Vie 13 diciembre 2024

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La Habitación Roja: «Las canciones son como amigos que están siempre a tu lado para escucharte» (2024)

Hay grupos del panorama nacional que ya son parte de la historia de este país. Por su tesón, calidad, esfuerzo, porque ya parecen parte de nuestra familia. Siempre han estado ahí. Los valencianos oriundos de L’Eliana son una de esas bandas. Jorge (guitarra y voz), Pau (guitarra), José (batería) y Marc (bajista) conforman La Habitación Roja, uno de los referentes más claros del indie tradicional de nuestro país.

El mes pasado presentaron Crear (2024), su decimocuarto disco de estudio. Después de más de 25 años sobre los escenarios, La Habitación Roja han conseguido mantenerse fieles a lo que son, tanto personalmente como musicalmente, sin ser aburridos, todo lo contrario. Son cuatro personas que después de tanto tiempo siguen disfrutando de salir a escena, de recorrer medio mundo juntos y de sacrificarse los unos por los otros. A veces, conseguir que un grupo funcione también se trata de eso, como en una relación de pareja, y este cuarteto ha sabido cómo pulsar las teclas correctas en su relación.

Conexión Valencia-Noruega a través de una videollamada, hablamos con Jorge Martí, cantante y guitarrista de La Habitación Roja, sobre el nuevo disco, sobre la vida, la esperanza y la desilusión, que al final son dos caras de la misma moneda que es la existencia. También charlamos sobre el pasado y el futuro de la banda que, sin duda, está lleno de pequeños recovecos e historias, así como la vida personal de un músico que ha sido capaz de estar a caballo entre dos países. Así es Jorge Martí. Así es La Habitación Roja.

¿Qué tal estás?

Bien, estoy en Noruega. Vivo aquí y llegué ayer.

¿Mucho jaleo?

Sí, la verdad es que, bueno, es un coñazo, es un poco lejos y… Salí de Madrid el sábado por la tarde.

Por la presentación, ¿no?

Sí, hemos estado con todo lo del disco y aparte hemos tenido conciertos y… Bastante liado. Ahora he tenido unos días libres y me he venido. Y volveré el día 1.

¿Qué tenéis el día 1?

Pues el día 2 tocamos en Alicante en un ciclo que hacen en el castillo, luego tenemos ensayos para preparar la gira y el día 7 también tenemos un concierto en Málaga.

Haces un poco vida dentro de los dos lados.

Sí, sí. Llevo así toda la vida.

¿Y normalmente desde dónde sales hacia allí? ¿Desde qué aeropuerto, desde Valencia?

Indistintamente, depende de los precios y la logística. El otro día hice Madrid-Oslo y luego los sábados es que no hay conexión. Yo vivo en Molde, así que tenía que esperar al día siguiente e hice noche. Por ejemplo, la semana que viene voy de aquí a Oslo, de Oslo a Ámsterdam, y de Ámsterdam a Valencia. Normalmente a lo mejor voy de Alicante a Oslo y de Oslo luego a aquí. Pero vamos, no hay vuelos directos.

¿Y todos los demás sí que viven en Valencia o alrededores?

Sí, Pau vive en Valencia, José en L’Eliana, que es donde ensayamos y de donde soy yo, y Marc vive en Murcia.

¿Cómo habéis vivido en general estos años de tener que organizarse todo tan al detalle para poder ensayar?

Ha sido así siempre, prácticamente. Incluso hubo una época en que cada uno vivía en un sitio, porque Pau vivía en Madrid. Yo llevo 20 años viviendo aquí, eso ha condicionado un poco todo, pero he intentado que afecte lo menos posible, un poco de sacrificio de viajes, de partirte un poco por la mitad. Ahora hacemos un intensivo, rollo ocho horas al día. Al final cada uno vive una realidad.

¿Qué tal habéis vivido la recepción del nuevo disco?

Nos ha pillado además en ruta todo el rato. Superestresados de viaje porque hicimos unas listening parties en Madrid, Barcelona y Valencia, y veníamos de tocar la semana anterior, viernes y sábado; luego tocamos el fin de semana también y después estuvimos haciendo showcases de presentación. Entonces, ha sido todo como que miras las horas que has usado el móvil al día y de repente es un bajón drástico porque has estado conduciendo, tocando, haciendo entrevistas, caminando por ahí. Ha sido bastante intenso, la verdad.

La verdad es que el feedback es muy bueno. No somos un grupo súper masivo, entonces tampoco es que nos atosiguen, pero vamos, dos o tres periodistas me han dicho «está entre vuestros tres mejores trabajos», así que, teniendo 14 discos, no está nada mal. Nosotros hemos tenido una carrera, creo, bastante coherente.

Es verdad que la gente, aunque pase un tiempo, siempre está sosteniéndoos.

El grupo está en un momento así como de bastante estabilidad, bastante serenidad, no sé… es agradable porque nos llevamos bien, ya tenemos una edad y nos tomamos las cosas de una manera más reflexiva. Somos más conscientes del paso del tiempo, de que la vida es finita también. Hay un disfrute ahí muy grande cada vez que vamos a tocar y viajamos o estamos grabando un disco. Lo hemos hecho muchas veces, pero no es monótono, es como algo gratificante, nos hace ilusión, nos motiva, nos lo pasamos bien.

La verdad es que la grabación de este disco la hemos disfrutado mucho. También uno es consciente del privilegio que es poder dedicarse a la música, es muy complicado y dices «tengo 52 años y todavía estoy dedicándome a la música», es increíble. No hay ningún plan maestro detrás, no maquinamos, no tenemos detrás fondos de inversión, ni tenemos pactos con el diablo ni nada. Simplemente se trata de hacer lo que te gusta y hacerlo con ilusión.

Para la portada, ¿qué os dijeron vuestras madres?

Tuve una reflexión. En los últimos tiempos he perdido a muchos de mis seres queridos, han muerto los padres de mi mujer, que vivían aquí al lado de nosotros, nos han ayudado mucho a lo largo de los años y fallecieron, tuvieron cáncer. El disco tiene muchas reflexiones sobre el duelo, sobre la muerte, sobre la vida, sobre el amor fraternal, sobre la naturaleza, sobre el milagro de estar vivos.

Pau, el guitarrista, es fotógrafo y hace fotos en analógico con una cámara bastante mítica, y pensé «joder, tenemos los cuatro del grupo a nuestros padres y madres vivos», y eso es bastante excepcional, dadas nuestras edades. Así que empezamos a reflexionar un poco sobre eso y sacamos a nuestras madres en la portada, porque nuestras madres fueron las que nos dieron a luz, las que nos crearon. Era una forma de reivindicar a esa figura materna que en la época en la que nacimos muchas no trabajaban, estaban en un segundo plano, siempre a la sombra de los hombres y, sin embargo, somos lo que somos por ellas.

Entonces Pau empezó a idear esto de los retratos. Después hablamos con el diseñador del disco de la canción Crear siempre es mejor que destruir, sobre cómo estamos ahora mismo en un mundo convulso en el cual hay un auge de la extrema derecha, cosas que se creían conquistadas se empiezan a cuestionar… De repente, parece que lo punk es ser facha, y nosotros empezamos a reflexionar sobre que es mejor crear que destruir, componer que criticar, amar que odiar…

Yo en un principio quería que el disco se llamara Crear siempre es mejor que destruir, pero al salir las madres en la portada comentamos que Crear y poner a las madres era como más potente, y así llegamos al final al arte, que creo que tiene mucho que ver con las canciones. También esa foto representa la autenticidad, la trayectoria, la coherencia, el trabajo en la sombra… Tiene mucho que ver con lo que ha sido este grupo, la honestidad también, es una foto en blanco y negro, con una cámara analógica, por lo tanto no es algo manipulado, no es algo cortado con láser, es como que the real thing.

«Hemos sido capaces de ceder, de llegar a acuerdos, de durar muchos años y perdonarnos muchas cosas. eso se hace patente en el tipo de grupo que somos»

Creo que en la trayectoria de La Habitación Roja habéis sido muy capaces de ver lo bueno en la vida, el amor en las personas, que al final es un poco lo mismo que Crear siempre es mejor que destruir, que siempre hay más cosas buenas, o deberíamos fijarnos más en las cosas buenas que en las malas, que tampoco son pocas. ¿Crees que hay un romanticismo por la vida que es inherente a La Habitación Roja?

Creo que somos gente bastante idealista, pero somos gente que siempre ha intentado hacer el bien. Hemos respetado la música, a nuestro público, hemos tenido nuestras broncas y desencuentros, pero siempre hemos sido como una familia y el fin último que ha sido la música ha hecho que haya ahí un bien común que siempre hemos querido preservar por encima de las individualidades. Hemos sido capaces de ceder, de llegar a acuerdos, de durar muchos años y perdonarnos muchas cosas. Eso se hace patente en el tipo de grupo que somos.

Otra cosa que me gusta es que no hablamos de las cosas que nos pasaban cuando teníamos 20 años, hablamos de las cosas que nos pasan hoy en día, pues hemos sido padres, empezamos a perder a familiares, hemos visto de cerca la enfermedad, la muerte… Todo eso relativiza a otras cosas que a lo mejor te cegaban más cuando eras más joven, ahora eres más reflexivo, observas otras cosas y tu música se tiñe de tus vivencias.

Y que no eres la misma persona con 30 que con 50.

Vas evolucionando, pero también pienso que la esencia de las personas que somos se ha mantenido. Al final, como seres humanos, nos desgasta la costumbre y a lo mejor uno da por sentadas ciertas cosas, empieza a sentir que no se emociona con esto y lo otro, pero realmente, si abres bien los ojos y eres consciente de que la vida puede terminar y no sabes cuándo, cada día es un regalo, cada día es una oportunidad de que vuelva a salir el sol.

Muchas veces hay rachas malas, yo he vivido en mi familia una racha bastante complicada en los últimos tiempos, pero también es importante la forma en que lo afrontas, y a veces los mismos problemas, según tu estado de ánimo, los ves más factibles de resolverse o de aceptarse o de superarse que cuando estás con una moral un poco más baja. A mí me gusta pensar que nuestra música es un refugio, que también te pone contento, que te acompaña. Realmente, las canciones siempre tienen un punto de esperanza que espero que no hayamos perdido.

¿Y no sentís una cierta nostalgia por, al final, las cosas que habéis tenido que dejar atrás?

Estoy leyendo un libro de Ricardo Lezón, de McEnroe, y me apunté una cosa porque la nostalgia es un tema recurrente muchas veces en la música… Él dice que nadie tiene nostalgia del dolor, que «la nostalgia es felicidad agria por irrepetible e inalcanzable, pero no caducada. Sigue haciéndonos reír, nos enseña quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Nos devuelve lo mejor y nos protege de lo peor». Dice que así lo vive él, y me siento muy identificado.

Obviamente, nadie tiene nostalgia del dolor y de los momentos malos, pero sí que tienes nostalgia de los momentos buenos que a lo mejor se han escapado. También decía Sorrentino que él siente nostalgia de lo que no ha tenido o no ha vivido. En ese sentido, yo me siento bastante identificado con eso. Por ejemplo, mi mujer tiene una enfermedad crónica desde hace muchos años, entonces lleva una vida monacal y no puede hacer un montón de cosas, y siento nostalgia de los viajes que no haremos, de los conciertos a los que no ha venido a verme, porque ella me acompañó en mis primeros años y se comió los momentos más complicados, pero no ha venido a otros cuando me han ido mejor las cosas.

Creo que es este tipo de nostalgia la que destila La Habitación Roja. No somos gente que mire atrás en el sentido de querer emular o repetir lo que hicimos cuando éramos más jóvenes. No queremos involucionar o repetir cosas que ya hemos hecho, pero obviamente sí que hay momentos felices y momentos brillantes que no has conseguido atrapar y se han escapado, y pensar en ellos es bonito también.

En este disco hay dos o tres canciones en las que escribo viendo el mundo a través de los ojos de mis hijas, y me da también cierta pena el hecho de cómo se hacen mayores y pierden esa inocencia y esa fragilidad al ver que de repente el mundo es una cosa mucho más seria de lo que era cuando éramos más jóvenes y que hay dolor, hay muerte, hay guerras, hay frustraciones, hay enfermedad. Al final, también haces canciones para combatir todo eso, para sentir que es algo que te conforta. Las canciones son como amigos que están ahí siempre a tu lado para escucharte.

Yo, como persona que tiene el corazón dividido entre Madrid y Valencia, por circunstancias de la vida, hay una frase en Svalbard que dice «un presente arrebatado, desterrado y tan incierto como yo», porque dentro de mi juventud, a mí me pasa que no sé qué quiero hacer con mi vida, no sé dónde quiero estar, no sé nada. ¿Cómo fue en su momento para ti tener tan claro que esta vida es la que a ti te merecía la pena a pesar de todo lo que hablábamos antes?

Considero la música como el amor de mi vida, junto a mi mujer, de la cual también me enamoré locamente prácticamente cuando empecé con el grupo. He conseguido mantener esos dos amores encendidos, pero a lo largo de los años también he tenido mis crisis, mis bajones, mis inseguridades. Yo en un momento dado no sabía qué hacer con mi vida, pero el conocer a mi mujer, por ejemplo, o montar una banda y empezar a escribir canciones, me hizo encontrar un poco mi lugar en el mundo y sentir que eso es lo que quería hacer con mi vida. Por esas dos cosas me siento muy afortunado.

También es cierto que han sido dos historias con mucha incertidumbre, ha sido muy complicado, y me he sentido siempre un poco dividido, también porque vivo a caballo entre dos países, me siento siempre un poco extranjero allá donde voy, en un sitio o en otro. Con el tema de la música no te creas que todo el mundo lo ve bien, las familias nos han apoyado siempre con cierto escepticismo.

Supongo que también, en ese sentido, para vosotros es importante seguir haciendo las cosas en casa y seguir ensayando donde siempre, y tener como base L’Eliana, Valencia.

Sí, es donde nació el grupo y donde siempre volvemos, encima ahora el estudio de Luis, donde hemos grabado siete de las canciones del disco, está allí también. Es como hogar, casa, es como volver a algo conocido, sentirte seguro. Así que sí, al final, aunque no estemos todos viviendo allí, que solo está José, el batería, el grupo es de allí, y bueno, Pau está en Valencia, que también está bien. También nos consideramos de allí porque hemos hecho nuestra carrera tocando en sus salas, sus garitos, siendo parte de su escena musical desde los 90.

Muchas de nuestras influencias vienen de esa Valencia, no solo desde los 90, sino incluso más atrás, desde los 80. Tenemos una canción que se llama 1986, y ese año fue el primer año que yo fui a una discoteca en la que pinchaban discos de la New Wave. Ahí empecé a escoger un montón de grupos,y es cuando empezó a picarme un poco el gusanillo de tener un grupo, aprender a tocar un instrumento, montar una banda. Cuando lo pruebas, es como, «guau, qué guay esto, ya no quiero parar».

Tiene que haber valido la pena, porque si no, no creo que lo hubiera hecho. Siempre te queda la duda de vivir entre dos sitios. Yo me pregunto si quizás he perdido muchas cosas de mis hijas, cosas con mi mujer, mi familia, mucho tiempo con ellas, pero también me he perdido cosas con el grupo, cosas que no he podido hacer porque yo no estaba. Pero, en vez de castigarme con ello, que a veces lo hago, también intento pensar en lo especial, lo que me ha dado el hecho de vivir en un sitio tan distinto, el haber compuesto unas canciones desde la distancia, teniendo una visión diferente, haber vivido otra cultura.

Me he dado cuenta, no solo desde que ha cambiado el gobierno de Valencia, sino desde hace un tiempo, que muchas veces, ya no solo por la Habitación Roja sino en general, hay muchísima escena de música de Valencia, tanto en valenciano como en castellano, y a mí me da la sensación de que, sobre todo en los actos públicos, muchas veces se opta por grupos de fuera, por artistas de fuera, o por darle poca voz a lo que se hace aquí. No sé si vosotros lo habéis vivido así también.

Sí, es un poco esto de de fora vindran i de casa mos tiraran (de fuera vendrán y de casa nos echarán). Cuando empezamos, ganamos un concurso del Instituto Valenciano de la Juventud, de la Generalitat, entonces era el año 95, creo que fue entrar el PP y lo quitaron. Luego lo recuperaron, pero ya diferente y al final ese concurso desapareció.

En nuestro caso nunca hemos esperado nada de los políticos. Somos ciudadanos, tenemos nuestras ideas, pero no hemos tenido ni reconocimientos. Pero sí, es verdad que es increíble, desde luego en sitios como Cataluña han sido capaces de crear unos medios que han ayudado a cohesionar más la música, la escena, la industria musical. En Valencia eso siempre ha costado más. Nosotros hemos ido un poco por nuestra cuenta y no hemos esperado demasiado. Sí que es cierto que hay grupos que han conseguido traspasar barreras, como Zoo o grupos así que han hecho carreras increíbles y han intentado tocar por otras partes, han llenado pabellones.

En nuestro caso, hemos estado en muchos países, hemos tocado por muchos sitios, hemos conseguido cantar durante muchos años, pero lo hemos hecho por nuestra cuenta, no hemos tenido realmente demasiadas ayudas públicas. Nosotros creemos en lo público. Es cierto que si hay una infraestructura pública, luego hay un retorno.

En nuestro pueblo se nos ha ayudado, sí que se nos ha dejado un local para ensayar, nos han hecho un concierto de homenaje y a lo mejor nos ha contratado el ayuntamiento en algunos momentos señalados de nuestra trayectoria. Eso está muy bien, pero políticas a nivel general sí que es cierto lo que dices, que a veces se mira más fuera que dentro y también se busca la afinidad política de los artistas con los políticos. Creo que la música debería estar por encima de las elecciones políticas y reconocer la valía de un grupo, independientemente de la ideología que tenga. Quizás sería lo suyo.

Había conciertos por el Nou d’octubre y creo que no había nadie valenciano, ya no te digo valencianoparlante con canciones en valenciano, sino valenciano general.

Era increíble que hagan un concierto por el Nou d’octubre y que venga Taburete. Es bastante fuerte, es hasta como una provocación. De hecho, me parece poco inteligente incluso por los políticos, pero es que Valencia es agotadora en el sentido de la Comunidad Valenciana con los signos, los símbolos, y al final es una especie de dividir para sacar rédito. Es una pena. Ojalá algún día eso cambie, pero difícil.

Me decías antes que habéis grabado 7 de las 11 canciones en L’Eliana, las otras creo recordar que las grabasteis en Girona.

Sí, en Sant Feliu de Guíxols.

¿Y por qué?

Porque ahí está Santi García, que es un productor que tiene mucha experiencia, que ha grabado grandes discos a lo largo de su carrera. Con él habíamos grabado tres discos en el pasado, precisamente nuestras canciones más conocidas, Ayer, Indestructibles, La moneda en el aire… Fue una cosa casual porque estábamos grabando en L’Eliana y de repente nos dijo «tengo ahí diez días en la primera y segunda semana de septiembre, veníos a mi casa, que estoy solo, el estudio lo tengo libre y nos grabamos unos hits». Durante el verano escribí tres o cuatro canciones más, nos fuimos allí y fue súper chulo, como un viaje fin de curso a grabar canciones, por la tarde acabábamos y a lo mejor íbamos a bañarnos a la playa.

Pau y yo tenemos publicamos dos libros, yo una autobiografía y Pau un libro de ficción, e hicimos en una especie de iglesia pequeña una presentación de los libros y tocamos luego un acústico, fuimos a navegar también, con una barquita… Todo eso creo que al final se nota en las canciones que grabamos allí, como Las Olas, que es una canción muy bonita y además yo terminé allí mismo.

Luego tuvimos uno o dos días libres, nosotros nos quedamos allí y aprovechamos y nos fuimos con la furgoneta. Cruzamos a Francia, fuimos a Collioure, estuvimos en la tumba de Machado, fuimos a comer ostras en Leucate… Fue como muy inspirador, es una mezcla entre música, amistad, Mediterráneo… y de ahí siempre salimos con canciones súper chulas. Ahí grabamos Las Olas, Los seres queridos, En las ruinas y La vida fluyendo, y es curioso porque esas cuatro canciones le han dado al disco como una vuelta de tuerca más, y de repente es como que tengo vívidos recuerdos pegados a esas canciones.

Me gustó mucho que en el final de ‘Las Olas’ se escucha el mar, ¿eso lo habéis grabado vosotros también?

Sí, eso es de esos días y es un vídeo que hice yo después de una de las sesiones del estudio. Fuimos a bañarnos a la playa y grabé a los chicos ahí, se oía una niña jugando con las olas… De hecho, las imágenes de ese vídeo salen en el videoclip que hemos grabado de la canción. Creo que es una cosa muy guay que sea auténtico y real, o sea, es el sonido de las olas batiendo en una playa en San Feliu de Guíxols, en la Costa Brava.

«Girar es una cosa que seguro que cuando no la tengamos la echaremos mucho de menos»

El 24 de enero es el concierto en el Palau de les Arts, en el Auditori, ¿por qué habéis decidido tocar en el Auditori de les Arts?

Es una oferta que nos ha llegado y nos parecía interesante porque nunca hemos tocado allí. Es algo distinto. Hemos estado en Mirror, hemos estado en La Rambleta, hemos estado en muchos sitios de Valencia, ahora hemos tocado en un festival, el Love to Rock… y esto nos parecía interesante. Al final, uno se mueve entre lo que le gustaría y lo que se da. La verdad es que no es fácil tocar en sitios así, así que si te lo ofrecen, está guay. También es una forma de ver al grupo de una manera diferente, no es lo de los festivales, que está todo el mundo pimplado, no es el rollo de una sala, que la última vez estuvimos en el Palau Alameda, que estuvo muy guay, pero también la gente está más de fiesta.

Es diferente el ambiente.

Es más solemne, creo que es una buena oportunidad para tocar muchas de las canciones del grupo de otra forma, con la gente escuchando más la música. Espero que se oiga bien la música allí.

¿Estás listo para empezar gira?

Sí, bueno, me da miedo porque es muy larga, vamos a hacer muchos conciertos. Me da miedo estar tanto tiempo fuera de casa, o que físicamente no lo aguantes, o que te quedes sin voz. Ese tipo de cosas siempre me agobian un poco, pero sí, creo que estamos haciendo buenos conciertos y nos lo pasamos bien.

Hay una cosa muy bonita de las giras y de los conciertos, y es que cuando estás subido a un escenario el tiempo se para, los problemas se dejan a un lado y todas las cosas que te afligen en tu día a día se paran. Es un momento sagrado en el cual puedes disfrutar de la música y centrarte en ella. Si te dolía la espalda, deja de dolerte, o si tenías un problema con tu pareja, ese problema se para en ese momento. Como que cuando se dan las condiciones, uno se siente muy a salvo. El tiempo se para y es bastante flipante y bonito. Es una cosa que seguro que cuando no la tengamos la echaremos mucho de menos.