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José Ignacio Lapido: «La búsqueda de la canción perfecta es una actitud vital y creativa» (2023)

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Hablar de José Ignacio Lapido es hablar de poesía y electricidad, de sensibilidad y fiereza, pero sobre todo es hablar de amor a un oficio que es mucho más que su medio de vida y su profesión. Para el músico granadino, el arte de escribir canciones es una forma de existir, de posicionarse en el mundo, una manera de afrontar el día a día, de saldar cuentas con el pasado, de encarar el futuro y de asumir la realidad como parte del juego. A primera sangre es el noveno disco en solitario de Lapido. Esto, sumado a su discografía con 091, da como resultado una de las carreras más coherentes, prolíficas y admirables de nuestra música.

Como ocurre con cada uno de sus álbumes, A primera sangre es un trabajo que no baja del notable, un disco de largo recorrido, de escuchada paciente y activa. En él, su autor vuelve a demostrar que es uno de los mejores escritores (si no el mejor) de canciones de nuestro país. Lúcido, afilado y sensible, José Ignacio Lapido se reivindica a sí mismo una vez más, regalándonos once temas monumentales, cargados de mensaje y de intención.

Nos adentramos en el álbum de la mano de su creador y descubrimos que en sus respuestas encontramos los mismos ingredientes que en sus composiciones: sinceridad, franqueza y mucha reflexión. Siempre es un placer escuchar y leer a alguien tan brillante y minucioso como él.

Antes que nada, quiero darte la enhorabuena por este disco, por volvernos a traer unas canciones que nos reconcilian con todo y que, seguro, nos van a acompañar durante mucho tiempo. Siempre es una magnífica noticia para la música tener un nuevo trabajo tuyo.

Pues me encanta que empecemos así la entrevista. Eres muy amable y me alegro mucho de que mi nuevo disco te provoque esas buenas sensaciones. Antes de pensar siquiera en ponerme a preparar un disco nuevo me hago siempre una pregunta que tiene más de retórica que de otra cosa: ¿Necesita el mundo un nuevo disco de Lapido? Supongo que no, pero creo que soy yo el que necesita hacer discos. Lo llevo haciendo desde el año 81 del siglo pasado, y cada cierto tiempo hay algo dentro de mí que me empuja a hacerlo de nuevo. Si al final del proceso el resultado provoca buenas sensaciones a los oyentes, me doy por satisfecho. Me esfuerzo mucho para que así sea.

Últimamente estoy empezando mis entrevistas con la misma pregunta, pero es que ha coincidido que he hablado con artistas que también han publicado ahora un disco después de bastante tiempo sin hacerlo. En tu caso, lo último que publicaste (al margen de 091) fue El alma dormida, en 2017. Desde entonces han pasado muchas cosas a nivel social y parece que el mundo, en cierta manera, ha cambiado. Si echas la vista atrás ¿tienes también esa sensación?

Es cierto, han pasado seis años desde El alma dormida, y para que se haya demorado tanto han pasado varias cosas. Lo primero fue que en 2019 los Cero volvimos a la actividad discográfica después de veinte años y grabamos La otra vida. Y luego llegó la pandemia llevándose por delante todos los planes. Durante el año y medio en que la pandemia estuvo más agresiva sí noté que algo había cambiado en la psicología colectiva. Recordemos los primeros días de confinamiento, aquel silencio aterrador que había en las ciudades, las colas siniestras en los supermercados. Todo parecía sumergirnos en un mundo desconocido. Luego, cuando fuimos normalizando aquello y la cosa empezó a mejorar sanitariamente hablando, creo que todo volvió a ser como antes. No creo que la condición humana haya cambiado nada. El poder trató de manipular a su antojo, nosotros nos dejamos manipular, y siempre habrá psicópatas que quieran sacar ventajas de las desgracias ajenas. No tenemos remedio. Aquello de que íbamos a salir mejores no se lo cree nadie.

La industria musical también ha cambiado y eso se nota en las tendencias de consumo, precios de entradas, diferentes maneras de entender este mundo (o negocio), etc. ¿Qué opinión tienes al respecto de cómo ha cambiado la industria en estos últimos años?

La industrial musical lleva cambiando hace mucho, sobre todo desde que se transformó el paradigma de consumo, y la venta de discos físicos pasó a un segundo o tercer plano en cuanto a volumen de ingresos en sus resultados económicos. Lo que vivimos ahora es una gran impostura, se intenta revestir de cultura o manifestación cultural lo que es simplemente negocio del entretenimiento. Un conglomerado de lanzamientos multinacionales coordinados a nivel planetario, unas plataformas de streaming que dejan sin ingresos y sin posibilidad de defensa a los pequeños artistas, unas redes de tiqueteras que imponen precios abusivos, y macrofestivales que arrasan con los circuitos tradicionales de música en vivo en las ciudades… el panorama es ese; si tú quieres ver eso como manifestación cultural es una opción, pero yo lo veo como política ultracapitalista revestida de buen rollo para jóvenes crédulos y con poca capacidad crítica.

Lapido
Foto: Nacho García González

Vivimos una gran impostura, se intenta revestir de cultura lo que es simplemente negocio del entretenimiento

¿Y tú, en qué crees que has cambiado a nivel personal y artístico?

Las personas vamos cambiando paulatinamente conforme cumplimos años. No soy el mismo que cuando tenía 22, aunque hay cosas que mantengo, como mi amor incondicional a la música. Espero haber cambiado también en cuanto a mi capacidad para hacer mejor mi oficio. De eso se trata, de que la edad y la experiencia te den la sabiduría necesaria para mantenerte con cierta dignidad en esto.

Este es el período de tiempo más largo que ha pasado entre un disco y otro en toda tu carrera en solitario. ¿Este tiempo de ‘parón’ te ha servido para recolocar, resetear o replantearte algunos aspectos de tu proyecto?

Realmente han sido seis años desde El alma dormida, pero luego, en el 19, hice el disco de los Cero, La otra vida, en el que compuse yo todas las canciones. Luego, se tuvo que suspender la gira por la pandemia y sólo pude tocar en escenarios con aforos limitados yo solo o con Raúl Bernal acompañándome. Ese tiempo de menor actividad en directo lo utilicé en componer, en escribir las canciones que hay en A primera sangre.

Después de esos seis años sin canciones nuevas tuyas, ¿Sientes que en esta ocasión tus seguidores te esperaban con más ganas aún si cabe?

Tengo la suerte de contar con unos seguidores muy fieles y entregados a la causa, que esperan lo que haga falta hasta que doy con la colección adecuada de canciones dignas de ser grabadas. Es una bendición para mí que la gente aguarde ese momento, con tanta paciencia, y es muy emocionante recibir las primeras impresiones que causan las nuevas canciones en las primeras escuchas. En este caso han sido fabulosas.

Como ya has comentado, en 2019 sí que publicaste con 091 el álbum La otra vida. ¿Qué supuso para vosotros volver a reencontraros en el estudio después de tanto tiempo y después de haberos vuelto a sentir como una banda sobre los escenarios?

Fue sobre todo un reto, un gran reto artístico, Ten en cuenta que nosotros nos despedimos de los estudios de grabación en 1995. Volver a retomar esa inercia y esos hábitos de trabajo conjunto no es tarea fácil. Pero debido al gran éxito que tuvo nuestra reunión de 2016, con motivo del vigésimo aniversario de nuestra separación, llegó un momento en que nos planteamos que si queríamos seguir tocando juntos teníamos que preparar nuevo material, y había que hacerlo sin medias tintas, echando el resto y grabando unas canciones que bajo ningún concepto desmerecieran nuestro repertorio clásico. Creo humildemente que lo conseguimos.

No sé si este reencuentro ha supuesto también algo para tu propia carrera en solitario, a nivel de motivación, de inspiración, de creatividad…

Pues no sabría decirte. Yo siempre estoy componiendo y no tengo en mi cabeza una doble oficina compartimentada. Si toca hacer un disco de los Cero, las canciones que hay en ese momento van para eso. Si toca hacer un disco en solitario, pues van para mi disco. Soy compositor y a la vez croupier, voy repartiendo cartas. Según las necesidades.

Lapido
Foto: Salvador Serrano

Si uno concluye que ya ha hecho su mejor canción es preferible que lo deje y se retire

A primera sangre es un disco que, antes de entrar en él, ya resulta atractivo por esa analogía del título y la portada) con el mundo de los duelos, el esgrima, etc. Creo que es muy evocador y dice mucho de cierto posicionamiento artístico por tu parte. ¿Te sientes un poco como alguien que se bate en duelo?, ¿Contra qué?

El título, efectivamente, es una analogía entre la lucha en los duelos antiguos y la lucha que se establece entre el creador y su obra. Me llamó mucho la atención esa expresión cuando la conocí: A primera sangre, y me gustó ponerla como título genérico porque daba pie a muchas interpretaciones, todas relacionadas con lo que te acabo de decir.

En el texto de promo se hace mención a ‘la búsqueda de la canción perfecta’. Supongo que esa búsqueda nunca termina y no debe hacerlo, ¿verdad?

Claro. Si uno concluye que ya ha hecho su mejor canción es preferible que lo deje y se retire. No tendría sentido continuar. La búsqueda de la canción perfecta es una actitud vital y creativa, te obliga a no darte por satisfecho del todo nunca porque tienes obligación de superarte en la próxima entrega. Eso no quita que a veces se nos dibuje una sonrisa en la cara cuando grabas algo que te reconforta con tu profesión, como ha sido el caso de este disco. Cuando todos los que intervinimos en la grabación escuchamos en el estudio las últimas mezclas, me fijé en sus expresiones y todos teníamos una extraña expresión de felicidad. Algo habíamos hecho bien.  

¿En esta tarea hay más momentos de resignación ante algo que quizá no se consiga nunca o de esperanza por creer que se está rozando ese objetivo?

Hay momentos de desesperanza, claro está, y de duda. Pero no puedes resignarte, y para eso están los músicos y el productor y el técnico. Todos aportan sus talentos para que la obra salga adelante.

¿De qué lugar emocional y creativo surgen las canciones de A primera sangre?

Pues de ese lugar que está entre la razón, la sinrazón, la realidad, lo soñado, la memoria y el oficio. Un lugar poco cartografiado, y que si supiéramos a ciencia cierta dónde está y cómo llegar allí sería muy fácil hacer discos y canciones, pero hay que explorarlo cada vez que te pones manos a la obra.

He leído que en este disco, por primera vez, tenías las letras casi terminadas al entrar en el estudio. Cuéntame un poco cómo ha variado ese proceso compositivo y creativo con respecto a tus anteriores trabajos y qué razones te han llevado a hacerlo de esta manera ahora.

Normalmente, he ido dejando el tema lírico para la parte final de la composición. Llegaba un momento que tenía que grabar las canciones y me faltaban algunas letras o frases o versos. En esta ocasión, como ha habido tiempo de sobra, no ha ocurrido así. He entrado en el estudio con todas las letras terminadas, y eso me ha dado mucha tranquilidad y me ha ayudado a disfrutar más del proceso de grabación.

Lapido
Foto: Nacho García González

Ante vendavales como el paso del tiempo, lo único que sirve es la fortaleza emocional y la fe en uno mismo y en las personas que quieres

De las dos maneras de escribir (con tiempo suficiente y reflexión / a última hora de manera casi impulsiva), ¿Qué partes positivas y negativas encuentras en cada una de ellas?

No sé… lo importante es que las letras, sean hechas con poco tiempo o con mucho hagan brotar las emociones necesarias en mí mismo y en el oyente. No por trabajar demasiado determinado verso vas a conseguir que la emoción que transmite sea más auténtica que una frase que te ha brotado espontáneamente. Todo es muy aleatorio, pero nada surge por casualidad. Detrás de cada palabra hay una intención, la que el autor quiere dar.

Aparte de los teclados, en A primera sangre has vuelto a contar con Raúl Bernal en la producción, aunque esta vez lo ha hecho él solo. ¿Qué aporta Raúl como músico y productor a tus canciones?

Raúl me ha aportado mucha confianza. Nos conocemos perfectamente, somos amigos, y a la hora de elegir productor sabía que no iba a tener ningún problema con él. Porque a veces puede pasar que eliges un productor porque te gustan discos que ha hecho, pero luego en el plano personal el trato es complicado, y en los pocos días que estás en el estudio no hay tiempo suficiente para entenderse. Y en ese aspecto, con Raúl sabía que no iba a haber ningún problema, todo lo contario; llevamos tocando juntos desde 2005. Es compositor también, sabe cómo se hace una canción, sabe manejarse en ese territorio y eso me ayuda también a ver con distintas perspectivas mis canciones, aportando ideas en los arreglos y en las estructuras. Y tiene la capacidad para hacer de director de orquesta, que básicamente es el papel del productor: organizar a los músicos que intervienen en la grabación para que todo fluya, todo suene, cada instrumento tenga su espacio. El resultado es que ha conseguido una gran producción.

En Arrasando cantas: «Ni en la cima del olvido / ni en el fondo del dolor / no habrá refugio cuando llegue el vendaval». Esta canción tiene un poso, no sé si de pesimismo, pero sí que parece que hay cierta resignación. ¿Es inevitable salirse de la vorágine actual que arrasa con todo?

Es una reflexión amarga del paso del tiempo, de los estragos que el tiempo causa en nosotros. Ante este tipo de vendavales lo único que sirve es la fortaleza emocional y la fe en uno mismo y en las personas que quieres.

Esto lo puedo relacionar un poco con el tema que abre el disco. Estar ‘curado de espanto’ es ser consciente de la realidad que nos rodea y así poder capear mejor el temporal. Esta idea es algo que me parece que sobrevuela gran parte del disco. La resignación o aceptación de la vida tal y como viene, para poder encarar el futuro con mayores garantías.

En canciones como Curados de espanto hay una cierta dualidad: por un lado hablo de la muerte, algo de lo que no se suele hablar en la música pop, pero lo hago dese un punto de vista de aceptación natural del hecho ineludible de que vamos a desaparecer más pronto que tarde, pero que eso no es impedimento para no celebrar lo que hemos vivido y lo que nos queda por vivir. Agarrarnos al clavo ardiendo de la vida mientras haya fuerzas.

En De cuando no había nacido dices que «somos esclavos de la esperanza y queda lejos la libertad». Precisamente por lo que te comentaba antes, es posible que sea inevitable tener esperanza siempre. ¿Quizá es la única manera de poder afrontar una realidad que, a veces, es demasiado dura?

La vida es como eso que dicen en los partes del tiempo: una sucesión de nubes y claros. A poco que hayas vivido te das cuenta de que hay más nubes que claros. Por eso cuando un rayo de luz atraviesa la nube más negra no podemos quedarnos impasibles sino admirar extasiados ese momento de belleza, metafóricamente hablando. En la canción que me comentas se mezclan reflexiones apesadumbradas del presente con recuerdos de la niñez. Hace millones de años que se instalaron en nuestras mentes creencias que nos han atado a determinada visión de la vida y de la existencia misma. Por ejemplo, la palabra «salvación».  Como canto en la canción. «La salvación sólo es una palabra a la que nos encadenaron, somos esclavos de la esperanza y queda lejos la libertad». Lo lejos o lo cerca que quede esa libertad depende de nuestra capacidad para liberarnos de creencia impuestas.

Lapido
Foto: Salvador Serrano

Siempre he sostenido que la escritura es ficción

Antes de que acabe el día es una canción eminentemente esperanzadora. Y después, Creo que me he perdido algo es muy optimista. Tanto que dudas y admites con ironía que «todo es demasiado bueno para ser verdad». Creo que esto resume muy bien el sentir que tenemos muchos cuando nos ocurren cosas positivas. ¿Estamos tan poco acostumbrados a ello que nos resulta difícil creerlo?

Estamos maleados en ese aspecto. Sospechamos que si algo bueno nos ocurre es que debe haber algún tipo de contrapartida negativa detrás. Es como cuando te despiertas de un bello sueño. ¿Dónde están todas esas maravillas de las que estaba gozando? Un poco de sarcasmo sí que hay en ambas canciones.

Al final, en este disco vuelves a hablar de temas universales: del paso del tiempo, de la soledad, de la esperanza, etc. ¿Cuando has escrito estas canciones lo has hecho siempre desde tu interior o te has puesto también el traje de observador y de ‘contador de historias’ ajenas?, ¿Desde dónde te sientes más cómodo a la hora de escribir?

Siempre he sostenido que la escritura es ficción. Las canciones se tratan de bellas mentiras. Todo está pasado por el filtro de la mente creativa del autor, que no es un filtro histórico, documental ni periodístico, sino creativo, pura invención. Pero esa invención debe de partir de verdades fundamentales, las que el autor tiene. No puedes construir una ficción, ya sea en una obra de teatro, una novela o una canción sin unas certezas fundamentales.

En Uno y lo contrario hay una frase que me gusta mucho: «La verdad es faro y es naufragio». Además, en la siguiente canción, la que cierra el álbum, (Tiempo muerto) dices que «Atesoramos desencantos, pequeños naufragios para sobrevivir». Me gusta que des importancia al naufragio. Muchas veces se trata de eso, de naufragar para poder salir a flote, ¿verdad?

Totalmente. Sólo el náufrago conoce el verdadero valor del madero al que agarrarse. Es importante saberlo. Y saber también que algo que te puede guiar en un momento dado se puede convertir en tu perdición, y al revés. Soy muy aficionado a la mitología griega, ¿recuerdas el episodio de los cantos irresistibles de sirena que atraían a los marineros que iban con Ulises?

Como en todos tus discos, podría elegir una multitud de versos que me resultan inspiradores y que me invitan a la reflexión. Sólo me queda darte las gracias de nuevo. Por tu poesía, por volver a poner las palabras adecuadas a tantos sentimientos e ideas y por volver a hacer un disco que nos va a acompañar durante mucho tiempo.

Pues, como al principio, te vuelvo a agradecer tus palabras, y me encanta que mis canciones te vayan a acompañar durante mucho tiempo. Me siento afortunado de que así sea. Muchas gracias a ti.

AUTOR

Javier Decimavilla
Javier Decimavilla
La música nos puede salvar la vida o al menos mejorarla. Bob Dylan, Neil Young, David Bowie, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, nos llevan enseñando el camino a la felicidad desde hace décadas.

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