Sáb 14 junio 2025

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Rufus T. Firefly: «En la vida quizás las cosas no han sido como esperábamos y tenemos que acostumbrarnos a eso» (2025)

Fotografías: Alejandro García-Cantarero

A Rufus T. Firefly es imposible no quererlos y admirarlos, bien sea por su música o por su manera de hacer las cosas, siempre del lado del arte, del romanticismo y del amor a cada detalle que da sentido a su propuesta. Con Todas las cosas buenas han vuelto a hacerlo, nos han vuelto a sorprender y enamorar.

Primero, con una serie de conciertos de presentación en los que tocaron el álbum al completo sin haberse publicado todavía, en lugares con un encanto especial y con auriculares para los asistentes. Una experiencia realmente inmersiva que difícilmente podremos olvidar los que pudimos asistir a alguno de ellos. En segundo lugar, el propio disco es todo lo que esperábamos y deseábamos escuchar de ellos. Es el mejor resumen sonoro de lo que son a día de hoy como banda, del camino recorrido hasta aquí y de su manera de entender todo lo que hacen.

Todas las cosas buenas, como nos tiene acostumbrados la banda que lideran Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro, es un trabajo repleto de belleza, un disco atemporal, de largo recorrido y escuchas pausadas, de esos en los que apetece sumergirse cada vez más, descubriendo nuevos matices y haciendo nuestra cada una de las palabras y frases que dan sentido a las canciones. Es un nuevo y alucinante viaje. La reivindicación del presente y de las pequeñas cosas positivas que hay en el día a día de todos nosotros es lo que caracteriza este disco, en el que Rufus T. Firefly ha introducido importantes novedades. Que Julia cante en algunas de sus canciones es quizá la más importante, sorprendente y emocionante de todas.

Por un compromiso de última hora, Julia no pudo asistir a nuestro encuentro, así que la conversación fue únicamente con Víctor. Con él, inmerso en agotadoras jornadas de promoción, tuvimos un breve remanso de paz para hablar de todo esto con la calma que merece. Si su música no está hecha para consumo rápido, la conversación con ellos tampoco debe serlo, por eso hablar con Víctor es siempre sinónimo de reflexión, de honestidad y de cercanía. Rufus T. Firefly es la banda más especial del panorama musical de nuestro país y, tras unas semanas fuera, la opinión es casi unánime: Todas las cosas buenas ha pasado directo a ser uno de los mejores discos de este año (si no el mejor) y de toda la carrera de la banda formada en Aranjuez. Una verdadera y conmovedora delicia musical.

Antes de hablar del disco, me gustaría que comentáramos un poco esta pequeña gira de presentación que habéis hecho tocando el disco al completo en conciertos con auriculares. Cuéntame qué sensaciones tenéis una vez que ya ha pasado.

Ha sido increíble, súper emocionante, la verdad. Ha sido de las cosas más especiales, si no la más especial, que hemos hecho en la música porque hemos sentido cosas muy bonitas, hemos visto a la gente salir muy feliz, con la sensación de haber visto algo que nunca habían visto. Puede ser bueno o malo, pero por lo menos nunca nos habíamos visto en esta situación.

Me ha gustado mucho el hecho de romper el espacio y que no estuviera el grupo en el escenario y la gente abajo. Ha habido sitios en los que la gente estaba en medio, no nos rodeaban sino que estaban por el medio, y yo estaba súper lejos de Julia… todo eso creaba una especie de incomodidad que era muy guay para tocar, era muy bonito. Yo no sabía a quién mirar porque tenía mucha gente detrás. Era un poco raro, pero muy bonito a la vez. No sé, ha sido muy guay, muy emocionante.

La sensación de todo el mundo con quien coincidí en el primero de los conciertos en Aranjuez y de otra gente con la que he hablado que ha ido a los de otras ciudades era la misma, que habíamos vivido algo único, una experiencia increíble.

También es que cada concierto era diferente porque no sabíamos dónde íbamos a tocar hasta que no llegábamos al sitio.

No sabía eso, yo pensaba que sí los conocíais.

Veíamos fotos y tal, pero claro, llegas ahí, ya ves lo que mide, la luz que hay, piensas cómo colocarte y vas decidiendo muchas cosas sobre la marcha. El concierto empieza y no es algo que tengas medido como un escenario, la distancia entre nosotros y todo eso.

La búsqueda y elección de los lugares supongo que ha necesitado casi más trabajo que buscar salas.

Sí, lo que pasa es que ahí hemos tenido mucha suerte porque con el paso de los años hemos ido conociendo a muchos promotores muy guays que nos han ayudado. Entonces, más que buscar esto por nuestra cuenta, por ejemplo he llamado a Víctor del Winter Indie City de Segovia y le he dicho: «Tío, tenemos esta idea, ¿tú crees que podríamos tocar en algún sitio de Segovia?». Entonces él nos consiguió un sitio increíble. En Zamora lo mismo, en Canarias lo mismo, en Barcelona igual… Al final hemos tirado de gente en la que confiamos y gente querida que nos ha ayudado con esto.

Al final, las condiciones de las salas y festivales son cada vez peores para las bandas y esto que habéis hecho, aparte del peso romántico que tiene, es una manera de reivindicar otra forma de hacer las cosas, no solo en cuanto a formato sino también en cuanto a recintos y escenarios. Quizá esto puede abriros un camino diferente, aunque económicamente no sea lo más rentable.

De momento no lo es, tendríamos que ver la manera de hacerlo económicamente rentable. Por ejemplo, comprando el sistema de cascos en lugar de alquilarlo, y al final, si haces un número de conciertos ya te sale rentable. Pero también hay algo importante y es que esto no sustituye un concierto de verdad, es otra cosa. Es guay, pero es otra cosa, hay que tenerlo claro y el público tiene que tener claro que va a otra cosa. También queremos dar conciertos normales, de escenario, de sonido y de todas estas cosas que también nos flipan.

Entonces, bueno… vamos a ver cómo podemos compaginar. Pero es verdad que se abre un camino nuevo y que, si encontramos la excusa para repetirlo, lo vamos a repetir. De repente, me imagino haciendo una gira de bosques, por ejemplo, y sería súper bonito, increíble, algo mágico y súper especial. Imagínate que no tenemos nada en verano, porque de repente no hay ningún festival que quiera que toquemos, pues podemos plantear hacer una gira paradores [risas].

También hay una cosa positiva y es que evitamos a la gente que habla en los conciertos.

Sí, eso no lo habíamos pensado, pero es verdad. También pasa que la gente saca menos el móvil porque no tiene mucho sentido. Puedes grabar a Julia un momento como anécdota, pero ya está, porque no se oye nada más. Eso también es bonito.

«Hacer este disco ha tenido mucho más que ver con el presente y con no pensar tanto en lo que va a pasar»

Comentaste en la presentación del disco que Manuel Cabezalí, el productor del disco, dijo que Todas las cosas buenas podría ser un grandes éxitos de Rufus formado por canciones nuevas. En El largo mañana os adentrasteis en el soul de los 60-70, en Magnolia y Loto en la psicodelia y el rock de los 70, etc. ¿En este disco ha habido algo que os haya guiado a nivel estilístico y musical?

Sí, ha habido una guía y una perspectiva que hemos intentado mantener muy presente, pero tenía que ver más con los grupos antiguos, un poco con la esencia de dónde viene esta banda y por qué hicimos este grupo. Tenía muchísimo que ver con eso, porque sentíamos que a partir de Magnolia el grupo había ido muy bien, pero habíamos dejado de lado un camino que nos gustaba mucho, que también forma parte de nosotros y no queríamos abandonarlo.

Luego también ha habido una cosa muy importante y es que ha habido muchos referentes jóvenes en este disco. Es algo que nunca nos había pasado. Siempre habíamos tenido referentes mayores que nosotros, grandes leyendas o incluso gente ya muerta, y en este caso nos dimos cuenta de que había mucha gente joven en España haciendo cosas que nos molaban un montón, muy frescas, sobre todo a la hora de decir las cosas. Creo que se nota también que este disco de Rufus es mucho más directo en cuanto a letras, se entiende todo mucho más fácilmente, no hay tanta metáfora, no hay tanto doble sentido, sino que todo es mucho más claro. Eso es consecuencia de que viene gente joven haciendo eso y me ha molado.

Podría nombrar a shego, por ejemplo, por supuesto Carolina Durante, que lo hacen increíble, Depresión Sonora… Hay muchos grupos de la nueva escena que me parece que escriben muy bien. Cariño, por ejemplo, me mola un montón como escriben. Estilísticamente es una cosa muy diferente, pero me gusta mucho cómo consiguen decir las cosas con muy pocas frases, pero muy incisivamente. Es muy guay y creo que es muy bonito porque además han roto con todo y les da lo mismo. No le dan importancia, y eso me encanta.

Yo esto lo he hablado también con muchas bandas, que ahora los mensajes son más directos y las bandas y artistas se desnudan más. Parece que hay menos pudor a exponerse. Hace unos días, Noel Turbulencias publicó un hilo muy interesante acerca de esto.

Vi el hilo, sí. Entiendo lo que dices y creo que es verdad. Ahora hay pudor para hacerlo enrevesado. Pero es lo que decía Noel, que se está hablando exactamente de lo mismo, porque el sentimiento es el mismo y lo que sentimos todos acaba siendo lo mismo. Por ejemplo, hay una canción de Carolina Durante que se llama Hamburguesas que podría ser como Todas las cosas buenas, y es el mismo sentimiento de «estamos en la mierda, pero vamos a intentar aferrarnos a las cosas buenas que hay fuera».

Ese es un poco el espíritu de este disco, ¿no? Aferrarnos a las pequeñas cosas que nos da la vida.

Exactamente. Y suelen ser bastante insignificantes y cotidianas, porque son cosas muy normales.

Tú has comentado que con este disco has tenido la ilusión de levantarte cada día porque precisamente ibas a hacerlo. ¿Ha sido diferente a la manera de hacer los discos anteriormente?

Ha tenido mucho más que ver con el presente. Cuando hemos hecho un disco, yo siempre pensaba cómo sería tocarlo, cómo sería la gira de ese disco, qué iba a pasar con el grupo… Me imaginaba muchas cosas y con este no me imaginaba nada. Con este, me levantaba un día jodido, me ponía a hacer música y se me pasaba, se me olvidaba que estaba jodido. Y al día siguiente volvía a pasar. Entonces me di cuenta de que poco a poco me levantaba cada vez menos jodido porque, cuanto más me metía en el disco, mejor estaba. Mis pensamientos iban hacia un sitio positivo y útil, y mi entorno mejoraba porque yo mejoraba.

Por eso ha tenido mucho más que ver con el presente y con no pensar tanto en lo que va a pasar. Hemos hecho el disco sin saber cómo lo vamos a tocar en directo y todo lo que os encontrasteis en los cascos estaba siendo un experimento, ha ido cambiando según hemos ido tocando. Por ejemplo, hay cosas del set de Juan que hemos cambiado, yo cambié la guitarra a partir del primer concierto porque no me gustó cómo sonaba… Hay muchas cosas que teníamos que ver sobre la marcha cómo las hacíamos.

Y os ha servido un poco como ensayo también.

Total. Yo creo que ahora, cuando hagamos el primer concierto, va a ser bastante cañón porque venimos ya muy rodados.

El disco reúne musicalmente todo lo que conocemos de vosotros hasta ahora, desde lo más orgánico como ‘Canción de paz’, hasta lo más electrónico como ‘Dron sobrevolando Castilla-La Mancha’. El abanico es muy amplio. Me gusta mucho que el tema que elegisteis como primer adelanto y que además abre el disco sea ‘Canción de paz’ porque me parece como un abrazo en forma de canción. Es verdad que luego no todo el disco es así, pero entiendo que tiene una intención.

Sí, es como, «mira, ven aquí que te voy a llevar a un sitio» [risas]. Esa es la idea. Y como dices también, este disco para mí es como, «esto es Rufus en 2025, después de 19 años, mira las cartas que tenemos. Esto es todo lo que sabemos hacer».

En general, estamos ante un disco cargado de esperanza, un disco bastante positivo, a pesar de que Rufus es una banda que ha tirado hasta ahora más por mensajes melancólicos o nostálgicos.

Sí, es así, aunque el contexto es muy oscuro. ¿Viste la primera temporada de True Detective? Al final hay una escena muy bonita, en la que miran al cielo, y uno de ellos dice algo así: «Mira qué oscuridad hay. Pero, ¿ves esos puntitos blancos?, antes no había nada y ahora están ahí. Hay esperanza».

«Si en el próximo disco yo no canto y lo canta todo Julia, tampoco pasaría nada, seguiríamos siendo Rufus»

‘El principio de todo’ es una de mis favoritas y lo primero que me llamó la atención es que empieza de una manera un tanto peculiar, como terminan muchas canciones, con un solo de batería.

Sí, es verdad, no lo había pensado.

En el disco anterior, las percusiones y la manera de tocar que teníais eran mucho más orgánicas. Veníais de esa manera de tocar el soul de principios de los 70 y ahora eso ha cambiado.

Así es. Hemos tenido muy presente, sobre todo al principio de la composición, a Yussef Dayes, que es un batería británico increíble, que toca de la hostia y tiene un sonido muy, muy seco. Es una batería muy pequeñita, pero que suena muy en la cara todo el rato, y todo se entiende perfectamente. Es muy virtuoso tocando. Entonces, Julia lo ha tenido muy presente todo el rato.

Quería que su batería sonara así, se pilló una caja pequeña, que es una caja muy finita, que suena un poco trip-hop, como los discos de Portishead y ese tipo de cosas, pero la ha usado en todo. O sea, la ha usado incluso en las canciones rockeras, que no tiene sentido porque normalmente necesitas una caja grande para que pegue ahí, pues ella ha tirado con su caja y ha resultado ser muy curioso, porque hemos conseguido, dentro del rock, cambiarle un poco la sonoridad. Por ejemplo, Todas las cosas buenas, que es una canción que puede recordar un poco a Magnolia, de repente no se sale de este disco, es como que tiene esa sonoridad por el rollo de la batería. Es un sonido muy seco, cero reverb y está todo en la cara todo el rato.

En el disco hay mucho de no tirar de nostalgia, y en ‘El principio de todo’ se evidencia con frases como «no te dejes arrastrar por la nostalgia de aquellos 80» o «todavía estás a tiempo de olvidar esa rabia que te vuelve de cristal». Llama la atención porque sois un grupo un poco nostálgico en cuanto a sonido, en cuanto a la manera de ver las cosas, tu propia manera de escribir… Ahora en cambio dejamos un poco aparte la nostalgia y vivimos el presente.

También es verdad que hemos hecho un esfuerzo para no caer en la nostalgia porque, como dices, somos muy fáciles de caer ahí. Yo creo que es guay y creo que forma parte de una generación, es algo común, pero no podemos estar siempre igual. Es que también hemos empezado a sentir ya esta cosa de, «joder, qué bien estaba hace diez años y qué mal estoy ahora», y dentro de diez años pensaremos, «joder, qué bien estaba hace diez años» [risas]. Entonces es como que hay que aprovechar esto que tenemos ahora.

Otra de las novedades del disco, la más llamativa a primera vista y que más nos llamó atención a los que fuimos a los conciertos, es que Julia canta. Cuéntame cómo surge esto y si es algo que llevarais hablando desde hace tiempo.

Había intención ya de hacerlo. De hecho, después de El largo mañana le dije a Jul que quería que la mitad del disco fuera suyo.

¿O sea que esto parte de ti?

Partía de mí, pero ella tenía inquietud. Yo veía que tenía esa inquietud y me parecía también un poco injusto que fuera yo el que hiciera las canciones solo. Si alguien quiere hacer canciones, que las haga. Entonces, digamos que yo la animé un poco a hacerlo y ella dijo que sí, cogió las riendas y lo ha hecho. Exclusivamente ha hecho una canción, que es la de Ceci n’est pas une pipe. Esa la ha compuesto ella. Y luego hizo la versión de El Último de la Fila con Manola, la de Canta por mí, que la hicieron entre las dos y luego la produjo Javier Martín junto a Manuel Cabezalí. Yo ahí no he hecho nada de nada, o sea, no he grabado nada, no he tocado nada, y es algo que me gusta mucho. Me ha molado un montón estar ahí de espectador.

Y luego, en El coro del amanecer cantamos los dos juntos a la vez. Me ha gustado que se haya involucrado en ese sentido en la composición del disco y me gusta mucho que se abra otro camino también ahí en Rufus. Imagínate que en el disco siguiente yo ya no canto y lo canta ella. Seguiríamos siendo el mismo grupo, pero cambiando totalmente. Eso es una cosa que me gusta. Y no pasaría nada porque somos Rufus, si lo hiciera AC/DC sería una movida [risas].

Recuerdo que en el concierto de Aranjuez ‘El coro del amanecer’ fue la primera canción que tocasteis de las que cantaba Julia. Fue algo muy bonito y que nos pilló por sorpresa.

De hecho, vamos a empezar con esa en los conciertos.

Y luego ya, cuando salió ella a cantar las otras dos, fue increíble. Para nosotros fue algo muy especial. No sé si a ella también lo percibe.

Claro que le llega. De hecho, ella tenía mucho miedo de cantar y de exponerse así porque nunca lo ha hecho, y ahora está encantada. Se siente a gusto porque la gente la ha recibido bien. Eso es muy importante.

«No entiendo que no valoremos nuestro trabajo ni luchemos por nuestras condiciones laborales»

En ‘Trueno Azul’ dices: «Hice tanto por el indie y el indie no hizo nada por mí». Luego hay una canción que se titula ‘Premios de la Música Independiente’ y en ella dices que «ha llegado la hora de levantarse y empezar a luchar». Dejando el romanticismo aparte, ¿crees que aún podemos tener esperanza de ver un cambio positivo en la industria?

Tengo que puntualizar que Premios de la Música Independiente no habla de música. Habla de la gente a la que quiero y de cómo la veo, pero está escrita por un músico que es independiente. Lo que siento con esa canción, y hay algunas partes de esa canción que sí que son musicales, o al menos el contexto es un poco musical, es que en la música, y sobre todo en la música independiente, no hay ningún tipo de unión. Hay colegueo, en algunos casos, hay también mucho mamoneo y también hay algunas discrepancias absurdas que la gente aplaude mucho. Siempre que alguien se mete con alguien, eso gusta un montón al público.

A mí realmente me da mucha pena porque, independientemente de que te guste mi música o te parezca una mierda, me da exactamente igual, creo que hay una cosa por la que deberíamos unirnos e ir a muerte con ello. Por ejemplo, en un festival en el que hay un grupo que cobra 300 euros y el festival no les quiere dar de alta y les obliga a ser autónomos o a hacer una factura falsa o a meterse en una cooperativa para facturar, estaría bien que el resto de los grupos dijéramos, «pues mira, o le das de alta a este grupo o no toca nadie». Verás como sí que le da de alta y no le cuesta nada.

Ese tipo de cosas deberíamos llevarlas por bandera, porque si no nos toman el pelo, hacen lo que quieren con nosotros todo el rato. Si en una sala se quieren llevar el 25% de tu merchan, de algo que tú has fabricado, has diseñado y que es totalmente propio, que simplemente te están dejando un metro cuadrado de una sala que ya has alquilado y de la que no te llevas nada de barra, yo creo que todas las bandas deberíamos decir, «no vamos a volver a esa sala hasta que quites esa medida». Y si lo hacen todas las bandas, quitan esa medida. No entiendo por qué no lo hacemos.

No entiendo que no valoremos nuestro trabajo ni luchemos por nuestras condiciones laborales. Ni entiendo por qué pensamos que estamos solos en esto. Siempre estamos haciendo la guerra por nuestra cuenta, siempre sentimos que si tenemos algo es porque nos lo hemos peleado, que teníamos todo en contra, hemos luchado y estamos ahí porque nos lo merecemos. No te das cuenta de que hay mucha gente palmando igual que tú, de que todo el mundo pasa por lo mismo. El poder lo tenemos nosotros, con nuestros actos y con nuestras decisiones.

Estamos cagados de miedo porque si te metes con un festival, no te vuelve a llamar, y a lo mejor merece la pena que no te vuelva a llamar y que no vuelva a llamar a nadie. A lo mejor tienen que surgir otros festivales que entiendan esto, que entiendan que somos personas, que necesitamos un mínimo de condiciones laborales para currar y que, sobre todo, a la gente más pequeña hay que ayudarla mucho porque se están haciendo 800 kilómetros en una furgoneta de mierda, están perdiendo 500 euros por tocar en un festival y no se lo puedes poner más difícil sin darle de alta, porque si ese grupo tiene un accidente en el festival, ¿qué pasa?

Estoy completamente de acuerdo contigo, pero ¿crees que hay esperanza en esto?

Yo creo que no hay ninguna. ¿Sabes qué pasa? Que hay gente que directamente se niega a hablar conmigo porque hago un estilo de música determinado y no cuadra con su estilo de música. Entonces, hay gente que mola y hay gente que no mola. Por ejemplo, un grupo que siempre ha sido muy criticado es Izal, ¿no? Imagínate que tienes que juntarte con los de Izal para hablar de condiciones laborales de trabajo, no quieres, porque no quieres que nadie te haga una foto con ellos… Auténticas gilipolleces. Y hay mucho de eso, más de lo que te imaginas. Yo nos veo como monitos peleando con un palo mientras nos tiran cacahuetes y nos aplauden.

El disco lo habéis grabado con Manuel Cabezalí como productor y lo habéis hecho en vuestro propio estudio. Es la primera vez que habéis trabajado así, ¿verdad?

Sí, bueno, lo hemos grabado en nuestro local, estudio, casa… Ya lo hicimos con Reverso. Cuando la grabamos nos moló muchísimo cómo quedó, pensábamos que era lo mejor que habíamos hecho.

¿Qué aporta esta manera de trabajar a vuestra música y a Rufus como banda?

Aporta algo muy guay y es que no tenemos la presión de grabar en unos días determinados, sino que podemos hacer mucho ensayo-error. Y, sobre todo, podemos grabarlo solo de una manera muy concreta y tenemos que ir a por ella. Cuando vas al estudio, siempre grabas de una manera un poco estándar para luego en la mezcla no palmar, porque si te has pasado de graves grabando, ya eso no lo vas a hacer sonar bien, si no llegas, no tienes de dónde sacarlo… Entonces, a veces, tienes que grabar de esa manera estándar para que luego suene guay el disco.

Pero no podíamos grabar de esa manera estándar porque no teníamos una escucha adecuada. La batería la grabamos con cascos y luego le dábamos al play y a ver qué pasaba. Entonces, arriesgamos mucho y ha sido un acierto en este caso. Fuimos muy a saco a por un sonido súper seco y secamos toda la habitación, pusimos colchones, sofás… el local parecía un poco el vacío. Y claro, si hubiéramos querido sala en algún momento, habríamos palmado, pero teníamos muy claro que no queríamos eso. Entonces, digamos que salió bien, pero podía haber salido mal.

En la presentación dijiste que ‘Lumbre’ es la canción que mejor refleja el mensaje del disco y una de las mejores letras que te han salido nunca. Resulta que es la última canción del disco y me parece una manera muy bonita de cerrarlo, con un tema que significa tanto.

Yo creo que sí. Es una letra muy sencilla, pero creo que se entiende muy bien lo que quiero decir y lo he dicho de la forma en que quería decirlo. Por eso me gusta y me parece de las mejores. Muchas veces crees que has hecho una buena letra, pero el mensaje no llega, y creo que en este caso es muy fácil que el mensaje llegue si lo escuchas.

En ella dices: «He llegado lejos, pero no había nada. La montaña me parece cada vez más alta».

Tiene mucho que ver con eso, con expectativas no cumplidas, con cómo veo a los amigos con los que he crecido, de repente con dos divorcios y con la casa de sus sueños vendida y este tipo de cosas. Las cosas no han sido como esperábamos y tenemos que acostumbrarnos a eso. Para mí igual, no tengo casa, no tengo atisbo de tenerla, no puedo plantearme formar una familia porque no me lo puedo permitir… Entonces, es que esto no es lo que esperaba a mi edad, la verdad, y a lo mejor tengo que asumir que esto va a ser así.

Me acuerdo que en su día, cuando sacasteis El largo mañana, charlamos de todo esto al hablar de ‘Torre de Marfil’.

Sí, sigo un poco ahí [risas]. Mira, justo ayer me preguntaron que por qué ponemos esa canción la última si es tan importante. Y claro, yo pensé… porque lo último es muy importante. ¿Cómo terminas la carta de amor? Con las frases más importantes, ¿no? Y donde dices el «te quiero» de verdad.

En la edición en vinilo va a haber dos canciones más que en la digital: ‘He soñado que tocaba en Triángulo de Amor Bizarro’ y la versión de ‘Canta por mí’ que ya hemos comentado antes y que canta Julia. En la presentación del disco explicó por qué esta era una canción tan importante para ella, y lo que significó en su infancia. Si tú tuvieras que elegir una canción que significara para ti lo que esta significa para Julia y la tuvieras que cantar, ¿cuál elegirías?

Qué difícil… Depende de cuándo me preguntes. Ahora mismo a lo mejor te digo Perfect Day [canción de Lou Reed], pero podrían ser muchísimas y depende del día. Habrá días que a lo mejor es una de Serrat, habrá días que a lo mejor es una de Robe, habrá días que a lo mejor es una de Standstill, o de Radiohead, de los Beatles… Depende de cómo me pille. Creo que todo depende del momento porque cuando empezamos Rufus nunca nos habríamos planteado hacer una versión de El Último de la Fila, pero ahora era el momento y creo que ha quedado increíble.

Javier Decimavilla
Javier Decimavilla
La música nos puede salvar la vida o al menos mejorarla. Bob Dylan, Neil Young, David Bowie, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, nos llevan enseñando el camino a la felicidad desde hace décadas.