Fotografías: May Robledo
El amor lo mueve todo. Una frase tan manida esconde una verdad absoluta, le pese a quien le pese. Y en el amor, en todas sus acepciones, caben diferentes estados de ánimo que convierten ese sentimiento en único, lleno de vértigo, efervescencia o miedo. Acantilados (2023), el nuevo álbum de Los Zigarros es un disco eminentemente de amor. Manteniendo su compromiso con el Rock & Roll, la banda formada por Ovidi y Álvaro Tormo, Natxo Tamarit y Adrián Ribes ha explorado nuevos caminos musicales bajo la producción de Leiva.
Acantilados es el disco de Los Zigarros más variado hasta la fecha. A la infalible fórmula de guitarras y contundencia rock, se han añadido ahora nuevos matices y sonidos que abren el abanico y convierten al conjunto en el álbum más redondo que hayan facturado hasta la fecha. La importancia de los teclados marca el sentido del álbum, así como unas letras en las que el propio Ovidi ha dado rienda suelta a toda la intensidad emocional que supone el amor en su máxima expresión.
Nos juntamos con Álvaro y Ovidi para intercambiar nuestras impresiones después de varias escuchas completas de un disco que supone un nuevo punto de partida para el grupo. Tras una época de éxitos y cientos de conciertos, es el momento de reiniciar todo, de buscar nuevas motivaciones, de experimentar y de encarar un nuevo camino más prometedor aún si cabe.
Estuve hablando con vosotros cuando publicasteis ¿Qué demonios hago yo aquí?, vuestro disco en directo de finales de 2020. La gira se alargó dos años hasta que la cerrasteis en el WiZink Center en enero. Al final habéis estado girando con este repertorio mucho tiempo. ¿Teníais planeado que durara tanto o ha sido fruto de la buena acogida que habéis tenido en cada ciudad?
Ovidi: Hay una mezcla entre la pandemia y el parón que supuso. Al no poder hacer la gira inmediatamente después de la grabación del directo, se tuvo que posponer todo a después de la pandemia. Realmente eso es lo que nos ha traído hasta aquí.
En aquel momento yo os pregunté si ese directo podía cerrar una etapa. Ahora que ya tenéis publicado este nuevo álbum, ¿comienza una nueva etapa en Los Zigarros con Acantilados?
Álvaro: Yo creo que sí, sin pensar mucho en que queríamos cambiar. Por ejemplo, el cambio de [Carlos] Raya a Leiva fue algo muy natural, simplemente por hacer cosas nuevas. Se le ocurrió a Ovidi y me lo dijo un día. Al principio daba un poco de miedo, más que nada por dejar a Raya, pero también creo que es muy importante airear, cambiar y hacer cosas nuevas con gente nueva, porque eso te da una vida y una luz que no tenías antes. Respeto y amor absoluto a Raya, pero al final te acostumbras a hacer las cosas de la misma manera… De repente empezamos a currar con Leiva y eso fue increíble.
Lo cierto es que desde Apaga la radio (2019) han pasado cuatro años sin canciones nuevas. Es un período largo, aunque lo cierto es que entre los otros discos también pasaban tres años aproximadamente entre uno y otro.
Álvaro: Todos nos llamáis vagos… [risas]
Trabajadores más bien, detallistas…
Ovidi: Eso es… [risas]. Yo prefiero verlo así.
Sorprende esto, no tanto por el mero hecho de hacerlo, sino porque supone ir a contracorriente de cómo se consume la música hoy en día. Como que hay que publicar cosas cada poco tiempo. ¿A qué responde entonces?
Ovidi: Lo primero de todo es que para tener un disco hay que tener canciones, y por lo que parece necesitamos ese tiempo… Quizá el siguiente disco lo hagamos más rápido, pero no creo que mucho más. Piensa que ahora nos ponemos a girar, con una gira de invierno y luego otra de primavera, la de verano y otra vez la de invierno… con lo cual ya ha pasado un año y medio. Durante la gira, no solemos componer, estamos a otra cosa. Entonces, después de un año y medio tienes que pararte, empezar a componer durante otro año y luego grabar, así que te vas a tres años. Quizá este año nos salga un grupo de canciones súper rápido. No lo sé…
Quizá estos tiempos de los que hablas son más naturales.
Ovidi: Es que lo de la rapidez es una cosa contra la que nosotros nos gusta pensar que luchamos porque venimos de otro sitio, no somos traperos ni chavales de 20 años. Aparte tenemos la suerte de que podemos girar tiempo, la gente está ahí y podemos parar tiempo también para hacer las cosas con la calma que se necesita. Es que hay que tener canciones buenas para continuar y eso a nosotros nos lleva un tiempo.
Cada vez hay que buscar más si quieres avanzar, porque si no te repites
¿Cuesta cada vez más encontrar esas canciones buenas?
Ovidi: Puede ser… No te digo que no…
Álvaro: Y a la vez, creo yo, tienes más trucos para hacerlas mejores. Ya sabes lo que no te va a funcionar o, visto de otra manera, ya sabes en lo que eres bueno.
Entiendo también que la autoexigencia es cada vez mayor.
Ovidi: Bueno, cada vez hay que buscar más si quieres avanzar, porque si no te repites… y buscar requiere tiempo.
Cuando charlé con vosotros la vez anterior, Ovidi comentó que su cabeza ya estaba pensando en nuevas canciones y que vuestra intención era que esas canciones os llevaran a lugares diferentes. Ahí no teníais ni idea de lo que ibais a hacer. Ahora que esas nuevas canciones son una realidad ¿creéis que habéis cumplido esas expectativas que teníais al principio del proceso?
Ovidi: Sin duda. Estamos súper contentos con estas canciones y nos encanta el disco. Estamos muy contentos por haber llegado a este territorio inexplorado.
Cuando ocurren estas cosas yo siempre me planteo si al componer os marcáis ese objetivo de cambiar o, por el contrario, van saliendo las cosas y os vais dando cuenta de que estáis yendo por caminos diferentes.
Ovidi: Nosotros nunca planeamos nada. Elegimos las canciones que más nos gustan de las que nos van saliendo. Si hay una evolución es porque tú evolucionas como persona y como músico, pero no es como un objetivo que nos marquemos.
Álvaro: Pero sí que puede ser que tú en este disco hayas evolucionado compositivamente.
Ovidi: Pero no adrede…
Álvaro: Pero sí que se nota. Aquí por ejemplo, aunque antes también compusieras con piano, el piano está grabado. Yo noto mogollón cuando escucho el disco que hay mucho teclado, hay siete canciones donde las teclas son lo principal. Eso es increíble para nosotros. Al final eso creo que viene muy dado por ti [dirigiéndose a Ovidi], por la influencia que has tenido en el disco con el piano.
Yo también creo que por ejemplo, cuando Ovidi trajo Barcelona o Por fin, que son como muy de piano, de alguna manera, esas dos canciones marcaron un poco el sonido que queríamos para el disco. Ya nos fuimos haciendo alguna idea de que queríamos que sonara así, como un poco más antiguo.
Ovidi: Puede ser que poco a poco vas creando una estética en la que te sientes cómodo, donde entra el piano… Puede ser, sí.
En estas canciones se pasa por todos los estados de ánimo de una relación
Es verdad que en este disco hay novedades, canciones de menor intensidad como ‘Barcelona’ o ‘El monstruo’, la importancia de los teclados en canciones como ‘Por fin’, el ritmo casi disco de ‘100.000 bolas de cristal’, etc. Ahora ya lo entiendo mejor, por esa importancia que le dais al piano.
Ovidi: Yo siempre he compuesto con el piano, pero antes sustituíamos la parte del teclado por una de guitarra, yo quizás me sentía menos confiado con el teclado… Es que claro, si le das mucha importancia al teclado, luego hay que tocarlo en directo. Ya eran bastantes los años en los que pensaba que aunque me encanta tocar el teclado, yo me ponía a mí mismo un límite porque no lo tocaba del todo bien.
Al final eso es una tontería porque los americanos, que son los más emprendedores, no le dan tanta importancia. Jack White, por ejemplo, toca el piano en directo y lo toca igual que yo, de bien o de mal. Al final creo que no se trata de tocar bien, se trata de tocar tu canción. El caso es que pensé que este era un ingrediente más que podríamos añadir y que le daba un color de la hostia, así que dije «vamos a divertirnos», que al final es la única finalidad de todo esto.
Al final, el rock no es solo guitarra, bajo y batería o subir los decibelios. Me gusta mucho de este disco que es un álbum de rock, pero en su abanico más amplio. ‘Barcelona’ es una canción rock, por ejemplo.
Ovidi: Absolutamente.
Acantilados es un disco de amor, en todas sus vertientes. Ya ‘Aullando en el desierto’ lo deja claro al arrancar el disco ¿Están aquí posiblemente las letras más sinceras que hayáis escrito nunca?
Álvaro: Seguramente sí. Sin ninguna duda.
Ovidi: Sí, las más personales al menos. Antes cantábamos sobre nosotros mismos, sobre lo que nos gustaba, era una cosa más hedonista. En este disco hablamos de querer a otra persona y olvidarte de ti. Es un concepto, un poco menos egoísta y más maduro. Aquí sí que me gusta utilizar esa palabra porque me encanta haber madurado en eso, en dejar de pensar en mí como el primero de la lista.
Componer pensando en otra persona.
Ovidi: Vivir pensando en otra persona, en lugar de vivir pensando en mí, como hacía antes.
¿Podríamos decir casi que es un disco, no sé si conceptual, pero sí temático?
Ovidi: Podría serlo…
Álvaro: Yo sí que lo veo como un disco conceptual. Para mí tiene una historia este disco, que quizás los otros no la tenían. Si ordenaras todas las canciones, pasarías por todos los estados de ánimo de una relación.
La efervescencia del principio, el miedo…
Ovidi: Es justamente eso. Todos los estados de la efervescencia del amor platónico.
No sé si estabas acostumbrado a escribir tan en primera persona y a exponer tus sentimientos de una manera tan directa. ¿Se siente algo de rubor al hacerlo?
Ovidi: No, todo lo contrario. Casarme contigo ya lo dice claramente. No hay ningún rubor y más claro es imposible explicarlo. Igual es la única canción en la historia del Rock & Roll que diga «quiero casarme contigo» [risas].
Álvaro: Habrá alguna de algún crooner de los 60… [risas].
Es cierto que la canción sorprende.
Álvaro: Sobre todo porque la canción, cuando empieza con el riff, te esperas que hable de sexo, drogas y Rock & Roll. Por eso funcionaba tan bien la primera frase: «Quiero casarme contigo arriba del Mulhacén», que de repente es «ah, vale, que no va de llamar al camello…» [risas]
Ovidi: Lo cual para todos los que estábamos en la sala, pero sobre todo para Álvaro y para mí fue como un alivio: «Ah, vale, que no habla de lo de siempre. Por fin» [risas]
Un estribillo bueno te salva el día
Decíamos que son canciones de amor, no de desamor, llevando la contraria a quien piensa que las mejores canciones nacen siempre de momentos tristes. Vemos que sí es posible escribir desde la felicidad.
Ovidi: Pero es que no es exactamente desde el amor, luminoso de «qué bien estoy», es de la obsesión y de la neurosis. Es que a mí me pasa que cuando estoy en los primeros estadios del amor romántico, tengo una neurosis que me viene muy bien para escribir, porque sufro. No es como «qué guay, vámonos al parque».
Estamos hablando del amor platónico o romántico, pero al final el amor, en todas sus facetas, es lo que mueve todo: por tu familia, por tu pareja, por la música, por tus aficiones, etc. Al final estamos quitando al Rock & Roll muchos de los prejuicios que siempre ha arrastrado, quitándole dureza.
Álvaro: ¿Pero no crees que esa dureza que pensamos que tiene el Rock & Roll la tiene por una parte pequeña del público? El rock si lo miras desde hace 40-50 años no es nada duro, excepto el Hard Rock, el resto no es duro. Escuchas los Eagles por ejemplo y no es nada duro. Es verdad que la dureza del rock la tenemos un poco implantada todos, pero creo que no es real, ¿verdad?
Ovidi: El Rock & Roll es romántico, como que le cantas siempre a la chica.
Álvaro: Yo creo que hemos tenido los momentos más Rock & Roll de toda la carrera de Los Zigarros grabando este disco. Momentos muy emocionantes, eléctricos, súper potentes… Fue un momento emocional muy guay para la banda, estábamos todos muy bien, porque esta gira de la que veníamos ha sido un sueño hacerla, y nos metimos en el estudio con un productor con el que hemos cuajado a la perfección, con unas canciones de las que estamos muy orgullosos y en Estudio Uno, aquí en Madrid, fue increíble.
Yo creo que todo eso hizo que la experiencia fuera muy rock. La verdad es que, sin ponerme cursi, creo que fue un momento mágico para la banda, si no el mejor, casi. Y lo digo esto sin desmerecer a Raya, por supuesto. La sensación fue como cuando hicimos el primero con él, todo muy mágico, por lo nuevo que era. Por ejemplo, a la hora de de trabajar con órganos, teclados y sintetizadores con César Pop, que es el que los ha grabado en el disco, fue todo muy excitante porque dejamos de hacer lo mismo que veníamos haciendo.
En este disco hay melodías brillantes, quizás de las más acertadas de toda vuestra carrera, como por ejemplo en ‘Mis ojos’ o ‘Barcelona’. No sé si ha habido un ejercicio concreto por vuestra parte para dar con esto, me da la impresión de que os habéis empleado particularmente en este objetivo.
Álvaro: Hombre, nos gustan los estribillos facilones, en el mejor de los sentidos.
Ovidi: Es que, por ejemplo Mis ojos, cuando la oyes es como un clásico ya, ¿no? Yo creo que todo eso que dices es a lo que aspira uno. No es que nosotros estemos pensando «vamos a hacer algo para que los demás lo tarareen», tú intentas encontrar siempre la melodía perfecta, otra cosa es que te salga.
Álvaro: No sé si lo decía a Tom Petty, o lo decían los Heartbreakers, pero tenían un dicho que era: «Don’t bore us, get to the chorus», que es algo así como «no nos aburras y ve al estribillo». Entonces ellos, o por lo menos Tom Petty componiendo lo tenía como algo muy importante. Yo creo que este disco tiene algunos de los estribillos más guays que hemos hecho.
A eso me refería antes cuando decía lo de estribillos facilones porque siempre he pensado que un estribillo bueno te salva el día.
Ovidi: Es que eso es lo que quieres: un buen estribillo. Es la salsa del plato.
Álvaro: Leiva nos ha ayudado mucho ahí. Claro, él tiene un sentido de la melodía buenísimo y hemos hecho muy buen equipo con él.
Este disco es más femenino, más ligero
Ya que nombras a Leiva, contadme por qué decidís contar con él y qué creéis que ha aportado a las canciones y a vuestra manera de trabajar como banda en el estudio.
Ovidi: Ahora, a toro pasado de esa decisión, que igual fue hace dos años, imagino que lo que quería era que sacara de nosotros la parte femenina del Rock & Roll que amamos, y que creo que no habíamos explotado mucho. Creo que este disco es más femenino, es más ligero, no solo en las letras, sino también en la estética…
Álvaro: Es como si pintaras un dibujo y lo hicieras más suave.
Ovidi: Hay veces que las decisiones están detrás de tu mente y no eres consciente de que lo estás proyectando hasta que pasa un tiempo. Yo sabía que Leiva nos iba a venir bien para ese tipo de canciones, yo creía que necesitábamos ir por esa senda, porque la otra la hemos transitado mucho ya. Y ojo, que esto no quiere decir que el próximo disco sea así también, que igual hacemos un disco de Garage a lo Jack White.
Álvaro: Pero lo que sí es cierto es que la decisión de estar con Leiva no tiene nada que ver con Raya.
Las canciones de los discos de Los Zigarros están compuestas casi a partes iguales, ¿verdad?
Álvaro: Bueno, este disco es mucho más de Ovidi. Aquí ha compuesto mucho más él.
Hasta ahora lo habíais hecho así, ¿es algo que tenéis predeterminado y pactado con antelación o es algo que sale de manera natural? ¿No surgen luchas de egos en estas situaciones?
Ovidi: La verdad es que no es algo muy común, pero para nosotros es fácil. Cuando nosotros montamos la banda, como ya teníamos otra banda antes, en la que éramos seis y no estaban los roles asignados, de repente Álvaro y yo dijimos: «Nosotros somos hermanos y no tiene sentido que discutamos por lo mismo que discuten todas las bandas. Adelantémonos a todas estas tonterías y dividamos el dinero a medias siempre, pase lo que pase. Si un año compones más y otro compones menos o un año uno tiene más facilidad que el otro para hacer canciones, que al final del año no haya una diferencia económica brutal».
Pero no solo lo económico, es en todo, porque yo normalmente tengo que dar más la cara, hablar más y tener más carga mediática, y eso es algo que desde el primer momento tuvimos claro, que no iba a ser una razón por la que discutir. Así ha sido y así será porque realmente somos familia y eso está por delante de todo. Tenemos la suerte de que nos va de puta madre y sería estúpido pelear por algo.
Álvaro: Yo creo que Ovidi ha hecho un disco de su vida. En los tres discos anteriores como la historia era más urgente, la dinámica era otra. Me acuerdo que esto lo hablaba con Natxo, nuestro bajista, que lo que ha hecho Ovidi en este disco, cuando iba trayendo una canción y otra canción más buena que la anterior, y está El monstruo, y está Barcelona, y está Por fin… Yo de repente dije: «Voy a aportar lo que pueda, pero no puedo parar esto». Es que él estaba en racha.
Ovidi: Las rachas en esto son súper importantes.
Álvaro: Por eso yo decidí apartarme un poco, porque no podía parar eso, a Ovidi le salía a borbotones. Y es que además cuando yo me senté y me tocó Barcelona dije: «Es la mejor canción que va a tener Los Zigarros nunca en la vida». Para mí es así. En ese momento, ¿cómo vas a decir «me gusta, pero yo tengo otra que habla de mi novia y quiero meterla»?.
Ovidi: Las canciones son las que te permiten que todo esto pase, que tú y yo estemos hablando, que mañana presentemos un disco, etc. Las canciones son las que mueven toda la maquinaria, entonces hay que dejar que ocurran, grabarlas y tocarlas, vengan de quien vengan.
Habéis nombrado a Tom Petty antes y me viene a la cabeza una canción del último disco de Mikel Erentxun que dice: «Nos falta Bowie, nos falta Lou Reed, nos falta Petty…Es el fin del mundo». Hace unos días le entrevisté y estuvimos hablando un rato de cómo las grandes figuras de la música se van yendo y quizá no haya un relevo a la altura de ellas. No sé si opináis lo mismo, pero da la sensación de que se acaba algo que puede que jamás se vuelva a repetir.
Ovidi: Yo creo que ya vendrá música nueva, no hay ningún problema. El otro día conocimos a una banda belga que se llama The Colorist Orchestra, que es una gente vanguardista que hace unas cosas muy interesantes. Entonces, uno de ellos decía que su abuelo tocaba música folclórica belga con el violín, pero que la tradición de folk belga se ha perdido porque los chavales no han seguido tocando eso. Y él decía: «Pero da igual, ya vendrá otra música. No puedes pensar que se acaba el mundo porque se termina una tradición. Ya vendrá otra tradición, no pasa nada». Y el rock, por mucho que se mueran todos, no va a morir nunca.