mejor en euskera y cosas que es mejor decir en español?

Claro, hay palabras y frases hechas, formas de decir las cosas que no se pueden traducir, no hay literalidades entre distintos idiomas. Una vez leí que cuantos más idiomas hablas más cosas sabes, porque hay ciertas cosas que no pueden decirse en un idioma, pero en otro sí. Cuantos más idiomas sabes, más sabes, más cosas puedes identificar, más amplia es tu experiencia vital. Me gustó mucho aquello y me di cuenta de que hay ciertas cosas que solo puedo decir de una manera.

Por ejemplo, la versión que vemos en el disco de la canción Bess Atwell, de Grace. Yo sé inglés, pero no euskera, y, sin embargo, escuchándote capto el sentimiento de tristeza, el desamor. ¿Cómo puede la música transmitir emociones tan concretas, aunque no sepamos lo que está diciendo?

Es loco. Aunque, también te digo, en alguna canción el sonido te traiciona, canciones que tienen mucho contraste, Hentai de Rosalía, por ejemplo, no estás entendiendo nada de lo que está pasando. Pero también está guay que exista la opción de poder usar un único idioma, que es la música, y hacer que se entienda lo que está pasando. No sé qué será lo que tiene la música para expresar así las cosas, lo mismo es magia [risas].

Es mi trabajo más maduro porque estoy más tranquila, más serena, he podido disfrutar lo que con el segundo disco no disfruté tanto porque sentí mucha presión

Una de las cosas más bonitas de tu música son las raíces, la presencia del arraigo tanto en el estilo musical como en las letras. Mi Canción Para Elisa, por ejemplo, podría ser un cuento infantil, una leyenda alavesa. ¿Qué hay detrás de la historia que cuentas en la letra?

Es una historia sobre mi abuela paterna, la escribí la noche que murió. Me entró un bucle, porque a veces me entran bucles, y no paraba de pensar en «la vida entera, la vida entera, la vida entera». Llegué a casa y dejé que el bucle saliera porque si no me iba a quedar atascada. Y me salió contar en un cuento lo que había sido la vida de mi abuela y honrarla. Quedó muy bonito, al principio no pude cantarla sin llorar un montón de tiempo, luego yo ya sí, luego se la puse a mi familia y ellos no podían escucharla sin llorar, y ya llegó un momento en el que podían escucharla sin llorar, ha sido un proceso largo. Todavía, a veces, en los directos sigue siendo impactante.

Desde muy pequeñita me he considerado muy buena cuentacuentos, siempre me ha encantado contar historias. Me inventaba cuentos y se los contaba a mi hermana pequeña de noche, y en la escuela había profesores que le decían a mis padres que tenía muchísima creatividad y que era muy buena cuentacuentos. Creo que de ahí viene mi capacidad para hacer canciones, me gusta contar las cosas, para mí eso son al final todas las canciones.

Siguiendo con el arraigo, en la canción Aquí Duda In The Sky canta en brasileño y decís al unísono: «No hay en la vida mejor regalo que haber nacido aquí». Tú naces en Mallabia, Bizkaia. Duda es de Brasil y, de repente, el sentimiento de arraigo viaja al otro lado del mundo, a otro continente. ¿El sentimiento de pertenencia sobre el que hablas se puede aplicar a cualquier lugar del mundo?

Es justo lo que me pasó con Duda. Ella es súper tierna, la descubrí y pensé «ay, toda esta ternura no la puedo controlar». Cuando escribí para cantar le di varias opciones, pero le dije que yo la veía cantando Aquí. Nos conocíamos, habíamos hecho juntas otras cosas, y sabía que ella sentía cosas parecidas por su núcleo familiar a las que siento yo. Le mandé la canción con la traducción y me dijo que para ella Aquí también es ese sentimiento. Cantamos así y para ella también es tal cual, cantarle a su casa. Es tan bonito que ese Aquí exista en distintos sitios.

En general, sobre todos los artistas que participan en el disco, ¿cómo se eligen quince colaboraciones?

Puf. Además, para mí, realmente son dieciséis colaboraciones porque Oso blanco con Plata es una adaptación y lo hicimos con el grupo entero, salen en el videoclip, y para mí fue muy importante porque fueron una red en toda la pandemia, fuimos una brújula, nosotros éramos como la centrifugadora del bienestar: venía uno de nosotros mal, le sacudíamos y volvíamos todos a casa a gusto. Es una colaboración, aunque interna.

Y las otras quince… pues porque pensé que con más de dieciséis me iba a dar un síncope [risas]. Hice listas de cosas que para mí eran sueños que no sucederían nunca jamás, luego hice listas más realistas, y es cierto que ha habido gente que ha pasado del «no va a pasar» a la lista realista. Podría haber elegido cincuenta y ocho colaboraciones, pero ya no podía más.

Disfruto aprovechando todos los matices que me dan los idiomas: sonoros y lingüísticos, sea un piano, una guitarra, un idioma o una voz a capela

En el disco hay dos canciones nuevas. Lanzaste Ventanas Cerradas a finales de enero, y Un Poquito Más verá la luz cuando se publique el disco. ¿Qué puedes contarnos de esta última?

Escribí a Alex Ferreira para que colaborara en el disco y al principio le dije que cantara en De Más, que es una canción del segundo disco. Pero me dijo que le apetecía que escribiésemos una nueva. Yo pensaba, ¿cómo? ¡Si vive en Méjico! Así que empezamos por mail, para mí era una aventura total el co-componer una canción de principio a fin por primera vez. Alex me preguntó qué me rondaba por la cabeza, y me fui a pasear por Donosti. Cuando volví, le expliqué que lo que me rondaba últimamente era que la vida cada vez me gusta más y que cuanto más consciente soy de lo que me gusta, más rápido va. Antes, cuando era niña, un verano era eterno, larguísimo, hasta volver al cole. Pero ahora dos meses se te pasan así, en un chasquido. De ahí surgió el Un Poquito Más, como si le pidieras a la vida cinco minutos más en la mañana. Alex me mandó un par de poesías y quedó ahí. Como vivimos con muchas horas de diferencia, era muy difícil coincidir. Un día estaba en casa, me vino melodía, fui al piano, escribí lo que es ahora el estribillo, le mandé un audio de WhatsApp y justo estaba en línea. Lo escuchó, le gustó un montón, tocó con la guitarra él y en diez minutos había canción.

Lo mismo, si quedábamos, hubiéramos estado él y yo, pero la inspiración no. Nos encontramos los tres. Ha sido increíble.

Lo mismo te meto un poco de prisa por esto de que, al estar bien, todo va muy rápido, y por lo que me dices sobre ser consciente de lo que pasa ahora mismo en vez de pensar tanto en lo siguiente. Pero ¿cuáles serán tus próximos pasos? Si no es muy pronto para preguntarlo…

Fíjate, he empezado a ir a terapia, y como he estado un mes fuera esto lo tengo pendiente, pero se lo tengo que decir la semana que viene. Antes no me pasaba, pero desde que siento mucha responsabilidad por el proyecto musical, como para hacer las cosas bien tienes que planear muy a largo plazo, voy a tres años vista. Eso dicen que es la ansiedad: si te quedas estancado en el pasado es depresión, si te quedas viviendo en el futuro es ansiedad. Pienso que tengo que rebajar eso, estoy todo el rato pensando las cosas para el cuarto salto.

Creo que mis próximos pasos son aprender a mirármelos, porque voy andando, pero mirando todo el rato adelante en vez de hacia abajo, en vez de hacia mí. Si no, me voy a estampar [risas], voy a ir corriendo y se me va a acabar el suelo.

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