Fotografías: Jorge Herráez
En esta época de tanta sobreinformación y de tantas propuestas musicales nuevas al alcance de un solo click, a veces cuesta detenerse en algo que te emocione de verdad a la primera; una voz, una canción o un disco que te llegue dentro sin haber reparado en él antes y sin haber escuchado nada de ese artista previamente. Algo así me ha pasado con Luis Fercán. El flechazo con su música ha sido instantáneo, de una manera similar a la que en los últimos años he sentido con Valeria Castro o Merino, por poner solo dos ejemplos. Al final, cuando uno colabora con un medio musical, las propuestas que le llegan son inabarcables y las recomendaciones personales (fuera de las notas de prensa recibidas diariamente) de gente de la industria que te conoce bien, son las que en la mayoría de ocasiones consiguen hacerse un hueco en estos oídos.
Luis Fercán es un joven cantautor gallego que acaba de publicar su nuevo disco, Postales Perdidas, después de dos álbumes y un EP previos. Su universo interior está repleto de verdad, y es ahí donde radica su éxito y su especial manera de llegar al corazón de sus seguidores. La honestidad y el amor por un oficio entendido casi como artesanía, alejado de artificios y envoltorios banales, con unas composiciones a corazón abierto, que se centran en las emociones y en mostrar a su autor tal y como es. Su manera de cantar y la producción de este disco, a cargo de Nacho Mur, encajan a la perfección, dando como resultado un trabajo que es una bellísima joya (como lo era también su anterior entrega de 2021, Canciones completas desde una casa vacía).
Es la primera vez que Luis hace promoción al 100% de un disco suyo, viniendo a Madrid unos días para atender y asistir a diferentes medios de comunicación. Nosotros tenemos la oportunidad de hablar con él con calma, con tiempo suficiente para escudriñar lo que estas nueve canciones transmiten. La conversación sucede como esperábamos y encontramos en nuestro interlocutor una persona que mira a los ojos, que no esconde su sensibilidad y que está dispuesta a sonreír continuamente, porque para expresar su dolor y su llanto ya están sus canciones. En definitiva, encontramos a un autor monumental de piezas delicadas y crudas, en las que se expone y habla de sí mismo con una franqueza abrumadora.
Tengo que confesar que hasta hace poco no me había detenido a escuchar lo que haces y ha sido gracias a la recomendación personal de Gloria (The Pool GNews) que empecé a hacerlo. La verdad es que es muy difícil estar al día de todo lo que sale, de cada artista, banda, disco o canción.
También es verdad que en la nota de prensa de este disco se citan como influencias tuyas a Quique González, Glen Hansard, Damien Rice o Nathaniel Rateliff, entre otros. Con esa presentación, para mí era imposible no prestar atención a lo que haces. Háblame un poco de esos referentes y de ti, de tus inicios en esto.
Justo antes estaba haciendo otra entrevista y me preguntaron por un disco que me hubiese marcado. Yo me acuerdo de estar en casa con mi padre, ver un vídeo de Paolo Nutini y flipar. Aparte, había visto la edad que tenía y yo pensaba: «En este vídeo tiene 19 años y mira qué voz tenía». Yo creo que eso fue lo que más me marcó. Me llamó mucho la atención que tuviese la voz tan formada y tan marcada ya con esa edad. Era como «yo quiero llegar ahí». Luego escuchas las canciones que yo hacía con 19 años y no tengo la voz así, ojalá [risas].
¿Qué edad tenías tú en ese momento?
Yo creo que ahí estaba empezando a tocar, así que tendría 15 o 16 años.
En esa época escuchaba también mucho a Jason Mraz, que había ido a verlo varias veces y me flipó con el primer disco, el de I’m Yours. Esos fueron los cantautores de la adolescencia, pero en realidad lo que yo escuchaba era grunge, Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden, etc. Al final, yo de lo que he mamado siempre es de grupos con más caña, pero a mí lo que me sale tocando es otra cosa.
Después descubrí a los cantautores irlandeses, sobre todo. Mira, aparte de Damien Rice o Glen Hansard, por supuesto, voy a decir uno del que me acabo de acordar y nunca lo digo, que es David Keenan, que lo descubrí hace tres o cuatro años y me voló la cabeza. Y luego después, de la parte más americana, descubrí a Joe Purdy; a Gregory Alan Isakov, que es sudafricano pero también hace folk y country. Descubrí todo ese mundo, que es infinito, y es ahí donde cojo más ideas a nivel sonoro. Por ejemplo, Julie Blue, de Joe Purdy, que está grabado en cinta, apretadísimo, se escuchan incluso las puertas de atrás… A mí eso me fascinaba todo el rato.
Yo creo que ese es un poco el resumen, a nivel estilístico me guío un poco por toda esta gente. Y a nivel nacional, Quique González me marcó siempre mucho o Chaouen, que para mí es el tío que mejor escribe de este país.
Nombras justamente a dos que a mí me marcaron mucho en mi adolescencia. Yo era de lo que les veía siempre que podía en los garitos de Madrid. De hecho, incluso tengo algún cassette de conciertos que hacían juntos en el circuito de cantautores, cuando empezaban.
Buah, para mí eso sería un sueño. Yo a Quique lo descubrí ya con Ajuste de cuentas, después eché para atrás y dije «puff… ¡esto está guapísimo!».

Vi que la cosa estaba funcionando justo cuando me puse a hacer lo que me salía de dentro, lo que de verdad necesitaba hacer
Hablando de todo esto que te comentaba al principio de cómo he llegado a tu música, he leído en las últimas semanas algunos artículos y opiniones acerca de todo esto. Puede que los medios que antes servían para para dar a conocer propuestas, ya no se utilicen tanto, debido al uso de redes sociales u otras plataformas. Por lo que tengo entendido tú nunca has hecho promo como la estás haciendo ahora y es algo que sorprende, viendo el tirón que tienes en cuanto a oyentes y seguidores. ¿Cómo te haces un hueco tú en todo esto?
A raíz de lo que decías al principio, de que los medios quizás van por otro lado, sí que creo que la peña que es muy melómana continúa siguiendo medios, es un poco como las discográficas en los años 60, 70, o incluso en los 90, que los sellos iban muy por estilos. Entonces, si tú sigues a un periodista musical que te mola, sabes que lo que te va a recomendar está guay. Hay gente, incluso por Instagram, que, cuando veo que recomienda tres cosas que me molan, empiezo a seguirle, porque me interesa más que una radio que está poniendo lo que escucha todo dios.
En cuanto a lo que me preguntas de cómo hacerme un hueco, la verdad es que nunca supe muy bien cómo ha ocurrido. Es un mundo que, o estás metido ahí todo el día o te queda un poquito grande. Yo entiendo cómo funcionan las redes y las utilizo, pero sí que no sé por qué una canción de repente se hace viral.
¿Cuál ha sido el momento en el que te das cuenta de que algo está pasando?
Con 110. Yo en ese momento no miraba estadísticas ni nada y esa canción estaba en un EP que se llamaba Furias, que grabé en casa de Nacho, en su habitación, y fue un momento en el que yo prácticamente quería dejar de hacer música. Me iba a ir a Tenerife a tocar en un hotel para guiris, lo tenía todo bastante cerrado…
O sea que ya habías publicado tu primer disco, pero…
Sí, pero la gente tampoco le hizo mucho caso y yo estaba un poco desganado. Es un disco que a mí me encanta, lo produjo Pablo Estrella, y justo hoy hablaba con él y se lo decía, que hicimos un disco bastante guapo con lo poco que teníamos. Pero con Furia sí que parece que empezaron a pasar cosas.
Por ejemplo, un día estaba yo en una fiesta de unos colegas y toqué una canción… La verdad es que esto nunca lo conté y me parece bastante guay [risas]. El caso es que toqué una canción y cogió una chica y me dijo: «Te tengo que enseñar a un pibe que te va a flipar»… y me enseñó a mí mismo [risas]. Así que yo le dije: «Soy yo», y ella: «Sí, claro». Supongo que se fue a casa pensando que le había recomendado a un paisano un pibe que flipas… y era yo mismo [risas]. Y ahí, cuando me acababa de pasar esto, miré cifras y dije, «Pero si esta canción tiene 150.000 o 200.000 reproducciones», que en aquel tiempo para mí era la hostia porque yo debía tener unos 6000 oyentes o así en Spotify.
Ahí vi que la cosa estaba funcionando y fue justo por hacer lo que me salía de dentro, lo que de verdad necesitaba hacer. Es una guitarra y una voz, cantado en una habitación. Así que llamé a Nacho y le dije: «Esto está funcionando, ¿qué está pasando?» Tampoco es una cosa viral muy loca, pero sí que es verdad que la canción se estaba moviendo y la gente la escuchaba. Ahí fue cuando me di cuenta de que tenía que hacer lo que yo quería todo el rato.
Lo cierto es que hay una nueva escena en la que la canción de autor parece que por fin se ha despojado de los prejuicios y etiquetas que tanto la lastraban en décadas pasadas y que era música solo para un público determinado. Parece que se ha ensanchado mucho ese público, que los géneros ya no importan tanto.
Sí, parece que sí.
Lo de la escena de cantautores es algo cíclico. A mediados de los 90 con figuras como Ismael Serrano, Pedro Guerra, Javier Álvarez, Quique González, etc. parece que se vivió un repunte de esta escena. Luego vinieron los Marwán, Andrés Suárez, etc, y ahora hay otra nueva hornada de gente joven…
Sí, ahora es como la siguiente generación, aunque creo que ya lleva años. Pero sí que se nota lo que decías antes, y creo que es una evolución. Me da la sensación, cuando escucho otras generaciones, que hablan todo el rato de un mismo tema que se puso más de moda. Sobre todo me refiero a la segunda generación, porque si hablamos de la primera, en la que están Ismael Serrano, Quique González o Pedro Guerra, creo que no es así. Pero sí que creo que en la siguiente, aunque lo hacen increíble y soy bastante fan de mucha peña de esa generación, como que notaba más que hacían todos lo mismo. Me refiero a nivel estilístico. Sin embargo ahora, como hay más herramientas para producir, la peña tiene menos miedo a salir de un estilo. Ahora eso de cantautor es más difícil de definir.
Claro, ahora se introduce la electrónica, por ejemplo. O el folclore, que muchos artistas lo están asumiendo y reavivando.
Esa es mi parte favorita, sin duda.

En mis canciones vuelco todo lo malo que tengo, lo melancólico o lo triste, pero yo después ando contento por ahí
Con tu anterior trabajo, Canciones completas desde una casa vacía, ya te posicionaste definitivamente a nivel de público. Cuéntame cómo has vivido estos dos años de recorrido con ese disco, la gira, etc.
Como te he dicho antes, con lo que ocurrió con 110 encontré de nuevo la pasión por la música. Pero fue con Canciones completas cuando encontré el lugar donde yo quería quedarme. Cuando hicimos este disco Nacho y yo fue como: «Esto es exactamente lo que buscábamos». Y esa gira, que fue eterna en el buen sentido, fue increíble. Ese disco era más o menos arriesgado porque era un disco muy pequeñito, grabado en una casa abandonada, con cuatro cosas, dos personas… y sin embargo, la gente le dio una bienvenida increíble. La verdad es que disfruté muchísimo todo eso. No sé si es mi mejor o mi peor disco, pero para mí va a ser siempre el que me hizo encontrar más el lugar por el que después seguiría. Fue el punto clave.
Has hablado ya varias veces de Nacho Mur. Repites con él en este Postales perdidas. Háblame de vuestra relación y dime qué crees que aporta él a tus canciones.
Es que es inevitable hablar de Nacho cada vez que me hacen una entrevista. Hablando del disco anterior, yo desde el principio siempre se lo dije a él, que es un disco de los dos, que yo no lo podría haber hecho con otra persona. Cuando escucho el disco, escucho a Nacho, lo siento ahí. Currar con él es facilísimo, es una persona con una energía que es justo la que yo necesito. Soy un poco hiperactivo y necesito estar con gente que me dé templanza y Nacho me la da, además de una tranquilidad increíble.
Currando con él he aprendido muchísimo. He aprendido a coger una canción, que es algo muy íntimo para mí, y decir: «Nacho, haz lo que quieras con ella». La comunicación entre Nacho y yo es continua, pero es que siempre acierta con todo lo que propone. Eso la gente no lo ve, pero es que nuestra comunicación es a diario, no solo la semana de hacer el disco. Por ejemplo, esta semana le he mandado tres canciones de otra gente, más dos que hice yo, etc. Aparte de eso, tenemos una gran amistad y nos entendemos muy bien, así que, si no trabajásemos juntos, seríamos igualmente colegas.
Al margen de lo personal, en lo estrictamente musical ¿por qué crees que estas canciones no podrían estar producidas por otra persona?
Es que realmente yo creo que es más por todo lo anterior que te he comentado. Por ejemplo, yo lo que busco en este disco es hacer algo como muy puro, que suene muy a directo, muy real, muy analógico, atemporal… y Nacho está demostrando, no solo por lo que hacemos juntos, sino por las cosas que hace con otra peña, que es la persona perfecta para eso. Es una persona a la que le interesa que la canción tenga lo que tiene que tener, ni más ni menos que cuatro cositas… Para mí es el mejor vistiendo canciones porque nunca se pasa.
Dices que este disco es innovador para ti porque lo has grabado de una manera diferente, casi todo en directo y lo más analógico posible. ¿Por qué decidís hacerlo de esta manera?
Es una cosa tan sencilla como que nuestros discos favoritos están hechos así. Como que, si esos discos están hechos así, nosotros tenemos que hacerlo para acercarnos lo más posible a eso. Es que en la mayoría de nuestros discos favoritos está todo tocado en directo, con muchos instrumentos muy buenos, con cosas muy concretas… entonces queríamos acercarnos lo más que pudiésemos a ese sonido. Este disco está grabado con todos ellos en directo y yo sí qué canto aparte, pero también en una toma, para que quede todo lo más pegadito posible.
El disco se abre con ‘busco’, que además fue el primer adelanto, la carta de presentación de este nuevo trabajo. Hablas de tu vida en la carretera y de tu manera de afrontar tus miedos y dolores «cantándolo en canciones». Estamos hablando de la elección de una forma de vida.
Así es. Sobre todo habla de los últimos dos años y medio, que fue un poco cuando empecé a estar más por la carretera. Es una canción compuesta en la autocaravana, en tres sitios diferentes, y habla de eso, de cómo la soledad y estar en continuo movimiento me ha ayudado precisamente a estar mejor.
Es muy honesto esto que dices: «He aprendido a reír mientras me estoy muriendo por dentro». Muchas veces lo pienso, que debe ser duro para un artista tener que ofrecer siempre una sonrisa y no poder bajar nunca la guardia en esto. Es profesionalidad, ¿pero también es una manera de afrontar la vida aunque no te dediques a esto?
Yo intento comportarme de la misma manera, tanto en el escenario como fuera de él, tanto con mis amigos como con los que no lo son. Esa frase sí que resume muy bien mi vida porque la gente me dice «Luis, tú estás siempre contento«, y yo pienso: «Si tú supieses…» [risas]. Es que al final, en mis canciones vuelco todo lo malo que tengo, lo melancólico o lo triste, pero yo después ando contento por ahí. Pero claro, para estar de esa manera tengo que tener un equilibrio. De ahí viene esa frase que has citado, que cuando la gente me dice que siempre estoy contento, yo pienso que igual no tanto, lo que pasa es que sonrío mucho.

Hay veces que no hay que buscar una forma de decir las cosas, sino que simplemente hay que decirlas
Ofreces una propuesta bastante cruda y desnuda. Esto casa muy bien con tus letras, que son también muy sinceras, muy a corazón abierto. ¿No da miedo o pudor mostrarse demasiado en las canciones? Al final no hay mucha metáfora en estas letras.
Qué guay que lo hayas visto así, me encanta. Yo creo que hay veces que no hay que buscar una forma de decir las cosas, sino que simplemente hay que decirlas. Nunca tuve miedo a esto. Tengo miedo a decirlo en persona, por eso al final lo vuelco en canciones. Hay muchas cosas que no he dicho a gente y las he tenido que escribir, pero incluso aunque no sean canciones, se lo escribo en una carta, por ejemplo. Yo creo que hay una introspección diferente cuando escribes algo, porque lo estás escribiendo también para ti; en cambio, cuando lo hablas con alguien, parece que solo estás preocupado por cómo lo ve la otra persona. La verdad es que cuando escribo no me autocensuro absolutamente nada.
En ‘frío al verte’ hablas de recuerdos, de echar de menos, de añoranza… Pero no lo haces tanto desde la pena como desde el agradecimiento por haber pasado por ello. ¿Cuesta mucho pasar del dolor a dar las gracias por lo vivido?
Yo es que lo intento hacer casi siempre. También porque he tenido la suerte de que la relaciones que he tenido han sido con gente maravillosa, con la que me llevo bien además. Entonces sí que, aunque haya una época de duelo, yo siempre tengo la esperanza de mantener una relación con esa persona, de amistad o de lo que sea. Por eso a esta canción le queríamos dar ese punto de que fuese un poquito alegre, que hubiese un poquito de luz, porque es cierto que habla de eso: «Ahora que te estoy viendo bien, estoy yo jodido, pero te deseo lo mejor». La verdad es que hay frases muy tristes ahí, pero para mí es una canción que no me pone triste, es como la sensación de cuando echas de menos a alguien. Eso es lo que quería transmitir.
En ‘ahí atrás (miedo en el mar)’ tratas una experiencia muy concreta que viviste y de lo que te vino a la mente en ese momento. Háblame de ello.
Me pasó surfeando. Yo estaba en el agua, perdí la tabla y me entró un ataque de ansiedad. Es cierto que tampoco había mucho peligro, me ayudaron a salir y no pasó absolutamente nada, pero me pasaron ciertas cosas por la cabeza, sobre todo una persona en concreto. Después llegué a casa y compuse esa canción, como dándole una importancia diferente a la que le había dado antes a esa persona. Es como que en ese momento valoré más cosas que no había valorado antes.
Son varias las canciones en las que hablas de llorar. ¿Componer y cantar para ti mismo estas cosas no hace que ese llanto sea muchas veces irremediable?
Sí, yo lloro bastante, la verdad, y creo que es muy necesario hacerlo. De hecho, creo que la gente alegre que conozco llora más que la que no lo es. Mi vía de escape son las canciones, y a veces estoy cantando en directo alguna y pienso «me apetece llorar», pero no lo hago porque creo que la peña va a pensar: «Mira el intenso este. Vaya cliché: autocaravana, guitarra y llorando en el escenario» [risas].
Pero el público seguro que sí que llora.
Eso sí que lo veo.
¿Qué piensas cuando pasa eso?
Es increíble, pero me desconcierta y no me acostumbraré nunca a que me pase. Que yo esté cantando y que alguien se esté emocionando con una historia mía, que yo he escrito en base a algo que me ha pasado a mí… me parece algo increíble eso. Y mira que a mí me pasa con otros artistas, pero yo no me acostumbro.
‘una señal’ es otra canción de esas que hacen daño. Dices cosas como «lo que un día cerró nuestras heridas, hoy me está destrozando el corazón». Desde luego que, en general, tus canciones conectan con mucha gente por cosas así. Este es el típico disco en el que las canciones hablan de sentimientos que muchos podemos tener.
Qué guay es que digas todo eso, de verdad. A mí eso me encanta, pero también me jode un poco cuando me pasa con otro artista, que pienso: «Llevo mucho tiempo intentando decir esto de esta manera, y llega este con una frase y lo hace». «Lo que un día cerró nuestras heridas, hoy me está destrozando el corazón» es que lo que un día te hizo feliz, ahora piensas en eso y dices «me cago en la puta, estoy destrozado».
¿Con qué discos te ha pasado a ti algo similar? Eso de que escuchas las canciones y parece que están hablando de ti o, al menos, describen tu estado de ánimo de ese momento en el que lo descubriste.
Eso, la vez que me pasó heavy fue con Chaouen, pero no con discos en concreto, sino con temas sueltos. Y me pasó con discos como Salitre, de Quique, con alguno de Rafael Berrio… A ver, es que por ejemplo, Chaouen no cuenta, porque estés en el estado que estés, que no sea felicidad [risas], él parece que ha vivido 700 vidas y ya lo ha contado todo. A mí con él me pasa lo que decías antes, que cada frase que escucho digo: «Joder, es que ya lo dijo él todo«.

Cuando viajas a otros lugares con alguien en concreto, eso inevitablemente se transforma en un recuerdo
En ‘hay algo en esa luz’ dices «en medio de todos me senté a escribir» y también «en medio del viento me senté a escribir». Antes has comentado que compones en la autocaravana. ¿Eres de los que componen en cualquier lugar y situación? ¿Más de inspiración espontánea o de buscarla ante la hoja en blanco?
Eso lo digo en las canciones porque no es lo que me suele pasar. Normalmente yo vivo todo el rato y, cuando tengo tres días tranquilos en casa, en la autocaravana o donde sea, me siento y hago canciones. Si de repente veo algo que me está inspirando o que estoy disfrutando, no me apetece coger la guitarra y componer en el momento. Sí que empiezo a dar vueltas a la olla con esos pensamientos y a ordenar mi cabeza para coger ciertas ideas o inspiración, pero cuando compongo es más en casa y por la mañana, cuando estoy fresco, más que por la noche.
Te lo tomas como un trabajo en sí mismo…
Sí, pero tampoco me siento. Me levanto por la mañana, empiezo a tocar la guitarra, me sale una melodía guapa y digo: «Ahora quiero hablar de esto».
Las canciones dedicadas a otras ciudades son ya muy habituales en ti. Por ejemplo, en tu primer disco está ‘Buenos Aires’, en el EP Furias está ‘Portugal’, en el segundo álbum ‘Venecia’. Ahora en Postales perdidas hay una que se llama ‘temple bar’.
Hostia, es verdad eso… ¡qué guapo! ¡Yo no me había dado cuenta de eso! Está guapísimo que te hayas dado cuenta.
Es un poco esa imagen del cantautor trovador, con su guitarra a cuestas recorriendo mundo.
Es verdad. Como de juglar [risas]. Joder, sigo pensando en eso y es verdad, en cada disco hay una canción dedicada a otra ciudad. Ahora ya me has dado una idea y tengo que seguir haciéndolo.
Al final es que, cuando viajas a otros lugares con alguien en concreto, eso inevitablemente se transforma en un recuerdo. Salvo que lo hagas a diario, todos recordamos más o menos los viajes que hacemos. De hecho, ahora estaba pensando que creo que son las canciones de los discos en las que más hablo de un sentimiento común en todas, aunque no nombre a la ciudad, hablo de lo bien que estaba con esa persona…
A mí ‘temple bar’ me gusta muchísimo. Es de las que más me gustan del disco, si no la que más.
A mí también. La estoy cantando ahora en las promos, de hecho.
[Al final de la entrevista, Luis nos regaló esta canción a guitarra y voz. Un momento realmente inolvidable].
Precisamente esta canción habla de Dublín que es una ciudad muy musical. Al estar allí, en los bares repletos de música en directo, ¿no sientes un poco de envidia por esa cultura de garitos que hay y que, desgraciadamente, aquí cada vez es menor? Que también es cierto que esa zona ahora se ha convertido en algo muy guiri, pero la esencia creo que se mantiene.
Eso mismo te iba a decir, que precisamente Temple Bar… Es esa zona porque me pasó ahí todo lo que hablo en la canción, pero tuve que salir de esa zona para encontrar los sitios que de verdad quería yo. Ir a otros barrios y a otros lugares que me recomendó gente que había estado viviendo allí… vamos, lo que hay que hacer en cualquier ciudad, porque ahora todas las ciudades en el centro son iguales. Cierras los ojos, te sueltan en una ciudad y no tienes ni idea de dónde estás.
Pero es verdad que la esencia, como tú decías, sigue estando. Aunque toquen esas canciones para guiris, tú respiras algo diferente, respiras música por lo menos, que ya es bastante. Porque por ejemplo, ¿en Madrid dónde respiras música ahora? Es una putada, pero creo que en las ciudades más pequeñas sí que está pasando. Por ejemplo, en Santiago ahora tienes una oferta guay, en Oviedo también… De repente ves que un miércoles cualquiera puedes ir a un bolo. En Madrid también ocurre eso, pero no hay ningún sitio en concreto en el que digas que hay muchísima música.
Aquí eso de improvisar ir a un bolo cada vez es más difícil. Todos son con entrada anticipada y se agotan con bastante tiempo.
O tener eso de «me apetece ir a un bolo, voy a Libertad a ver quién toca». Ya no lo puedes hacer tanto porque para ese día las entradas se han vendido hace meses.

Creo que hay que estar continuamente en contacto con cosas creativas y que te hagan inspirarte, pero no tienes que estar escribiendo todo el rato
‘tu recuerdo (verde otoño)’, en contraposición a otros temas del disco, trata el sentimiento de despedida desde otro punto de vista, pasándolo mal pero deseando lo mejor para la otra persona. Una canción para cerrar el disco de una manera bastante dolorosa.
Está al final porque también resume un poco todo el disco. Yo sigo ahí enganchado a lo que siento por ti, pero ya está, he asumido que no estamos bien juntos, aunque yo te ame con locura y tú me ames. De ahí esa frase de «voy a estar siempre para ti, aunque no esté contigo». Creo que esa frase resume el disco entero. No me lo había planteado hasta ahora, la verdad, pero puede que esa sea la frase que resume todo.
Después de todo lo vivido hasta ahora y con esta colección de canciones entre manos, ¿Sientes que estás en un punto clave de tu carrera?
Tampoco me planteo mucho eso, la verdad. Vivo de la música y quiero seguir haciéndolo, pero quizás sí que estoy en un momento en el que estoy encontrando una manera de escribir que me gusta mucho, me noto cómodo haciéndolo, sin rayadas mentales de no saber por dónde tirar o no encontrar mi estilo. En ese sentido sí que estoy contentísimo.
¿Tienes ese gusanillo dentro de tener algo importante entre manos?
Tengo la certeza de que tengo cosas que decir, y eso me da una tranquilidad como para que me de igual estar cuatro meses sin escribir canciones. Tengo colegas que me dicen que llevan tres meses sin escribir nada y yo creo que no pasa nada, porque no todo el rato tienes que estar inspirado, si no te volverías loco. Además que también creo que es imposible tener siempre la misma calidad. Sí que creo que hay que ejercitar el oficio, la manera de escribir, leer o estar siempre en contacto con lo artístico y con cosas que te inspiren, pero no tienes por qué escribir todo el rato.
Hay muchos artistas que lo dicen, que se vacían tanto en un disco y reflejan tanto un momento vital concreto, que necesitan luego un tiempo para volver a vivir cosas que les hagan escribir canciones de nuevo.
Claro, es como que tienes que respirar. Hoy leí una frase que me gustó mucho, que era algo así como que «la creatividad es lo único que nunca se acaba porque cuanto más la ejercitas, más tienes». Por eso creo que hay que estar continuamente en contacto con cosas creativas y que te hagan inspirarte, pero no tienes que estar escribiendo todo el rato. Es que si no, yo creo que es un coñazo. Es como si escuchas una canción 300 veces al día, que al final pierde un poco ese rollo.