Fotografías: Eli Quevedo (@ellieatgigs)
El pasado 14 de febrero La Plata publicó Interzona. Es muy fácil decir de los álbumes que son como viajes, con sus idas, sus venidas, sus subidas y sus bajadas, pero el último disco del grupo valenciano es precisamente eso: «un viajazo», en palabras de Diego Escriche, guitarra y voz de la banda. Secuenciado en tres partes, el LP presenta todo tipo de emociones, creando sus antesalas, contando sus consecuencias, delimitando un espacio propio, el lugar «donde pertenecen, felices, sin estar dentro del sistema, pero tampoco totalmente fuera», nos explican.
Con su último trabajo, lo de La Plata no es ir hacia delante ni hacia atrás, sino hacia dentro. Si la lengua es un organismo vivo, y evoluciona a medida que lo hacemos nosotros, la música también. No es que hayan cambiado, es que están vivos, y en la vida pasan cosas. «Hemos deconstruido el rock and roll para volver a construirlo de nuevo con nuestra propia manera de entenderlo», nos cuentan.
Hoy lanzan Interzona, igual que hace años aparecieron con Desorden. Una cosa no quita la otra. No reniegan de su origen, pero están muy lejos de aquel comienzo, igual que las personas, que el lenguaje, que todas las cosas que conocemos. En un disco de introspección como este, no hay mejor definición que la que le dan sus creadores: para María Gea, bajista y vocalista, Interzona nace de «expresar un sentimiento, un momento de aceptación, de la manera más real que hemos podido».
¿Es más liberador tener un disco entre manos, revisado y terminado, o lanzarlo al público?
Diego: Lanzarlo al público. Tenerlo terminado es como no tenerlo, cuando lo tienes tú y no lo compartes parece que no existe, sólo lo estamos escuchando el grupo, ni siquiera sabes cómo está cumpliendo su función. Hemos estado sacando singles y la gente los ha recibido súper bien, está siendo una pasada. Lanzar esas canciones y ver que hay un público que tiene ganas y que lo disfruta, mola.
María: Al final, son procesos muy largos, nosotros empezamos a grabar el disco en agosto del año pasado más o menos. Son muchas fases, muchas etapas, y cuando empiezas a publicar lanzamientos quieres que salga todo. Quieres liberarte de la pertenencia de ese material, cuando lo compartes sientes que todo cobra sentido.
Aprovechando que mencionas los singles, habéis publicado tres canciones muy diferentes. Leí que podrían ser tres partes de una historia. ¿Qué podéis contarme de esto?
María: Totalmente. Este disco es el primero que hacemos que está secuenciado. Antes incluso de componer las letras, ya teníamos el orden hecho. Es una secuenciación de emociones, de sentimientos, de momentos concretos. Es por eso que todas las canciones por separado tienen un peso como canción individual, pero realmente forman parte de una historia. Funcionan como canciones separadas, pero son parte de un total. Tengo muchas ganas de sacar el disco precisamente por eso, para que los singles ahora se entiendan como parte de un bloque. Es algo que ya casi parece como del pasado, lo de secuenciar un disco y que el álbum vaya desde principio a fin.
En el disco creáis varios escenarios, lugares donde el oyente puede entrar para escuchar las canciones que vienen después. En ‘5am’ hay un instrumental distópico, pero luego tenéis ‘aero’, que es menos oscuro. ¿Qué podéis contarme de estos temas?
Diego: Interzona es un viaje muy fuerte de aceptación que pasa por momentos de intensidad, por momentos muy bajos, momentos de dudar, como es el caso de la canción niebla, de no ver más allá por todo lo que está ocurriendo a nivel mental. Hay puntos muy altos de hedonismo, hay un culto al disfrute que puede resultar incluso demoníaco, como puede ser música infinita. Hemos querido llevarlos muy lejos, sin tapujos. Todo lo que va ocurriendo en el disco, más tarde tiene consecuencias: después de ese punto de hedonismo viene otro momento más bajo de reflexión. Hay canciones que son puramente anestésicas como aero, que representa una desconexión que puede no ser saludable. Después hay momentos, como bien conmigo, de llegar a una aceptación después de todo ese viaje. Se convierte en un punto de tranquilidad real.
La vida real, por ejemplo, muestra tranquilidad, pero realmente es una canción bastante intranquila. Viene muy contrastada con el tema ruido blanco, son las dos caras de una misma moneda. Queríamos mostrar el máximo estrés de la vida moderna con el máximo escape de esta misma vida, cómo puedes llegar de un punto a otro y que ninguno de los dos son saludables. Es un viajazo [risas].
María: Es un viaje de emociones fuerte. Una persona que escucha este disco tiene que estar preparada, porque puede sentir muchas cosas, sentirse identificado con muchos tipos de emociones. El propósito de hacer este disco era conseguir expresar un sentimiento, un momento de aceptación, de la manera más real que hemos podido. Es lo que dice Diego, hay emociones que te gusta sentir, pero hay otras con las que lo pasas mal.
Diego: Momentos como 5am o aero acompañan, son canciones completamente introspectivas después de los momentos de emoción. 5am va después de música infinita, después del momento más hedonista del disco. Es el reflejo absoluto de esta decadencia que te guía hacia otro momento. Esa canción empieza con un sample de la Ruta del Bakalao, en Valencia es una canción bastante importante de la historia de la música.

«En el disco Hay puntos muy altos de hedonismo, con un culto al disfrute que puede resultar incluso demoníaco»
A veces se insiste en que las bandas son generacionales porque son gente joven haciendo música ahora, en este momento. Vuestro disco es un viaje de introspección. Aunque no sea música generacional, ¿creéis que el oyente se puede sentir comprendido al escucharos? ¿Quizás alguien se puede sentir acompañado con vuestro álbum?
Diego: Completamente. Cada canción va a afectar diferente a cada persona, según en el momento de vida en el que se encuentre. La vida real puede ser una canción muy tranquila, puede representar una meta: lograr sentirse así, pero también puede convertirse en una canción que genere una tristeza profunda. Es así. Lo hemos notado mucho al enseñarla a gente cercana, o incluso en la propia banda, al ver cómo le sentaba a cada persona.
Este disco no está dirigido hacia gente de una edad concreta, sino que puede ser escuchado tanto por una persona de cincuenta y cinco años como por una persona de quince. Van a recibir diferentes sensaciones según cómo sean. Es como una película con lecturas diferentes, no me voy a poner a decir nombres de películas porque nos vamos del tema [risas], pero sí que es intencionado que cada oyente saque la conclusión, sienta el acompañamiento que quiera o que más bien pueda.
Hablábamos antes de que teníais claras las partes del disco incluso antes de escribir las letras. Pero, ¿y el sonido?
María: Cuando empezamos La Plata, la manera de componer era juntarnos y meternos en un local de ensayo. Todos vivíamos en Valencia, pasábamos el rato allí, tocábamos las canciones en directo y así salía. Pero esta manera de hacer y de componer cambió porque Diego se fue a vivir a Madrid, así que ya no es posible. Lo que hacemos ahora es pillar un estudio, nos metemos con alguna idea muy básica o incluso sin nada, porque este disco ha sido meternos a pelo en el estudio y a ver qué salía.
Diego: Básicamente, nos metemos en el estudio y sacamos lo que estamos teniendo en ese momento, es un reflejo de cómo nos sentimos. Hemos querido reforzar esas sensaciones de manera estética para que queden muy claras y podamos conducir fácilmente al oyente al lugar que queremos. Hemos utilizado mucho sampling, de situaciones y sonidos que ya son familiares al oído, para transportar al público. Por ejemplo, en niebla hemos sampleado Silent Hill para generar la sensación de confusión. En ruido blanco hemos sampleado la vida real para expresar que son lo mismo, pero de maneras radicalmente opuestas.
La intención todo el rato era el fin y no tanto el medio. Somos gente con una vida artística muy activa, cada miembro del grupo tiene entre manos una infinidad de posibilidades. Yo me dedico a la producción, María tiene un proyecto de art punk con performance sonoro, Carmona y Salva están muy metidos en el hardcore punk y han girado por América -digo América porque ha sido en todas partes del continente- durante meses, Patricia tiene un colectivo artístico y está muy metida en el noise, entre otras cosas. Hemos utilizado todas nuestras habilidades para expresarnos al máximo, de una forma muy precisa, utilizando la estética.
María: No está pensado, no fue un «queremos que este disco suene así». Al tener como propósito reflejar las emociones, utilizamos las herramientas que tenemos, cada uno las que tiene. Cada uno venimos de una historia, no hay una intención estilística musical, pero es verdad que somos los que somos y tenemos un imaginario que aporta estética a cada una de las canciones.
Una vez os preguntaron con qué grupos os sentís identificados por vuestro estilo. Dijisteis un montón: Futuro Terror, Metallica, La Paquera de Jerez, Lole y Manuel, Frank Ocean o Avril Lavigne, entre muchos otros. Es interesante conocer a los músicos como oyentes de otras bandas. ¿Cómo creéis que os influye a la hora de componer, de definir vuestro estilo, escuchar tanta música tan diferente?
Diego: Se reflejan, sobre todo, a nivel de actitud.
María: Son como vibes. Son emociones, es justo lo que estamos hablando.
Diego: No tenemos unas referencias ya a nivel de una canción, un artista en concreto, sino a nivel de qué es lo que te genera, cuál es la actitud del rock and roll, por ejemplo, qué representa. La emoción que te genera directamente algo, eso es lo que estamos cogiendo de lo que escuchamos, eso es lo que después entregamos.


‘interzona’ Es un viaje de emociones fuerte, Una persona que escucha este disco tiene que estar preparada, porque puede sentir muchas cosas
Mencionabais antes que habéis sampleado una canción de la Ruta del Bakalao. ¿Cuánto de presente está Valencia en vuestra banda? ¿La Plata sería La Plata si fueseis de Galicia, de Madrid, de Castilla y León?
María: Cien por cien presente. Valencia es súper importante.
Diego: Completamente. Valencia es una ciudad en la que ha habido siempre una historia musical muy grande, con mucha fuerza artística. La figura del artista se valora mucho en la ciudad. No solo los artistas exitosos a nivel económico, sino por su capacidad de transmitir y sus valores. Esto nos ha influenciado desde el principio. La manera de hacer música de la banda ha sido un reflejo de la manera de hacer música de, por lo menos, este fragmento de la ciudad. Valencia es una ciudad que está muy dividida, pero por lo menos esta división de la que formamos parte empezó a crear arte de todos los estilos, desde un punto completamente artístico.
María: Desde un punto de vista totalmente vocacional, es como algo que necesitas hacer. Hay mucho de eso en Valencia. En Madrid, a lo mejor se percibe de otra manera. Los proyectos artísticos tal vez tienen motivaciones económicas, de pertenecer a algún sello, a no sé qué historia. Pero en Valencia es la necesidad de expresar, por eso nosotros lo percibimos como algo tan puro. Los artistas muchas veces no tienen proyección justamente por eso, porque no tienen la intención de ganar muchísimo dinero. El arte es como una necesidad allí.
El disco se llama Interzona y en la nota de prensa se pueden leer términos como limbo, conceptos como los no lugares. En ruido blanco mencionáis el espacio liminal. ¿Dónde estáis cuando lo componéis? Valencia, vale. En el estudio, también. Pero, ¿y si fuera un lugar imaginario? Puede ser también un momento sentimental: desencantados, enamorados, cansados…
Diego: Es importante decir que, para nivel vocal, que es algo fundamental en el disco, hemos intentado salir del estudio para ir a otros lugares. Hemos estado en una casa rural durante bastantes días trabajando, para intentar salir de una caja, salir de un entorno cerrado.
María: Es un disco hecho en varios sitios y en mucho tiempo. Somos cinco personas y decir que esas cinco personas estaban viviendo una misma emoción es muy contradictorio. Primero, sucede en un periodo de tiempo bastante largo, y luego somos cinco personas, con cinco vidas diferentes. Puedes compartir cosas en algunos momentos, pero hay muchos sitios.
Diego: En cuanto al no lugar, es cómo nos sentimos, tanto a nivel personal como a nivel de banda. Cuando empezamos, comenzamos siendo una banda de rock and roll al uso, teníamos un teclado, es verdad, pero lo usábamos como órgano, con un sonido garage. Poco a poco fuimos alejándonos del rock por intereses de aprendizaje, por saber qué otros lugares había.
Cada cual encontró su lugar, donde sentía que estaba viéndose reflejado a nivel artístico. Con todo esto, nos hemos dado cuenta de que el rock and roll es un espacio en el que se juntan las personas y crean como banda. Hemos trabajado otra vez partiendo de la búsqueda de la energía como banda, pero desde un sitio completamente nuestro. Lo hemos hecho deconstruyendo el rock y volviendo a construirlo de nuevo en nuestra propia manera de entenderlo.
María: De hecho, el disco se llama Interzona, en parte, por eso. Es nuestra propia zona de experimentación, cada trabajo es la búsqueda de una nueva fórmula. Nos parecía interesante reflejar ese concepto. La portada es el logo que nos hicieron hace ocho años, cuando empezamos.
Diego: A nivel vital hemos llegado a puntos en los que somos felices siendo las personas que somos, conociéndonos, aceptándonos. No estamos completamente dentro del sistema, pero tampoco estamos del todo fuera. Estamos cogiendo las cosas que nos gustan de ello y las que no también, a nivel laboral, a nivel de amistades, a nivel relacional. Es un espacio que hemos creado, que nos pertenece y estamos muy felices con ello. Por eso queríamos compartirlo.
Ahora que hablamos de esa evolución personal, está claro que La Plata ya no es la banda del disco Desorden, habéis cambiado y con ello ha cambiado vuestra música.
María: Yo siempre que me preguntan por eso, que qué pasa con ese disco, que qué pasa con Un Atasco, digo: «mira, tienes muchísima suerte de que ya está hecho, puedes irte a Spotify y escuchártelo». Hace mucho tiempo que ya no somos esas personas.
A día de hoy, ¿siguen con esa cosa de «eh, qué pasa con lo que hacíais en 2018»? ¿O ya se ha asumido por parte del público?
Diego: Tenemos mucha suerte porque tenemos muy buen público. Nos han aceptado siempre. Desde Desorden ya veníamos avisando de que esto iba a ocurrir, siempre ha sido una voz muy fuerte que hemos tenido. La búsqueda es dentro de nosotras, no de pertenecer a un género ya existente. Esta evolución ha sido una evolución que ha acompañado a nuestro público también, es algo que les motiva de la banda. Muchas veces se pueden sentir identificadas con ciertos cambios. Todo depende de la situación sociocultural, estamos dentro de ella.
Quizás para alguna parte del público su momento favorito es Desorden, pero este momento actual también es parte de lo que sienten y por eso siguen ahí. Al final, tenemos mucha suerte de que se nos haya aceptado tan bien con la libertad que hemos tenido. Seguir llegando a los conciertos y ver al público cantando todo, sea nuevo o sea antiguo, es muy guay.
Hay mucha gente que nos pregunta «¿vais a volver a Desorden?». Quizás en algún momento volvamos a sentir algo similar, pero no te lo sé decir. No conocemos el futuro. Si volviera a ocurrir, y nos encontráramos en ese mismo momento vital, podría salir. Pero nunca se sabe.
Interzona se publica el 14 de febrero. ¿Es casualidad que lo vayáis a publicar en San Valentín?
María: Es coincidencia total. Hubo un retraso en el proceso de imprenta y no llegábamos a las fechas. El disco no puede estar fuera si no está distribuido a las tiendas, porque en cuanto el disco sale, la gente tiene que poder acceder a él en los puntos de venta. Como eso no se podía cumplir se retrasó, casualmente, dos semanas, que es justo San Valentín [risas].
Diego: Dicho esto, a mí me hace mucha ilusión que sea en San Valentín, me parece genial. Va a haber gente que lo regale por San Valentín y me parece bastante guay, es un disco muy sentido. Si ese día la gente está con las emociones a flor de piel, va a tener un buen regalo [risas].